Friday, December 29, 2017

Book (Part 3 of 3) Needs Translations - American Indians: Compendio de la historia general de América Tomo I Author: Carlos Navarro y Lamarca Contributor: Eduardo de Hinojosa (1910)

ÉPOCA SEGUNDA
DESCUBRIMIENTO
SIGLOS XV y XVI

TÍTULO PRIMERO.
Antecedentes del descubrimiento.

CAPÍTULO I.
EXPLORACIONES PRE-COLOMBIANAS

1.—Viajes dudosos. 2.—Islandia y sus Vikingos. 3.—Las Sagas. 4.—Vinlandia 5.—Importancia de estos viajes. 6.—El Este y el Oeste 7.—Las rutas medioevales. 8.—Los Turcos Otomanos. 9.—La Geografía Medioeval 10.—Viajes italianos. 11.—Los Portolanos. 12.—La brújula y el Astrolabio. 13.—Enrique el Navegante. 14.—El Cabo Bojador. 15.—El Cabo de Buena Esperanza. 16.—Resultados de estos viajes.
Viajes dudosos.
1.—Hay algo de doloroso y solemne en el espectáculo histórico de la vida humana, desarrollándose durante siglos en dos hemisferios distintos, sin que los pueblos del uno tuvieran la menor idea de la existencia de los del otro. El verdadero contacto entre el mundo Europeo y el Americano, empieza á fines del siglo xv. Es posible y hasta probable, que con anterioridad á esta fecha algunas embarcaciones Japonesas fueran arrastradas por las corrientes oceánicas hasta las costas del Oregón ó California; que algún marinero francés, navegando hacia el Africa, fuese á parar á las costas Brasileñas; que los Arabes del siglo xii, llegaran hasta las Canarias y las Azores, ó que arribaran á los bancos de Terranova los audaces balleneros Bascos. No hay razones para negar estos hechos, ni tampoco pruebas ciertas para afirmarlos. [364] No tienen, por otra parte, importancia alguna para la Historia Americana. Pertenece su estudio al campo del diletantismo erudito y no al de las investigaciones útiles y serias[477].
Fig. 317.—Casco en construcción á fines del siglo xv.
Fig.318.—Buque Genovés. Siglos xiv-xv.
Islandia y sus Vikingos.
2.—No sucede lo mismo con los viajes de los Normandos ó Vikingos en los siglos x y xi de nuestra era. No pudiendo soportar algunos señores feudales (jarls) de la Noruega del siglo ix, el tiránico yugo del Rey Haroldo, abandonaron su patria seguidos de sus fieles vikingos (reyes del mar). Familiarizados con el Océano y ansiosos de conquistar con sus hazañas un lugar preferente en la Walhalla heróica, dirigieron sus afiladas proas á lejanas tierras. Atravesaron algunos el Mediterráneo para pelear en Bizancio; singlaron otros hacia Escocia é Irlanda, y se refugiaron los más en las costas septentrionales del Atlántico. Uno de estos guerreros vikingos descubrió la [365] Islandia, fundando entre sus fiords una pequeña aldea (Reikjavik) que, aumentada por inmigraciones sucesivas y enriquecida por las aventuras comerciales y piratescas de sus habitantes, llegó á convertirse después de medio siglo en colonia aristocrática y floreciente.
Fig. 319.—La Islandia de Olaus Magnus (1539).
Las sagas.
3.—Vinculados más ó menos estrechamente con su antigua patria, conservaron estos vikingos sus tradiciones y costumbres. En los obligados ocios de sus largos inviernos árticos, recitaban con fruición sagas ó relatos históricos y poéticos, que escritos con el correr de los siglos (xiii y xiv) por pacientísimos cronistas, nos dan clara idea de la mitología, carácter é historia de la Noruega é Islandia de los siglos medios. Son estas sagas concisas y realistas. Su estilo sencillo y vibrante, refleja la veracidad y rudeza de sus héroes. Se consideran por los estudiosos, como fuentes históricas dignas de crédito[478].
Vinlandia.
4.—Varias de estas crónicas, y en especial la de Erico el Rojo (Eyrikssaga Rauda), nos cuentan que en el año 876 un atrevido navegante llamado Gunnbjörn, descubrió las costas de Groenlandia, donde los hielos le obligaron á invernar.
Fig. 320.—El Príncipe Enrique el Navegante.
Más de cien años pasaron sin que volviera á hablarse de tal suceso, hasta que Erico el Rojo (983), visitó las costas descubiertas por Gunnbjörn, dándolas, por su vegetación, el nombre de tierra verde (Groenlandia), y estableciendo en ellas una colonia. En 986 Bjarni Herjulfson, navegando hacia Groenlandia, entrevió las costas del Sur. El célebre Leif, hijo de Erico el Rojo, impresionado por la conversión del Rey Olaf, de Noruega, introdujo el cristianismo en Islandia y Groenlandia, y deseoso de aventuras marítimas emprendió en el año 1000 una expedición hacia el Sur descubriendo extrañas tierras, á las que dió los nombres de Helulandia (tierra de piedras), Marklandia ó tierra de la madera (Nueva Escocia) y Vinlandia ó tierra de la vid. En la primavera del año 1001 volvió á Groenlandia con un rico cargamento de madera.
En el año 1007, Thorfin Karlsefin, rico comerciante de Islandia, equipó tres ó cuatro naves para reconocer las nuevas [367] tierras, y llegó á las costas de Vinlandia. Trató de establecer allí una colonia, pero la hostilidad de los indígenas (Skrelingos) le hizo abandonar su empresa. Atacados furiosamente en el año 1010, Thorfin, con los que sobrevivieron después de la refriega, volvió á Groenlandia con la escasa madera que pudo recoger.
Prescindiendo de la trágica expedición de Thorvard (1011-1012), no vuelven á mencionar las sagas ninguna otra exploración ó colonización de la Vinlandia de Leif, etc., situada, según la opinión más probable, en las inmediaciones del Cabo Cod (38° lat. Norte)[479].
Fig. 321.—Marco Polo.
Importancia de estos viajes.
5.—Estos viajes de los Normandos nada añadieron al caudal de conocimientos geográficos de la Edad Media. Fuese por la distancia, ó por lo precario de sus resultados comerciales, [368] hasta en Islandia misma se miraron sin interés. No puede, pues, afirmarse en absoluto, que los normandos del siglo x descubrieran América. En el Hemisferio Oriental, las expediciones Islandesas no dejaron más recuerdo que el relacionado de las sagas, y en el Occidental no tuvieron más alcance que el de pelear con algunos grupos indígenas (acaso Algonquinos) y cortar unos cuantos árboles. Es altamente probable que Leif Ericsson y sus Vikingos llegaran con sus naves á costas que hoy sabemos ser las de América, pero es absurdo atribuir á ta[369]les aventuras aisladas mayor importancia histórica que la que tienen en realidad. Con y sin los mencionados viajes de los Normandos, siguió Europa ignorando la existencia de América, hasta que descubrió Colón sus primeras costas.
Fig. 322.—Astrolabio de Regio Montanus (1468).
Fig. 323.—Mapa Catalán del 1375.
El Este y el Oeste.
6.—El lujo de la Europa Medioeval se alimentaba principalmente con los productos del Asia menor, India, China, Arabia y Persia. Los diamantes de Golconda, los rubíes del Oxus y Ceylan, los zafiros y amatistas de Cambay y las perlas de la India, eran codiciadísimos en los alcázares y cortes Europeas. Las especias, las drogas, perfumes, tintes y maderas de olor, de Siam y China; el cristal de Samarcanda y Kadesia, los tejidos de Damasco, etc., etc., eran objeto de provechosísimo tráfico. Las ciudades del Oriente (Calicut, Pulicat, etc.) eran en la Edad Media los mayores mercados de objetos suntuarios. Europa entera dependía de ellas para satisfacer sus fastuosos hábitos y en cambio de tales productos, Europa proporcionaba al Oriente sus lanas y sus metales. La balanza de comercio se inclinaba sin embargo al Oriente, y las exportaciones y ventas de la India, Persia y Arabia, dominaron siempre á las importaciones Occidentales.
[370] Desde tiempos antiguos, el Este y el Oeste estuvieron comercialmente vinculados. En los tiempos bíblicos de José, los mercaderes Ismaelitas llevaban ya bálsamos y myrra de Gilead al Egipto. Salomón dominó las rutas de Tadmor al Mar Rojo. El Berenice de Ptolomeo Philadelfo, era importante puerto de mercantiles traspasos. Los caminos Romanos siguieron en Siria y Asia Menor antiguas vías comerciales, y las rutas medioevales aprovecharon á su vez los caminos Romanos. El Continente Europeo anheló siempre las riquezas del Asiático[480].
Fig. 324.—Islas fabulosas según miniatura del siglo xv.
Las rutas.
7.—Por tres principales rutas llegaban hasta Europa los codiciados productos del Oriente. La ruta marítima más meridional arrancaba de China y Japón, concentraba los productos [371] en Malaca, y desde allí, por la costa de Malabar, seguía hasta Ormuz, y por el Mar Rojo hasta el Cairo, de donde pasaba á Alejandría y el Mediterráneo. La más septentrional adquiría generalmente sus productos en las costas occidentales de la India, embarcándolos hasta Ormuz y Bagdad (por el Tigris) y conduciéndolos desde allí en caravanas hasta Tabriz (Persia), el mar Caspio y el Mediterráneo. Además de estas rutas marítimas, que eran las más comunes en la Edad Media, seguían los mercaderes otra terrestre más larga, difícil y erizada de peligros, á través del desierto chino de Obi hasta Kashgar, Samarcanda, etc.; desde allí á Astrakan y el mar Caspio, y luego [372] por el Don y el Volga hasta Crimea y las costas del Mar Negro.
Fig. 325.—Atlas de Santarem. Fines Siglo xv.
Fig. 326.—Parte del Portolano Laurenciano.
Claro es que todos estos caminos eran inseguros y árduos. Había que atravesar desiertos, escalar montañas, luchar con los piratas de mar y tierra, afrontar las tempestades del Océano Indico y sufrir extraordinarias penalidades; pero á pesar de tan gravísimos obstáculos, las ciudades levantinas de Alejandría, Tana, etc., estaban siempre llenas de productos orientales, que las embarcaciones Italianas, Españolas ó Provenzales, llevaban á sus respectivos países. Los Italianos llegaron á tener en Alejandría, Constantinopla, Damasco, Alepo, etc., establecimientos fijos (fondachi), desde donde repartían las mercancías del [373] Oriente á las ciudades del Mediterráneo. La célebre Venecia fué el prototipo de tales ciudades. De su puerto salían numerosas flotas para España, Portugal y Flandes, y bien guardadas expediciones terrestres, que atravesando los Alpes comerciaban en los valles del Rhin y el Danubio. El mayor conocimiento de las riquezas del Este después de las Cruzadas (1096-1291), aumentó este activísimo y provechoso tráfico, y durante los siglos xiii y xiv surcaron el Mediterráneo numerosísimas naves, galeras y argosias que llevaban á Alejandría maderas, metales y otros productos Europeos, y volvían con sedas, especias, piedras preciosas, etc., á las costas Españolas é Italianas[481].
Fig. 327.—Descubrimiento de Groenlandia.
Los Turcos Otomanos.
8.—Al finalizar la Edad Media, las tierras y costas frecuentadas por los comerciantes Europeos, sufrieron cambios políticos que hicieron impracticables las rutas que dejamos apuntadas. Surgieron avasalladores los Turcos Otomanos, y sus feroces caudillos rindieron en poco tiempo y á sangre y fuego hasta Constantinopla y el Bósforo. Sus sanguinarias huestes saquearon ó destruyeron los fondachis, asesinaron ó esclaviza[374]ron á los mercaderes y arrebataron el dominio comercial del Mediterráneo á Venecia y á Génova, que pretendieron oponerse á sus devastadores avances. Todos los caminos comerciales entre el Asia y Europa cayeron bajo su tiránico y bárbaro dominio, y los métodos de cambio, los medios de transporte, el sistema comercial entero que traía á Occidente las riquezas del Oriente, quedó interrumpido y aniquilado.
La demanda de tales riquezas persistía y aumentaba. La consolidación de las Monarquías feudales hizo á las naciones Europeas del siglo xv más ricas y prósperas; avivó en sus potentados el afán de lujo y adorno, y acrecentó su deseo de adquirir los codiciados productos del Asia. Se hizo necesario por ello encontrar nuevos caminos para llegar á la India, nuevas vías comerciales que permitieran al Occidente reanudar su activa comunicación con los mercados Orientales[482].
Fig. 328.—El cosmógrafo Martín Behaim.
La Geografía medioeval.
9.—Hasta la mitad del siglo xiii, el conocimiento de tierras y mares de la generalidad de los estudiosos no era mayor que el de los Griegos y Romanos del siglo i.º Las obras de Ptolomeo y Pomponio Mela, eran artículo de fé para los geógrafos de la [375] Edad Media. Ni las visitas de Arabes é Judíos al Oriente, ni las Cruzadas mismas que se desarrollaron en territorio restringido, aumentaron tales conocimientos. El Océano Atlántico (mare tenebrosa) era el nebuloso y terrífico límite del mundo. Creían los ignorantes que el agua hervía en el Ecuador, y que los pavorosos dragones, monstruos y endriagos del mar ignoto, tragarían sin remedio al que osase surcarlo. La idea misma de la esfericidad de la tierra, familiar desde los tiempos de Aristóteles á todos los hombres de cultura, se desconoció por el vulgo de la Edad Media. Los navegantes y cosmógrafos, los hombres como Dante y Colón, no dudaron jamás de tal esfericidad; pero teólogos hubo que, interpretando á su antojo bíblicos textos, la pusieron en tela de juicio. El mundo habitable para la Edad Media se reducía á los tres continentes de Europa, Asia y Africa, que formaban una masa contínua y extendida en parte del globo. El resto del mismo se juzgaba cubierto de mares de navegación imposible. Los tres continentes no se conocían totalmente, y sobre mucho de lo conocido ó explorado [376] sólo se tenían ideas vagas ó fabulosas y erróneas. Los pocos mapas que existían estaban basados en tradiciones y leyendas. Eran códices ilustrados y caprichosos, repletos de tradiciones y referencias literarias, meras descripciones sentenciosas sin justeza alguna geográfica. La revolución intelectual que había de desarraigar estas equivocaciones y prejuicios, fué iniciada y favorecida por el Renacimiento Italiano, continuada por los Portugueses y coronada por el descubrimiento de América[483].
Fig. 329.—El Imperio Veneciano y sus factorías comerciales (siglo xv).
Fig. 330.—Rutas comerciales entre Europa y Asia (siglo xiv y xv).
Viajes italianos.
10.—A mediados del siglo xiii se hicieron en Italia algunos viajes cuyas relaciones circularon rápidamente. El misionero Franciscano Juan de Plano Carpini, atravesó el Sur de Rusia y las estepas del Turkestan, llegando á los territorios del Khan Karakorúm de Mongolia y escribiendo á su vuelta una curiosa relación de su jornada. Años después, Guillermo de Rubruquis fué enviado por Luis XI á visitar al Emperador Mongólico. De su viaje á través del Cáucaso, Persia y Siria, nos legó un relato más amplio y preciso que el de Carpini. Los viajeros Monte Corvino y Pordenone siguieron el ejemplo de los anteriores y, como ellos, escribieron sendos libros.
Los más notables de toda esta pléyade de exploradores me[377]dioevales fueron los mercaderes Venecianos Nicolás y Mateo Polo, y su sobrino Marco que en jornadas sucesivas llegaron al Cathay (Norte de China) permaneciendo más de veinte años en la fastuosa corte de Kublai Khan, donde Marco alcanzó dignidades importantes. Volvieron á Italia en 1292, por el Tonkin, Java, Bengala, Ceylan y el Mar Rojo, tardando en el viaje tres años. La celebérrima relación de estos viajes, escrita por Marco Polo en los tristes días de su cautiverio en Génova, impresionó más que ninguna otra las imaginaciones medioevales. El célebre Cathay, con sus riquezas fabulosas y ciudades enormes; el Cipangu (Japón), maravilloso y próspero; las "12.700 islas", del Archipiélago del Océano Indico, etc., etc., preocuparon hondamente á los navegantes de posteriores siglos. Como [378] más adelante veremos, el descubridor de América anotó y estudió estas relaciones con atención predominante y especialísima.
Fig. 331.—El mundo de Fra Manro (1439).
Fig. 332.—Cabo de Buena Esperanza.
Los viajes Italianos hacia el Oeste, contribuyeron también á esclarecer y precisar las ideas geográficas de la época. En 1270, Lancelote Malocello llegó hasta las islas Fortunadas (Canarias). En 1291, Tedisio Dona y Ugolino Vivaldi, pasaron el estrecho de Gibraltar é hicieron rumbo al Sur en demanda de la India, pereciendo en su audaz empresa. Las Azores y Madeira fueron conocidas por los navegantes Italianos (siglo xiv) antes de su definitiva ocupación en el siglo xv[484].
Los Portolanos.
11.—Los geógrafos, astrónomos y experimentadores Italianos, contribuyeron también y muy eficazmente á facilitar las navegaciones medioevales. Los célebres "portolanos" ó cartas marítimas sustituyeron á los antiguos mapas, llegando durante los siglos xiv y xv á sorprendente exactitud geográfica. Produjeron tales portolanos una verdadera transformación de la cartografía de los siglos medios; marcaron en mares y costas con relativa precisión los más frecuentados rumbos, y se hicieron indispensables para los navegantes.
Fig. 333.—El Mundo de Ptolomeo.
Sin embargo, el objeto principal de estos "portolanos", base de los mejores mapas del siglo xv, fué asegurar la navegación del Mediterráneo, y no se extendieron más allá de sus mares y puertos.
La brújula y el astrolabio.
12.—Por consiguiente, todo lo que fuera en el siglo xiv pasar del paralelo 27, en Africa; del 60, en Europa, ó de las Islas Azores, era navegar en lo ignoto y peligroso. Para tales navegaciones de altura se requerían instrumentos náuticos que permitieran calcular con exactitud singladuras y derroteros. Las propiedades de la aguja magnética fueron conocidas en los siglos medios, pero su uso no parece haber sido general [380] en la navegación hasta fines del siglo xiv. Se atribuye tradicionalmente su propagación á los pilotos de Amalfi. A mediados del siglo xv, la brújula, provista de su "rosa de los vientos" y montada en aparatos especiales, era un elemento infaltable en el equipo de los navegantes, y fué conocida y usada por los principales cartógrafos.
El astrolabio, predecesor del quintante y sextante, se usó también en el siglo xv por los marinos Italianos, y en rudimentaria forma los cronómetros y tablas astronómicas necesarias para fijar la longitud por la altura de los cuerpos celestes, y la medida de las diferencias de tiempo. La posibilidad de calcular aproximadamente las latitudes, longitudes y rumbos, hizo factibles las navegaciones extensas y animó á los navegantes del siglo xv, á emprender la serie de exploraciones marítimas que condujeron gradualmente al conocimiento de América[485].
Fig. 334.—Buque del siglo xv.
Enrique «El Navegante».
13.—Los verdaderos iniciadores de las exploraciones referidas fueron los marinos portugueses que, alentados por el Gran Príncipe "Enrique el Navegante", descubrieron las costas Occidentales y Meridionales del Continente Africano.
En el año 1419, el Príncipe Enrique, hijo de Juan II de Portugal, estableció en el célebre promontorio de Sagres un cen[381]tro activísimo de exploraciones geográficas. Enrique era virrey de los Algarves y Gran Maestre de la Orden del Cristo. Sus talentos militares eran famosos en la Europa de la época. El Papa Martín V, el Rey Juan de Castilla y Enrique de Inglaterra, le ofrecieron el mando de sus ejércitos. Rechazadas tan gloriosas ofertas, se retiró á los Algarves y dedicó sus energías y su genio al progreso de la navegación y los descubrimientos. Su expedición al Africa le hizo conocer las rutas de los mercaderes de Tunez y Gambia; aprendió después todo lo que la geografía medioeval podía enseñarle, estudió el uso de cartas é instrumentos náuticos, atrajo á su corte á los más hábiles marinos extranjeros y convirtió el puerto de Lagos en el punto de partida para viajes lejanos, más célebre del siglo xv. Su ardiente celo de cruzado, su deseo de propagar el cristianismo en tierras de infieles, su voluntad firmísima y bien inclinada (talent de bien faire, era su enseña), su instinto de explorador y su genial curiosidad científica, le hicieron anteponer á todo los intereses de la ciencia geográfica. Consiguió inculcar á sus capitanes su entusiasmo y su espíritu, perfeccionó buques, instrumentos y cartas, equipó y costeó expediciones, y creó y sostuvo hasta su muerte aquella admirable Escuela Náutica de Sagres, donde se formaron la mayor parte de los cosmógrafos, viajeros y pilotos, que transformaron, con sus descubrimientos y sus viajes, la historia y el comercio del Mundo[486].
Fig. 335.—La Mar Tenebrosa (Olaus Magnus).
El Cabo Bojador.
14.—Preocupóse primero el Príncipe Enrique de la exploración y colonización de Madeira, Porto-Santo, etc., que duró [382] algunos años (1418-25), para afrontar el problema del Cabo Bojador que nadie osaba doblar en aquellas épocas. Y no era, por cierto, falta de valor lo que detenía á los marinos portugueses, sino la novedad del caso, porque llegar al Cabo referido era penetrar en la terrible zona tórrida, en la mar tenebrosa de los antiguos, importaba traspasar los límites legendarios del Cabo Non del que, según el proverbio medioeval, se volvía ó no se volvía. (Quem passar ó Cabo de Não, ou voltará ó Não).
En el año 1434, Gil Eannes, uno de los marinos más audaces de Sagres, intentó la temeraria empresa. El éxito coronó sus esfuerzos. Dobló el terrible Cabo, desembarcó en las costas y volvió á Portugal, trayendo á su Príncipe, como símbolo de vida, un manojo de rosas cogidas en la que hasta entonces se creía región del fuego y de la muerte. El viaje de Gil Eannes marcó una era de descubrimientos. Traspasada la secular barrera y desvanecido el terror á lo ignoto, los viajes marítimos hacia el Sur adelantaron rápidamente. En 1441 Nuño Tristán dobló el Cabo Blanco, en 1442 exploró Gonzálvez el Río del Oro (Río d'Ouro), en 1460 descubrió Diego Gómez las islas de Cabo Verde, y en 1462 llegó Cintra á Sierra Leona y entrevió las Costas de Guinea[487].
Fig. 336.—Buque Normando (Tapicería Bayeux).
El Cabo de Buena Esperanza.
15.—El espíritu investigador del Gran Príncipe Enrique no se extinguió con su muerte (1460). La obra iniciada en Sagres fué continuada en los reinados de Alfonso V y Juan II con [383] creciente empeño. En el año 1472 Juan de Santarem y Pedro de Escobar cruzaron el Ecuador desde las costas de Guinea; tres años más tarde descubría Fernando Póo, la isla de su nombre; en 1484 llegaba Diego de Cam á la embocadura del Río del Congo, y en 1485 hasta el grado 22 latitud Sur. Arraigaron estos viajes la convicción geográfica de que navegando hacia el Sur, y á lo largo de las costas de Guinea, se llegaría al fin de la tierra africana y se erigieron en los puntos descubiertos pilares representativos de la posesión é indicadores de las etapas sucesivas del camino á la India.
Fig. 337.—Buque Veneciano (siglos xiv-xv).
Finalmente, en 1486, Bartolomé Díaz partió de Lisboa y dobló la extremidad meridional del Africa. Adelantóse hacia el Oriente, pero su tripulación sublevada rehusó seguir adelante. Bartolomé Díaz tuvo que retroceder. Por las tempestades sufridas en la punta Africana, la puso el nombre de Cabo Tormentoso. D. Juan II, al oir la relación del viaje de su Capitán, cambió tan siniestro nombre por el de Cabo de Buena Esperanza. El suceso conmovió á Portugal y fué inmortalizado por sus poetas. Se había encontrado el ansiado paso que conducía á Cathay y á la India, la ruta marítima hacia el Oriente, que los viajes posteriores de Vasco de Gama (1496), [384] y Alburquerque (1563), abrieron al comercio mundial[488].
Fig. 338.—Descubrimiento de los Portugueses en Africa (siglo xv).
Resultados de estos descubrimientos.
16.—Los resultados políticos y geográficos de estas exploraciones no se hicieron esperar. La extensión de las tierras descubiertas, el oro que en pequeñas cantidades trajeron de ellas algunos navegantes, y acaso los beneficios del naciente tráfico de esclavos negros, cuyo futuro y cruel desarrollo no pudo Enrique el Navegante alentar, y menos preveer, determinaron al Pontífice Eugenio IV á conceder á los Monarcas portugueses el dominio de las tierras que más allá del Cabo Bojador (con inclusión de las Indias) descubrieran.
Desarrollaron, por otra parte, estos viajes, la navegación y la ciencia geográfica. Las embarcaciones portuguesas (barca, barinel, nao, berganttín, etc.) y en especial las carabelas [385] de velas latinas, preferidas por sus condiciones marineras para viajes difíciles, fueron las mejor construídas y equipadas de su tiempo. Los pilotos, cosmógrafos y cartógrafos de Sagres y Lisboa, tanto portugueses como extranjeros, perfeccionaron los instrumentos náuticos conocidos y construyeron portolanos notables. Los monjes del monasterio Murano de Venecia (Fra Mauro, Fra Bianco, etc.), dibujaron, por orden y á expensas del Príncipe Enrique, el célebre mapa Camaldolese, acaso el más completo de su época. El sabio cosmógrafo alemán Martín Behaim, miembro durante años de la "Junta de Matemáticos" del Rey Juan II, introdujo en Portugal las célebres tablas astronómicas (efemérides), impresas años antes en Nuremberg, y construyó su afamado globo terráqueo. Las ideas de Ptolomeo y Pomponio Mela sobre la conformación de tierras y mares, cambiaron radicalmente[489].
Fig. 339.—La tumba de un Jarl Vikingo.
Entre los arriesgados y hábiles marinos que acompañaron al ilustre descubridor del Cabo de las Tormentas ó Buena Esperanza en su célebre viaje, estaba Bartolomé Colón, hermano menor del que luego había de descubrir el Continente Americano. Poco tiempo después y como más adelante veremos, le encontramos en Inglaterra negociando con sus monarcas el [386] proyecto de su hermano Cristóbal que había concebido el genial designio de traficar con el ensoñado Oriente, de monopolizar sus riquezas, de llegar en fin al Cathay de Marco Polo, navegando hacia el Oeste.
Fig. 340.—Buque portugués (siglo xv).
Aquel oscuro navegante Genovés que había vivido año tras año en Lisboa, ignorado del mundo entero, iba á dar fin al período medioeval é incierto de los viajes Italianos y las exploraciones Africanas, iniciando gloriosamente la era de los grandes descubrimientos.

CUESTIONARIO
1.—¿En qué siglo conocieron los Europeos el Continente Americano?
2.—¿Quiénes eran los Vikingos, y cómo colonizaron á Islandia?
3.—¿Qué se entiende por Sagas y qué crédito histórico merecen?
4.—¿Cómo se descubrió la tierra llamada Groenlandia?
5.—¿Quién fué Leif y qué tierras descubrió?
6.—¿Qué importancia tienen los viajes de los Vikingos?
7.—¿Puede afirmarse que descubrieron la América?
8.—¿Qué relaciones comerciales existían en las Edades Antigua y Media entre el Occidente y el Oriente?
9.—¿De dónde venían á la Europa Medioeval las especias: sedas, piedras preciosas y demás objetos suntuarios?
10.—¿Por qué rutas llegaban á la Europa Medioeval los productos del Oriente?
11.—¿Qué importancia tuvieron en esta época las ciudades del Mediterráneo?
12.—¿Qué consecuencias tuvieron para el Comercio Medioeval las conquistas de los Turcos Otomanos?
13.—¿Qué ideas tuvieron los hombres de la Edad Media sobre la esfericidad de la Tierra?
[388] 14.—¿A qué se reducía para los Geógrafos medioevales el Mundo habitable?
15.—¿Qué carácter tenían los Mapas de la Edad Media?
16.—¿Qué expediciones notables hicieron los viajeros italianos del siglo xiii?
17.—¿Qué importancia tuvieron los viajes de Marco Polo?
18.—¿Qué adelantos geográficos suponen los portolanos?
19.—¿Qué navegantes vulgarizaron en la Edad Media el uso de la brújula y el astrolabio?
20.—¿Quién fué Enrique el Navegante?
21.—¿Qué importancia histórica y científica tuvo la Escuela Náutica de Sagres?
22.—¿Qué efectos produjo el descubrimiento del Cabo Bojador?
23.—¿Quién dobló el Cabo de Buena Esperanza y abrió la ruta marítima portuguesa hacia el Oriente?
24.—¿Cuáles fueron los resultados políticos de los viajes de los portugueses?
25.—¿Cuáles fueron sus resultados geográficos y qué mapas y globos notables se construyeron en este período?

REFERENCIAS
Generales.Winsor, N. & I. H. of America. Vol. I y II Lavisse y Rambaud, Histoire Generale. Vol. II, III, IV. Fiske, Discovery of America. Vol. I. Robertson, Historia de América Vol. I. E. Potts Cheyney, European Background of American History. (N. Y. 1906). Gibbins, History of Commerce in Europe. Gunther, Das Zeitalter der Entdeckungen (1901). Carlo Errera, L'Epoca delle grandi Scoperti Geografiche (1902). Helps, The Spanish Conquest in America. Vol. I. Cambridge, Modern History, vol. I á IV. Janssen, L'Allemagne et la Reforme (Trad. París), vol. I. (Allemagne á la fin Moyen Age). Wakeman, Europe, 1598-1715 (1904), etc., etc.
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[390] Geografía y Comercio.F. Vicomte de Santarem, Essay sur l'Histoire de la Cosmographie pendant le Moyen age (3 vols., 1849-1852). Beazley, The Dawn of Modern Geography. Vol. I y II (1897-1901). Kunstmann, Die Kenntniss Indiens in XV. Jahrhunderts (1863). Heyd, Geschichte des Levantehandels im Mittelalter (2 vols. Trad. Francesa-1885-1887). Nordenskiold, Facsimile Atlas to the Early History of Cartography (1889) etc., etc.
Viajes de los Portugueses.Major, Vida do Infante Don Henrique de Portugal, etc. (Trad. Ferreira, Lisboa, 1876). Wauverman, Henry le Navigateur et l'Academie Portugaise de Sagres (1890). C. R. Beazley, Prince Henry the Navigator (1890), etc., etc.
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Geografía, viajes y comercio medioevales.—The Journeys of William of Rubruk & John of Plan de Carpine (Trad. Rockhill) (Hakluyt Soc. Series II-1900-núm. 4). Texts & Versions of Carpini & Rubruquis. (Ed. por Beazley. Hakluyt Soc. Extra Series 1903). Schafer et Cordier, Recueil de Voyages, etc., en especial, Voyages en Asie ... du ... Pordenone (Ed. Cordier). The Book of Ser Marco Polo the Venetian (Ed. Yule. Reimpresa con notas por Cordier, 1903), etc., etc.
Viajes de los Portugueses.—The first voyage of Vasco de Gama (Ed. por Ravenstein, Hakluyt Soc. 1898, núm. 99). Gomes Eannes de Azurara, Cronica do Descobrimento, etc. (Ed. Beazley y Prestage, núms. 95 y 100. Hakluyt Soc. 1896-1900). Barros, Décadas da Asia (Ed. 1852). Alguns Documentos do Archivo Nac. da Torre de Pombo acerca das Navegacões, etc., (1892), etc., etc.
Bibliografías.Winsor, N. & C. H. of A. I, p. 33, 58, 76 y sig. II, pág. 24 y sig. Dodd-Mead, Cyclopedia "Iceland"—"Greenland"—"Sagas", etc. Las bien seleccionadas de Lavisse y Rambaud. Hist. Gen. Vol. II, III, IV. Cambridge, Modern History, Vol. I á IV. E. Potts Cheyney, Europ. Background, pág. 316-323. Rockhill en núm. 4, Serie II. 1900. Hakluyt Soc., Major (op. citada), pág. 548 y sig. etc., etc.

CAPÍTULO II
ESPAÑA EN EL SIGLO XV

1.—Los Reyes Católicos. 2.—Pacificación del Reino. 3.—La Santa Hermandad. 4.—Los Consejos. 5.—Los Corregidores. 6.—Medidas financieras. 7.—Las Órdenes Militares. 8.—La Guerra de Granada. 9.—Judaizantes y Conversos. 10.—La Inquisición. 11.—Expulsión de los Judíos. 12.—Mudéjares y moriscos. 13.—Conclusiones generales.
Los Reyes Católicos.
1.—Para darnos exacta cuenta de los sucesos que se desarrollaron en la Segunda Época de la historia del Continente Americano, forzoso es que arrojemos una rápida ojeada sobre el estado de la nación Española al finalizar el siglo xv.
Hay pocos ejemplos históricos de una transformación más rápida y completa que la experimentada por España (1474-1516) al pasar de la situación anárquica en que se encontraba en tiempo de Enrique IV á la grandeza y viril expansión que alcanzó en el reinado de Fernando é Isabel.
Contados son los cambios sociales de esta índole, que se producen pacíficamente, y cuando así sucede, siempre se encuentran, al lado de circunstancias felices que inician y empujan el movimiento, eminentes personalidades á cuyo genio y habilidad se debe gran parte del éxito.
En la España del siglo xv surgió la imponente figura de Isabel de Castilla y la de su esposo Fernando de Aragón, conocidos en la historia con el nombre de "Reyes Católicos".
Isabel la Católica fué, en efecto, gran reina y mujer extraordinaria. De clarísimo entendimiento y formal energía, vivió con su pueblo y para su pueblo. Amiga sincera de cuantos lucharon por Castilla, nadie hizo más insigne á su patria, ni la amó más, ni la sirvió mejor.
Su matrimonio con Fernando de Aragón, sagaz y prudente político, realizó lo que durante siglos había sido el constante [392] ideal de monarcas aragoneses y castellanos: la reunión en un solo Estado de los tronos de Aragón y Castilla.
Unidas así ambas coronas pudieron los monarcas realizar sus levantados proyectos, terminar la guerra de la Reconquista, consolidar la monarquía absoluta, y establecer, con base firme, la unidad religiosa y nacional de sus dominios[490].
Pacificación del Reino.
2.—Era necesaria toda la energía y prestigio de los nuevos soberanos para restablecer en Castilla los principios de autoridad y orden destruídos en tiempo de Enrique IV.
La monarquía castellana se resentía de su origen feudal, y su autoridad fluctuante fué muchas veces juguete de la ambiciosa osadía de los magnates que con sus guerras intestinas asolaban el reino.
Fig. 341.—Autógrafo de la Reina Isabel la Católica.
El pueblo no era súbdito del Rey, sino de los potentados. Era imposible transitar por los caminos públicos sin verse expuesto á todo género de ataques, las ciudades obedecían al más fuerte, y las vidas y haciendas de los ciudadanos estaban á merced de los antojos de turbulentos señores ó de los avances de mesnadas famélicas.
Comprendió Isabel la necesidad de hacer justicia severísima para cortar de raiz tan graves males. En 1477 abrió en Sevilla audiencia pública para oir á los perjudicados por las luchas y [393] banderías encabezadas por el Duque de Medina Sidonia y su rival el Marqués de Cádiz. Pocos había en Sevilla, dice un cronista de la época, libres de culpa. Todos fueron castigados severamente. Otro tanto sucedió en Castilla y en Galicia. El Duque de Alba se vió obligado á restituir la villa de Miranda que tenía detentada, y su alcalde de Salvatierra fué ahorcado por insultos á la justicia de Isabel. Los agentes reales Acuña y Chinchilla hicieron derribar en Galicia hasta cuarenta y seis castillos, restituyeron bienes y beneficios usurpados por los nobles y condenaron á muerte, sin aceptar compensaciones monetarias, á los que se habían hecho reos de crímenes, violencias ó abusos de autoridad.
Fig. 342.—Sello rodado de los Reyes Católicos.
Con tales procedimientos se logró en pocos años pacificar el desordenado reino, reprimir los excesos de los nobles é ir consolidando el poder de los Reyes[491].
La Santa Hermandad.
3.—Se reconstituyeron también las antiguas hermandades, establecidas por las ciudades para defenderse de malhechores, refundiéndolas de acuerdo con las Cortes de Castilla en un solo cuerpo de policía y defensa pública que se llamó la Santa Hermandad, compuesto de más de dos mil jinetes y numerosos infantes que, divididos en compañías, se destacaron en los puntos estratégicos de las aldeas y caminos públicos. Organizáronse también justicias locales (alcaldes) con jurisdicción exclusiva é inapelable para diversos delitos.
Al ocurrir algún robo, asalto ó violencia, echábanse á vuelo las campanas de la iglesia más próxima, y los destacamentos de [394] la Santa Hermandad emprendían la persecución de los delincuentes que eran juzgados por los alcaldes sumarísimamente y asaeteados ó colgados. La prontitud, igualdad y severidad de tales castigos, limpiaron bien pronto de malhechores los dominios castellanos. Desaparecieron las represalias y venganzas privadas, y la seguridad de vidas y haciendas se afirmó y normalizó.
Fig. 343.—La Reina Isabel la Católica.
Fig. 344.—El Rey Fernando el Católico.
Los Consejos.
4.—El vigor de la administración monárquica se exteriorizó además en el desarrollo de organismos administrativos de índole menos popular. Se reorganizó el antiguo Consejo Real convirtiéndose en poderoso instrumento del trono. Entró á formar parte de él una mayoría de letrados, versadísimos en el antiguo derecho, imbuídos de la idea de la monarquía absoluta, desligados de la nobleza y el clero, é interesados, por consiguiente, en robustecer, aun á despecho de ambos, la dignidad y prestigios de la Corona. Entendía en general este Consejo en todos los negocios del Estado, y se subdividió con el andar del tiempo en tres cuerpos (Consejo de Justicia, de Estado y de Hacienda) con funciones claras y definidas. El Consejo de Justicia era, en cierto sentido, el representante general del antiguo Consejo Real, y tomó el nombre de Consejo de Castilla. Su presidente era el funcionario más elevado del Reino, y con los miembros letrados conocía y hasta decidía, secundando la política de los reyes, todos los asuntos de interés nacional[492].
Los Corregidores.
5.—La preponderancia obtenida por los soberanos en los negocios de gobierno general por intermedio de sus Consejos, se extendió á los asuntos locales de las ciudades, etc., por la designación de Corregidores, que gobernaban conjuntamente con los alcaldes ó regidores, y como representantes de la Corona, los negocios de cada pueblo. Defendían siempre las prerrogativas de los monarcas, y ejercían funciones de vigilancia y protección. Poco á poco fueron extendiéndose las facultades de estos corregidores, y predominando sobre los fueros y privilegios de las ciudades, los decretos y disposiciones del poder monárquico.
Medidas financieras.
6.—Los Consejos, Corregidores y demás oficiales públicos daban autoridad y eficacia á los mandatos de los reyes, pero su mantenimiento era costoso, y la Corona carecía de recursos. Determinaron los reyes conseguirlos, y ayudados por los representantes de las ciudades, hicieron que las Cortes, convocadas en Toledo, ordenaran una investigación en los bienes que los monarcas anteriores habían enajenado ó cedido á los magnates y los eclesiásticos. Con tal eficacia y habilidad trabajaron el Cardenal Mendoza y D. Fernando de Talavera, designados como jueces instructores de la validez de semejantes donativos, que la mayoría de las pensiones, pueblos, tierras, vínculos, etcétera, así conseguidos por los nobles, fueron restituídos á la Corona. No por ello se empobrecieron éstos, pero se consiguió, en cambio, establecer una relación más equitativa y normal entre las rentas de la Corona y las de los nobles, debilitando la influencia de estos últimos[493].
Las Órdenes militares.
7.—Otro aumento más considerable de las rentas reales, que quebró al mismo tiempo los más fuertes y legendarios apoyos de la nobleza, fué la absorción en la Corona del Gran Maestrazgo de las Órdenes militares de Santiago, Calatrava y Alcántara. Con el correr de tres siglos de constantes guerras con [397] los musulmanes, estas órdenes militares habían acumulado grandes riquezas, beneficios, ciudades y territorios, y sus posesiones y consiguiente predominio se extendían por toda la península. A la cabeza de cada una de estas órdenes estaban los Grandes Maestres cuyas riquezas, séquito militar y prestigios, les hacían poderosísimos y soberbios. Eran estos grandes maestres los más turbulentos de los nobles, y más de una vez se opusieron abiertamente y en armas á la Corona, promoviendo gravísimos conflictos.
Fig. 345.—Vista general de la Alhambra de Granada.
En 1487, habiendo quedado vacante el Maestrazgo de Calatrava, se presentó de improviso el rey Fernando en el Capítulo, y obligó á dicha asamblea á elegirle Gran Maestre. En 1494 el Gran Maestre de Alcántara renunció el cargo en el mismo rey Fernando, siendo nombrado, en cambio, Arzobispo de Sevilla. Al morir el Gran Maestre de Santiago se hizo elegir el Rey para el cargo, y poco después dictó Isabel un decreto declarando el Maestrazgo de las Órdenes militares anexo para siempre á la Corona real, con lo que acumuló rentas principescas, suprimió el peligro de sublevaciones y turbulencias, é [398] hizo volver á su Corona todas las tierras, beneficios, castillos, aldeas, etc., con que la piedad y el espíritu caballeresco y guerrero había dotado durante siglos á las poderosas Órdenes[494].
Fig. 346.—Toledo. San Juan de los Reyes.
La guerra de Granada.
8.—Una vez pacificado el reino y consolidado el trono pudieron los Reyes Católicos dedicar todas sus energías á la anhelada obra de la Conquista de Granada, último baluarte de la dominación mahometana en España. Hacía largo tiempo que los reyes de Castilla y Aragón no hacían progresos notables en la antigua y patriótica empresa de reconquistar el país ocupado por los moros. Las fronteras musulmanas eran casi las mismas que las definidas siglos antes, por el rey Fernando el Santo. Los moros se habían acostumbrado á despreciar al cristiano, y aprovechando las debilidades de los monarcas, y el turbulento estado de Castilla, penetraban á menudo en sus términos, llevándolo todo á fuego y sangre. Los Reyes Católicos decidieron terminar de una vez por todas una guerra que duraba ya setecientos años.
Difícil se presentaba la empresa, pero el espíritu de Isabel infundió en todos el fuego sagrado del amor á la gloria: organizó ejércitos, formó planes de campaña, y reunió, con firme y decidida constancia, poderosos aprestos bélicos.
Granada, la ciudad querida de los moros, centro y principal [399] asiento de su dominio, fué sitiada por Isabel y Fernando y á pesar del rigor de la estación, del fuego que abrasó el campamento cristiano, y del valiente furor de los defensores agarenos, Granada se rindió y en las torres de su Alhambra se enarboló el pendón de Castilla, cesando para siempre en España la dominación mahometana[495].
Judaizantes y conversos.
9.—Era imposible que monarcas tan previsores y políticos como Isabel y Fernando dejasen de afrontar, según su criterio, las cuestiones religiosas que agitaban la España del siglo xv. Según las ideas de la época todo elemento racial ajeno al español y todo elemento heterodoxo, debían desaparecer. Junto á la población cristiana no podía vivir otra de religión distinta sin grave peligro para la primera.
Los judíos españoles, famosos como médicos, astrólogos, matemáticos, y en especial como mercaderes y prestamistas, fueron siempre odiados por el pueblo, y la protección que les dispensaron los nobles, y hasta las leyes mismas, no pudo librarles de continuas persecuciones y violencias. En los siglos medios, y en especial después de las terribles matanzas de Sevilla, Córdoba, etc. (1391), abjuraron muchos sinceramente ó por conveniencia su fé judaica, aceptando el bautismo y haciéndose cristianos nuevos, marranos (de maran-âtha-anatema sobre tí) ó conversos.
Dotados de excepcionales talentos llegaron algunos á elevados destinos. Fuese, sin embargo, por sus exacciones como usureros y almojarifes (recaudadores de impuestos), por creerse (no sin razones) que seguían menospreciando á la Iglesia, y practicando en secreto sus antiguos ritos, ó por sospecharse que se entregaban á brujerías ó artificios mágicos para destruir á los cristianos viejos, la enemistad contra ellos perduró, y la opinión pública, confundiendo á todos los conversos en el mismo recelo, les persiguió sin distingos, equivocándose [400] muchas veces y vejando sin causa á personas de acendradas creencias.
Por otra parte, los naturales anhelos de proselitismo de los no convertidos, la indiscutible influencia del panteismo filosófico y de la cabala (supersticiones, brujerías, prácticas vedadas, etc.) israelita sobre muchos espíritus, y las frecuentes alianzas de familias judías con las cristianas de rancio abolengo, debilitaron la fé de muchos católicos, que practicaron en secreto los ritos y cultos hebreos, y fueron tachados de judaizantes[496].
Fig. 347.—Espada del siglo xv.
La Inquisición.
10.—En 1477, hallándose los reyes en Sevilla, el predicador dominico Fr. Alonso de Ojeda hizo públicos cargos contra estos. Isabel y Fernando, en vista de tales denuncias, y para evitar mayores males, pidieron y consiguieron del Papa Sixto IV (1478) una bula que les autorizó expresamente á elegir inquisidores para sus reinos, con todo el poderío, jurisdicción y autoridad de los jueces eclesiásticos ordinarios. Con estos caracteres de especialidad y dependencia del poder civil comenzó á funcionar en Sevilla (1480) el Tribunal de la Inquisición ó Santo Oficio, que adoptó, desde luego, las penas y procedimientos establecidos por las prácticas tradicionales y por el «Directorium» de Fr. Nicolás Eymerich, inquisidor general de Aragón (siglo xiv) que defendía el uso del tormento. El 6 de Febrero de 1481 se celebró el primer Auto de fé, y á diez y seis de sus reos se les aplicó la pena de la hoguera. Multitud de conversos de Sevilla huyeron temerosos de ser acusados. En un solo auto de la Inquisición de Toledo (Marzo 1487), fi[401]guraron 1.200 reos, y en otro del año anterior (Agosto 16, 1486) fueron declarados relaxos y condenados á la hoguera 25, algunos de ellos de verdadero viso. El celo de los Inquisidores fué excesivo. Diferentes Breves del Papa Sixto IV (29 Enero 1482, 23 Febrero y 2 de Agosto 1483), aluden á sus extralimitaciones, y hablan de "víctimas inocentes". Alejandro VI censuró al inquisidor Torquemada, trató de que fuera depuesto, y amparó á muchos procesados españoles que á su Santa Sede recurrieron[497].
Fig. 348.—Catedral de Burgos.
Expulsión de los Judíos.
11.—Pero la autoridad de la Inquisición se extendía solamente á los bautizados, y por tanto los judíos que seguían siéndolo no estaban sujetos á su jurisdicción. Los mencionados judíos, que odiaban como apóstatas á los conversos (meschunadim), veían con placer sus sufrimientos, juzgándose libres de la persecución del Santo Oficio, mientras permanecieran fieles á la ley Mosáica. Los Inquisidores, por otra parte, no podían sufrir con paciencia que los numerosos judíos del reino practicaran á la luz del día sus cultos protegidos por las leyes y exentos, (salvo casos de proselitismo, hechicería; etc.), de su autoridad. Abogaron, pues, por la conversión forzosa de los referidos judíos ó por su expulsión del territorio.
Los Reyes Católicos dudaron mucho antes de resolver, pero [402] excitada su indignación con el célebre proceso al judío Mosé Franco y sus compañeros por el asesinato verdadero ó forjado del Niño de la Guardia[498], antepusieron en su ánimo el interés espiritual de sus súbditos al material, y, siguiendo el ejemplo de otras naciones[499], dictaron (1492) un célebre edicto expulsando de los dominios españoles á todos los judíos que no quisieron bautizarse. El año mismo que vió la toma de Granada y el descubrimiento de América presenció el destierro de cien mil judíos españoles, y el bautismo forzoso de cincuenta mil más, que prefirieron permanecer en sus hogares. Así se inició en España la política de intransigencia que tan funestos resultados había de dar más tarde, y así resolvieron los Reyes Católicos la cuestión judía, y cimentaron en sus dominios la unidad religiosa y social[500].
Fig. 349.—Llevando al suplicio á un condenado (Estampa de la época).
Mudéjares y moriscos.
12.—Faltaba solucionar el problema de los musulmanes, más numerosos, útiles y vinculados á la sociedad española del siglo xv que los judíos mismos.
En la Edad Media la población de las ciudades musulmanas que se rendía á los cristianos, era protegida por las leyes. Salvo los prisioneros de guerra que se tenían por esclavos, los demás habitantes de dichas ciudades conquistadas llamadas Mudéjares conservaban sus propiedades y su fé. Prácticamente, casi toda la población rural del reino de Valencia, Sur de Castilla, etc., era Mudéjar.
Fig. 350.—Moneda de los Reyes Católicos.
Fig. 351.—Moneda de los Reyes Católicos.
La conquista de Granada sometió á sus habitantes á los Reyes Católicos. Eran los moros granadinos hábiles, trabajadores é industriosos, y su agricultura, ciencia, artes é industrias estaban adelantadísimas. Los vencedores de Granada garantizaron las vidas, haciendas y religión de los vencidos, pero los entusiasmos religiosos y antipatías raciales de la época, exigieron bien pronto el destierro de los mahometanos, ó su bautismo. Talavera trató primero con ardiente celo de convertirlos individualmente; pero la suavidad y lentitud de tales procedimientos impacientaron á los intolerantes que urgieron á los Reyes [404] para que tomaran una medida radical. Prevaleció esta última política, y por el edicto de 1502 se expulsó á los Mudéjares de los dominios castellanos. Muchos emigraron al Africa, otros quedaron en España, renunciaron al Koran, aceptando el bautismo y se sometieron á la autoridad de la Inquisición[501]. Los así bautizados se conocieron con el nombre de Moriscos.
Fig. 352.—Capacete del siglo xv. (Armería Real).
Conclusiones generales.
13.—No corresponde á nuestro estudio el discutir con amplitud las causas y consecuencias para España de la expulsión de judíos y moriscos, ni mucho menos investigar la obra de la Inquisición Española, apasionadamente defendida ó atacada por sus partidarios ó sus enemigos.
Debemos juzgar estos hechos con serenidad de espíritu, y no olvidarnos que los grandes principios de libertad é igualdad, escritos hoy en nuestros Códigos Fundamentales, eran en absoluto ajenos á la mentalidad del siglo xv. Si el éxodo judáico fué doloroso y cruel; si la emigración de los mudéjares privó á España de utilísimos súbditos, empobreciéndola y aniquilando su industria; si la Inquisición, al convertirse en instrumento político, cometió abusos é incurrió en crueldades, culpa no fué, sin duda, de Isabel la Católica, cuya buena fé no han puesto en duda ni los más encarnizados adversarios de su política, y que no tuvo otros motivos para obrar como obró, que su afán ardiente de mantener en sus dominios la pureza [405] de la fé cristiana y de evitar los irremediables conflictos que en épocas de incultura y fanatismo religioso ocasionan fatalmente las diferencias de religión y raza.
Fig 353.—España en el siglo xv.
No puede dudarse, además, que si hubiera persistido en España aquel estado de anarquía religiosa, dolorosas incertidumbres, sangrientas represalias y continuos tumultos, mal hubieran podido los Reyes dedicar al descubrimiento Colombino sus entusiastas energías. La política absolutista y centralizadora iniciada por los Reyes Católicos, tuvo siglos después consecuencias funestas para España, pero favoreció la Colonización y hasta la Independencia del Continente Americano. Por otra parte, la atención prestada por Isabel y Fernando á esta luctuosa parte de su política, no les impidió dedicarse á regularizar los demás asuntos del Reino. Aumentaron los tribunales de Justicia, hicieron modificar en las Cortes de Madrigal y Toro la laberíntica jurisprudencia de la Edad Media, favorecieron el comercio y las artes mecánicas, elevaron el crédito público y llegaron por fin á hacer de la España anárquica y empobrecida que recibieron de Enrique IV, no sólo la nación más respetada y poderosa del siglo xv, sino la única capaz física y espiritualmente de emprender y realizar en menos de un siglo el descubrimiento, conquista y colonización de las Indias.

CUESTIONARIO
1.—¿Quiénes fueron los Reyes Católicos?
2.—¿Qué importancia histórica tiene Isabel de Castilla?
3.—¿En qué estado dejó el reino el monarca Enrique IV?
4.—¿Qué medidas tomó Isabel para pacificarlo?
5.—¿Qué fué la Santa Hermandad?
6.—¿Cómo estaba organizada y cuáles fueron sus funciones?
7.—¿Cómo organizó Isabel de Castilla sus Consejos?
8.—¿Qué nuevo elemento introdujo en ellos?
9.—¿Qué funciones desempeñaban los Corregidores?
10.—¿Qué resultado tuvo el nombramiento de estos Corregidores?
11.—¿En qué estado se encontraba la Hacienda Española al ascender al trono los Reyes Católicos?
12.—¿Qué medidas tomaron para reconstituirla?
13.—¿Qué importancia tenían en España las Órdenes Militares?
14.—¿Qué hicieron los Reyes para reducirlas?
15.—¿Qué territorios españoles ocupaban los musulmanes en el siglo XV?
16.—¿Qué importancia tuvo la Conquista de Granada para la Unidad Nacional Española?
17.—¿Qué se entendía en España por judaizantes?
18.—¿Eran odiados por el pueblo los judíos y conversos?
[407] 19.—¿Cómo se instituyó la Inquisición ó Santo Oficio, y cómo empezó á actuar?
20.—¿Fué excesivo el celo de los Inquisidores?
21.—¿Quiénes eran los mudéjares y qué importancia industrial tenían en la España del siglo XV?
22.—¿Cómo debemos juzgar la obra religiosa de los Reyes Católicos?
23.—¿Qué resultados tuvo en siglos posteriores para España?
24.—¿Benefició la colonización del Continente Americano?

REFERENCIAS
Generales.—Además de las mencionadas en el capítulo anterior: Lafuente, Historia de España, lib. III, IV. Altamira, Hist. de España, vol. II. Mariejol, L'Espagne sous Ferdinand et Isabelle, París, 1892. Cánovas del Castillo, Historia general de España, etc., etc.
Especiales.Lea, A. History of the Inquisition of Spain, vol. I. Id., The Moriscos in Spain, etc. Id., Chapters of the Religious History of Spain, etc. J. M. Antequera, Hist. de la Legislación Española (1874). Hinojosa, Historia del origen del régimen municipal en León y Castilla. Clemencín, Elogio de la Reina Católica (Mem. Real Acad. de la Historia, t. VI). Boissonade, Historia de la reunión de la Navarre á la Castille, etc., (1479-1531), París, 1893. Eguilaz, Reseña hist. de la Conq. del Reino de Granada por los Reyes Católicos, según los cronistas árabes (Granada, 1894). M. Jiménez de la Espada, La Guerra del Moro en el siglo xv. (Bol. Ac. Hist. XXV). Hurtado de Mendoza, Guerra de Granada (Ed. Bca. Clásica). Fidel Fita, S. J. La Inquisición anormal planteada en Sevilla, etc., (Bol. Ac. Hist.). Paz y Melia, Cuadros ó Narraciones de la Sociedad Española del siglo xv, etc., (Madrid, 1878). Rodrigo, Verdadera Hist. de la Inquisición (3 vols.) Amador de los Ríos, Los Judíos de España y Portugal, (3 vols. 1875-1876). W. Maurenbrecher, Spanien unter den Katholischen Königen, etc., (1857). Danvila y Collado, El Poder Civil en España (6 vols. 1885-1987). [409] Clarke en Cambridge Modern. Hist. I, cap. XI. Hefele, El Cardenal Jiménez de Cisneros y la Iglesia Española á fines del siglo xv, etc. (Barcelona, 1869), etc.
Fuentes.—Colección de Documentos Inéditos para la Hist. de España, en especial, vol. I, III, VI, XIII, XIX, XXIV, XXVIII, XXIX y LI. Cortes de los Antiguos Reinos de León y Castilla (Ac. de la Hist., 4 vols., 1861-1864), en especial vol. IV. Bernáldez, Historia de los Reyes Católicos (Ed. 1878). Pulgar, Crónica de los Reyes Católicos (Ed. Valencia, 1780). Petri Martyris Anglerii (1488-1526), Opus Epistolarum (Amsterdam, 1670). Alberi, Relazioni degli Ambasciatori Veneti, 1.ª serie, vol. I, III (1839-1853). K. v. Hoefler, Despeschen des Venetianischen Bolschafters, etc. (Viena, 1884). Rodríguez Villa, Bosquejo Biog. de la Reina Doña Juana (Madrid, 1874) y los documentos de la Época en los Archivos del Vaticano (Roma), Indias (Sevilla), Simancas, etc.
Bibliografías.Lavisse y Rambaud, Hist. General, vol. IV, pág. 373-74. Potts Cheyney, Europ. Background Am. Hist., pág. 323-24. Altamira, Hist. de España, vol. IV (Guía Bibliográfica), pág. 500 á 505 y las notas y referencias de las obras citadas de Lafuente, Lea, Mariejol, etc., etc.

Cristóbal Colón, tomado del busto de la Galería Capitolina (Roma).

TÍTULO II
El Descubrimiento.

CAPÍTULO I
CRISTÓBAL COLÓN (1446-1494)

1.—Juventud del descubridor de América. 2.—Lecturas. 3.—Portugal. 4.—Colón y Toscanelli. 5.—Don Juan II. 6.—Colón en España. 7.—Juntas de Córdoba y Salamanca. 8.—Las Capitulaciones. 9.—Preparativos. 10.—El Primer viaje. 11.—Exploraciones. 12.—Regreso á España. 13.—La Bula de Alejandro VI y el Tratado de Tordesillas.
Juventud del Descubridor.
1.—Poco se sabe de cierto sobre la juventud del Descubridor de América. Aunque aficionadísimo á escribir cartas, memorias, diarios de navegación, etc., en ninguno de los documentos que legó á la historia hace mención de la fecha de su nacimiento. Su hijo Don Fernando y su amigo Fray Bartolomé de las Casas, tampoco aportan en sus libros datos suficientes para reconstruir una relación ordenada y auténtica de la juventud Colombina. Los triunfadores de hoy se deleitan á veces en recordar su humilde origen. Colón, por el contrario, parece esforzarse en arrojar un velo sobre su nacimiento y familia, afanoso de atribuirse ascendencia ilustre. Su hijo Fernando, con muy buen sentido, se contenta con la gloria de su padre y prescinde de tales sutilezas[502]. Es, sin embargo, opinión generalmente aceptada y comprobada, que Cristóbal Colón nació en Génova alrededor del año 1446. No puede afirmarse con certeza, como hacen muchos de sus biógrafos, que hiciera estudios en la Universidad de Pavía, pero cierto es que, siendo [412] todavía muy joven, no sólo dominaba el arte de la navegación, sino que conocía á fondo el latín, en cuya lengua escribían generalmente los cosmógrafos y filósofos de la época.
Lecturas.
2.—Entre las obras que más leyó, estudió y comentó, estaban la "Historia General" y "Geografía" de Eneas Sylvius (luego Pío II), la entonces célebre «Imago Mundi» de Pierre d'Ailly (siglo xv) y sobre todo los ya citados viajes de Marco Polo[503].
Fig. 354.—Monumento de Cristóbal Colón en Granada.
Colón anotaba estas obras con observaciones marginales, que han llegado hasta nosotros, y revelan en el cuidadoso anotador gran curiosidad por el Oriente, y justo criterio crítico para rectificar con su propio saber y experiencia los errores geográficos, etc., de los autores mencionados. Por ejemplo, de las afirmaciones de Pierre d'Ailly, fíjase principalmente Colón en la cita Aristotélica, aducida por el autor para afirmar que "entre el término de España y el principio de la India el mar era pequeño y navegable en pocos días". Entre las palabras Bíblicas llaman poderosamente su atención las del profeta Esdras[504] sobre la conformación de la tierra (1/7 mar—6/7 tierra). Reunía también el estudioso marino cuantas observaciones hacía ó le comunicaban sobre la existencia de tierras más allá de las Azores y Canarias.
Portugal.
3.—La mayor parte de estos trabajos preparativos los hizo Colón en Portugal donde fijó su residencia (1470 ó 71 á 1484) después de haber navegado veintitres años. ("Yo he andado veintitres años en la mar sin salir della").
No es probable que en Portugal fuesen muy abundantes los recursos del futuro Almirante, y posiblemente vivió trazando cartas geográficas que dibujaba primorosamente. Casó allí (1474 á 1475) con Doña Felipa Mogniz Pelestrello, hija de un célebre navegante Genovés al servicio del Príncipe Enrique, y siguió con ahinco sus estudios geográficos.
Fig. 355.—El desembarque de Colón en América. (Grabado de 1493).
Los años posteriores á este matrimonio forman en la historia Colombina un período importantísimo, pues si su pensamiento de navegar la parte desconocida de los mares que se extienden entre Europa y las Indias, y conocer en toda su extensión la redondez de la tierra, había nacido en su alta inteligencia mucho tiempo antes, es indiscutible que en Lisboa adquirió tal pensamiento mayores proporciones y se convirtió en proyecto formal, práctico y demostrable[505].
Colón y Toscanelli.
4.—Por tal lo reputó el sabio físico Florentino Pablo Toscanelli, á quien Colón consultó sus planes, exponiéndole con [414] toda claridad las dudas que aún abrigaba sobre la viabilidad de su empresa. Toscanelli remitió á Colón, como contestación de su consulta, una carta que había escrito (1474) al Canónigo de Lisboa Fernán Martínez, amigo y familiar de Don Juan II, sobre lo posible y fácil que en su sentir era encontrar el país de las especias, siguiendo el derrotero que Colón indicaba. Volvió Colón á escribir á Toscanelli recibiendo nueva respuesta, con un mapa aclaratorio, en la que le daba mayores seguridades aún que en la primera estimulándole á emprender cuanto antes el viaje. Aunque la autenticidad de esta correspondencia ha sido puesta en duda por algunos historiadores, la opinión general acepta su existencia y no cabe duda que, si bien no dió á Colón sobre el Oriente y el Océano Atlántico, más datos que los que ya tenía en las obras de Ailly y Marco Polo[506], fortaleció y definió sus convicciones geográficas.
Fig. 356.—Isla Española (1534).
Don Juan II.
5.—Animado Colón por estas cartas de Toscanelli, y habiendo reunido mayor caudal de observaciones en los viajes que en servicio de Portugal hizo á los mares del Norte (1477) y á las Costa de Guinea (1482), decidió presentar su proyecto al rey Don Juan II, y solicitar su apoyo para ponerlo en práctica. Oyó el Monarca al genial navegante y refirióle al Obispo de Ceuta D. Diego de Ortiz, y á los médicos Maestre Rodrigo y Maestre Joseph (Judío este último) reputados como los más sabios cosmógrafos del Reino. No informaron bien tan califi[415]cados sujetos, antes bien, rechazaron como irrealizable el proyecto, tachando á su autor de presuntuoso y visionario. El Consejo Supremo, convocado por el Monarca, tampoco fué favorable á Colón. El rey, sin embargo, no pareció darse por convencido. Con cautela, é inquiriendo cada día más de Colón por intermedio del mismo Obispo Diego de Ortiz, determinó aparejar, prescindiendo del genial solicitante, una carabela y enviarla al Océano con el rumbo por éste indicado. Después de navegar muchos días y leguas sin hallar nada y padecer terribles tormentas, volvieron á Portugal los tripulantes de la referida carabela maldiciendo del viaje y de los proyectos del genovés Colón. Desengañado éste de Portugal y su rey, envió á Inglaterra á su hermano Bartolomé para que sometiera la idea á Enrique VII, y determinó él mismo solicitar el apoyo de la Francia[507].
Fig. 357.—Isla de Cuba (Helps).
Colón en España.
6.—Pero ninguna de éstas naciones debía de llevar á cabo el descubrimiento de América. Antes de emprender Colón su viaje á París, dirigióse á la Ciudad española de Huelva, para dejar allí á su hijo D. Diego, con la familia de su tía materna. A su paso por la villa de Palos, albergóse en el Convento de la Rábida, y trabando plática con su Prior Fray Juan Pérez, expúsole sus proyectos de llegar por el Occidente hasta las Indias, sus visicitudes en Portugal y su intención de acudir á Francia. Entusiasmado Fray Juan Pérez con la idea, instó á Colón para que desistiese de su viaje á Francia y solicitase el apoyo de los Reyes Católicos. Accedió el ilustre marino y á principios del 1486, apoyado por el referido Prior de la Rábida y sus influyentes amigos los Duques de Medina Celi, y Medina Sidonia, [416] propuso por primera vez á los Reyes, sus ideas y designios[508].
Juntas de Córdoba y Salamanca.
7.—Sometieron los Monarcas el asunto á personas peritas, para que presididas por Fray Fernando de Talavera, examinaran las proposiciones de Colón. Reunióse una Junta en Córdoba, ante la cual, parece que Colón receloso de lo ocurrido en Portugal, se limitó á dar explicaciones superficiales. Fuese por ésta ó por otras razones, el caso fué, que la referida Junta de Córdoba, reputó irrealizable lo que el Genovés proyectaba. La Reina, sin embargo, fuese expontáneamente, ó urgida por Fray Diego de Deza, Fray Antonio de Marchena, Quintanilla, Cabrero y demás protectores de Colón, no desahució por completo al futuro Almirante. El mismo Fray Diego de Deza promovió en 1487, nuevas Juntas para reconsiderar los proyectos Colombinos. Formaron parte de tales Juntas, los más conspícuos miembros del claustro Salmantino y reuniéronse en Salamanca, parte en el Convento de San Esteban, parte en la granja de Valcuevo. Parece indudable que Colón fué más explícito en estas Juntas que en las de Córdoba, pues aceptaron sus proyectos aconsejando á los Reyes Católicos que proporcionaran al Genovés los recursos necesarios para el viaje[509].
Fig. 358.—Armas de Cristóbal Colón.
Fig. 359.—Medalla de Alejandro VI.
El Contrato.
8.—Transcurrieron cinco años más de paciente espera por parte de Colón, hasta que al fin, después de realizada la Conquista de Granada y á pesar de las vacilaciones de Fernando el Católico, que temía disgustar á sus nobles otorgando al Geno[417]vés las prerrogativas que solicitaba, mandó llamar al tenaz marino cuando se preparaba ya éste á abandonar la corte española, y ofreciendo sus propias joyas para costear la expedición, decidió al tesorero Santangel, á adelantar fondos y firmó con su esposa las célebres capitulaciones entre la Corona Española y Colón, por las cuales se nombraba al marino genovés y á sus sucesores, Almirante de las tierras que descubriera, Virrey y Gobernador de las mismas, y se le daba entre otras mercedes, el diezmo de los productos de las referidas tierras. El constante genovés regresó gozoso al Convento de la Rábida. Su fé y su tenacidad, habían triunfado de toda clase de obstáculos[510].
Fig. 360.—Universidad de Salamanca.
Preparativos.
9.—Dedicóse en seguida con febril actividad á adquirir y equipar las tres naves de que debía constar la expedición y se asoció con los Pinzón, marinos tan hábiles como valientes, y de autoridad entre la gente de mar de aquella costa, sin cuya ayuda, y á pesar de las cédulas reales, le hubiera sido casi imposible reclutar hombres y obtener buques para su viaje de descubrimiento.
Fig. 361.—El Padre Marchena.
[418] Las dos carabelas, Pinta y Niña, fueron suministradas á la Corona por el pueblo de Palos; la Santa María, perteneciente al piloto Vizcaíno Juan de la Cosa, fué probablemente fletada con el contingente voluntario que dieron los Pinzón. El 2 de Agosto de 1492, la escuadrilla estaba lista para hacerse á la mar provista de víveres para un año. La Santa María era la mayor de todas las carabelas (140 á 180 toneladas) y la única que tenía cubierta. Montábala el Almirante, llevaba en su palo mayor el estandarte de Castilla y en el trinquete la enseña del Almirante (cruz verde sobre blanco). La Pinta llevaba por capitán á Martín Alonso Pinzón, y por piloto á su hermano Francisco. La Niña, que era la menor y más velera, iba mandada por Vicente Yáñez Pinzón. La tripulación total de las tres naves era aproximadamente de ciento veinte hombres[511].
El primer viaje.
10.—El viernes 3 de Agosto de 1492, antes de salir el Sol, zarparon las carabelas Colombinas del puerto de Palos y tomaron rumbo á las Canarias. El día 4, arreciando el viento, se rompió el timón de la Pinta; remedióse esta avería como se pudo, haciéndose en las Canarias otro nuevo. Se detuvieron unos días. En la madrugada del 6 de Septiembre salió el [419] Almirante de la Gomera, proa al Oeste, bajando algo hacia el Sur, para seguir la zona que Marco Polo llevó en su viaje terrestre hasta la China. Hacia el 13 de Septiembre, Colón, que era vigilantísimo, echó de ver que la aguja magnética se desviaba hacia el Oeste, dejando de señalar fijamente á la estrella polar; los pilotos notaron algo después este fenómeno, que alarmó á los navegantes, y del que aún desconocemos en gran parte la causa. Colón los tranquilizó con la invención de una ingeniosa teoría, que al cabo tuvo él mismo por cierta. Muchos pájaros, hierbas, etc., que venían del Occidente, persuadían á los navegantes de que la deseada tierra no podía distar mucho. En fin, á las dos de la madrugada del día 12 de Octubre (1492), un cañonazo de la Pinta dió la alegre nueva. El vigía Triana fué el primero que vió la tierra del Nuevo Mundo[512].
Fig. 362.—El Triunfo de Colón, bosquejado por el mismo.
En la mañana del 12, Colón, ricamente vestido, y acompañado de los Pinzón y oficiales reales, se dirigió á tierra á ban[420]deras desplegadas. Al desembarcar, postróse reverente, y desenvainando la espada y levantando la bandera castellana, tomó posesión, en nombre de los Reyes Católicos, de la isla descubierta que llamó San Salvador ó Guanahani, y creyó ser una de las del mar de la China, descritas por Marco Polo.[513]
Exploraciones.
11.—El día 14 de Octubre volvió Colón á levar anclas, y navegó durante diez días entre las islas del Archipiélago, llegando el día 28 á las costas de Cuba. La "Pinta", sin órdenes del Almirante, se separó de la expedición en demanda de las riquezas cuya existencia dedujo su comandante Pinzón de las señas de los indígenas de Guanahani. Volvió naturalmente, sin botín alguno, y Colón, aunque dolorosamente impresionado por el hecho, supo disculpar la deserción de su segundo. La flotilla descubrió en seguida la isla de Hayti, que Colón llamó La Española. Naufragó allí la nao "Santa María", edificándose con sus despojos en la costa un pequeño fuerte, que se llamó «La Navidad», en el que dejó el Almirante reducida guarnición á las órdenes de Diego de Arana[514].
Fig. 363.—El Convento de la Rábida.
Regreso á España.
12.—Con el resto de sus tripulantes, embarcados en «La Pinta» y «La Niña», emprendió Colón su regreso á España (Enero 4, 1493). Experimentó en el viaje recias tempestades, pero pudo al fin llegar á las islas Azores. Hizo desde allí rumbo á Lisboa, donde desembarcó, siendo recibido por los Monarcas portugueses. El día 13 de Marzo salió de Lisboa, y en[421]tró por último al Puerto de Palos, el 15, después de siete meses de ausencia.
Fué recibido en el pequeño puerto con aclamaciones entusiastas. Despachó un mensajero á Barcelona, donde se encontraban los monarcas, y marchó á Sevilla á esperar sus órdenes. Pronto fué llamado á la Corte, y después de un viaje triunfal y precedido de los indígenas que consigo trajo á España, compareció, colmado de gloria, á presencia de los Reyes Católicos. Relató con vívidos colores su viaje y descubrimientos, y renovó sus antiguos votos de rescatar de los infieles el sepulcro de Cristo con el producto de sus empresas[515].
Fig. 364.—Patio del Convento de San Esteban de Salamanca.
La Bula de Alejandro VI, y el tratado de Tordesillas.
13.—La noticia de la vuelta de Colón se extendió rápidamente. La Europa entera creyó que los países por él descubiertos eran los mismos que algunos años antes había descrito Marco Polo. Así lo creyó también el Almirante. Las regiones recién visitadas recibieron el nombre de Indias Occidentales, y sus habitantes de entonces el de Indios, que hasta hoy conservan.
De aquí surgió una nueva dificultad. Años atrás, y como antes dijimos, el Papa había concedido á los Portugueses la propiedad de los países que descubrieran; pero como tal concesión, después del viaje Colombino podía lesionar los dere[422]chos de la Corona Española, recurrieron también los Reyes Católicos al Papa para confirmarse en la soberanía de las nuevas tierras descubiertas.
Ocupaba entonces la sede pontificia Alejandro VI, quien para evitar toda disputa entre las dos naciones, y de acuerdo con los conocimientos geográficos de la época, trazó por una Bula (4 de Mayo de 1493) una línea de demarcación de un polo á otro, á cien leguas al oeste de las islas Azores. España era reconocida como soberana de todas las tierras de infieles que conquistase al occidente de tal línea: Portugal conservaba igual derecho al oriente de ella.
El Rey de Portugal no se conformó con la división hecha por el Pontífice. Se entablaron negociaciones diplomáticas entre los dos países y por fin D. Juan II aceptó que se desviase la línea divisoria, 370 leguas al occidente de las Azores. Esto fué lo estipulado en el Tratado de Tordesillas, con fecha 7 de Junio de 1494[516].

CUESTIONARIO
1.—¿Qué se sabe de la infancia de Cristóbal Colón?
2.—¿Dónde nació y en qué fecha?
3.—¿Qué estudios hizo en su juventud?
4.—¿Qué libros consultó y anotó especialmente?
5.—¿Cuántos años navegó antes de fijar su residencia en Lisboa?
6.—¿Qué importancia histórica tiene en la vida del Almirante Colón el período de su residencia en Portugal?
7.—¿Quién fué Toscanelli y qué relaciones tuvo con Colón?
8.—¿Cuál fué la actitud del Rey Juan II ante los proyectos de Colón?
9.—¿Qué resultados obtuvo en la expedición que envió?
10.—¿Quiénes fueron en España los primeros protectores de Colón?
11.—¿Qué medidas tomaron los Reyes Católicos al conocer los proyectos que les expuso el ilustre marino?
12.—¿Qué dictaminaron sobre los mismos las Juntas de Córdoba?
13.—¿Qué dictaminaron las de Salamanca, y quién las inició y activó?
14.—¿Qué contrato otorgaron en favor de Colón los Reyes Católicos?
[424] 15.—¿Cómo se armaron las célebres carabelas, qué nombres, tonelaje y tripulación aproximada tenían?
16.—¿Quiénes mandaban la "Pinta" y la "Niña"?
17.—¿Quiénes proporcionaron principalmente los fondos para la expedición?
18.—¿Qué incidentes ocurrieron en el primer viaje de Colón?
19.—¿Cuál fué la primera tierra americana que descubrió Colón?
20.—¿Cuál es la fecha del descubrimiento de América?
21.—¿Qué otras islas exploró Colón en este primer viaje?
22.—¿Cuánto tardó en el viaje de ida y vuelta?
23.—¿Cómo fué recibido Colón al regresar, en Portugal y en España?
24.—¿Qué línea de demarcación fijó la Bula de Alejandro VI?
25.—¿Cómo modificó esta Bula el Tratado de Tordesillas?

Referencias: Véanse las del Capítulo anterior (Tit. 1.º Cap. 11.º), y las del Capítulo siguiente.

CAPÍTULO II
CRISTÓBAL COLÓN (1493-1500)

1.—El segundo viaje. 2.—La Isabela. 3.—El Memorial á los Reyes. 4.—Disturbios en la Colonia. 5.—Exploraciones. 6.—Bartolomé Colón. 7.—Guerra contra los indígenas. 8.—Juan de Aguado. 9.—El tercer viaje. 10.—Sublevación de Roldán. 11.—Colón y Bobadilla. 12.—Actitud de los Reyes Católicos. 13.—Viajes de los Cabots. 14.—Viajes de los Corte Real.
El segundo viaje.
1.—La primavera y el verano del año 1493, fueron para Colón verdaderamente felices. Grandioso fué su recibimiento en Barcelona. Los Reyes Católicos le hicieron sentar á su lado para oir la relación de su viaje; fué confirmado en sus privilegios y aclamado con entusiasmo. A últimos de Mayo se ordenó el inmediato equipo de una segunda expedición á las tierras descubiertas. Se comisionó para prepararla á Colón mismo, y al Archidiácono de Sevilla Fonseca.
Fig. 365.—Retrato de Cristóbal Colón (según un grabado de Capriolo, 1596).
Salió de Cádiz esta segunda expedición el día 26 de Septiembre de 1493. Se componía de diez y siete buques y 1500 hombres de todas las clases sociales. Caballeros é hijosdalgos, ansiosos de gloria y riquezas, y artesanos de todos los oficios, partieron en esta flota. Embarcaron también doce eclesiásticos á las órdenes del Vicario Apostólico P. Boyl. La escuadrilla se avitualló conve[426]nientemente y se tomaron á bordo, vacas, ovejas, gallinas, etc., gran cantidad de semillas y plantones de árboles frutales para tratar de aclimatarlos en la colonia.
Después de una escala corta en las Islas Canarias, llegó la expedición (domingo, Noviembre 3) á la Isla Dominica en las Pequeñas Antillas. Visitó después las de Marigalante, Guadalupe, Santa Cruz, etc.; tocó después en las costas de la de Puerto Rico, llegando por fin á la Española el día 27 de Noviembre.
Dolorosa fué la sorpresa de Colón y sus compañeros al desembarcar en el sitio en que se edificó el fuerte Navidad. Sólo vió en él montones de cenizas y cadáveres de españoles. La pequeña guarnición que en el primer viaje quedó en la Española, había perecido. Desolado el Almirante por tan triste suceso, decidió abandonar aquellos lugares. Hizo rumbo al Nordeste, y desembarcó á orillas de un río, en cuya risueña vega se veían algunas chozas indígenas. En esta parte de la isla de Hayti (Española), fundóse la primer ciudad Europea del Nuevo Mundo, que en memoria de la reina Isabel, fué llamada Isabela[517].
Fig. 366.—Armadura de Cristóbal Colón.
La Isabela.
2.—Todos trabajaron en ella con febril energía. Edificóse un arsenal, un templo y una fortaleza; se construyó un hospital, se repartieron solares, se ordenaron calles y plazas, y se circunvaló la naciente ciudad con murallas defensivas de piedra. Pero el exceso de trabajo, la escasez de víveres, averiados en el viaje, y [427] las enervantes influencias del clima, ocasionaron á los colonos graves enfermedades. Empezó además en todos el desanimo y la indisciplina. El oro y la plata soñados no parecían tan fácilmente. Colón mismo cayó enfermo y el desaliento fué aumentando. A principios de Enero (1494) dos jóvenes y valientes caballeros, llamados Alonso de Hojeda y Ginés de Gorbalán, penetraron en el interior de la isla reconociendo la supuesta región aurífera de Cibao. Colón aprovechó sus entusiastas relatos para levantar el decaído espíritu de sus subordinados, y apenas se repuso, decidió explorar el mencionado Cibao, con más gente de guerra y mayor detenimiento[518].
Fig. 367.—Carta autógrafa de Cristóbal Colón.
El memorial á los Reyes.
3.—Necesitábanse, sin embargo, refuerzos y víveres en la naciente colonia, por lo que el Almirante despachó á España á Antonio de Torres con nueve buques, entregándole un memorial para los Reyes en el que pintaba con vivos colores la fertilidad y belleza de la isla, las esperanzas que abrigaba de [428] obtener grandes cantidades de oro en su expedición al Cibao, y la necesidad que tenía la Isabela de ropas, medicamentos, vino, arroz, etc., que vinieron de España en cantidad escasa, fuese por mala fé, ó gitanería de los proveedores de la flota, ó por negligencia ó animosidad del Arcediano Fonseca, encargado, como dijimos, de aprovisionarla. Proponía también Colón á los Reyes, en el memorial referido, que diesen permiso á algunas carabelas para que trajeran anualmente á la Española ganados y otros mantenimientos, "las cuales cosas se podrían pagar en esclavos de estos caníbales, etc." Esta propuesta del Almirante, que los Reyes no decidieron, tenía sus antecedentes en los viajes de los portugueses al Africa, y estaba, por tanto, dentro de las ideas de la época. Colón, por otra parte, no propuso tan inhumano tráfico como fin, sino como medio ó arbitrio ocasional y económico. No hay razón, pues, para calificarle de traficante de esclavos, como lo hacen algunos de sus biógrafos[519].
Fig. 368.—Firma de Cristóbal Colón.
Significa: Servus Supplex Altissimi Salvatoris. Jesus, María, Joseph. Christo Ferens, ó sea: Siervo humilde del Altísimo Salvador Jesús, María, José. El que lleva á Cristo, es decir, Cristóbal, porque tal es la significación de Christophorus.
Disturbios en la colonia.
4.—Mientras la flota de Torres surcaba el Océano, aumentaban las enfermedades en la Isabela, y crecía el descontento. Bernardo Díaz de Pisa, contador de la colonia, promovió un motín que, si bien pudo sofocarse, acentuó la antipatía que los colonos españoles profesaban ya al ilustre marino de Génova. En cuanto recobró éste la salud emprendió con algunos hombres de guerra el reconocimiento de las regiones ponderadas [429] por Gorbalán y Hojeda. Grande fué su desengaño al explorar el Cibao y no hallar en él las minas deseadas; pero como los indios le presentaron algunas pepitas de oro, coligió que debía haber mayor cantidad en aquellos alrededores. Edificó en el sitio más pedregoso el fuerte de Santo Tomás, regresando después á la Isabela.
Encontróse allí con nuevas dificultades. Las provisiones escaseaban más cada día, los soldados se resistían al trabajo, y la indisciplina de todos amenazaba convertirse en rebelión franca. Para conjurar tan graves peligros distribuyó Colón por el interior de la isla á los colonos más rebeldes en pequeños destacamentos, á cuyos jefes aconsejó que usaran de templanza en sus relaciones con los indígenas. Nombró, además, una Junta Provisoria de Gobierno, y tomando tres pequeñas carabelas, se hizo á la mar (Abril 24) con rumbo al Occidente y en demanda del oro que en Cibao no había encontrado en abundancia[520].
Fig. 369.—Preparando el segundo viaje.
Exploraciones.
5.—Costeó primero Colón la parte meridional de la isla de Cuba y, apartándose luego hacia el Sur, descubrió la de Jamaica (Mayo 14, 1494), cuyos naturales le recibieron cordialmente. Empleó el mes siguiente en navegar entre las numerosísimas islas de aquellos parajes siempre con rumbo al Oeste. La costa de Cuba parecióle interminable, las provisiones escaseaban. Era necesario volver y demostrar que la expedición no había sido estéril. Exigió, por tanto, á los pilotos, entre ellos [430] al célebre cartógrafo Juan de la Cosa (en cuyo mapa del año 1500, Cuba aparece claramente como una isla) que juraran solemnemente que la tierra que estaban costeando era el Continente y el principio de las Indias[521].
Dos días más de navegación hubieran bastado al Almirante para llegar á la punta occidental de la isla de Cuba, y posiblemente hubiera descubierto el Yucatán ó Méjico. Sus ilusiones, sin embargo, dieron origen al primer proyecto de vuelta al mundo. Si hubiese tenido abundancia de provisiones, dice D. Fernando Colón, no hubiese vuelto á España sino por el Oriente. Antes de regresar á la Isabela exploró nuevamente las costas meridionales de Jamaica, y las de la Española misma. Quiso lanzarse desde allí hacia las islas que llamó de los Caribes, pero debilitado por cuatro meses de hambre, trabajos y zozobras, sintióse acometido de grave postración, que se convirtió en profundo letargo, con insensibilidad alarmante. Al verle en aquel estado creyeron los expedicionarios llegada la última hora de su jefe, y decidieron volver á la Isabela cuanto antes.
Allí fué recibido el Almirante (Septiembre, 20) por su hermano D. Bartolomé, que por orden de los Reyes Católicos había traído á la Española tres naves con víveres y bastimentos[522].
Bartolomé Colón.
Fig. 370.—El Adelantado D. Bartolomé Colón.
6.—Si lamentable era el estado de la colonia á la salida del Almirante, más aún lo era á su regreso. Las enfermedades, el desencanto, el hambre insaciable, los disturbios y la indisciplina habían aumentado. Bartolomé Colón, nombrado por su hermano Adelantado, ó Gobernador militar de la isla, fué mu[431]cho más severo que el Almirante, y se hizo, por tanto, más odioso á los colonos, que le consideraban como extranjero y se resistían á obedecerle. Por otra parte, la población indígena, cansada de los abusos y violencias de los españoles, amenazaba rebelarse. Pedro Margarite, que mandaba la fortaleza de Santo Tomás, desertó y, acompañado del Vicario apostólico Boyl, algunos otros eclesiásticos y varios descontentos, se apoderaron de los buques que Bartolomé Colón había traído, y se hicieron á la vela para España, donde llegaron quejándose amargamente del Almirante y de su hermano, y declarando sin ambages que no había en las tales Indias ni oro, ni cosa alguna de provecho[523].
Fig. 371.—Carabelas en "La Española" (Grabado siglo xvi).
Guerra contra los indígenas.
7.—Apenas se repuso Cristóbal Colón de su grave dolencia, emprendió con su hermano una activa campaña contra los indios que duró nueve ó diez meses. Las armas de fuego, el acero, la caballería, y los feroces perros que, según Las Casas, "podían matar cien indios por hora", hicieron comprender cruelmente á los aterrorizados indígenas que era inútil resistir. Se impuso á los sometidos imposibles cargas. Los que vivían cerca de las minas debían tributar por cabeza, media onza de oro nativo cada tres meses; los que vivían lejos, una arroba de algodón en bruto. Desesperados los indios talaron sus campos y huyeron á los montes. Algunos caciques ofrecieron tributar con sus cosechas si se les eximía de la obligación de entregar cantidades de oro que no tenían. Colón no aceptó el cambio.
[432] Necesitaba oro en abundancia para demostrar que era valiosa la colonia. La guerra de exterminio prosiguió. Los soldados españoles penetraron hasta lo más intrincado de los bosques para perseguir á los fugitivos, y redujeron á la esclavitud á los pocos que quedaron con vida. La población aborigen de la Española quedó reducida á la tercera parte[524].
Fig. 372.—La Carabela "Santa María".
Juan de Aguado.
8.—Entre tanto, los Reyes Católicos, atendiendo las reclamaciones del P. Boyl, Margarite y sus compañeros, nombraron á Juan de Aguado comisario especial, sin otro encargo que el de examinar escrupulosamente el gobierno y administración de Colón y sus hermanos en Indias. Salió Aguado con cuatro embarcaciones llevando consigo á D. Diego Colón, hijo del Almirante. Llegaron á la Española en ocasión que éste último guerreaba con los indios. Aguado, extralimitándose en sus poderes, no guardó á Colón las consideraciones debidas. Como era natural, la arrogante actitud del Comisionado alentó á los enemigos del anciano marino. Aguado, cuando se consideró con informes suficientes, decidió regresar á España. Colón determinó también acompañarle para explicar en la Corte su conducta. Estando los buques disponibles prontos á zarpar, fueron destrozados por un huracán que se desencadenó sobre la isla. Colón no se arredró y con los despojos del naufragio mandó construir una embarcación que llamó «La Santa Cruz» y fué el primer buque [433] construído en el Nuevo Mundo que cruzó los mares. Hiciéronse á la vela Cristóbal Colón y Diego de Aguado el día 10 de Mayo, quedando al frente del gobierno de la Española D. Bartolomé Colón y D. Diego.
Colón al llegar á Cádiz, sin duda para atenuar la mala impresión que iba á causar en España la llegada de las carabelas cargadas de enfermos, se presentó en público con la barba crecida y vistiendo el sayal franciscano[525].
Fig. 373.—Mapa de Cuba (según Wyfliet, 1597).
Tercer viaje.
9.—No bien supieron los soberanos la llegada del Almirante, le invitaron á pasar á la Corte. Sus argumentos convencieron á los Reyes, pero la escasez de recursos de la Real Hacienda impidió reunir con rapidez los auxilios que solicitaba el descubridor para su colonia. Por otra parte, los informes propagados por los descontentos de la Española, arredraron á todos. Nadie se decidía á emprender el viaje. En Junio de 1497, á instancias repetidas del mismo Colón, dictóse por los Reyes un decreto eximiendo de pena á todo criminal (salvo á los heréticos, falsificadores, etc.) que pasara á Indias. A pesar de esta orden y de la incansable actividad del Almirante, la enemistad de Fonseca y las absorbentes preocupaciones de los [434] Reyes, detuvieron dos años los aprestos de la tercera expedición á Indias. Armóse por fin con cuatro naos y dos pequeñas carabelas, que pilotadas por Colón mismo salieron de Sanlúcar de Barrameda el día 30 de Mayo de 1498. Siguiendo las indicaciones del lapidario Jaime Ferrer, decidió Colón hacer rumbo hacia el Sur y seguir luego la línea Equinoccial hacia el Oeste. Dividió su flota en las Canarias, enviando tres buques á la Española y siguiendo con los otros tres hacia el Sur y el Occidente. Después de largos días, de penosas calmas y terribles calores, llegó á la Isla de Trinidad, y siguiendo más al Sur avistó el continente que llamó «Isla Santa» cerca de las bocas del Orinoco. Dos semanas después se convenció de que la tierra se extendía indefinidamente al Sur y al Oeste, y de que había llegado á un Nuevo Mundo. Excitado su místico espíritu por las pasadas tribulaciones, creyóse enviado especial de la Divina Providencia, según los decires de los Profetas, para llevar á lejanos mundos el nombre de Cristo, y en una carta dirigida á los Reyes les anunció haber descubierto el Paraíso Terrenal, y pintando con entusiasta dicción aquel "filero de corriente que venía rugiendo con grande estrépito" (bocas del Orinoco), y aquellas "lomas líquidas que salían y entraban como en pelea del agua dulce con la salada", díjoles haber llegado al «fin del Oriente», y á los cuatro grandes ríos genesiacos que salían del «Arbol de la vida» y su fuente. Reconoció fijo en esta idea las costas del golfo de Paria (Costa de las Perlas), é hizo luego rumbo á la Isabela para reparar [435] sus averiadas naves, y enviar á su hermano D. Bartolomé á explorar y tomar posesión de los maravillosos territorios descubiertos[526].
Fig. 374.—El "Paraíso Terrestre" de Cristóbal Colón (Costa de las Perlas).
Fig. 375.—Colón á bordo de su carabela (Reconstitución según documentos de la época).
Sublevación de Roldán.
10.—Aumentaba en tanto en la Española el desorden y las turbulencias. D. Bartolomé Colón, acaso el más fuerte, prudente y enérgico de los tres hermanos, había recorrido la mayor parte de la isla guerreando con los indios y fundado la villa de Santo Domingo, pero durante su ausencia surgió un grave desacuerdo entre D. Francisco Roldán, alcalde mayor de la isla, y D. Diego de Colón, dividiéndose los colonos en dos enconados bandos. D. Bartolomé Colón, dándose cuenta de la gravedad del caso, despachó á Roldán un emisario amistoso. Negóse este último á tratar con él, obligando al adelantado D. Bartolomé Colón á nombrar un tribu[436]nal especial que procedió sumariamente y condenó á muerte á Francisco de Roldán y á sus principales partidarios[527].
Llegó en esto á la Isabela el Almirante y comprendiendo que no tenía fuerzas bastantes para reducir á Roldán, hizo de la necesidad virtud y transigió con las exageradas pretensiones del alcalde rebelde, para así pacificar la anarquizada isla.
Fig. 376.—Parte Oceánica del Globo de Behaim (1492) demostrando la posición del Continente Americano, ignoto para los hombres de aquella época.
Colón encadenado.
11.—En Mayo de 1499 supieron los Reyes Católicos, por cartas del mismo Colón, el melancólico estado de la Española. Las dichas cartas, que en cierto modo confirmaban los malos informes que sobre las colonias propagaban en España los enemigos del Almirante, decidieron á los soberanos á nombrar como Juez pesquisidor de las tierras de Indias al Comendador de Calatrava D. Francisco de Bobadilla, que salió de España en Julio del año 1500. El domingo 23 de Agosto llegó á la naciente ciudad de Santo Domingo que gobernaba D. Diego, hermano del Almirante. Allí le escribió Cristóbal Colón y ni siquiera se dignó responderle, antes bien, hizo información secreta y pública contra el Almirante, y al llegar éste á Santo Domingo, el recibimiento que le hizo fué «mandalle poner unos grillos y metelle en la for[437]taleza...» echando también á D. Diego preso en una carabela cargado de fierros... Aprisionó también á D. Bartolomé, y embarcó á los tres hermanos en la carabela «La Gorda» mandada por el honrado Capitán Alonso Vallejo, que el mes de Octubre del año 1500 salió del puerto de Santo Domingo con sus ilustres prisioneros. No bien salieron del puerto se arrodilló Vallejo ante el Almirante para quitarle por sí mismo los grillos. No lo consintió Colón. Seguro de su inocencia prefirió aguardar tranquilo á que los Reyes se los mandaran quitar, si de su orden se los habían echado[528].
Fig. 377.—Misa en la Costa (Grabado del siglo xvi).
Actitud de los Reyes.
12.—En pocos días de navegación llegaron todos á Cádiz. Si extraordinario fué el asombro que produjo en España la llegada de Colón, cuando volvió de su primer viaje, no fué menor el que todos experimentaron al saber que había llegado á Cádiz con una barra de grillos. Un grito de indignación surgió en todas partes, reprobando la severidad de Bobadilla. Los Reyes escribieron afectuosamente al anciano marino doliéndose del proceder de sus enemigos y remitiéndole fondos para que se presentara en la corte cual convenía á su rango de Almirante. Diéronse, además, por satisfechos de su conducta, le devolvieron sus bienes y privilegios, aseguráronle que no se haría caso de las informaciones de Bobadilla, á quien inmediatamente se quitaría el mando. Prometiósele, además, enviar por dos años á la isla Española persona capaz de ponerla en orden.
[438] Cumpliendo lo prometido nombraron los Reyes sucesor de Bobadilla al Comendador D. Nicolás de Ovando, con jurisdicción sobre todas las tierras del Nuevo Mundo hasta entonces descubiertas[529].
Los Cabots.
13.—Las exploraciones de los Ingleses en el Continente Norte Americano, que habían de dominar en su mayor parte con el transcurso de los siglos, fueron iniciadas por Juan Cabot, que en el año 1497 salió del Canal de Bristol con rumbo á las Indias. La historia de este audaz marino y de sus hermanos puede relatarse en pocas líneas. Nacido en Génova, como Colón, se estableció con su familia en Bristol, centro entonces del comercio con las pesquerías de Islandia. Allí recibió noticias del primer viaje de Colón, y decidió proponer al rey Enrique VII una empresa análoga (1496). Aceptó el monarca inglés la idea, y á pesar de las reclamaciones del embajador español Puebla, otorgó á Cabot y á sus tres hijos carta patente para navegar "al Norte, Este ú Oeste con cinco buques de pabellón inglés, para descubrir y explorar islas, regiones ó provincias de paganos en cualquier parte del mundo".
Fig. 378.—Portada de la Historia de Oviedo (Edición 1526).
La expedición, compuesta de un solo buque llamado "Mathew" ó "Mathews", salió de Bristol en el mes de Mayo, descubriendo en Junio 24 la costa americana, que supuso ser la de China en el territorio del "Gran Cham" y volviendo en se[439]guida á Inglaterra. Una segunda expedición salió de Bristol en Abril de 1498, y exploró una parte de la costa de Norte América. Probablemente la mandaba también Juan Cabot. Ni volvió ni se supo más de él. Posiblemente murió ó se perdió en el viaje, dejando el mando á su hijo D. Sebastián. Tampoco puede determinarse con precisión la parte de Norte América visitada en este segundo viaje. Los embajadores españoles Puebla y Montalván, al informar á los Reyes Católicos sobre el suceso y refiriéndose á un mapa que en Inglaterra se hizo, dijeron haberse costeado 400 leguas. La opinión más aceptada es que los Cabots visitaron la costa del actual Labrador, recorriendo el golfo de San Lorenzo hasta el Cabo Cod. Así al menos puede deducirse del mapa hecho en 1500 por el piloto Juan de la Cosa, que es el mejor y más fidedigno de la época.
Fig. 379.—Patio del Alcázar de Sevilla.
El segundo viaje de los Cabots consideróse en Inglaterra como un fracaso comercial. Lo encontrado no era seguramente el ensoñado Cathay, y aunque hablaron los Cabots de ricas pesquerías, los mercaderes de Bristol, que se enriquecían con las Islandesas, no consideraron conveniente armar nuevas expediciones. Por otra parte, el deseo de propagar el cristianismo [440] en tierras de infieles, no era bastante para que Enrique VII se decidiera á seguir adelante en la empresa, y aunque tanto él como su sucesor Enrique VIII, otorgaron algunas patentes de navegación, el interés por los viajes á Indias decayó en absoluto y no volvió á surgir hasta que la Inglaterra protestante de Isabel, por razones políticas y comerciales, que en su lugar enunciaremos, decidió atacar á España en América, y destruir su supremacía en el mundo colonial y marítimo[530].
Fig. 380.—Monumento á Cristóbal Colón en Madrid.
Los Corte Real.
14.—Análogas tentativas á las de los Cabots en Inglaterra hicieron los hermanos Corte Real en favor de la corona portuguesa. Autorizados también estos pilotos por una carta patente (Marzo 12, 1500), hízose á la vela uno de ellos (Gaspar Corte Real), alcanzando "una tierra muy fría y de grandes bosques" que se cree fueran las costas occidentales de Terranova. En la primavera de 1501 hizo Gaspar Corte Real otra nueva expedición, de la que nunca volvió. De la correspondencia de Pascualigo y Cantino y del mapa construído por este último piloto, se deduce que Corte Real llegó en este viaje á la punta Sur de Groenlandia, derivando hacia el Labrador y visitando acaso las costas N. E. de los Estados Unidos. Miguel Corte Real equipó en [441] Mayo 1502 otra expedición de tres buques para buscar á su hermano. Tampoco volvió. El Rey Don Manuel, condolido de la pérdida de sus navegantes, fletó dos carabelas (1503) para ver de encontrarlos. Fué inútil. Nunca pudo saberse cómo ni dónde perecieron. En recuerdo suyo todos los mapas portugueses dieron á Terra Nova el nombre de «Tierra de los Corte Real». Y esto fué lo único que durante siglos supo el mundo europeo de los navegantes audaces que perecieron en los lejanos mares septentrionales[531].

CUESTIONARIO
1.—¿Cómo estaba compuesta la flota del segundo viaje Colombino?
2.—¿Qué tierras Americanas descubrió el Almirante en este viaje?
3.—¿Cuál fué la primer ciudad Española del Nuevo Mundo?
4.—¿Qué resultado tuvieron las exploraciones del Cibao?
5.—¿Qué solicitó Colón de los Reyes Católicos en su célebre memorial?
6.—¿Qué medidas tomó Colón para reprimir los disturbios de La Española?
7.—¿Qué juramento exigió Colón á sus pilotos en las costas de Cuba?
8.—¿En qué fecha descubrió la isla de Jamaica?
9.—¿Qué resistencias suscitó en La Española el nombramiento de Bartolomé Colón?
10.—¿Qué tratamiento dió Colón á los indígenas?
11.—¿A quién nombraron los Reyes Católicos Comisario especial de Indias?
12.—¿Cuál fué su actitud respecto á Colón?
13.—¿En qué buque volvieron á España Colón y Aguado?
14.—¿Qué descubrió Colón en el tercer viaje?
[443] 15.—¿Qué ilusiones se forjó sobre las tierras descubiertas?
16.—¿Cómo se solucionó la rebelión de Roldán?
17.—¿Que tratamiento dió Bobadilla al Almirante Colón y á sus hermanos?
18.—¿Qué hicieron los Reyes cuando Colón llegó á España encadenado?
19.—¿Quién fué nombrado sucesor de Bobadilla?
20.—¿Quién fué Juan Cabot?
21.—¿Qué viajes hicieron los Cabots, y qué territorios Americanos descubrieron?
22.—¿Qué resultado práctico tuvieron sus expediciones?
23.—¿Quiénes fueron los hermanos Corte Real?
24.—¿Qué territorios Americanos descubrieron?
25.—¿Qué mapas inmortalizaron su nombre?

REFERENCIAS
Generales.—Las mencionadas en los capítulos anteriores, en especial Herrera, Oviedo, Las Casas, Gomara, Acosta, Robertson, Winsor (vol. II, pág. 4 y sig.), Gunter, Errera, Gaffarel, Lafuente, etc. Son también de utilísimo estudio K. Kretschener, Die Entdeckung Amerikas (2 vols. y atlas). Harrisse, Discovery of North America, etc., (1892). Gaylord Bourne, Spain in America (1904). Luigi Hughes, Cronologia delle Scoperte é delle Esplorazione Geografiche dell ano 1492 á tuto il Secolo xix (1903). Bancroft, Central America (I). Sophus Ruge, Geschichte des Zeitalters der Entdeckungen (1881). Oskar Peschel, íd., íd., (2 Edición, 1877), etc., etc.
Vida y Viajes de Colón.Gallo, Senarega y Giustiniano. (Vse. Vol. I, Thacher; Christopher Columbus). Fernando Colón, Historia del Almirante (Ed. Madrid 1892, 2 vols.). Washington Irving, Life & Voyages Christopher Columbus. Henry Harrisse, Christophe Colomb (2 vols. 1884). J. M. Asensio, Cristóbal Colón, su vida, sus viajes y sus descubrimientos (2 vols., 1891). John Boyd Thacher, Christopher Columbus (3 vols. [445] 1903-1904). Winsor, Christopher Columbus (1892). Cesare Lollis, Vita di Christophoro Colombo, etc. Roselly de Lorgues, Christophe Colomb (París, 1886), etc., etc.
Cabots y Corte Real.G. E. Weare, Cabots Discovery of North America (1897). Harrisse, John Cabot, the Discoverer of North America, etc., (1896). Id., Decouverte et evolution Cartographique de Terre Neuve (1900). Bidle, Memoir of Sebastián Cabot. Deane en Winsor, N. & C. H. of A. (vol. III). Harrisse, Les Corte Real et leur voyages au Nouveau Monde (1883). C. R. Markham, Journal of Columbus, (1893), (Traducción Documentos Cabots y Corte Real), etc., etc.
Fuentes.—Archivo de Indias, de Simancas, del Vaticano, del Consejo de Indias, Biblioteca Colombina (Sevilla), etc. J. Ramos Coelho. Algunos Documentos do Archivo Nacional da Torre de Pombo (1416-1529). M. J. de Navarrete, Colección de los viajes y descubrimientos, etc. (5. vols., 1825-1837). Colección Doc. Inéditos para la Historia de España (112 vol., 1842-1896). Pacheco y Cárdenas, Col. Doc. Inéditos, etc. (42 vols., 1864-1884, Tabla Cronológica del vol. XXXIII). Doc. Inéditos de Ultramar, segunda serie (11 vols., 1885-1898). La publicación del Gobierno Italiano, Racolta di Documenti é Studi (6 partes, 14 vols., 1892-1896). Ternaux Compans, Relations, etc. (20 vols., 1837-1841). Muñoz, Historia del Nuevo Mundo (Ed. 1793). Para los escritos de Colón mismo, véase Lollis, Raccolta Colombiana (1892-1896). Cartas y Relaciones de Colón (Bca. Clásica, vol. CLXIV). Duquesa de Berwick y de Alba, Autógrafos de Colón (1892) y Nuevos Autógrafos Colón y Relaciones de Ultramar (1902). Véanse además la Narración Dr. Chanca en Bernáldez, Hist. de los Reyes Católicos, Cap. CXVIII á CXXXI (Ed., 1878). Guglielmo Berchel, Fonti Italiani per la Storia della Scoperta del Nuovo Mondo, etc. (Raccolta Colombiana, parte 3.ª vol. I y II). Pedro Mártir de Anglería, Cartas y Décadas Oceánicas (Ed. Torres Asensio, Madrid, 1892, 4 vols.) y las relaciones de viajes de Grynaeus (Novus orbis, etc., 1532). Ramusio (Navigationi, etc., 1550-1565). R. Hakluyt (Principal Navigations, etc., Ed. Londres, 1809), etc., etc.
[446] Bibliografías.—Vse. Bancroft en Central America (I) Ruge, op. cit. Gaylord Bourne, op. cit., pág. 320-326. Larned, Literal, of Am. Hist, pp. 58 y sig. Winsor, N. & C. Hist. of America, vol. II, Introducción y pág. 20 á 128, etc. Harrisse, Bibliotheca Americana Vetustísima (N. Y., 1866) y sus adiciones (París, 1872). Ch. Leclere, Biblioteca Americana (París, 1872) y las publicaciones de Justus Perthes Geographischer Anstalt, Wagner; Geographisches Jahrbuch, Berner; Jahresbericht der Geschichtswissenschaft, etc., etc.

CAPÍTULO III
LA LINEA DE LA COSTA (1499-1508)

1.—Alonso de Ojeda. 2.—Viajes de Alonso Niño y Vicente Yáñez Pinzón. 3.—Viajes de Lepe y de Bastidas. Segundo viaje de Ojeda. 4.—Vasco de Gama. 5.—Pedro Alvarez Cabral. 6.—El cuarto viaje de Colón. 7.—Santo Domingo. 8.—El Continente. 9.—Jamaica. 10.—Últimos años de Colón y su muerte. 11.—Américo Vespucio. 12.—Sus viajes. 13.—Sus escritos. 14.—El nombre de América.
Alonso de Ojeda.
1.—Mientras Colón luchaba en La Española, otros exploraban los confines de su célebre «Paraíso Terrestre». La esplendorosa descripción de estas regiones y el mapa de las mismas enviado á los Monarcas, decidieron al audaz Ojeda, que tanto se había distinguido por su valor y pericia en La Española, á intentar una expedición á la Costa de las Perlas, que pronto armó ayudado por los comerciantes sevillanos. Acompañábanle en esta aventura dos hombres notables: el famoso piloto y cartógrafo Juan de la Cosa y Américo Vespucio, ó «Morigo Vespuche» como le llamaba el mismo Ojeda, y que, como más adelante veremos, estaba destinado á dar su nombre al Nuevo Mundo. La flota de Ojeda, compuesta de cuatro buques, se hizo á la vela en Mayo de 1499, siguiendo el derrotero de Colón en su tercer viaje.
Avistaron al Continente cerca de Paramaribo en Surinam, costeando después al Norte y al Oeste la actual Guayana Británica y Venezuela (Pequeña Venecia), que Ojeda llamó así al ver en el Golfo de Maracaibo una agrupación de chozas indígenas levantadas en el agua sobre postes, que le recordaron los canales de la Reina del Adriático.
Los resultados geográficos de este viaje están expresados gráficamente en el mapa de Juan de la Cosa (1500). Recogió Ojeda cuantas perlas y pedazos de oro le fué posible obtener, y se dirigió á La Española. Allí permaneció dos meses, vol[448]viendo á España no sin invadir en son de guerra dos de las Pequeñas Antillas y capturar cerca de 200 indígenas (Arawak) para venderlos como esclavos[532].
Viajes de Niño y Yáñez Pinzón.
2.—Poco después de salir Ojeda de Cádiz, Alonso Niño, experto piloto de Moguer, que había acompañado á Colón en su segundo y tercer viaje, salió de Palos con una pequeña carabela (50 toneladas), é hizo rumbo á la Costa de las Perlas, donde llegó días antes que Ojeda. El éxito de su viaje, considerado como el más beneficioso de su tiempo, avivó el deseo de seguir explorando la parte septentrional de Sud América.
Fig. 381.—Grabado de la portada de la Edición Alemana de la primera Carta de Colón.
El descubrimiento de la parte del Continente situada al Sur de la Línea Ecuatorial, que debía corresponder á Portugal, según la línea de demarcación fijada por el tratado de Tordesillas (1494), se hizo casi simultáneamente por los navegantes Españoles y los Portugueses. En Noviembre de 1499, Vicente Yáñez Pinzón, compañero de Colón en el primer viaje, obtuvo de los soberanos permiso para armar una expedición descubridora. Salió de Palos el 18 de Noviembre, hizo primero rumbo al Sur hasta las islas de Cabo Verde y luego al Sud Oeste. Desvióle una tempestad de su derrotero, haciéndole derivar más al Sur de lo que se proponía. El 20 de Enero avistó la costa oriental del Brasil. Después de repetidos é inútiles inten[449]tos de traficar con los naturales (Guaranis), siguió costeando hasta la boca del Amazonas que, á semejanza de Colón, creyó ser el Ganjes Indico. De los tres buques que componían la flota descubridora sólo volvió uno á España (Sep. 30, 1500), donde Yáñez Pinzón dió cuenta de su viaje legado á la posteridad por Juan de la Cosa, en su mapa, y por Mártyr de Anglería en sus crónicas[533].
Fig. 382.—Colón en la Isla Margarita (Grabado en las Décadas de Herrera).
Viajes de Lepe y Bastidas.
3.—La ruta de Pinzón fué seguida unas semanas más tarde por Diego de Lepe, que llegó en la costa Brasileña hasta más allá del Cabo San Agustín (Lat. Sur). Volvió á España antes que Pinzón (Junio, 1500). En Octubre del 1500, Rodrigo de Bastidas, notario de Sevilla, y Juan de la Cosa, armaron otra expedición que salió de Cádiz y recorrió las costas septentrionales de Sud América desde el Cabo de la Vela hasta Nombre de Dios, la provincia de Santa Marta, las bocas del Magdalena, la Punta Caribana, el puerto de Cartagena y el Golfo de Urabá (Darien). Forzados á arribar á la Española por el mal estado de sus buques que allí se [450] fueron á pique, Bastidas fué preso por orden de Bobadilla por supuestos tratos comerciales ilícitos con los indígenas. Llegó procesado á España (Sep. 1502), donde pronto fué absuelto de las injustas acusaciones[534].
Fig. 383.—Fascímil de la carta de D. Bartolomé Colón en 1503, para interesar al Papa en su proyecto de colonizar y cristianizar á Veragua (Gaylord Bourne—Spain in América).
Segundo viaje de Ojeda.
4.—En Enero de 1502 el incansable Ojeda, asociado con Juan de Vergara y García de Ocampo, armó otra pequeña flota, llegando al Golfo de Paria, desde donde recorrieron la costa (Boca del Dragón) traficando con los indígenas hasta una tierra regada que éstos parecían llamar Curiana, y que Ojeda llamó Valfermoso. Vergara fué desde allí á Jamaica por provisiones, y Ojeda, después de visitar la Isla de Curaçao, llegó á Coquibacoa, objeto de su viaje, fundando allí un pequeño establecimiento que llamó Santa Cruz, probablemente en la actual Bahía Honda. Vergara volvió pronto de Jamaica sin provisiones suficientes. Surgió entonces una desavenencia entre los copartícipes. Predominó Vergara que llevó [451] á Ojeda preso á la Española. Pronto fué puesto en libertad, pero la expedición resultó un completo fracaso. En esta forma, y en el intervalo transcurrido entre la llegada á España de la carta de Colón anunciando su descubrimiento de la Costa de las Perlas (1498) y la salida del mismo para su cuarto viaje, quedó explorada la costa Atlántica de Sud América desde el Cabo San Agustín (8° Lat. Sur) hasta el Istmo de Panamá[535].
Fig. 384.—Sepulcro de Colón (Sevilla).
Vasco de Gama.
5.—Entre tanto, el Rey don Manuel de Portugal, celoso de los éxitos y actividades de los descubridores españoles, se propuso rivalizar con ellos continuando la exploración de la ruta Oriental, hacia las Indias, abandonada desde la hazaña de Bartolomé Díaz en el Cabo de Buena Esperanza (1486). En el verano de 1497, un joven de singular audacia y voluntad de hierro, llamado Vasco de Gama, se hizo á la vela con cuatro buques desde el puerto de Lisboa. Después de detenerse en las islas de Cabo Verde, se lanzó hacia el Sur por el Atlántico, hasta llegar al paralelo 30° desde donde derivó hacia la costa Africana, deteniéndose en la Bahía de Santa Elena, después de noventa y tres días de no ver sino cielo y agua, y hacer, por tanto, la navegación, sin escalas, más larga de su época. Dobló después el Cabo de Buena Esperanza y cruzó el Océano Indico hasta Calicut, en la costa Malabar del Indostán. [452] Llevó á Lisboa las primeras noticias del estupendo viaje de Vasco de Gama su asociado Coelho (Julio 10-1499). Pocas semanas más tarde volvió á Lisboa Vasco de Gama mismo. Seis años antes Colón anunció orgulloso al Rey Juan que, navegando hacia el Oeste "había llegado á las Indias". Al volver Vasco de Gama, y mientras declinaba la estrella de Colón, el Rey D. Manuel tuvo á su vez la satisfacción de comunicar cortésmente á los Reyes Católicos que "un noble de su corte, llamado Vasco de Gama, y su hermano Pablo habían llegado por el Oriente á las verdaderas Indias, y que habían encontrado en ellas grandes ciudades, ríos, edificios y pueblos abundantísimos en especias y piedras preciosas, que los buques portugueses seguirían trayendo á Europa en cantidades inmensas". Si comparamos los hechos relatados en esta comunicación (Julio 1499) con los desgraciados sucesos de la Española y los escasos resultados comerciales de los viajes de Colón, podremos darnos cuenta exacta del efecto que produjo en España y en sus reyes[536].
Fig. 385.—El testamento de Isabel la Católica (Cuadro de Rosales).
Pedro Alvarez de Cabral.
6.—A principios del siguiente año (1500) salía del puerto de Lisboa, con destino á la India, una poderosa flota, compuesta de 12 grandes naves y una carabela, bajo el mando de Pedro Alvarez de Cabral. Después de salir de las Islas de Cabo Verde siguió Cabral la ruta y, probablemente, los consejos de [453] Vasco de Gama, navegando en el Atlántico con dirección Sud-Oeste. Arrastrado, acaso, por la corriente occidental ecuatorial, desvióse de su derrotero, arribando á las costas del Brasil (Abril 21), cerca del actual Porto Seguro (18° lat. Sur). Cabral llamó Santa Cruz á la tierra descubierta, despachó á Portugal uno de sus buques para dar cuenta del suceso y siguió su viaje hacia la India. Cabral no se dió cuenta de la importancia de su descubrimiento, ni creyó haberse desviado gran cosa de su derrotero al Cabo de Buena Esperanza, como lo prueba el hecho de haber anunciado el Rey D. Manuel á los soberanos españoles, después de la vuelta de Cabral á Lisboa, que la tierra por él descubierta era "muy conveniente y necesaria para el viaje á la India"[537].
Fig. 386.—Américo Vespucio (Montanus).
El cuarto viaje de Colón.
7.—Nada nos dice Colón en sus escritos de la impresión que produjeron en su ánimo los viajes de Cabral y de Vasco de Ga[454]ma. En los meses que siguieron á su tercer viaje dedicó el Almirante gran parte de su tiempo en escribir el célebre «Libro de las Profecías», curiosa recopilación de pasajes bíblicos, que suponía profetizaban el rescate de la Ciudad Santa y el Monte Sión, y el descubrimiento y conversión de las Indias. En Febrero del 1502 todavía dirigió al Papa Alejandro VI una corta relación de sus viajes, identificando á la Española con el Tarshish y el Ophir de la Sagrada Escritura y anunciándole que emprendería, en nombre de la Santa Trinidad, viaje nuevo, el cual será á su gloria... y con el fin de gastar lo que se hobiese en presidio de la Casa Santa á la Santa Iglesia...[538].
Fig. 387.—Mapa de Walseemüller del 1507, que fué el primero en que se dió al Nuevo Mundo el nombre de "América".
Sin embargo, el objeto inmediato de este cuarto y último viaje Colombino fué el encontrar un estrecho en la tierra firme, revelada por los viajes de Ojeda, Pinzón y Bastidas, que le [455] permitiera pasar al Océano Indico. Los monarcas españoles se apresuraron á ayudar á Cristóbal Colón para este viaje, y en Mayo 9 del 1502 salió de Cádiz con cuatro embarcaciones, acompañado por su hermano D. Bartolomé, su hijo menor D. Fernando y dos ó tres intérpretes de lengua arábiga por si, encontrándose el estrecho, eran necesarios en las Indias. El tiempo favoreció al Almirante, que llegó en veintiún días de las Canarias á la Martinica (Junio 15).
Fig. 388.—La Isla de Jamaica y parte de La Española (Isolario de Santa Cruz).
Santo Domingo.
8.—Aunque los Reyes Católicos, deseosos de evitar disturbios, no le habían dado permiso para tocar en la Española sino en su viaje de vuelta, como una de las embarcaciones que llevaba hacía mucha agua, determinó el Almirante cambiarla en la referida isla por alguna de las naves que Ovando, sucesor de Bobadilla, había llevado á la Española cuando fué á tomar posesión de su gobierno (Abril 1502). El Comendador Ovando, obedeciendo las instrucciones de los Reyes, prohibió al anciano Virrey la entrada en sus dominios. Estaba en esta [456] ocasión reunida en el puerto de Santo Domingo una flota de 28 buques, con la que Bobadilla, el rebelde Roldán y muchos de sus compañeros se disponían á volver á España, llevando consigo algunos caciques cautivos (Guarionex, etc.) y buena cantidad de oro nativo en pepitas de considerables tamaños. Parece ser que el Almirante aconsejó á Ovando que detuviese la salida de esta flota, pues preveía una violenta borrasca. Se despreciaron sus pronósticos, y apenas zarparon los referidos buques se desencadenó un terrible huracán que echó á pique á más de 20, sin que pudiera salvarse ni uno solo de sus tripulantes. Bobadilla, Roldán y sus cómplices, que iban en la nave capitana, perecieron también en el naufragio. Colón tuvo la suerte de escapar sin pérdidas sensibles. No es extraño que su hijo D. Fernando, al relatar esta catástrofe, tuviese por cierto "que fué providencia divina, porque si arribaran éstos (Bobadilla, Roldán, etc.) á Castilla, jamás serían castigados como merecían sus delitos..."[539].
El Continente.
9.—Abandonó el Almirante la Española, dirigiéndose al S. O.; pero las calmas que sobrevinieron, impidiéndole vencer la fuerza de las corrientes, le hicieron derivar hasta los llamados Cayos de Morant, y desde allí, empujado en otra dirección, hasta las isletas del Sur de Cuba, visitadas ya en su segundo viaje (Jardines de la Reina). Aprovechando un buen viento volvió á su primer rumbo, descubriendo la Isla de los Pinos (Guanacoa ó Guanacos), donde vieron los expedicionarios una canoa indígena, de 25 remeros, cargada con varios objetos de utilidad y adorno, destinados, sin duda, al tráfico con las tribus Mayas de Yucatán y Honduras, como lo demuestra el hecho de llevar almendras de cacao, que si se les caían "procuraban todos, dice D. Fernando Colón, cogerlas con el mayor ahinco, como si se les hubiera caído un ojo"[540]. [457] Obstinado Colón en sus ideas, creyó entender por los gestos de los indígenas que se encontraba á "nueve jornadas de andadura de una rica provincia (Ciguare), desde donde, á diez jornadas, es el río Gangues"[541]. De haber puesto proa á Occidente, en pocos días de navegación hubiera descubierto el Imperio Mejicano. No lo hizo así, despreciando ó no entendiendo las indicaciones de los indígenas, sino que, prosiguiendo en busca del ansiado estrecho, puso rumbo al Sur para tierra firme. Al segundo día descubrió el hoy Cabo de Honduras, y desde allí, después de ochenta y ocho días de espantable tormenta, "que los navíos tenía yo abiertos, dice el Almirante, e las velas rotas y perdidas anclas y jarcia y cables... la gente muy enferma, todos contritos... y esmortecidos los que teníamos por esforzados...", llegaron á un cabo en que la costa vol[458]vía rápidamente, formando un ángulo casi recto, encontrando, al cambiar la dirección, mar más bonancible y vientos favorables, por lo que el Almirante denominó esta punta Cabo de Gracias á Dios. Siguieron desde allí su rumbo por lo que hoy forma la República de Costa Rica, y vieron algunos indios (Chiriquis) con láminas de oro puro colgadas al cuello, que los españoles les trocaron por baratijas insignificantes.
Fig. 389.—Isla de la Trinidad, Boca del Dragón, etc. (Isolario de Santa Cruz).
Fig. 390.—Costa del Brasil (Isolario de Santa Cruz).
Los informes obtenidos en estas costas de la existencia de un rico país, al que, por la manera de pronunciar los indios, dieron en llamar Veragua, decidieron á Colón á reconocerlo. Seguro de que había llegado al Aureo Quersoneso de los antiguos, y que no debía estar lejos el paso á la India, siguió la costa hasta la parte más estrecha del Istmo de Panamá, llegando el 2 de Noviembre á la abrigada bahía de Porto Belo. Después de explorar la llamada provincia de Veragua, luchar con los indígenas y reconocer el caudaloso río de Belén (B.ª Limón) [459] donde pretendió fundar una colonia, desanimado, enfermo de gota, y escaso de provisiones, puso proa al Norte (Mayo 1503) abandonando el Continente. El día 10 fueron á dar otra vez á Jardines de la Reina. Sufrieron allí terribles privaciones y borrascas muy recias. Como las tablazones de las carabelas parecían «un panal de abejas», y era imposible llegar á la Española con tan desvencijados cascos, aprovechó Colón un buen viento y partió para Jamaica. Con grandes trabajos, y achicando el agua que llenaba las embarcaciones, hasta con cubas y calderas, dieron fondo en las cercanías de Puerto Bueno (Dry Harbour).
Jamaica.
10.—Varó el Almirante en aquella playa sus carcomidas embarcaciones, las ató fuertemente, y apuntalándolas por ambos lados para evitar todo movimiento, hizo construir sobre su cubierta, en los castillos de popa y proa, habitaciones para toda la gente[542]. No nos detendremos á relatar las extraordinarias y románticas aventuras de los náufragos en el año que pasaron en Jamaica. Los dramáticos incidentes del maravilloso viaje á la Española de los heroicos Méndez y Fieschi, en una frágil canoa; el anuncio del eclipse total de luna, que tanto aterrorizó á los indígenas; la llegada de Diego de Escobar, comisionado de Ovando, defraudando las anhelantes esperanzas de todos; y el canallesco motín de Francisco Porrás, sofocado con sangre, pertenecen á la biografía de Colón más bien que á la historia de sus descubrimientos. Rescatados por las carabelas enviadas por Ovando á instancias de Méndez, Colón y sus asendereados compañeros, llegaron á Santo Domingo el día 13 de Agosto de 1504.
Últimos años y muerte de Colón.
11.—El día 12 de Septiembre salió el Almirante para España, y después de un viaje largo y difícil desembarcó muy enfermo y achacoso en Sanlúcar de Barrameda (Noviembre 4). Supo al llegar la gravedad de su protectora la reina Isabel, que falleció [460] el 24 del mismo mes en el castillo de la Mota de Medina del Campo. Cuando le fué posible, pasó á la Corte para relatar á D. Fernando su último viaje. Recibióle el Regente con bondadosa indiferencia. Todos estaban ya cansados de las célebres Indias, por las que durante catorce años de descubrimientos tan grandes sacrificios había hecho España, sin obtener las decantadas riquezas del ensoñado Ophir del Almirante, que agoviado por sus pesares y dolencias no pudo ni siquiera ponerse en camino para recibir á D. Felipe y D.ª Juana, hija de los Reyes Católicos. Comisionó, sin embargo, para ello á su hermano Bartolomé, entregándole una carta súplica para los nuevos reyes. Sus fuerzas siguieron decayendo. Hizo su testamento, dió á su hijo saludables consejos y espiró en Valladolid el día 20 de Mayo del año 1506, oscura y cristianamente[543].
Fig. 391.—Vasco de Gama.
Su carácter.
12.—La persona de Colón aparece rodeada de nebulosidades. No se conoce retrato auténtico suyo. El cronista Mártyr de Anglería que estaba en Valladolid en el momento de su muerte, no se ocupa de ella en sus cartas. Aquel «Cristóbal Colón de la Liguria» de cuyo maravilloso descubrimiento daba cuenta al caballero Borroneo (Mayo 14-1493), ¡no le mereció al morir ni la mención más insignificante!... ¡El marino genial, el virrey de las Indias, el que dió á Castilla y á León un Nuevo Mundo, desapareció del escenario de la vida ignorado y en silencio!
Pocos hombres de acción, sin embargo, nos han descubierto con más ingenuidad las interioridades de su espíritu. Sólo conocemos á Vasco de Gama, á Magallanes y demás caudillos de la época, por lo que hicieron; ignoramos lo que pensaron. Colón, en cambio, nos legó su alma en sus escritos, y sabemos por ellos cuáles fueron sus ilusiones, sus esperanzas, sus entusiasmos de cruzado, sus tribulaciones, sus amores y sus desvaríos.
Las crónicas, por otra parte, nos lo presentan como leal y magnánimo, amante de la justicia, fiel á sus soberanos, sobrio, tenaz, temerario é incansable.
Tuvo graves errores. Dominado por místicas exaltaciones y febriles ensueños, fué terco y antojadizo, apasionado y orgulloso. Gravó á los indígenas con trabajos excesivos, y tuvo al gobernar españoles parcialidades y preferencias irritantes. Fuese por su falta de tino político ó por su calidad de extranjero, siempre dió lugar á reclamaciones y disturbios. Pero tales defectos desaparecen ante la magnitud de sus adversidades. Su resignación y sus dolores, grandes como su genio, borraron sus manchas con el poderoso disolvente de las lágrimas.
Como marino práctico, es, sin disputa, el mayor de su siglo; muy observador y compulsador de los fenómenos naturales, vigilantísimo y, con todo, en todo desgraciado, bien por los buques que perdió, bien por lo largo y penoso de sus viajes.
El mundo le es deudor de la empresa más fecunda en resultados grandiosos que han visto los tiempos. Su nombre y sus [462] hechos marcaron el principio de la Historia Moderna. Murió sin saber que había descubierto el Nuevo Mundo. No sospechó la gloria que la posteridad había de darle[544].
Fig. 392.—Un desembarco de Ojeda.
Américo Vespucio.
13.—El lugar que ocupa el célebre Florentino, Vespucio, en la historia del descubrimiento de América, es un curioso ejemplo de la posibilidad de conquistar un nombre con el auto-anuncio y el auxilio de la imprenta. Américo Vespucio (Amerigo Vespucci)[545], había nacido en Florencia, en Marzo de 1452. En el 1492 pasó á España como agente comercial de los Medici. Aparece su nombre en los documentos españoles de la época como empleado del contratista Berardi, que armaba y equipaba por cuenta de los gobiernos las expediciones marítimas á Indias. Parece ser que se contagió con el entusiasmo de los que partían y se embarcó en una de estas expediciones con el deseo de "ver mundo" y hacer "algo famoso y duradero". Y aquí empiezan sus imposturas,[463] pues afirma que hizo este viaje en el año 1497, siendo así que no existe mención ni oficial ni particular de la existencia de tal viaje en ningún documento, registro ni libro de la época. No existió, pues, más que en la relación del pretencioso Florentino, que antidató su primera salida de Sevilla con el único objeto de atribuirse la prioridad del descubrimiento del Golfo Mejicano y las costas de Honduras, es decir, de la tierra firme, que Colón tocó en su tercer viaje[546].
Fig. 393.—Corriendo un temporal.
Sus cuatro viajes.
14.—A pesar de las eruditas y apasionadas tentativas de algunos historiadores que mantuvieron la veracidad del referido viaje de Vespucio en 1497, la sana crítica histórica lo rechaza como apócrifo. El primer viaje que hizo Vespucio fué acompañando á Ojeda en 1499; el segundo, con Diego de Lepe, que descubrió, como dijimos, la costa Sud Americana, hasta los 8° [464] de latitud Sur; el tercero, con un capitán portugués (1501) que se proponía explorar las tierras descubiertas por Cabral, y recorrió la costa del Brasil hasta cerca de Porto Alegre y el Atlántico hasta la isla de Nueva Georgia, y el cuarto (1503), que no pertenece á la Historia Americana, con otra expedición portuguesa destinada á explorar "una isla en el Este llamada Malaccha", cuya riqueza había ponderado Cabral al volver de Calicut después de haber descubierto el Brasil (1501)[547].
Fig. 394.—Página de la Cosmographiae Introductio, donde se da al Nuevo Mundo el nombre de América. (Edición 1507).
Américo Vespucio no fué el iniciador ni el jefe de ninguna de estas expediciones, y su nombre ni siquiera se menciona en ninguna de las crónicas y numerosos documentos relativos á estos viajes, existentes en los Archivos Españoles y Portugueses. Si sus célebres cartas no se hubieran publicado en latín y circulado profusamente entre los estudiosos de la época, la historia apenas si recordaría á Vespucio como cartógrafo en Portugal ó, cuando más, como examinador de pilotos en España.
Sus escritos.
15.—Las cartas que determinaron la celebridad de Vespucio fueron dos. Una, escrita desde Lisboa, á Lorenzo Piero Francesco de Medici (Marzo ó Abril 1503) y publicada á principios del año 1504 (Mundus Novus), y otra, escrita también en Lisboa[465] y dirigida á su compañero de colegio Pietro Soderini, más extensa que la de Medici. La versión francesa de la carta de Soderini, hecha por Rene II, Duque de Lorena, fué traducida á su vez al latín y publicada (1507) en un apéndice de la «Cosmograpiae Introductio», de Martín Wadseemüller, profesor de Geografía en el Colegio de S.t-Dié (Lorena). Estas dos cartas, en las que Vespucio no vaciló en forjar ó anti-datar viajes y atribuirse toda la gloria de ajenos descubrimientos, circularon en numerosas ediciones y profusamente[548].
Fig. 395.—Mapa de la provincia de Veragua (Según Helps).
Ahora bien, como la relación del tercer viaje Colombino no se publicó en latín hasta el año 1508 (Paesi Novamente Ritrovati), y las de Vespucio circulaban desde los años 1504 y 1507, claro es que la fama del cartógrafo Florentino, como descubridor del Continente Sud Americano, eclipsó la de Cristóbal Colón, que hasta en esto fué desgraciado. Nada había de original en las tales relaciones de Vespucio, pues el mismo calificativo[466] de Nuevo Mundo (Mundus Novus) que dió á las tierras descubiertas, había sido usado en análogo sentido (región ignota del globo) por Cristóbal Colón en una de sus cartas, por su hermano Bartolomé en uno de sus mapas ó bosquejos, y por Pedro Mártyr de Anglería en sus Décadas Oceánicas[549].
Fig. 396.—Mapa del primer viaje de Ojeda (según Helps).
El nombre de América.
16.—Considerado Vespucio por los geógrafos extranjeros de su época como el descubridor del Nuevo Mundo, era lógico que dieran á tal región su nombre. Así Martín Wadseemüller, al enumerar las diferentes partes del mundo en su Cosmographiae Introductio (1507), dice: "En el sexto clima hacia el polo antártico están situadas, etc... y la cuarta parte del globo que, habiendo sido descubierta por Americus, puede llamarse Amerige, tierra de Américo ó "América". En otro lugar de la misma obra insiste en que debe darse á esta cuarta parte del globo el nombre de "tierra de Américo, su descubridor, ó "América", desde que también Europa y Asia derivan sus nombres de mujeres". Como entre los nombres de "Amerige" y "América" el último era más eufónico y tenía cierta analogía con los de [467] Asia y Europa, preponderó sobre el primero, y los numerosos mapas y geografías alemanas se encargaron de propagarlo é imponerlo, á pesar de que el mismo Waldseemüller, cuando supo la verdad de los hechos, dejó de usar el nombre de América, designando en su mapa del año 1513 á Sud América con el nombre de "Terra incognita", y reconociendo claramente que había sido descubierta por Colón. En España el nombre de América no se usó hasta mediados del siglo xviii[550]. Hasta entonces todos los documentos, crónicas, historias, etc., conocieron las tierras Americanas con el nombre de "Las Indias". El célebre Miguel Servet, que Calvino condenó á la hoguera, fué el primero que se opuso á que se diera al Nuevo Mundo el nombre de Américo Vespucio, en vez del de Colón, su verdadero descubridor. La costumbre pudo más que su protesta, y quedó consumada esta injusticia histórica[551].
Fig. 397.—El Geógrafo Gerardo Mercatore.

CUESTIONARIO
1.—¿Qué territorios descubrió Alonso de Ojeda?
2.—¿Qué territorios descubrió Alonso Niño?
3.—¿A qué parte del Continente llegó Vicente Yáñez Pinzón?
4.—¿Qué importancia geográfica tuvieron los viajes de Lepe y Bastidas?
5.—¿Qué descubrió Ojeda en su segundo viaje?
6.—¿Qué parte de la costa Americana se exploró desde el año 1498 al 1502?
7.—¿Qué importancia tiene el viaje de Vasco de Gama?
8.—¿Fueron los viajes Portugueses más importantes que los Españoles en resultados económicos?
9.—¿Cuál fué el objeto del viaje de Cabral?
10.—¿Qué parte de Sud América descubrió?
11.—¿Qué objeto tuvo el cuarto viaje de Colón?
12.—¿Trató de buscar un estrecho ó paso á las Indias?
13.—¿Qué incidentes ocurrieron en Santo Domingo?
14.—¿Qué parte del Continente recorrió Colón en este viaje?
15.—¿Dónde creyó que había llegado?
16.—¿Qué tribulaciones sufrió el Almirante en esta navegación?
17.—¿Qué incidentes notables ocurrieron en el año que pasó en Jamaica?
18.—¿Cómo se comportó con él el Gobernador Ovando?
19.—¿Dónde y cómo murió Cristóbal Colón?
[469] 20.—¿Qué juicio ha formado la Historia de su carácter y su obra?
21.—¿Quién fué Américo Vespucio?
22.—¿Qué viajes hizo indubitables?
23.—¿Qué célebres cartas escribió y en qué idioma?
24.—¿Dónde y cómo se publicaron y propagaron?
25.—¿Por qué dió su nombre á América este navegante Florentino?

REFERENCIAS
Generales.Humboldt. Exámen Critique de l'Histoire de la Geographie du Nouveau Continent (1836-1839). P. Ricardo Cappa, S. J. Estudios Críticos acerca de la Dominación Española en América (vol. I). Washington Irving, Compañeros de Colón (1831) y las mencionadas en los capítulos anteriores.
Vasco de Gama y Cabral.F. Hummereich, Vasco da Gama un die Entdeckung des Seeweges Nach Oclinden (1898). E. G. Ravenstein, A Journal of the first Voyage of Vasco da Gama, 1497-1499 (1898). Pero Vas Caminha en Alguns Documentos da Torre do Tombo, 108. Paesi Novamente Ritrovati, Cap. LXIV (en la Raccolta Colombiana, pte. III). J. A. de Varnhagem, Historia General do Brazil, I, 423. João de Barros, Decadas da Asia, (Ed. 24 vols., 1778-1788) y las mencionadas en el Tít. I, Cap. I, (Viajes Portugueses).
Américo Vespucio, y el nombre de América.A. M. Bandini, Vita di Amerigo Vespucci (1893). J. A. de Varnhagem, Amerigo Vespucci; ses caractère, ses ecrits, sa vie et ses Navigations (1865). Hughes en la "Raccolta Colombiana". Markham, Letters of Amerigo Vespucci (1894). Quaritch, en The first four voyages of Amerigo Vespucci (1893), reproduce [471] en facsímile la edición original de la carta de Soderini publicada en Florencia (1505-1506). Santarem, Recherches Historiques, etc., (1842). L. Hughes, La Vicende del nome "Amerika" (1898). Kretschmer, "Der Name des Neuen Weltteils en su Entdeckung Amerikas, etc., etc.
Bibliografías.Winsor, N. & C. H. of America, vol. II, cap. II, III, Notas Críticas. Bourne, Spain in America, pág. 329-321. Fumagalli en Bandini, Vita de Amerigo Vespucci (Ed. Uzielli, 1893), y las mencionadas en los capítulos anteriores.

CAPÍTULO IV
EL PRIMER CENTRO DE COLONIZACIÓN ESPAÑOLA
FRAY BARTOLOMÉ DE LAS CASAS (1495-1522)

1.—Ovando en La Española. 2.—Los repartimientos y las encomiendas. 3.—Rápida disminución de los Indios. 4.—Descubrimientos y nuevas poblaciones. 5.—D. Diego de Colón. 6.—Las Prédicas de Montesinos. 7.—Fray Bartolomé de las Casas. 8.—Las Casas y el Cardenal Cisneros. 9.—Los negros Africanos. 10.—La colonia de Tierra Firme. 11.—La Conquista de Cuba. 12.—Ponce de León y el descubrimiento de La Florida. 13.—Lucas Vázquez de Aillón. 14.—Expediciones de Hernández de Córdoba y de Grijalva.
Ovando en «La Española.»
1.—Al narrar el segundo viaje de Cristóbal Colón apuntamos los principios de la historia colonial de la isla Española. Dijimos que, una vez sofocada la rebelión de los indígenas (1495), se les impusieron tributos pesadísimos. En compensación de tales tributos, y acaso por sugestión de los caciques mismos, se aceptó que los indígenas trabajaran en las tierras repartidas á los colonos, forma de prestación personal que no era ajena al sistema tribal de las agrupaciones primitivas. Dos años más tarde, cumpliendo Colón una de las condiciones de la capitulación del rebelde Roldán y sus compañeros, concedió á varios de ellos parcelas de tierra cultivadas por los indios, dividiéndolas en extensiones capaces de contener diez mil y veinte mil plantas de cazabe. Estas parcelaciones (repartimientos) fueron la base general de la colonización española en toda América[552].
Dióse el próximo avance en el desarrollo de las instituciones coloniales, bajo el gobierno de D. Nicolás de Ovando que, como también dijimos, vino á La Española (1502) á sustituir [473] á Bobadilla y á calmar rebeldías y descontentos. Era el Comendador de Lares, según Las Casas, varón prudentísimo y amigo de justicia, honestísimo en su persona y celoso de su autoridad.
Fig. 398.—El Golfo de Méjico en 1520 (Archivo de Indias).
Firmaron los reyes su nombramiento é instrucciones adjuntas en Septiembre de 1501, y el día 13 de Febrero de 1502 partió de Sanlúcar, llevando 32 naves con 2.500 hombres, la mayor parte nobles é hijosdalgos. Hasta entonces no había salido para las Indias escuadra más numerosa.
Después de penosa travesía llegaron al puerto de Santo Domingo (15 de Abril 1502). Procuró el nuevo gobernador arreglar la administración desconcertada de la isla. Reedificó la población de Santo Domingo: mandó se empezasen varios edificios sólidos, entre ellos el llamado La Fortaleza, residencia del gobernador, el monasterio de San Francisco, el hospital de San Nicolás, etc.
[474] Tropezaba Ovando con serias dificultades para el buen gobierno de la colonia. Los 2.500 hombres que, atraídos por las maravillas Indianas llevó consigo á La Española, iban con la pretensión de acaparar oro, sin trabajo ni penalidades, y volver ricos á España.
No se ocuparon, pues, de cultivar la tierra, fértil en demasía. Se proveyeron, en cambio, de herramientas y víveres, y salieron en interminable procesión buscando las codiciadas minas, y creyendo que bastaba llegar á ellas para recoger las soñadas riquezas.
Fig. 399.—La Isla de Santo Domingo (siglo xvi).
Pero como las minas exigían rudo y penoso trabajo para producir algún oro, y no sabían explotarlas, pronto volvieron los españoles á Santo Domingo desengañados, hambrientos y llenos de deudas.
Cebáronse en ellos las enfermedades, al extremo de que en poco tiempo murieron más de mil, cifra elevadísima, si se considera que apenas había 2.800 en la isla.
Morían tan deprisa y en tales números, dice Las Casas, que "el clero no tenía tiempo de hacerles funerales"[553].
Los repartimientos y encomiendas.
2.—Se había ordenado á Ovando que tratara á los indios como hombres libres, abonándoles salario por su trabajo. Pronto se convenció de que el indio, indolente y ajeno á toda idea de salario ó propiedad privada, se negaba á trabajar huyendo de los españoles é imposibilitando, por tanto, su educación y conversión. En vista de ello, los reyes ordenaron á [475]Ovando (Marzo, 1503) que repartiera los indios en aldeas, dándoles tierras inalienables, que les encomendara á un protector, que estableciera en cada una de dichas aldeas escuelas primarias para catequizarlos, prohibiéndoles sus antiguos ritos y ceremonias é impidiendo que fueran tiranizados por sus caciques. Se ordenó también por los reyes que favorecieran los enlaces matrimoniales de los colonos con las mujeres indígenas.
Para reducir á los indios al trabajo dictóse otro Real decreto (Diciembre, 1503) ordenando que se les compeliese y obligase á trabajar en la construcción de edificios, beneficiamiento de minas, etc., mediante los salarios que el gobernador fijara, debiendo proporcionar, al efecto, los jefes tribales un cierto número de individuos «como hombres libres y no como siervos».
Fig. 400.—El Adelantado D. Diego Velázquez.
En cumplimiento de estos decretos, Ovando encomendó á cada colono grupos de cincuenta ó de cien indios con sus respectivos jefes gentiles, haciendo también parcelas ó repartimientos especiales para el cultivo de las tierras del rey. Se acompañaba los repartimientos con cédulas especiales, en las que se encomendaban (A vos D. ... se os encomiendan) los grupos ó clanes indígenas á los españoles con el derecho de aprovechar de su trabajo y la obligación de instruirles en la doctrina cristiana.
Los trabajos en las minas de los así encomendados duraban seis ú ocho meses, y como las tales minas estaban distantes, al ausentarse los hombres caía sobre las mujeres todo el peso de la familia. Esta obligada separación, el terrible recargo de trabajo, los crueles tratos de los encomenderos, y la desespera[476]ción general, hicieron disminuir los nacimientos indígenas y aumentaron terriblemente el coeficiente de mortalidad[554].
Rápida disminución de los indios.
3.—La población indígena de La Española disminuyó rápidamente. Sufrieron los aborígenes americanos, como todos los primitivos, las desastrosas consecuencias de su contacto con una raza dominadora. Es una vulgaridad histórica, á todas luces errónea, el aceptar, sin examen crítico, las apasionadas diatribas de Fray Bartolomé de Las Casas y sus glosadores, contra los colonos y gobernantes de Santo Domingo, y declararles causantes únicos, por sus crueldades, de un fenómeno etnológico cien veces repetido en la historia moderna[555]. Los conquistadores españoles de los siglos xv y xvi no fueron ni más ni menos crueles que los de cualquier otra nación.
Fig. 401.—Autógrafo de Pánfilo de Narváez.
Cierto es que sus guerras con los indígenas fueron destructoras y cruelísimas; que las campañas del Higney son una página negra en la historia de aquellos impiadosos caudillos; que las matanzas encabezadas por Ovando en Jaragua, su pérfida conducta con Anacaona, el espantoso suplicio de aquellas tribus incendiadas, alanceadas y perseguidas como alimañas fero[477]ces, nos horrorizan hoy como horrorizaron entonces á Isabel la Católica y á su Presidente del Consejo de Indias D. Alvaro de Portugal, cuando de tales hechos tuvieron conocimiento. Cierto es también que muchos colonos sometieron á sus encomendados á inhumanos martirios y que los bergantines españoles arrancaron de Las Lucayas miles de indios para venderlos en los mercados públicos, martirizándolos, agobiándolos de fatiga y quemándolos á veces á fuego lento[556].
Fig. 402.—Autógrafo del cronista Oviedo.
Evidentemente contribuyeron estas crueldades á la extinción de la raza indígena, pero no fueron, sin embargo, las únicas causas de su fenecimiento en La Española. Hubo otras menos estudiadas, pero no por ello ineficaces. Importaron los blancos enfermedades epidémicas que se cebaron furiosamente en las tribus indias. La viruela fué una de las más destructoras. Nos cuenta el cronista Pedro Mártyr, que en las aldeas infestadas morían los indios "como carneros". Había, además, en las agrupaciones aborígenes enfermedades endémicas y peculiares de la raza, que causaban numerosas víctimas. El célebre "matlaza huatl" Mejicano, por ejemplo, que no atacaba á los Europeos, barrió en el Anahuac poblados enteros (1545 y 1576). Esta misma epidemia destruyó en 1618 la gran mayoría de las tribus indias de Massachusetts.
Por otra parte, la población de La Española, cuando Colón la descubrió no llegaba, ni con mucho, á 3.000.000, como afirma Fray Bartolomé de Las Casas; oscilaba entre 200 y 300.000 almas, de las que en el año 1508 quedaban sólo 60.000, que disminuyeron hasta 46.000 en el año 1570, y hasta 14.000 en[478] el 1573. En el año 1570 apenas quedaban en La Española dos aldeas indígenas[557].
Descubrimientos y nuevas poblaciones.
4.—La triste suerte de los indígenas y los incidentes luctuosos de su dominación han oscurecido los demás sucesos ocurridos en La Española en el gobierno de Ovando, que después de someter el Higney y Jaragua dedicó sus energías á poner en orden la administración de la isla. Organizó el laboreo de las minas estableciendo cuatro hornos de fundición en los que recogía anualmente cerca de 1.000.000 de pesos: espurgó la isla de los viciosos que daban mal ejemplo, enviándoles á España, ó quitándoles los indios encomendados, castigo entonces muy temido, y gobernó, en fin, con gran discreción y prudencia. Envió á Ponce de León á Boriquen ó San Juan de Puerto Rico, isla descubierta por Colón en el segundo viaje, para que la explorase. Penetró Ponce de León en el interior de la referida isla, fundando allí, con autorización de Ovando, una rica colonia y dominando á los indígenas en pocos años. Envió también Ovando (1508) á Sebastián de Ocampo, para que averiguara definitivamente, si la isla de Cuba era ó no tierra firme. Convencióse Ocampo de que era una isla como había indicado en su mapa Juan de la Cosa. En esta misma época, Juan Díaz de Solís y Vicente Yáñez Pinzón descubrieron y costearon parte del Yucatán sin fundar allí colonia alguna.
La expedición de Ocampo alrededor de Cuba, fué uno de[479] los últimos acaecimientos del gobierno de Ovando. En Julio del 1509 llegó á La Española D. Diego de Colón, después de ganar ante el Consejo de Indias su pleito contra el rey Don Fernando y ser nombrado, en consecuencia, Gobernador y Capitán General de las Indias. Ovando, después de ser absuelto en el juicio de residencia que instauró D. Diego, abandonó La Española (Sept. 1509), falleciendo en Alcántara (donde se halla enterrado) el 29 de Mayo de 1511[558].
Fig. 403.—Mapa de Martín Waldseemüller (1508).
D. Diego de Colón.
5.—Don Diego de Colón, que había contraído matrimonio en España con la hija de D. Fernando de Toledo, pariente próximo del Rey Católico, llegó á La Española acompañado de parte de su familia y de una numerosa comitiva de personas de ambos sexos pertenecientes á distinguidos linajes, estableciéndose en la isla con inusitada magnificencia y fausto. Los hijos de Colón gozaron al fin de los honores y recompensas debidas á su padre.
Fig. 404.—Armas del Historiador Oviedo.
Estableció en seguida D. Diego de Colón una pequeña colonia en Cubagua, obligando á los indígenas de las Lucayas á bucear sin descanso para sacar las conchas de perlas que abundaban en la pequeña isla. Regularizó en Santo Domingo los repartimientos, y encomendó á sus parientes y comitiva los indios aún no destinados. Celoso, sin embargo, el rey Don Fernando de la influencia de D. Diego en la colonia, y deseoso de disminuirla, creó un nuevo empleo al que estaba anexo el derecho de repartimiento de indios, nombrando para desempeñarlo á Rodrigo de Alburquerque, que entró rapazmente en posesión de sus funciones (1514). Impaciente por hacer fortuna, sacó á subasta los indios que quedaban, adjudicándolos en grupos á los colonos que le ofrecieron mayor precio. Esta nueva forma de repartimiento agravó, naturalmente, la situación de los indígenas que se vieron sometidos por sus interesados dueños á trabajos más crueles y penosos[559].
Las Prédicas de Fray Antonio de Montesinos.
Fig. 405.—El Cardenal Jiménez de Cisneros.
6.—Los misioneros Dominicos de La Española no vieron nunca con indiferencia estos sufrimientos de los indios. Desde su llegada á Santo Domingo en 1510 juzgaron los repartimientos como contrarios al derecho natural y á la caridad cristiana y consideraron al indígena como sér de razón y libertad, capaz de sacramentos y derechos. En el año 1511, Fray Antonio de Montesinos predicó un impetuoso y elocuente sermón en la Iglesia de Santo Domingo condenando los abusos de los encomenderos. [482]Sus superiores, á quienes se quejó D. Diego de Colón, aprobaron como piadosa la doctrina del predicador de su Orden. Los Franciscanos, uniéndose á los encomenderos, defendieron los repartimientos como mal menor y necesario. Se agrió la controversia llegando los Dominicos hasta á negar los sacramentos á algunos de sus compatriotas que tenían indios encomendados. Dirigiéronse ambos partidos al Rey Don Fernando, que reunió algunos jurisconsultos y teólogos para oir á los diputados de La Española. Decidióse en favor de los Dominicos la parte especulativa de la controversia, pero los repartimientos continuaron, pues el Rey Fernando, deseoso de complacer á los encomenderos, declaró autorizada por las leyes divinas y humanas la esclavitud de los indios, y otorgó, para que no tuviese dudas, nuevas encomiendas á sus cortesanos[560], mandando publicar una instrucción en la que se ordenaba fuesen los indios tratados con suavidad, vestidos y alimentados sin miserias, y enseñados con cristiano celo. Tal instrucción fué letra muerta ó papel mojado para los codiciosos encomenderos. Los Dominicos comprendieron perfectamente su inutilidad, y sostuvieron que mientras los individuos tuviesen interés [483]de tratar á los indios con rigor, ningún reglamento público podía hacer ligera su servidumbre. Algunos pasaron á Europa para buscar mantenedores de su doctrina. Los que quedaron en la isla siguieron con prudencia propagándola. Las violentas disposiciones de Alburquerque colmaron la medida, avivaron el celo Dominico, y proporcionaron á los oprimidos un protector activo, valeroso, inteligente y de prestigio que tomó á su cargo la defensa de su desgraciada causa. Llamóse tal defensor Fray Bartolomé de Las Casas[561].
Fig. 406.—Ruinas de la casa de D. Diego Colón.
Fray Bartolomé de Las Casas.
7.—Nació en Sevilla el año 1474, y estudió latín, metafísica, ética, derecho, etc., en la docta Universidad de Salamanca. Partió para América en 1502 con el gobernador Ovando. Como todos sus compatriotas, dedicóse en La Española al cultivo de la tierra valiéndose de los esclavos indios. Residiendo aún en[484] la Isla se hizo sacerdote, siendo el primer ordenado en Indias, y cantando la primera misa nueva que se celebró en América. Acompañó á Velázquez á Cuba, y en premio de sus servicios obtuvo en Trinidad un repartimiento en compañía de su amigo del alma Pedro de Rentería. Trataron ambos con benignidad á sus encomendados compadecidos de los sufrimientos de los demás indios. Ciertos pasajes de la Sagrada Escritura revelaron á su alma la injusticia de los repartimientos, avivaron su caridad y le decidieron á consagrar su vida entera á libertar á los indios de su durísimo yugo. Tanto él como su asociado Pedro de Rentería, vendieron sus tierras, dieron libertad á sus encomendados y determinaron pasar á España para hacer triunfar en la Corte sus generosas ideas[562].
Fig. 407.—Fray Bartolomé de Las Casas.
Fig. 408.—Autógrafo de Fray Bartolomé de Las Casas.
Las Casas y el Cardenal Jiménez de Cisneros.
8.—En el año 1515 logró Las Casas conferenciar extensamente con el rey D. Fernando y exponerle la desesperada situación de los indios. El fallecimiento del monarca (Diciembre, 23) interrumpió estas gestiones. Volvió Las Casas á Sevilla y, alentado por el P. Deza, presentóse en Madrid con cartas de este último ante el ilustre Cardenal Jiménez de Cisneros, y el embajador Adriano, Dean de Lovaina, que á la sazón regían la España.
Fig. 409.—Territorio concedido á Fray Bartolomé de Las Casas.
El prudentísimo Cisneros acogió con caritativo interés las ardorosas instancias de Las Casas, y encomendó á tres reposados varones de la Orden de San Jerónimo el planteamiento en Indias de las reformas anheladas. Volvieron todos á Santo Domingo, pero los comisionados Jerónimos no pudieron ó no supieron sustraerse á la influencia de los conquistadores, y su presencia en la isla fué completamente ineficaz para la protección y defensa de los indios[563].
Los negros africanos en América.
9.—Haremos una brevísima pausa en este relato para refutar enérgicamente la opinión de los que sin espíritu crítico atribuyen al Apóstol de los Indios la introducción en América de los esclavos negros. La referida imputación es errónea y calumniosa. En primer lugar, cinco años antes de que Las Casas tuviera con el rey Don Fernando su primera entrevista, ya había ordenado éste, de acuerdo con la Casa de Contratación (1510-1511), que se enviaran á América cincuenta esclavos[486] africanos, y se favoreciera el tráfico negrero en las costas de Guinea. El gobierno español, y no Las Casas, fué, pues, el primero que trató de libertar al indio esclavizando al africano. En 1517 esta política fué preconizada en La Española por los Jerónimos enviados por Cisneros, por el clero todo, por las autoridades y por Las Casas mismo que, como Enrique el Navegante, no podía tener en el siglo xvi la moderna noción política de los "derechos inalienables", ni podía prever los horrores é influencias á que había de dar lugar en lo futuro el desarrollo de tan inícuo comercio.
Fig. 410.—La Casa de D. Fernando Colón en la antigua Sevilla.
Conforme con tales opiniones, consecuente con los usos de la época, y deseando, además, ajustarse á los constantes y expresos deseos de Isabel la Católica en favor de la libertad de los indios, decidió la Corona española enviar á sus posesiones americanas 4.000 negros, concediendo para ello las necesarias licencias al contratista Gomenot, Gobernador de Bresa, que vendió su contrato ó asiento á unos comerciantes genoveses por 25.000 ducados. El desarrollo de los trapiches azucareros en las Antillas, y la rápida disminución de los indios, favorecieron, naturalmente, la introducción de los esclavos negros. Al asiento de Gomenot siguió el de los alemanes Cigner y Sailler (1528), y á éste el de Gómez Reynel (1595) que, merced á la unión de España y Portugal (1580-1640), consiguió el privilegio exclusivo de importar á las Indias 38.250 esclavos [487]negros durante nueve años. Estos fueron los principios del tráfico negrero de América, cuyo desarrollo y consecuencias estudiaremos en la Época Colonial y es, por tanto, ridículo reprochar á Las Casas el imaginario pecado de pensar como pensaban los hombres de su tiempo, y condenarle sin más trámite por no haberse anticipado á los enciclopedistas franceses del siglo xviii, ó á los Próceres Argentinos del xix, que borraron para siempre la esclavitud de los Códigos Fundamentales de la República[564].
La Colonia de Cumaná.
10.—El fracaso de los comisionados Jerónimos no desalentó en su obra redentora al «Apóstol de los Indios». Volvió á Castilla, donde siguió sus gestiones con tenaz insistencia, siendo solemnemente recibido por Carlos I en la villa de Molins del Rey, y consiguiendo un espacio considerable de tierra Americana para establecerse en él con los españoles que quisieran seguirle, distinguirse de los demás vistiendo hábitos blancos con cruces rojas en los pechos, y consagrarse á propagar en América el Evangelio y la civilización cristiana por medios absolutamente pacíficos.
El territorio concedido para la realización de tan romántico proyecto fué el de Cumaná en la Costa de las Perlas.
Después de tres años de luchas árduas consiguió Las Casas desembarcar en él (1521) con un puñado de entusiastas. Existía ya en aquellas regiones un monasterio de la Orden de Santo Domingo, partidaria siempre de las doctrinas del infatigable propagandista. Desgraciadamente, en la vecina isla de Cubagua pescaba también perlas, al llegar á Cumaná los nuevos cruzados, aquel joven Alonso de Ojeda[565], de quien Las Casas dijo [488]más tarde "que si no hubiera nacido, nada habría perdido el mundo". Ojeda necesitaba esclavos y ocurriósele cogerlos en Tierra Firme declarándolos convictos de canibalismo. Al llegar á Cumaná pidió en el monasterio de Santo Domingo papel para iniciar contra los indios los mencionados procesos de antropofagia. Empezó á instruirlos, pero como el procedimiento le resultó lento y engorroso, cortó por lo sano, penetró algunas leguas al interior matando considerable número de indios y embarcando los que pudo en sus naves. Los indios de Cumaná, que habían visto á los Dominicos entregar á Ojeda el papel que les pidió, al que atribuían virtudes ocultas, tuviéronlos por cómplices de su atropello. Incendiaron el monasterio, degollaron á los Dominicos y destruyeron á sangre y fuego la incipiente colonia. Los españoles que pudieron salvarse de la feroz matanza huyeron á Santo Domingo, donde, afortunadamente para él, se encontraba á la sazón el entusiasta Apóstol.
Fig. 411.—Ponce de León en la Florida (según Herrera).
Grande fué el dolor y el desaliento de Las Casas al saber lo sucedido. Resignóse, sin embargo, humildemente; aceptó, sin quejas, la muerte de sus ilusiones, y ansioso de paz y descanso, profesó en el monasterio de Santo Domingo (1522). Allí permaneció varios años profundizando sus estudios teológicos y escribiendo algunas de sus obras[566]. De ellas, y de los incidentes posteriores de la admirable vida del celoso «Protector de los Indios», hablaremos en el Tomo II.
Fig. 412.—Ponce de León, descubridor de la Florida.
La Conquista de Cuba.
11.—Deseoso D. Diego de Colón de extender sus dominios, entregó á D. Diego de Velázquez tres naves para que se apoderara de la isla de Cuba. D. Diego de Velázquez, antiguo compañero de armas de Bartolomé Colón, y Ovando, era en la colonia muy respetado y popular. Su gentileza y carácter jovial le hacían simpático como caudillo y no tardó, por tanto, en reunir trescientos hombres que gustosos le acompañaran en la empresa. Entre ellos estaban Pánfilo de Narváez, Las Casas y Hernán Cortés, el futuro conquistador de Méjico. Desembarcaron los expedicionarios en Las Palmas, y tomaron posesión de la isla sin resistencia alguna de parte de los naturales (Siboneyes-Arawak?). Un cacique Haitiano (Hatuey), que había llegado á Cuba huyendo de los españoles y se había posesionado de la parte oriental de la isla, trató de rechazar la invasión, pero sus guerreros fueron destrozados por los castellanos, y su jefe condenado á la hoguera. Poco tiempo después Pánfilo de Narváez, comisionado por Velázquez, que para contraer matrimonio hubo de ausentarse de la isla de Cuba, penetró en el Camagüey para dominarlo. A unas 30 leguas de Bayamo (Cueyba) encontró Las Casas la célebre imagen allí dejada por Ojeda é idolatrada por los Siboneyes. En una barranca próxima á Caonao fueron sorprendidos los expedicionarios [490] por 7.000 indios que, no obstante la pusilanimidad é imprudente abandono del caudillo Narváez, contuvieron los soldados españoles degollándolos impiadosamente. Esta matanza, en la que, según la pintoresca expresión de Las Casas, «no quedó ni piante ni mamante», difundió el terror en toda la comarca, y los castellanos la subyugaron bien pronto. Diego Velázquez, que había vuelto á la isla, ordenó en seguida á Narváez que regresara á la costa Norte. Estableció las poblaciones de Baracoa, Trinidad, etc., hizo repartimientos de indios, designó ayuntamientos y quedó como Gobernador. El rey de España nombróle más tarde Adelantado y le confirmó en su gobierno[567].
Ponce de León y el descubrimiento de «La Florida».
12.—El celebérrimo y pintoresco hidalgo D. Juan Ponce de León, Gobernador de Puerto Rico, nombrado por Ovando, después de haber pacificado[568] (como entonces se decía) la isla alanceando, «aperreando»[569] ó esclavizando á los indígenas, fué depuesto de tal gobierno á instancias de D. Diego Colón, á quien de derecho pertenecía. Había oído hablar el referido Ponce de León de una isla situada al Norte de La Española llamada «Bimini», donde existía un manantial maravilloso, cuyas aguas tenían virtud de rejuvenecer á todos los que las tocaban ó bebían. Fuese con el objeto de encontrar este manantial fantástico, ó simplemente con el de explorar la isla, consiguió una patente ó capitulación del Emperador Carlos V (Febrero 23, 1512), para descubrirla y colonizarla.
Fig. 413.—Descubrimientos de Hernández de Córdoba y Grijalva (Helps).
[491] El 3 de Marzo salió de Puerto Rico con el piloto Alaminos y después de tocar en San Salvador, avistó la costa Norte Americana en las cercanías del Río San Juan (30° lat. Norte). Por la risueña apariencia de la que creyó isla, y por haberla descubierto en Pascua Florida, dióle el nombre de «Florida» que hasta hoy conserva. Navegó después alrededor de la península hasta cerca de la Bahía del Apalache, al Oeste, haciendo en Mayo, 23, rumbo al S. E. Siguió buscando durante tres meses, entre las Bahamas, la fabulosa «Bimini» hasta que en Sept. 17, dejando un buque mandado por Juan Pérez para que continuase la exploración, decidió volver á Puerto Rico.
Pocos meses después consiguió otra patente para colonizar la «isla de Benini» y la «isla Florida», y en 1521 emprendió nuevo viaje para averiguar si en verdad la Florida era una isla y para establecer en ella colonias. Gastó en esta empresa el conquistador la mayor parte de su fortuna, arribando con sus dos buques y sus 200 hombres á las inmediaciones de Tampa Bay. En un encuentro con los indígenas (Timaquanos) perdió muchos de sus soldados, y cayó tan gravemente herido que decidió abandonar su empresa y volver á Cuba, donde al poco tiempo murió[570].
Fig. 414.—Mapa de los descubrimientos de Ponce de León (Woodbury Lowery).
Francisco Hernández de Córdoba.
13.—Cuatro años después de la vuelta de Ponce de León de su primer viaje á la Florida (Febrero, 1517), Francisco Hernández de Córdoba salió de la Habana con tres buques y 110 hombres. El gobernador de Cuba, Diego de Velázquez, les había vendido uno de los buques con la condición de que se lo pagaran en esclavos arrancados de Las Lucayas. Entre los expedicionarios iba el ingénuo y verídico cronista Bernal Díaz del Castillo. Apenas se hicieron á la mar, reputando injusta la pretensión de Velázquez, pues ni Dios ni el rey, como dice el referido cronista, mandaban esclavizar á los hombres libres, decidieron convertir en descubridora la expedición emprendida con fines piratescos.
Después de veintiocho días de navegación llegaron á las costas del Yucatán (Pontanchen). En un encuentro con los indígenas (Mayas) perdió Córdoba la mitad de su gente, decidiendo volver á Cuba. Los serios temporales que le sorprendieron en el viaje de vuelta, hicieron que las embarcaciones derivaran de su rumbo, yendo á parar á una bahía de la península de la Florida (Charlotte Harbour), que el piloto Antón de Alaminos reconoció como por haberla visitado con Ponce de León en su primer viaje. Al desembarcar en la referida bahía, fueron los españoles nuevamente atacados por los indígenas (Timaquanos). Alaminos y Hernández de Córdoba [493]cayeron heridos, pudiendo, con grandes dificultades, ganar los botes para huir de la furia de los indios. Hicieron en seguida rumbo á la Habana, desde donde Hernández de Córdoba envió á Velázquez una relación de su viaje, muriendo diez días después de sus heridas[571].
Juan de Grijalva.
14.—Los informes suministrados por Hernández de Córdoba, determinaron al gobernador de Cuba á preparar otra expedición, cuyo mando entregó á Juan de Grijalva, capitán que se había distinguido en la conquista de la isla.
Grijalva salió de Santiago de Cuba en Mayo de 1518. Descubrió la isla de Cozumel y continuó su viaje por las costas del golfo, sufriendo de parte de los indios menos daños que su desgraciado antecesor Hernández de Córdoba.
Fig. 415.—Juan de Grijalva (según Herrera).
Desembarcó en una isla, que llamó de los sacrificios, por los restos humanos que encontró en sus templos, y siguió hasta la de San Juan de Ulúa, alcanzando á navegar hasta Panuco, y encontrando por todas partes poblaciones numerosas y tierras cultivadas con esmero.
[494] Convencido de que todas estas regiones formaban parte de algún poderoso país, que no era posible invadir y conquistar con tan escasos recursos, volvió á Cuba Hernández con la esperanza de reunir fuerzas suficientes para dominar los territorios descubiertos.
Pero la gloriosa conquista y dominación de Méjico, que tales guerreros habían preparado, estaba reservada, como más adelante veremos, para Hernán Cortés, brillante personalidad histórica de la conquista española en América[572].

CUESTIONARIO
1.—¿Por qué fué enviado Ovando á La Española?
2.—¿Cuáles fueron los acontecimientos más notables de su gobierno?
3.—¿Cuál fué el origen de los repartimientos ó encomiendas?
4.—¿Qué graves males ocasionaron en La Española?
5.—¿Cuáles fueron las principales causas de la disminución de la raza indígena en La Española, Cuba, etc.?
6.—¿Qué lección etnológica se deduce de tal disminución?
7.—¿Qué descubrimientos se hicieron durante el gobierno de Ovando?
8.—¿Quién colonizó la isla de Puerto Rico?
9.—¿Quién sustituyó á Ovando en el gobierno de La Española?
10.—¿Qué males produjo la conducta de Alburquerque?
11.—¿Cómo juzgaron Fray Antonio de Montesinos y los Dominicos las encomiendas y repartimientos?
12.—¿Qué consiguieron con sus predicaciones y reclamos?
13.—¿Quién fué Fray Bartolomé de Las Casas?
14.—¿Dónde y cómo decidió dedicarse á la protección de los Indios?
[496] 15.—¿Qué resultados tuvo su entrevista con el Cardenal Cisneros?
16.—¿Cómo se introdujo en América la esclavitud Africana?
17.—¿Qué intervención tuvo Las Casas en su desarrollo?
18.—¿Qué territorios obtuvo Las Casas del Emperador Carlos V?
19.—¿Qué le acaeció al colonizarlos?
20.—¿Quién conquistó la isla de Cuba?
21.—¿Qué intervención tuvieron en tal conquista Las Casas y Pánfilo de Narváez?
22.—¿Quién descubrió la Península de La Florida?
23.—¿Qué ilusión abrigaba Ponce de León al emprender su viaje á la legendaria Bimini?
24.—¿Qué descubrimientos hizo Francisco Hernández de Córdoba?
25.—¿Qué descubrimientos hizo Juan de Grijalva?

REFERENCIAS
Generales.Peschell, Races of Man. Harrise, Discovery of North America. José Antonio Saco, Historia de la Esclavitud (1875-1878). Manuel José Quintana, Vida de Españoles célebres, y las mencionadas en los capítulos anteriores.
Bartolomé de las Casas, etc.Antonio de Remesal, Historia de la Provincia de San Vicente de Chiapa (1619). J. A. Llorente, Oeuvres de Las Casas, 1822. Carlos Gutiérrez, Fray Bartolomé de Las Casas, sus tiempos y su Apostolado, Madrid, 1878. Antonio María Fabié, Vida y escritos de D. Fray Bartolomé de Las Casas, 1879. Hefele Ch. J., El Cardenal Jiménez de Cisneros y la Iglesia Española á fines del siglo xv y principios del xvi. L. Galindo Vera, Historia, vicisitudes y política tradicional de España, respecto de sus posesiones de Ultramar (Mem. Ac. de la Hist. Bol. XI). Nuix J., Reflexiones imparciales sobre la humanidad de los Españoles en Indias. Mac Nutt, Bartholomew de Las Casas, etc., London, 1909. Sobre los escritos, controversias, etc., de Las Casas mismo, véase mi Vol. II.
Cuba y Puerto Rico.Carrera y Justiz, Int. al Estudio de las Instituciones Locales de Cuba, vol. I, (1906). Pezuela, Ensayo Histórico de Cuba. P. J. Guiteras, Historia de la Isla de Cuba, etc., etc.
[498] Descubrimiento de la Florida.A. G. Barcia, Ensayo Cronológico para la Historia general de la Florida, etc., (1723). Shea, Ancient Florida en Winsor, N, & C. H. of A., vol. II, cap. V., la citada obra de Woodbury Lowery. Spanish Settlements, etc. Theodore Irving, Conquest of Florida. Buckingam Smith, Coll. Doc. para la Hist. de la Florida, Londres, 1857, etc., etc.
Bibliografías.Bourne, Spain in América, pág. 332 y sig. Larned, Lit. of Am. Hist, pág. 59 y sig. Winsor, Narrative & Critic History of America, vol. II, notas á los cap. IV-V. Woodbury Lowery, op. cit., notas á los cap. II, III, etc. Altamira, Hist. de España, vol. II, pág. 521 y sig., etc., etc.

CAPÍTULO V
EN DEMANDA DEL ESTRECHO (1508-1522)

1.—Concesión á Ojeda y Nicuesa. 2.—Último viaje de Ojeda. 3.—Expedición desgraciada de Nicuesa. 4.—Enciso y Vasco Núñez de Balboa. 5.—Alianzas de Balboa con los Indios. 6.—El descubrimiento del Mar del Sur. 7.—Pedrarias Dávila. 8.—Expediciones en el Istmo. 9.—Ejecución de Vasco Núñez de Balboa. 10.—Juan Díaz de Solís y el descubrimiento del Río de la Plata. 11.—Hernando de Magallanes. 12.—Su viaje y su muerte. 13.—Sebastián del Cano. 14.—Conclusiones generales.
Concesión á Ojeda y Nicuesa.
1.—En el año 1508, el célebre Alonso de Ojeda y D. Diego de Nicuesa, acudieron al rey Don Fernando solicitando autorización para fundar colonias en Tierra Firme, en los alrededores del golfo de Urabá (Darien) y el río Atrato. Tanto Ojeda como Nicuesa tenían gran privanza en la Corte española, y aunque la exploración de semejantes territorios pertenecía de derecho á los herederos de Colón, el monarca concedió á Ojeda toda la costa Norte de Sud América, desde el cabo de Vela al golfo de Urabá (Darien), con el nombre de Nueva Andalucía, otorgando á Nicuesa el actual Istmo de Panamá y sus costas, desde el golfo de Urabá al Oeste, hasta más allá del cabo Gracias á Dios, en Honduras, con el nombre de Castilla del Oro, que se transfirió más tarde (1513) á la parte Septentrional de Sud América, llamada comúnmente Tierra Firme. El famoso piloto Juan de la Cosa fué nombrado Alguacil Mayor de Urabá y lugarteniente de Ojeda[573].
Último viaje de Ojeda.
2.—Ojeda salió de La Española (Noviembre, 1509) con cuatro embarcaciones y trescientos hombres. Le acompañaba el veterano Juan de la Cosa y el más tarde célebre conquistador [500]del Perú Francisco Pizarro. Desembarcaron los expedicionarios cerca del actual puerto de Cartagena, penetrando en el interior para conseguir esclavos indios. Resistieron encarnizadamente los indígenas á los aventureros españoles, peleando con flechas herboladas[574], que ocasionaron la muerte á más de setenta, incluyendo al piloto Juan de la Cosa. Ojeda abandonó tan inhospitalarios lugares, hizo rumbo al Oeste, y en el límite de su provincia edificó un fuerte que llamó de San Sebastián. Pocos días después fué herido en otro encuentro con los indígenas. Pudo salvarse cauterizando la herida con planchas ardientes, pero su estrella empezó á declinar. De trescientos hombres sólo le quedaban sesenta, los víveres escaseaban y su situación entre tribus hostiles se hacía insostenible. Decidió volver á La Española para conseguir recursos. Después de penalidades sin cuento, murió (1515) agobiado y en la miseria[575].
Fig. 416.—Provincias concedidas á Ojeda y Nicuesa (1508).
Expedición de Nicuesa.
3.—Los recursos de Nicuesa, rico plantador de La Española, sus condiciones personales, su popularidad en la colonia, y la fama de la región que se le había concedido, le permitieron [501] reunir setecientos hombres y una escuadrilla de cinco naves y dos bergantines. Diez días después de la partida de Ojeda (1509), hízose á la vela desde Santo Domingo. Fué igualmente desgraciado en su expedición. Después de naufragar en las cercanías de Veragua, fundó un pequeño establecimiento, cerca del actual pueblo de Aspinwall, que llamó Nombre de Dios. Los rigores del clima, la insalubridad de aquellos lugares, la escasez de víveres y las continuas fatigas fueron aniquilando á los soldados de Nicuesa, que quedaron reducidos á setenta ú ochenta. En el mes de Noviembre de 1510, llegaron á Nombre de Dios dos bergantines capitaneados por Rodrigo de Colmenares y enviados desde Urabá (Darien) para socorrer á los exhaustos colonos. Halló Colmenares á Nicuesa "en mayor desdicha que la de hombre alguno, extremadamente macilento y escuálido, con sesenta compañeros..." que "no les tuvo menos compasión que si los hubiere hallado muertos..." Comunicóle que los hombres de Ojeda habían cruzado el golfo de Urabá, estableciendo en el Darien (Santa María de la Antigua), una colonia relativamente próspera. Como el Darien estaba dentro de los límites de la concesión de Nicuesa, y supo que se había encontrado oro, decidió embarcarse con Colmenares esperando imponer en la nueva colonia su autoridad. Sabedores, sin embargo, los Urabenses que pretendía Nicuesa apoderarse del oro que habían ellos conseguido con gran trabajo, rechazaron al desgraciado gobernador en cuanto llegó, y le obligaron á [502] embarcarse con sólo diez y siete hombres en el mismo bergantín que le había llevado al Darien. El 1.º de Marzo de 1511 hizo Nicuesa, con sus diez y siete soldados, rumbo á La Española. Jamás hubo ya noticia de ellos[576].
Fig. 417.—Viaje de Ojeda.
Fig. 418.—La región de "Tierra Firme", á la que el rey Don Fernando trasladó el nombre de "Castilla del Oro" en 1513, según mapa del 1597.
Enciso y Vasco Núñez de Balboa.
4.—Antes de llegar Ojeda á La Española herido y maltrecho, había salido, con rumbo á San Sebastián, el bachiller Martín Fernández de Enciso, su asociado y amigo. Enciso era valiente, honesto y bien reputado en la colonia, pero no tenía tacto para manejar hombres. Apenas llegó á alta mar vió, con gran sorpresa, salir de un barril de provisiones al audaz hidalgo extremeño Vasco Núñez de Balboa, llamado el esgrimidor que, procesado en Santo Domingo por deudas, había recurrido á tan arriesgado ardid para huir de sus acreedores. No agradó mucho á Enciso la presencia á bordo de tan peligroso huésped, y aun le amenazó con abandonarle en una isla desierta. El atrevido[503] soldado consiguió bien pronto desarmar las iras del bachiller, y juntos siguieron navegando hasta desembarcar en Cartagena. Allí encontraron á Francisco Pizarro acaudillando los hambrientos soldados de Ojeda que, después de haber esperado cincuenta horribles días á su desgraciado jefe, habían decidido abandonar la colonia. Agregáronse á las tripulaciones de Enciso, siguiendo todos viaje hacia el golfo de Urabá. Siguiendo las indicaciones de Vasco Núñez de Balboa, conocedor de aquellas costas por haberlas recorrido con Bastidas, decidieron establecerse en la parte occidental del golfo, donde, según Balboa, no usaban los indios flechas herboladas. Allí fundaron una villa que se llamó Santa María del Darien. Pero las demasías autoritarias y la falta de tino de Enciso sublevaron bien pronto á los colonos. Amotináronse contra él, le negaron obediencia y acordaron ofrecer el mando á Nicuesa, é interinamente á Vasco Núñez. Enciso tuvo que resignarse y abandonar su naciente villa del Darien. Sabemos ya lo acaecido al imprudente Nicuesa cuando llegó á ella. Carecía,[504] como Enciso, de dotes políticas. Balboa las tenía, y fué, por tanto, confirmado en el gobierno. Enciso pasó á España para quejarse al rey de los procederes de Balboa, y á dar cuenta del desgraciado suceso de Diego de Nicuesa[577].
Fig. 419.—Mapa llamado de Lenox (1534).
Fig. 420.—Vasco Núñez de Balboa (según Herrera).
Alianzas de Balboa con los Indios.
5.—Libre ya Balboa de disensiones y obstáculos, dedicó todas sus energías á obtener provisiones guerreando con los indios. Atacó primero, y contrajo después alianza ofensiva y defensiva con el cacique de la tribu ó región de Careta ó Coiba, cuya hija tomó por mujer. Con sus aliados indígenas emprendió expediciones guerreras contra las tribus de Acla, etc., enemigas de la de Careta, que destrozó subyugando también á los jefes tribales de Poncha, Comagre, etc., con los cuales parece ser que formó una especie de confederación ocasional con fines guerreros, parecida á las descritas al hablar de las guerras indígenas. En una de las expediciones emprendidas por Balboa con sus confederados indios, obtuvieron los españoles más de 50 libras de oro (12.000 pesos). Cuentan las crónicas que al ver cómo lo pesaban y disputaban sobre su [505]reparto, uno de los hijos del cacique de Comagre, perdió la paciencia, dió un fuerte puñetazo á la balanza é increpó á los codiciosos, diciéndoles: "yo os enseñaré una región abundante de oro donde podréis saciar vuestra sed... cruzando estas montañas (y con el dedo señalaba los montes del Sur), desde los promontorios podréis ver otro mar donde hay naves no menores que las vuestras... Todo aquel lado que mira al Sur cría oro en abundancia..."
Balboa en ese momento carecía de provisiones y fuerzas para emprender la exploración indicada por su aliado, pero no olvidó la advertencia, y en el verano de 1513, habiendo recibido noticias de que estaba en camino un nuevo Gobernador nombrado por la Corte para ejecutar la sentencia contra él dictada, decidió parar el golpe acometiendo una empresa que por sus beneficios le congraciara con el Rey.
Fig. 421.—El Río de la Plata (Isolario de Alonso de Santa Cruz).
Reunió en el Darien un elegido contingente de ciento [506]noventa soldados, y el día 1.º de Septiembre salió de Careta con sus fieles amigos indígenas decidido á descubrir el mar y las regiones auríferas descritas por el indio de Comagre, ó á perecer en la demanda[578].
Descubrimiento del Mar del Sur.
6.—Con guías y taladores, que proporcionó el cacique de Poncha, penetraron los castellanos en las tenebrosas espesuras tropicales y cruzando, con increíbles fatigas y penurias, escarpados cerros, híerbosas ciénagas, grandes ríos, sobre los que echaron puentes de entrelazadas y grandes vigas; realizando, en fin, una expedición que aun hoy sería hazañosa y dificilísima, llegaron á la región ocupada por la tribu de Cuarecua, cuyo lascivo y abyecto jefe recibió á los expedicionarios en actitud hostil. Atacóle Vasco Núñez con fiereza, destrozando á los guerreros Cuarecuanos, poniéndoles en desordenada fuga [507] llegando hasta sus chozas y "echándoles allí los perros, que destrozaron unos cuarenta, para castigar sus nefandos vicios".
Fig. 422.—Parte de Sud América en la edición de Ptolomeo (1522).
Dejando en Cuarecua, ya subyugada, muchos de sus compañeros que, no acostumbrados aún á tantos trabajos y hambre, habían caído enfermos, tomó Vasco Núñez nuevos guías y se encaminó á las cumbres de las montañas. Por fin, el 25 de Septiembre del 1513 los guías Cuarecuanos mostraron á Balboa unas altas cumbres desde las cuales se podía ver el otro mar. "Las miró Vasco atentamente, dice el cronista Pedro Mártyr, mandó parar la tropa, fué delante él solo, y ocupó el vértice primero que ninguno. Postrándose en tierra, hincado de rodillas, y alzando al cielo las manos, saludó al mar Austral (Océano Pacífico)... y dió infinitas gracias á Dios y á todos los santos del cielo que le habían guardado la palma de una empresa tan grande..."
Fig. 423.—Patagón (Estampa del siglo xvi).
En señal de posesión erigieron los descubridores por aras unos montones de piedras y empezaron á descender las montañas. Salióles al encuentro con sus guerreros el cacique de Chiapes[579]. Cayeron sobre ellos los españoles "saludándoles con las escopetas y la jauría de alanos", los atemorizaron, trabaron después con su cacique buena amistad y, guiados por él mismo, descendieron de las cimas de las montañas hasta la anhelada costa, adjudicando al imperio castellano, delante de testigos y de los escribanos reales, "todo aquel mar y todas las tierras adyacentes á él". Con [508] nueve rudas canoas (culchas) facilitadas por los Chiapeños, lanzóse á explorar la Ensenada de San Miguel. Poco le faltó para ahogarse, pues tan pronto como se lanzaron á alta mar, "se vieron embestidos de tal lucha de las olas que no sabían á dónde dirigirse ni parar". Refugiáronse en una isla próxima que casi cubrió durante la noche el flujo del mar. Cuando al amanecer quedó la isla en seco por el reflujo, repararon como pudieron las destrozadas culchas y regresaron á la costa medio muertos de hambre y de sed. Después de penetrar Balboa en los territorios del cacique Tumaco, que obsequió á los conquistadores con 600 pesos de oro y gran cantidad de perlas, deseoso de dar cuenta de su gran descubrimiento, resolvió volver al Darien. Emprendió el viaje de vuelta por tierras de varios caciques (Tecocha, Pacra, Tubanamá, etc.), cuyas tribus dominó de grado ó por fuerza, y después de varios meses de hambres, fatigas, luchas é increíbles trabajos, llegó al Darien (Enero 19, 1514) ufano de su heróica empresa y descubrimiento, sin haber perdido, peleando, un solo hombre, y cargados de un rico botín. Por cartas de Pasamonte y del mismo Vasco Núñez supo el rey Católico la hazaña de su caudillo, le admitió nuevamente á su gracia nombrándole en carta á Pedrarias (Sept. 27, 1514) Adelantado de la región de la costa que tan felizmente había conseguido subyugar[580].
Pedrarias de Avila.
7.—Antes de emprender Balboa su expedición al Pacífico, la corte española, conocedora de los luctuosos sucesos del Darien [509] (Antigua), resolvió enviar un jefe que le quitara el mando que se había arrogado sin mandato real. Fué elegido para el cargo el implacable veterano Pedro Arias de Avila (Pedrarias), protegido de Fonseca y tenido por valeroso y firme. Alistáronse con Pedrarias, llamado «el justador» 1.200 soldados aguerridos de las campañas de Gonzalo de Córdoba, siendo tal el entusiasmo por la empresa, que tuvo necesidad Pedrarias de negar embarque á más de dos mil voluntarios que, aun á su propia costa, querían partir. Acompañaban á Pedrarias su esposa la denodada D.ª Isabel de Bobadilla, de gran privanza en la corte, Diego de Almagro, Hernando de Soto, Benalcázar, etc., más tarde con Pizarro conquistadores del Perú. Era escribano general y veedor de la expedición y la colonia el cronista González de Oviedo, iba como Alcalde el licenciado Espinosa, y el bachiller Enciso como Alguacil Mayor. La llegada al Darien de tan numeroso contingente (Julio, 1514), convirtió la miserable y turbulenta colonia de la Antigua en villa importante. Se edificaron nuevas residencias oficiales y se levantó una iglesia catedral que consagró D. Juan de Quevedo, Obispo nombrado para Castilla del Oro y el Darien.
Fig. 424.—Mapa de Pigafetta (Ed. Amoretti).
Apenas llegó Pedrarias á la Antigua, residenció ó procesó á [510] Balboa por su conducta anterior. Instruyó el proceso Gaspar de Espinosa y, merced á los buenos oficios del Obispo Quevedo y de D.ª Isabel de Bobadilla, fué absuelto Vasco Núñez de toda responsabilidad criminal en el suceso del desgraciado Nicuesa, aunque se le condenó civilmente á indemnizar á su encarnizado enemigo Enciso de los perjuicios que alegó haber sufrido[581].
Expediciones en el Istmo.
8.—Despachado este negocio, y como las provisiones almacenadas por Balboa eran insuficientes para mantener á todos, envió Pedrarias tres expediciones con el objeto de buscarlas entre los indios, explorando al mismo tiempo el país. Conforme con sus instrucciones y con los acuerdos del Consejo ó Asamblea Magna que se reunió en la Antigua (Darien), decidióse á abrir un camino á través del Istmo, escalonando fortalezas de Norte á Sur. No hemos de detenernos á describir en detalle los inhumanos hechos de los capitanes de Pedrarias. Sus atrocidades sin freno trocaron bien pronto la amistad de los indios hacia el europeo en odio encarnizado y feroz. Juan de Ayoras saqueó y agotó la región de Comagre; el sanguinario Morales y su compañero Francisco Pizarro llegaron hasta la isla de las Perlas, y después de degollar hombres, mujeres y hasta niños, incendiar bohíos, y recoger oro y perlas, cruzaron el golfo de San Miguel, tratando de volver al Darien por Biru, viéndose obligados á retirarse y desistir de la empresa. Vasco Núñez fué derrotado en Dabaibe con graves pérdidas; Becerra perdió en el Cenu su vida y la de sus soldados; Gonzalo de Badajoz tuvo que apelar á la fuga en las cercanías del golfo de Parita, y lo propio aconteció á Meneses en el efímero establecimiento de Santa Cruz, y á Pedrarias mismo, que capitaneó en persona una expedición al Cenu, y hubo de contentarse con reconstruir la aldea de Acla, término Norte, del camino[511] del Istmo, que llegaba hasta Panamá la Vieja, fundada en la expedición que acaudilló Gaspar de Espinosa[582].
Fig. 425.—El cronista Herrera.
Ejecución de Vasco Núñez de Balboa.
9.—Como los leguleyos y oficiales públicos, que habían ido al Darien con Pedrarias, odiaban á Vasco Núñez de Balboa, que les pagaba con la misma moneda despreciándoles y no regalándoles esclavos indios, como hacían los demás capitanes[583], intrigaron el ánimo del suspicaz y atrabiliario Pedrarias, asegurándole que Balboa quería rebelarse contra él. Vino, en tanto, de la corte el nombramiento de Adelantado en favor de Balboa, y la orden de que prosiguiera sus descubrimientos en las costas del Sur. Tan justo premio á los méritos de Balboa irritó en grado extremo los celos y suspicacias del Gobernador Pedrarias. Guardóse bien de comunicárselo al interesado, marchando, en cambio, hacia Acla con sus intrigantes [512] cortesanos para aprisionar al hidalgo. Por mediación del Obispo Quevedo pudo librarse éste de los insanos furores de Pedrarias. Prometió contraer matrimonio con una de sus hijas, que á la sazón se encontraba en España, permitiendo por su parte el de Avila, que Balboa, como Adelantado Real, continuara sus descubrimientos en el Mar del Sur. Reanudó Vasco Núñez, después de este incidente con Pedrarias, sus interrumpidos trabajos. Como le pareciera difícil encontrar al otro lado del Istmo madera suficiente y apropiada para construir embarcaciones, decidió Balboa transportar á través de las montañas la cantidad necesaria para armar dos pequeñas naves, y hacerse con ellas á la mar. Realizó con ímprobos trabajos su arriesgada empresa, estableciendo su astillero en el Río de las Balsas. Desde allí, y con sus dos rudimentarias embarcaciones, hizo una infructuosa expedición á la Isla de las Perlas. Faltándole, sin embargo, alquitrán y cordajes para seguir sus exploraciones, y habiendo llegado, además, á sus oídos que venía al Darien otro Gobernador (Lope de Sosa) para sustituir á Pedrarias, quiso cerciorarse de la verdad de tales diceres, y envió al Acla á su lugarteniente Garabito con un pequeño destacamento. Si el Gobernador nuevo había llegado, debían volver á informar á Balboa para emprender todos inmediatamente su expedición al Sur, sin contar con su beneplácito. Si Pedrarias continuaba en el mando debían los emisarios de Balboa entrar á Acla, y limitarse á pedir cordajes y alquitrán.
Fuese por una razón ó por otra, el infame Garabito traicionó á Balboa. Avistóse con Pedrarias, comunicándole que Vasco Núñez no pensaba casarse con su hija porque seguía enamorado de la hija del cacique Careta y había decidido embarcarse con ella y constituir un gobierno independiente en las costas del Mar del Sur. Estos y otros astutos chismes de serviles soldados, que el envidioso Gobernador acogía con avidez de perseguido, entenebrecieron hasta tal punto su débil espíritu que, entregándose por completo en manos de sus menguados consejeros, decidió llamar á Balboa con un pretexto, y procesarle, cuando llegara con sus compañeros, por delito [513] de alta traición. Vino Balboa del Acla sin sospechar lo que le esperaba. Francisco Pizarro le redujo á prisión apenas llegó. Instruyó un proceso Gaspar de Espinosa, condenó á los rebeldes, y aunque solicitó para ellos clemencia, Pedrarias fué implacable, é hizo decapitar á Vasco Núñez y sus fieles amigos Valderrábano, Botello y Arguello (1517) en la plaza pública del Acla.
Fig. 426.—Globo terráqueo de Schoner.
Así terminó la rápida y brillante carrera del desgraciado Vasco Núñez de Balboa, una de las personalidades más simpáticas y atrayentes de aquellos luctuosos tiempos. Incansable en el trabajo y los peligros, afable con sus subordinados, prudente, caballeresco, hábil y valerosísimo, supo ganarse amigos entre los indígenas como nadie lo había hecho antes que él. Si hubiera vivido se hubiera anticipado á Pizarro y Almagro en la conquista del Perú. Si las noticias del descubrimiento del Mar del Sur hubieran llegado á tiempo á la corte española, la ciega enemistad de un mandatario violento, y las pérfidas intrigas de unos cuantos fracasados é ineptos, no hubieran privado al mundo de capitán tan gallardo, y tal vez hubiera cambiado por completo la historia de la Conquista española en la sección del Pacífico de la América del Sur.
En el año 1519 trasladó Pedrarias el gobierno del Darien á Panamá, que se hizo villa en 1521. La Antigua fué abandonada. En 1519, Gaspar de Espinosa recorrió al Noroeste y al [514] Oeste las costas del Mar del Sur hasta el Golfo de Culebras, y en el 1522 Pascual de Andagoya penetró con sus soldados unas veinte leguas al interior del país de Biru, obteniendo de los costeños nuevos datos sobre la grandeza del imperio de los Incas.
Un desgraciado accidente le obligó, sin embargo, á volver enfermo á Panamá.
Más tarde, Juan de Basurto siguió el rumbo de Andagoya; pero deseoso de obtener mayores recursos, marchó primero á La Española, muriendo en «Nombre de Dios».
Así, llegó el año 1524 sin haber adelantado en el Mar del Sur más de lo que su inmortal descubridor Vasco Núñez de Balboa adelantó.
Con razón afirmaba el cronista Pedro Mártyr, que nunca bajo el mando de Pedrarias, "se hizo cosa alguna digna de alabanza sino matar y ser muertos, asesinar y ser asesinados..."[584].
Juan Díaz de Solís y el descubrimiento del Río de la Plata.
10.—Dijimos anteriormente que la noticia del descubrimiento de Cabral fué gran motivo de alarma para la corte española. Deseoso Fernando el Católico de eclipsar á los portugueses, encontrando el estrecho que había de conducir á las islas de Las Especias, después de nombrar á Balboa adelantado del [515] Mar del Sur, con orden de explorar sus costas, eligió al veterano navegante Juan Díaz de Solís, el más hábil, dice Herrera, de los marinos españoles de su época, para que explorara el Océano más allá de Castilla del Oro en una distancia de 1.700 leguas ó más, si le fuera posible, pero teniendo cuidado de no tocar en los territorios que, por el tratado de Tordesillas, pertenecían á la corona portuguesa. Fletó Solís tres pequeñas carabelas (una de 70 toneladas y dos de 30) con setenta hombres de tripulación, embarcó provisiones para dos años y medio, y se hizo á la vela desde Sanlúcar el día 8 de Octubre de 1515. Hizo rumbo al Brasil, llegó á las inmediaciones del actual Río Janeiro, y desde este punto, pasando cerca de las islas de Santa Catalina y de Lobos, entró en el puerto de Candelaria (hoy Maldonado), del que tomó posesión á nombre de su rey (Febrero 2, 1516). Dióse inmediatamente cuenta de que se hallaba en la desembocadura de un inmenso río que llamó de Santa María ó "Mar Dulce". Penetró en él, y con una carabela llegó hasta la isla de San Gabriel primero, y de Martín García después. Desembarcó allí (inmediaciones de Martín Chico) con ocho de sus compañeros y, al alejarse de la orilla, fué furiosamente asaltado por los salvajes (Guaranies), que asesinaron á todos los castellanos, con excepción de uno (Francisco del Puerto), y devoraron sus destrozados cuerpos con canibalística y repugnante avidez. La muerte de su jefe decidió á los marinos á volver á España. Francisco de Torres y el piloto[516] Diego García tomaron el mando de las carabelas. Al emprender el viaje de retorno naufragó cerca de Santa Catalina una de las embarcaciones, viéndose obligados sus tripulantes á permanecer en aquellas playas. Las otras dos carabelas (que se habían adelantado), después de recalar en la costa del Brasil (cabo de San Agustín) y cargar unos cientos de quintales del palo de este nombre, hicieron rumbo á España llegando á Sevilla en los primeros días de Septiembre (1516)[585].
Fig. 427.—Las islas de Los Ladrones.
Hernando de Magallanes.
11.—El virey portugués Alfonso de Alburquerque, célebre conquistador de Malaca (Aureo Quersoneso), despachó una flota en Diciembre del 1511 á las islas de Las Especias que, á principios del 1512, visitó Amboina y Banda, volviendo á Malaca con un rico cargamento de clavo[586]. El hecho de estar tales islas 50° de longitud al Este de Calicut, hizo revivir el antiguo proyecto Colombino de llegar á ellas navegando hacia el Occidente. Fernando de Magallanes resolvió realizarlo. Había nacido este célebre marino en Portugal hacia el año 1480. Fué paje del rey Don Manuel (1495), vió volver triunfante á Cabral y Vasco de Gama, se alistó en la expedición de Almeida (1505), permaneciendo siete años en las Indias Orientales, y tomando parte en la Conquista de Malaca. Al volver á Portugal, y después de pelear en Marruecos, fijo en su idea de llegar á las islas de Las Especias, navegando hacia Occidente, propuso su proyecto al rey Don Manuel, que lo rechazó de plano, negando también á Magallanes algunas otras mercedes que por sus campañas de Azamor (Africa) solicitaba.
Herido Magallanes en su orgullo con las negativas del rey de Portugal, se desnaturalizó con actos públicos y pasó á Castilla[517] á ofrecer sus servicios al Emperador Carlos V, prometiéndole llegar navegando hacia el Occidente, hasta Malaca y Maluco (las Molucas) islas donde crecían las especias y que creían no se hallaban dentro de lo perteneciente á Portugal, según la línea de demarcación trazada por Alejandro VI.
Fig. 428.—Hernando de Magallanes.
[518] Aceptó el Emperador la propuesta de Magallanes, capituló solemnemente con él y su compañero el astrónomo Ruiz Falero, y después de algunas dificultades materiales y, á pesar de los esfuerzos del embajador portugués para impedir la salida de la expedición, consiguió hacerse á la vela desde Sanlúcar de Barrameda el día 20 de Septiembre del 1519[587].
Fig. 429.—Autógrafo de Magallanes.
Su viaje y su muerte.
12.—Componíase la flota de Magallanes de cinco pequeñas naves (Trinidad, San Antonio, Concepción, Victoria y Santiago) de las que la mayor (San Antonio) apenas cargaba 150 toneladas. Las tripulaciones (270 hombres) eran singularmente cosmopolitas. Había marineros de todas las comarcas del mundo. Iban entre ellos algunos jóvenes ansiosos de aventuras, uno de los cuales (Pigafetta) nos legó en su diario la mejor relación de este viaje.
Rumbeó la escuadrilla el SE., tocando en las Canarias y siguiendo después al S. y cuarta al SO., lo que motivó un altercado entre Magallanes y uno de sus subalternos, Juan Cartagena, perdiendo la paciencia el primero, que mandó poner en un cepo al rebelde, nombrando capitán de la nao San Antonio á Antonio de Coca primero, y á Alonso de Mezquita más tarde.
El 8 de Diciembre llegaron á la costa del Brasil; el 13 fondearon en Río de Janeiro, de donde zarparon el 27, siguiendo á lo largo de la costa con rumbo al Sur.
Avistaron el cabo de Santa María, y reconocieron y navegaron el Río de la Plata hasta convencerse que allí no existía paso alguno.
El 21 de Marzo entró la armada en el puerto de San Julián, [519] y Magallanes demostró su propósito de invernar allí; pero su gente, desesperanzada de encontrar el paso, se resistió, acordando pedirle que volviera á España.
Manifestó Magallanes que no retrocedería, lo que dió lugar á la sublevación de las tripulaciones de los buques San Antonio, Concepción y Victoria, mandadas por Quesada, Mendoza y el ya mencionado Cartagena.
Notificaron los sublevados á Magallanes su resolución de abandonar el viaje, contestándoles éste que para hablar del asunto fueran á su buque, donde les esperaba.
Como era natural, se negaron á obedecer. Magallanes decidió jugar el todo por el todo. Detuvo la lancha de la San Antonio, que fué á llevarle las proposiciones de los sublevados, y envió al alguacil Espinosa á La Victoria con una carta para Mendoza, su capitán. Apenas Mendoza cogió la carta, echóse Espinosa sobre él, dándole una mortal puñalada en el cuello. Muerto Mendoza, Magallanes envió quince de sus fieles que, sin gran resistencia, izaron su bandera en La Victoria. Atemorizados los capitanes de La Concepción y la San Antonio, trataron de hacerse á la mar. Garreó, sin embargo, la San Antonio yendo á dar sobre la nave de Magallanes, que la recibió con fuego nutrido, tomándola luego al abordaje. Dominada así la insurrección, mandó Magallanes descuartizar á Mendoza, degollar á Quesada y abandonar á Cartagena, y al clérigo Sanchez Reina, en aquella tierra desierta. Previos cuatro meses de invernada, continuó viaje la escuadra el día 20 de Agosto (1520). Descubrieron el río Santa Cruz, afirmándose Magallanes en su propósito de seguir costeando aquellas regiones hasta encontrar el estrecho. El 21 de Octubre dobló el llamado Cabo de las Vírgenes.
Antes de seguir más hacia el Sur convocó á sus capitanes á junta para averiguar el estado de los víveres.
Aunque resultó que apenas podían durar tres meses, los capitanes opinaron que era bien pasar adelante y acabar la demanda que se llevaba.
Fig. 430.—Ruta de Magallanes á través del Océano Pacífico (Mapa Winsor. U. & C. H. of A., vol. II).
Sólo el portugués Gómez se opuso, alegando escasez de [521] provisiones, á lo que Magallanes replicó: Aunque tuviese que comer los cueros de las vacas con que van forradas las entenas, he de pasar adelante, y descubriré lo que he prometido al emperador.
Con esto entraron al estrecho que lleva el nombre de su descubridor, surcándolo con mucho trabajo en veinte días, sin ver habitante alguno, avistando sólo de noche hogueras en la costa del Sur, que llamaron Tierra del Fuego.
Durante la travesía, el portugués Gómez, que mandaba la San Antonio, desertó con ella vergonzosamente.
El 27 de Noviembre, y después de doblar el cabo de Todos los Santos, desembocó, por fin, Magallanes en el nuevo Océano, que llamó Pacífico, dejando descubierto el estrecho tenebroso que ciñó á sus sienes la corona de la inmortalidad[588].
Dura fué la travesía de aquel océano jamás surcado, y cuya anchura no podía Magallanes sospechar, porque nadie en su tiempo suponía existente en el globo tan inmensa masa de agua. Navegaron los intrépidos descubridores semanas tras semanas; las provisiones faltaron; llegaron á comerse hasta el forro de cuero de la parte baja del palo mayor, y cuantas ratas había á bordo.
Más de veinte hombres murieron de escorbuto, y otros estaban próximos á perecer, cuando el 6 de Marzo de 1521 avistó Magallanes unas islas que formaban parte de un archipiélago que denominó de los Ladrones (Marianas), en donde se detuvo tres días para buscar víveres.
El 16 de Marzo descubrió otra isla y en seguida muchas más á las cuales dió el nombre de San Lázaro (Filipinas). En ellas trabó relaciones de amistad con varios caciques, cambió presentes y recogió noticias para hacer más tarde su conquista.
Fig. 431.—Tierras del Estrecho de Magallanes (Isolario de Alonso de Santa Cruz).
[522] El señor más poderoso con quien trataron los castellanos, era el rey de la extensa isla de Zebú, que se declaró vasallo del rey de España. No les cabía duda de que habían llegado al principio del Asia, puesto que el esclavo malayo Enrique, que iba con Magallanes, pudo hacerse entender con los indígenas. Llegaron al islote de Mactan. Al amanecer del 27 de Abril de 1521, desembarcó en él Magallanes con un puñado de valientes. Fueron furiosamente atacados por los indígenas, y hubieron de retirarse con grandes pérdidas, siendo la mayor la del mismo Magallanes, que peleando esforzadamente quedó muerto de muchas heridas[589].
Sebastián del Cano.
13.—El resto del viaje se hizo, en su mayor parte, por regiones ya recorridas por los portugueses. Pocos días después del desgraciado fin de Magallanes, sus sucesores en el mando, Barbosa y João Serrão, fueron también asesinados por los indígenas. Sólo quedaban 150 hombres, y decidieron abandonar La Concepción, que estaba ya averiadísima, y seguir el viaje con la Victoria y la Trinidad. Después de salir de Las Filipinas, tocaron en la costa Oeste de Borneo y bajaron hacia Las Molucas. Cargaron especias en abundancia y se prepararon para volver á España; la Victoria por el Océano Indico y la costa de Africa y la Trinidad por Panamá, cruzando el Pacífico. Tuvo esta última que abandonar su temeraria empresa. De sus 54 tripulantes sólo sobrevivían 19 cuando se abandonó el viaje, y sólo cuatro de entre éstos pudieron, después de años de cautiverio, volver á España.
La navegación de la Victoria fué también peligrosa, no sólo por las tempestades de las costas Occidentales de Africa, sino por la falta de víveres. Viéronse obligados á arribar á Cabo Verde. Sabedores los colonos portugueses de esta isla que la Victoria volvía de la India con especias, retuvieron como cautivos á los tripulantes de una lancha que había ido á tierra á buscar socorros. La Victoria tuvo que hacerse á la mar apresuradamente con sólo 22 hombres. Por fin, después de una ausencia de tres años menos trece días, llegaron á Sevilla el día 7 de Septiembre del 1522. Los cautivos de Cabo Verde fueron pronto devueltos á España por los portugueses, y el emperador Carlos V recibió en su corte, solemnemente, á los 31 heroicos marinos que habían sido los primeros en dar la vuelta al mundo. Al piloto Sebastián del Cano, que los capitaneaba, se le entregaron como premio quinientos ducados; y autorizándosele á usar un escudo de armas coronado con un mundo con la siguiente leyenda: "Primus circundediste me"[590].
Fig. 432.—El estrecho de Magallanes, según Van Speilbergen (East & West Indian Mirtor, Ed. Hakluyt).
Conclusiones generales.
14.—Colón y Magallanes son las dos grandes figuras de esta época heróica de la Historia Americana; y, aunque sólo separadas por un cuarto de siglo, pertenecen, en realidad, á distintas edades. No hay en Magallanes nada del medioeval y profético misticismo Colombino. Es un hombre de acción, fuerte, enérgico, sufrido y eminentemente práctico. El viaje Colombino, rompiendo las barreras seculares del Océano, fué un acto de fé sublime. El viaje de Magallanes, sin embargo, era bastante más arduo. Más de la mitad de los navegantes ingleses y holandeses, que lo intentaron á fines del siglo xvi, tuvieron que desistir de sus empresas. El primer[525] viaje Colombino duró treinta y cinco días. La expedición de Magallanes puede decirse que empezó después de la durísima invernada de San Julián. Por estas y parecidas razones, el juicio póstumo de la historia consagra á Magallanes como navegante incomparable, y considera su viaje como el mayor esfuerzo humano que han presenciado los siglos.

CUESTIONARIO
1.—¿Qué territorios concedió la Corona española á Ojeda y Nicuesa y qué nombres se les dió?
2.—¿Qué descubrió Ojeda en su último viaje, y dónde murió?
3.—¿Qué resultados tuvo la expedición de Nicuesa y cuál fué su fin?
4.—¿Quién fué Enciso y qué viaje emprendió?
5.—¿Quién era Vasco Núñez de Balboa?
6.—¿Qué alianzas hizo Balboa con los indígenas?
7.—¿Le fueron útiles para sus empresas descubridoras?
8.—¿Quién descubrió el llamado «Mar del Sur»?
9.—¿Qué ruta siguió su descubridor?
10.—¿Quién era Pedro Arias de Avila, y qué personajes históricos le acompañaron al Darien?
11.—¿Qué resultado tuvieron las exploraciones de Espinosa, Morales, Ayoras y Badajoz en el Istmo?
12.—¿Cómo trataron á los indígenas?
13.—¿Cuál fué el motivo de la enemistad de Pedrarias y Balboa?
14.—¿Quiénes fueron los verdaderos culpables de tal enemistad?
15.—¿Qué expedición emprendió Balboa á través del Istmo y con qué objeto?
16.—¿Dónde y cómo murió Vasco Núñez de Balboa?
17.—¿Cuál es el juicio de los historiadores sobre la persona y gobierno de Pedro Arias de Avila?
[527] 18.—¿Quién descubrió el Río de la Plata?
19.—¿Dónde y cómo murió su descubridor?
20.—¿Quién fué Hernando de Magallanes?
21.-¿En qué expediciones estuvo antes de pasar á España?
22.—¿Qué capituló con el emperador Carlos V?
23.—¿Qué ruta siguió en su viaje de circunnavegación, y cuáles fueron los más notables sucesos de este viaje?
24.—¿Dónde y cómo murió Magallanes, y cómo terminó el viaje de circunnavegación Sebastián del Cano?
25.—¿Qué importancia tiene el viaje de Magallanes en la historia de la civilización?

REFERENCIAS
Generales.Giovani Battista Ramusio. Navigationi et Viaggi (Venecia, 1565). Raynal, Histoire Filosofique & Critique des etablisements & du Comerce des Europeus dans les deux Indies (Ed. 1781) y las mencionadas en los capítulos anteriores.
Balboa y Pedrarias.Markham, Traducción de la Relación de Pascual de Andagoya (Hakluyt Loc., vol. XXXIV, 1865). Cartas de Vasco Núñez de Balboa (Doc. Inéditos, y Navarrete, Coll. vol. III). Dictamen de «Gil Rodríguez de Arellano», etc. (vol. XXXVII, Doc. Inéd.), etc., etc.
Descubrimiento del Río de la Plata.J. Toribio Medina, Juan Díaz de Solís. Samuel, A. Lafone Quevedo, Juan Díaz de Solís. P. Vicente Gambón, S. J. Lecc. Hist. Argentina, Clemente Fregueiro, Hist. Argentina, etc., etc.
Vida y viaje de Magallanes.—Diario de Pigafetta (en Ramusio, Viaggi, fol. 389, 409; y en Stanley, First Voyage Round the World, 1874). Epístola de Maximiliano Transilvano, etc. (Ramusio, fol. 383, 389). Relación del Portugués, compañero de Eduardo Barbosa (Ramusio, fol. 410). Diario de Francisco de Alvo, contramaestre de la Almiranta y piloto de la nao Victoria (Ms. Archivo de Indias). Relación del último viaje al estrecho de Magallanes de la fragata Santa María de la Cabeza, en los años 1785-1786 (Madrid, 1788). Hale (Rev. Ed. E.) en Winsor N. & C. H. of A., vol. II, cap. IX, pág. 591, [529] etc. Hakluyt, Princ. Navigations (Glasgow, 1903, 1905). Vida é Viagens de Fernao de Magalhaes, con apéndice original. Diego Barros Arana (Real Academia de Lisboa). J. H. H. Guillemard, Life of Ferdinand Magellan and the first Circunnavigation of the globe (1891). Blair y J. A. Robertson, The Philippine Islands, vol. I (1903), etc., etc.
Bibliografía.Bourne, op. cit., pág. 33, etc. Winsor, N. & C. H. of A., II, 343, 613, etc. (Notas Críticas, cap. V y IX), las notas de Guillemard de la Rel. Viaje fragata Santa María de la Cabeza, y las mencionadas en los capítulos anteriores.
FIN DEL TOMO I

FOOTNOTES:

[1] Vse. Emerson, Essays. History. Frowde, Short Studies on great subjects. On History. Max Nordau, Interpretation of History (Londres, 1910), pág. 6 y sig. Letelier, La evolución de la Historia (Santiago de Chile, 1900), Vol. I, pág. 12 y sig. Altamira, La Enseñanza de la Historia, pág. 113 y sigtes. Julián Ribera, Lo científico en la Historia, pág. 2, etc. Sheldon Barnes, Studies in Historical Method. Bushnell Hart. Imag. in History (Am. Hist. Review, Vol. XV, 402). F. I. Teggart, The Circunstance and the substance of History (Am. Hist. Review, vol. XV, n.º 4), etc., etc.
[2] En la guía para el estudio de la Historia Americana de los Profesores de la Universidad de Harward (E. U.). Ed. Channing y A. Busnell Hart (Guide to the Study of American History, 1903, N. Y.), libro por más de un concepto recomendable y utilísimo, los eruditos compiladores, arrastrados por su mal entendido patrioterismo, descartan el Continente Sud Americano de la Historia General de América "porque los Latino-Americanos no han contribuído con nada de importancia, á la masa de la experiencia política y social del mundo... y porque los Españoles Americanos han adelantado muy poco en estos últimos siglos, etc." (Latín Americans have made no significant contribution to the world's stock of social & political experience, etc., página 4). La afirmación de Channing y Hart es tan peregrina y presuntuosa (boastfull, como ellos mismos dicen), que basta enunciarla para evidenciar su ridiculez.
[3] La vida independiente de las distintas nacionalidades Americanas, no debe, á mi juicio, estudiarse en la Historia General de América, sino en la Historia Particular ó Nacional de cada uno de los referidos países.
[4] En la imposibilidad de mencionar, aunque sea someramente, todas estas publicaciones, relacionadas por otra parte (las principales) en las "Referencias" y "Notas" de este primer tomo del Compendio, refiero á los estudiosos al resumen de Winsor. N. & C. H. of. A., Vol I, Apéndice VI, pág. 437, que enumera las publicaciones Arqueológicas Americanas más importantes.
[5] Véase Winsor. H. &, C. H. of. América, Vol. VIII, Ap. 1.º, pág. 412, y Comp. Guide to Am. Hist. (Chaming & Hart), pág. 39 y sig. Sobre los Archivos Españoles, véase la acertada descripción de William R. Shepperd (The Spanish Archives, etc., pág. 2 y sig., con sus notas y referencias). En general Comp. Langlois. Manuel de Bibliographie Historique, pág. 77 y siguientes.
[6] Como modelos de Colecciones Populares de Fuentes, que tan útiles serían para los Alumnos Argentinos, si se hiciesen, citaremos entre otros los Leaflets de Chaming & Hart (American History Leaflets, etc., New York), publicados bimensualmente; los Documentos Ilustrativos de Preston (Howard. W. Preston. Documents Illustrative of American History, New York), el "Quellenbuch", de Albert Pichter (Leipzig 1885), las series de B. Teller (L'histoire de France racontée par les Contemporaines. París 1880 á 1910), etc., etc. La mejor de las Bibliografías generales de Fuentes que conozco es, á mi juicio, la de Bernheim (Lehrbuch der Historischen Methode. Leipzig, 1894), pp. 188-202 y 436 y sig. Sobre el moderno Seminarium Alemán, etc., véase Langlois, op. cit. Lib. II, pág. 340 y sig. Altamira, Enseñanza de la Hist., pág. 21 y sig., etc., etc.
[7] Los catálogos de la Biblioteca Pública de Brooklyn, y el "Catálogo de Historia, Biografías y Viajes", que publica la Biblioteca de Boston, son muy valiosos. Sobre la Bibliografía Norte Americana, véase Channing & Hart. Guide, pág. 35 y sig. Winsor, N. &. C. H. of A. Vol I. Int. y VIII. pág. 469, etc. Larned, Lit. Am. Hist. pág. 4 y sig. Adams. C. K. A Manual of Historical Literature (N. Y.), etc., etc. Sobre Bibliografía en General y Bibliografía Histórica Vse. Altamira. Ens. de la Hist. pág. 175 y sig. Ch. V. Langlois, Manual de Bibliog. Hist. Cap. I. III., pág. 2 y 125, etc., etc. La obra bibliográfica, á mi juicio, más notable publicada en Sud América, además de las de Icalbazceta, es la "Biblioteca Hispano-Americana" del Dr. J. M. Beristain de Souza (Méjico 1816-1821), 3 Volúmenes. Se refiere sólo á los escritores, nacidos, educados, ó que vivían en América del Sur, y es, por tanto, de grandísimo interés. Harrisse, en su "Biblioteca Americana Vetustissima", enumera algunas Bibliografías de Hist. Americana. Los Catálogos del insigne Peruano León y Pinelo (Madrid 1629), aumentados por Barcia (1737-1738), son también utilísimos.
[8] V. Channing & Hart. Guide. pág 49 y sig y 227 y sig.—N S. Shaler en Winsor. N. & C. H. of. A. vol. IV-pág. I á XXX, en especial pág. XX-XXX. Elisée Reclus. Geog. Universel (Nord. & Sud-América).—Livingston Farrand. Basis of American History pág. 3 y sig. Cap. I á IV, y referencias, pág. 272 y sig.—Sheldon Barnes, op. cit. pág. 35 y sig. Dodd Mead's Cyclopedia I. pág. 436 y sig. y sus Bibliografías, etc., etc.
[9] Vse. Langlois y Seignobos, Int. aux. Etudes Historiques, Lib. II y III, pág. 43 á 275. Balmes, El Criterio, cap. XI y sig. Dumont, Tratado de las Pruebas Judiciales, según los Ms. de Jeremías Benthan (Trad. Gómez de Castro), vol I y II. David I. Hill, The Ethical Function of History (Am. Hist. Review, Oct. 1908). Para la Bibliografía de la Metodología Histórica, Vse. Channing & Hart, Guide, pág. 31 y sig. Dodd, Mead. Cyclopedia, vol. IX, pág. 454. Langlois, Manual de Bibliog. Hist., pág. 176, 586, etc. Repertorie Methodique pour la Synthese historique, etc. (Publicado por la Rev. de Synthese Hist., París, 1903), etc.
[10] Génesis, Cap. I. 28-II-7.
[11] Lo Prehistórico en el sentido estrictamente etimológico de la palabra, es del dominio de la Geología. No puedo aceptar las hipótesis evolucionistas de Haeckel y sus discípulos, (Keane. Etnology-Cap. II-III y sus notas Id. Man Past & Present. Cap. I-Deniker. Races of Man. Cap. I, etc.), sobre los supuestos antecesores pliocenos, etc., etc. Véase Southall—Recent origin of Man. pág. 30 y siguientes. Nadaillac "Les premiers hommes"-T-I-Cap. I, Quatrefages "L'Espece Humaine", Libro II-Capítulo X-pág. 65, etc., etc.
[12] "Man may be assumed to be prehistoric wherever his croniclings of himself are undersigned.... The term has.... no chronological significance but in its relative application corresponds to other archælogical, in contradistintion to geological periods, etc., etc." D. Wilson—Prehistoric Man. pág. 223 etc. (London 1846).—Wilson fué el primero que adoptó el término de prehistórico en el sentido expresado en el texto. Véase Winsor. Narr. & Critic. Hist. of America—I. pág. 376 y sigtes.
[13] Considero aquí la Etnología y la Arqueología como ciencias auxiliares de la historia, y no como desmembraciones de la Antropología. (Véase Keane—Etnology, pág, 5 y sigtes). No puedo tampoco aceptar la extensión que los arqueólogos americanos del Norte (Vse. New International Encyclopedia 1905-906 "Archeology American" que sigue á Thomas. Int. to the Study of North American Arch. Cap. I-II-III) dan á los objetos de la Arqueología Americana, ni la que Keane (Etnology-Cap. I) y los etnólogos de su escuela dan á los objetos de la Etnología. Cada una de estas ciencias tiene su campo de investigación limitado, y no podemos extenderlo sin caer en confusiones lamentables. (Vse. Wundt-Philosophische Studien-Vol. V, pág. 110 y sig.). Navilie-Nouvelle Clas, des Sciences (París 1901). Deniker-Races of Man. páginas 8 á 11. Topinard-Element d'Antropologie, pág. 216 (París 1885, Em. Schemidt-Centralblat für Antropologie, etc., vol. II, pág. 97 (Breslau, 1897), etc...)
[14] Véase Dana. Manual of Geology (4 Ed. New York. 1895 pág. 57 y sig.)—Prestvich. Geology Chemical, Physical & Stratigraphical (Oxford—1888). Zittell-Eastman Text Book of Paleontology (London 1900)—y en especial las memorias, boletines, etcétera, del United States Geological Survey oficina del Ministerio del Interior de los Estados Unidos de América, encargada de las investigaciones referentes á la estructura geológica y recursos minerales (Geología Económica) del país, preparación de su mapa topográfico, etc., etc. (Véase también Walcott. U. S. Geolcal. Survey. Washington 1895), y los trabajos de Burckart. Prófils Geologiques etc., y "Coupe Geologique", etc., en los An. del Museo de la Plata (La Plata 1900.—Partes I á III.ª).
[15] La tabla de sucesión geológica en general aceptada por los científicos, distingue las edades y períodos siguientes:
I.Primaria ó Paleozóica.
II.Secundaria ó Mezozóica.
III.Terciaria ó Cenozoica.{
Período Eoceno (principio de vida).
   "        Mioceno (media vida).
   "        Plioceno (plenitud de vida).
IV.Cuaternaria.{
   "        Pleistoceno.
   "        Post Pleistoceno.
   "        Contemporáneo.
Véase Keane—Etnology, pág. 51 y sig. New Int. Cyclopedia. Vol VIII. "Geology".
[16] El sabio Agassiz ha constatado huellas de los fenómenos glaciales en los valles del Amazonas y en el Río de la Plata, y opina se extendieron á todo el continente (Voyage au Bresil.—París 1869-pág. 428). Comp. Ameghino. Ant. Hombre en el Plata-T. II.º Cap. 10, 11, 14.—El límite de la moraina en los Estados Unidos puede indicarse por una línea que, partiendo de Nueva York, cruce el lado Eirie y continue hacia el Oeste y Sur del Misouri, para confundirse luego con la frontera Canadiense. Marca esta moraina terminal el límite de la invasión glacial en el segundo período—Véase I. Geikie—The Great Ice Age, etc., p. 416.—Dodge's. Advanced Geography—pág. 63 y 95. Haynes. Prehist. Arch. of. N. A. en Windsor. Narr. & Crit. Hist. of. Am. p. 332-333. Notas 1 y 2.
[17] Canchales, morainas, cantos perchados, bloques erráticos, y en especial el espeso estrato aluvial de limo y arena fina que los geólogos llaman «loess» y caracteriza la primera invasión glacial.—Véase Haynes. op. cit. Geikie, íd. Bonney-Ice work, Past & Present pág. 27 y sig. (New-York.—1890). New. Intn. Cyclopedia. "Geology"-"Glacial period"-"Glaciers"-Vol. VIII-pág. 242-402-403.
[18] La célebre é ingeniosa hipótesis de Croll, basada en las variaciones seculares de la excentricidad de la órbita terrestre (James Croll. Climate & Times, etc. Edinburgh 1885), no está comprobada científicamente, (véase Wright's-Ice Age in North América. pp. 405-505 y 585-95-Edición 1889).
[19] Fiske (Excursions of an Evolutionist pág. 57-66 y Discovery of America. pág. 7 y sigs.) T. 1.º y Keane, (Etnology p. 56, Cap. IV) al aceptar sin beneficio de inventario la hipótesis de Croll, hacen durar 300 ó 400.000 años las épocas glaciales que, según sin probar afirman, empezaron en el período plioceno de la edad terciaria. Pecan tales afirmaciones de gratuitas. La ciencia moderna tiende á colocar las invasiones glaciales (Véase Haynes en Windsor N. & C. H. of América, pág. 332 y siguientes) en los últimos períodos de la edad cuaternaria, (Hand-Book of Am. Indians. Part. I. Bull. 30 Bur. of Am. Etnology-pp. 60 y 96. Washington 1907) y á sustituir el elemento cataclísmico de "fuerza" (Howarth-Mammoth & the Flood), al elemento "tiempo" y á la uniformidad gradual preconizada por Lyell. (Geological Evidences of the Antiquity of Man. 4 Ed. London 1873.) Véase Winsor op. cit. Tomo I. págs. 332-33-82-86-87.
[20] En el hemisferio Sur, los glaciales Patagónicos se extendieron hasta las costas Argentinas y la Nueva Zelandia quedó cubierta de hielo. No se ha comprobado, sin embargo, con absoluta certeza el sincronismo del período glacial del hemisferio Sur, con el del hemisferio Norte. Véase New Intn. Cyclopedia Vol. VIII-pág. 402—Darwin Geol. Obs. in S. América pág. 21 y sig.—Ameghino op. cit. Tomo I.º, etc., etc.
[21] El conocimiento de la naturaleza de esta progresión, hace posible por el estudio de los fósiles de un estrato dado, averiguar la fase evolutiva de la vida (posición filogénica) en que existieron y asignar edad al estrato en que se encuentren. La palabra edad no indica aquí número de años, sino período evolutivo de vida. Véase Zittel-Eastman, Text Book of Paleontology (London 1900) pág. 28-71. Nicholson & Lydekker Manual of Paleontology pág 9-23 (London 1889), comp. Dana Man. of. Geolg. pág. 14 y sigts. 4.ª edición (N-S-1895).
[22] Las pretendidas evidencias del hombre terciario en América aducidas por algunos investigadores, no pueden en manera alguna aceptarse como científicas. Ni el célebre cráneo fósil de "Calaveras County" mantenido como terciario por Whitney, Fiske, etc., ni los hallazgos de Lyell, ni el "hombre Natchez" desenterrado por Dowler, en el delta del Missisipí, ni el llamado Lansig man tienen la antigüedad que algunos arqueólogos ansiosos de notoriedad han querido atribuirles. La existencia del hombre terciario en América debe rechazarse por improbada y acaso por improbable. Véase Bancroft Native Races T. IV. pág. 44 y sig. Haynes en Winsor's Nve. & Crit. Hry. of América. Tomo I. p. 375 y siguientes, etc., y Conse. en especial Handbook of Am. Indians Part. I. (Bull. 30 Bureau of Am. Etgy.) Páginas 59-74-188-759, etc.
[23] Véase Winsor Nan & Crit. Hist. of América. Vol. I. p. 332. Nadaillac. Les Premiers Hommes. I. p. 54 y sig. y L'Amerique Prehistque. p. 15 y sig. Keane. Etnology Cap. IV. p. 52 y sig., y en especial Foster Prehist. Rces. of the U. S. p. 21, y cuadro pág. 80. Comp. Lydekker (Geogcal. Hist. of Mammals) que llama á Sud América, la "región neogeica" considerándola como area de dispersión y evolución en los períodos Miocenos de muchas formas animales primitivas ó generalizadas en el sentido biológico.
[24] La causa de la extinción de estos animales gigantescos, no se ha podido explicar aún, dice Lydekker (op. cit. pág. 221) satisfactoriamente.—Howorth (Mammoth & the Flood. p. 307-444) conforme con la tradición bíblica, (Vigouroux. Les Libres Saints etc. 2 Ed. Tomo III. cap. IV y VII) da por causa de tal desaparición, el Diluvio del Génesis (Gén. cap. VI y VII). Keane (Compendium of Geog. Central & S. América Vol. I. pág. 29), se inclina á la caprichosa solución de Church y atribuye la rápida extinción de dichas faunas al avance del "mar pampeano" y al descenso de los montes del Brasil, hipótesis que á más de no estar comprobada científicamente, en el mejor de los casos no explicaría la desaparición de las faunas de Norte América. (Véase Foster op. cit. p. 21 y sig.)
[25] Véase Guide to the Antiquities of Stone Age British Museum y comp. con Gde. to Fossil Mammals & Birds, y Reptiles & Fishes (British Mus.) con los valiosos trabajos de Moreno, Lydekker, etc. Paleontología Argentina (Anales Museo de la Plata ptes. I-V) y con Ameghino (Ant. Hombre en el Plata. Tomos I y II) y Burmeister (Phisikalische Beschseivuns der Argentinischen Rep. pág. 23 y siguientes).
[26] Génesis.—Cap. I-Vol. 27-II-7.—Comp. Vigouroux. loc. cit. Peña y Fernández. Arqgía. Prehistca., pág. 125 y sig.—Winsor. Narr. & Crit. Hist. of América. Vol. I. pág. 382 y sigtes., etc.—El historiador Fiske (Discovery of America-Vol. I. pág. 2 y sigtes.) se declara á priori partidario del hombre Mioceno-Terciario (pág. 7), afirmando con sobrada ligereza que el hombre glacial es "conocidísimo por los arqueólogos" y que los Esquimales son descendientes de "el hombre de las cavernas" (pág. 15) hipótesis caprichosa y absolutamente rechazada por investigadores prudentes. (Véase Thomas. Int. to the Study of Am. Arch. Cap. IV. página 44 y siguientes y Handbook of Am. Indians. Vol. I. p. 433).
[27] Vse. Yrjo Hirn.—The Origins of Art. Cap. II.-V-VIII. Otis T. Mason. The Origins of Invention, pág. 2 y sigtes. Alfred. C. Haddon. Evolution in Art. Cap. I-pág. 15 y sigtes.
[28] Dellembaugh (The North Amcans. of Yesterday-Preface VII), y otros arqueólogos niegan toda importancia al "estilo" como criterio de investigación cronológica. Sin dejar de reconocer que tal criterio está sujeto á sinnúmero de errores de observación y juicio, es indudable que sirve de poderoso auxiliar en estas obscuras cuestiones. El estado actual de la Arqueología Americana, nos autoriza, pues, á adoptar el término medio de Thomas (op. cit. p. 11, y siguientes) y Haynes en Winsor. Narr & Cric. Hist. of. Am. Vol. I. p. 329 y siguientes. Cse. Hand Book. of. Am. Indians. (pág. 60 y siguientes).
[29] Ya antiguamente había dicho Lucrecio: (De rerum natura. Lib. V. p. 239)....
.....Arma antigua manus, ungues, dentesque fuerunt.
Et lapides, et item sylvarum fragmina ramei.
..........................................
Posterius ferri, vist est œrisque reperta.
Et prior œris erat quam ferri, cognita usus....
[30] Mortillet. La Prehistorique antiquité de l'homme. Lubock Prehistoric Times. (p. 14). Winsor Nve. Crit. Hist. of America Vol. 1.º p. 383 y siguientes. Peña y Fdez. Arqgía. Phca. (pág. 218) y siguientes, etc.
[31] Squier & Davies. Ancient Monuments, encontraron gran variedad de objetos de bronce en las minas de Chimu, (Perú). Holmes, An. Rep. Bur. of Etn. 1884-85 Ancient Art of the Chiriquis. (pág. 35 á 53,) nos describe varias aleaciones de cobre y estaño, ó cobre y oro en objetos encontrados en los límites de la Pcia. de los Chiriquis Colombia, figuras humanas, ó representaciones animales, (figs 36 á 40 op. cit.), de cobre brillante, (aleación) campanitas y otros objetos. Lafone Quevedo (Londres y Catamarca-1888) Moreno, (Notas sobre Antropología Argent. Geogcal. Journal Dec. 1901), y en especial Ambrosetti en precioso y definitivo trabajo (El Bronce en la región Calchaquie. B. Aires-1904), demuestran científicamente la existencia del bronce entre los Calchaquies de las regiones Argentinas; pero estos hechos arqueológicos, no son bastantes á mi juicio, para afirmar en general la edad del bronce Americano. La única verdad científica que tales hechos demuestran, es que los habitantes de Chimu, aniquilados por los Ancas, los Chiriquis de Colombia, y los Calchaquies de la Argentina, habían alcanzado un grado superior de cultura y que fueron tan expertos metalúrgicos y hábiles orfebres como aptos eran para fabricar las hermosas vasijas que en color y factura rivalizar pueden con las más perfectas de los Etruscos. Vse. Thomas-North. Am. Arq. (pág. 11 y sigtes.) Keane Etnology, p. 335. Dellembaugh. North Amcans. of Yesterday. (pág 33 y sig.) Bol. Inst. Geogco. Argent. Vol. XVII-XVIII-XIX-XX (Ambrosetti. Notas Arq. Calchaquie).
[32] Sobre el uso del cobre entre los Indios de la América del Norte, Vse. el Hand book of American Indians North of Mexico. Vol-I. (pág. 343), y su bibliografía, (p. 346-347). Thomas op. cit. pág. 58 y sigtes. Keane. Man Past & Present (pág. 354 y sigtes.)
[33] Véase Thomas op. cit. pág. 6 y siguientes. Dellenbaugh op. cit. pág. 10, etcétera, y comp. Deniker Races of Man. p. 511 y siguientes y sus notas. Abbot Primitive Industry, pág. 18-64. Foster op. cit. página 9 y siguientes E. T. Stevens Flint Chips. pág. 14 y sig. Fiske op. cit. I-1-19 y las Notas al Cap. del Prof. Haynes en Winsor N. & C. H. of América I-369. Marcelin Boule estudia sintéticamente el estado de esta cuestión científica, (Revue d' Anthropologie-188 pág. 647) extractando las razones aducidas en pro ó en contra de la aceptación de los útiles líticos hasta ahora encontrados en América, como pruebas de la antigüedad del hombre. Véase también Holmes Stone. Imp. of the Potomac, etc. (15 Rep. Bur. of Etnology).
[34] Winsor op. cit. p. 332 Tomo I.º (Cap. Prof. Haynes y sus notas).
[35] Memoires de la Soc. Ant. Nord 1845 p. 49 y siguientes. Lacerda y Peixoto Cont. ao Estado Antrco. das Razas Indnas. do Brasil. (Río Janeiro 1876 Mus. Nac.) Carta de Lund á Rafn (Lagoa Santa. Marzo 28-1844.) Comp. Keane Man Past a Present p. 358 y siguientes Deniker Rac. of Man pág. 511 y sus notas sobre la llamada raza de Lagoa Santa ó Paleo—Americana.—Nadaillac Am. Prehis. pág. 27 y siguientes. "Lund, decía Quatrefages (L'Homme Foss. de Lagoa Santa. Cong. Antrop. Moscow 1879 v. xxxv) ha tenido indudablemente el honor de descubrir el hombre fósil en América y el de afirmar tal descubrimiento en épocas en que la existencia del hombre cuaternario en el viejo Continente se consideraba todavía dudosa"... Comp. Keane Etnology, pág. 98 y siguientes.
[36] Nadaillac op cit. pág. 28 y siguientes. Deniker op. cit. pág. 508. Keane Etnology pág. 99 y siguientes.
[37] Arrastrado Ameghino por el delirio de las fechas remotísimas, sostuvo que el estrato geológico Pampeano, donde encontró estos fósiles, se remontaba al período plioceno ó terciario. Burmeister, cuyas afirmaciones refrendó el célebre geólogo Soren Hansen, demostró que las formaciones pampeanas pertenecían á dos épocas geológicas distintas siendo pre-glaciales solo las inferiores, y claramente cuaternarias las superiores, donde Ameghino encontró los fósiles. Véase Keane Etgy. página 98 y comp. Ameghino Ant. Homb. en el Plata, Tomo II,º, pág. 81 y siguientes.
[38] Su caparazón está compuesto de planchas exagonales sólidamente unidas y ornamentadas á veces con protuberancias cubiertas también con escamas epidérmicas consistentes. La especie más conocida es el "Glyptodon Clavipes" de los estratos pleistocenos Argentinos. Para la descripción completa consúltese Lidekker The Extinte Edentates of Argentina (An. Museo de la Plata, Vol. III. parte 2.ª 1894.) Nadaillac, Am. Preh. pág. 28 y siguientes y compse. Ameghino, op. cit. Volumen II. cap. IX-X-XI-XIV-XV.
[39] "El hombre seguramente, dice Ameghino, op. cit. pág. 532, habitaba las corazas de los Glyptodon" Burmeister (Anles. Mseo. Pco. de B. Aires) cita un Glyptodon cuya concha tenía 1 metro 64 diámetro longitudinal, 1 metro 32 de diámetro transversal y 1 metro 05 de altura, Strabon (Geog. Lib. xvi) al describir los "Chelenofagos" nos dice que cubrían sus cabañas con conchas de enormes tortugas, que algunas veces por su magnitud les servían hasta de embarcaciones.
[40] Véase Nadaillac op. cit. p. 29 y siguientes. Keane Etnology p. 98 y siguientes. Deniker Races of Man. p. 511 y siguientes.
[41] "Vasta Necrópolis de razas perdidas" la llama Reclus (Tomo xix pág. 672) copiando á Moreno. (Véase Keane Etnology pág. 89 nota 2ª)
[42] En Winsor. Narr. & Crit. Hist. of America Tomo 1.º pág. 329 y sig. (Prehist. Arch. of N. A.)
[43] Abbot. Primitive Industry. Cap. XXXII y sus notas. Comp. Deniker. Races of Man p. 511. Nadaillac. Am. Preh. pág. 19 y sigtes, y sus notas.
[44] Farrand (Basis of Am. Hist.) Cap. V. p. 71. conforme con Holmes. Preliminary Revision of the Evidence Relating to Aur. grav. Man. etc. (Amcan. Anthrop. I p. 107-121 y sigtes.), dice textualmente: "the presence of man in America at such an early date (cuaternaria) is extremely doubtfull. Thomas. (Int. to the Study of. N. A. Arch. pág. 7, dice. "We put aside glacial or paleolithic man of America, (se refiere á la del Norte) pág. 5, as yet wanting in the credentials which entitle him to a place in the scientific circles".... En el mismo sentido Keane. Et. (pág. 105 y sigtes.) Dellenbaugh-North Americans of Yesterday-Preface. VII-y Handbook Am. Indians Pt I-pág. 60.
[45] Holmes Traces of Glacial Man in Ohio (Journal of Geol. I-147-163)
[46] Bromer. Memoirs of Exploration in the Bassin of the Mississipi. V. Farraud. op. cit. (pág. 70)
[47] Véase Handbook of Am. Ind. Parte I ª "Lansig Man." (pág 759).
[48] Foster. op. cit. pág. 77. Fiske-Discovery of America. Tomo I pág. 7. etc., etc.
[49] Vse. Handbook of Am. Ind. Pte I ª "Calaveras, Man" (pág. 188).
[50] Para el estado actual de la opinión científica y de la discusión sobre la existencia del hombre paleolítico en Nte. Amca. pueden también consultarse Winsor, op cit-Notas Cap. Haynes. (pág 340 y sigtes), y Handbook. Am. Ind. Antiquity of Man. P. I. (pág 60.)
[51] A. Jakob. Unsere Erde. (pág. 47).
[52] Véase Nadaillac. Les Prem. Hommes. Vol I.ª p. 45, y comp. con Keane, Etnology. p. 58 y sigtes. Fiske. Disc. of. Amca. Vol. I.º pág. 10-28, y Winsor, Narr. & Crit. Hist. of Am. Vol. I.º (pág. 382 y sigtes).
[53] El elemento cataclísmico de fuerza, opuesto á la uniformidad gradual de Lyell Student's Elements of Geology. (pág. 159 y sigtes.), tiene por sostenedores á eminentes Geólogos, como Huxley, Prestwich, etc., y en especial á Howarth. (Mammoth & the Flood). pág. 307-44, y Southall. (Ep. of the Mammoth etc.) pág. 190-204 y Cap. 10.—Comp. con Lapparent Traité de Geologie. 2.ª ed. pág. 1282-85 y Vigouroux. Les livres Saints, etc. Vol. IIIº Cap. V y VI.º
[54] Rodolfo Cronau, por ejemplo, en el Vol. I.º pág. 29-31 de su Hist. Gral. de América, que en traducción española circula profusamente á pesar de sus falsedades sinnúmero, y evidente superficialidad científica, dice textualmente: (Ed. Espla.) "La edad remotísima (?) del hombre en California está confirmada (?)... por los objetos de su industria encontrados allí, los cuales obligan á sostener la opinión de que el hombre ha sido contemporáneo en América, del mastodonte, etc... y, que por tanto, existía ya en tiempos tan remotos, (Los 100.000 años de Hæckel, p. 29), que el cerebro humano es impotente para formarse idea de ellos"... Tal es el caso de "mischief ó maliciosa confusión" que tan acertadamente condena Huxley.
[55] Véase Keary. Dawn of History. Cap. II, pág. 38 y sigtes.
[56] Reclus. Earth and its inhabitants, III-IV-V-Shaler en Winsor. N. & C. H. of. Am. (Vol. IV pág. I á XXX).
[57] "Sudden cataclysm", dice textualmente "Keane (Etgy. p. 110 y sigtes.) such as those of the early geologists", aceptando implícitamente la opinión de Howorth, sobre la evidencia del diluvio, que niega en otro lugar glosando á Haeckel, y en especial á Topinard (L'homme dans la Nature, Cap. II á XXII, etc.)
[58] Véase Lyell. Ant of Man (4. Ed.), Cap. 2. Lubbock. Prehist Times (Cap. VII). Nadaillac. Les Prem. Homm., Vol I, Cap. V. Southall Rec. Org. of Man etc. chap. XII y Epoch of the Mammoth ch. 5.....
[59] Véase Nadaillac. Am. Phque. Cap. II, pág. 49 á 72 Deniker. Rac. of Man. p. 51. Winsor. Narr. & Crit. Hist. of America, p. 392 y sig. V. I. (Notas á Haynes). Foster. Pve. Races of U. S., cap. IV.
[60] Report Peabody Museum-1873, p. 21.
[61] On artificial Shell Heaps of Fresh Water Mollusks (Am. Mgs. Maine-1873).
[62] Jeffries Wyman. Primer investigador científico de los "Shell Heaps" de América del Norte (sus principales estudios están en American Naturalist 1868, y en el Report II. Peabody Museum, 1874). Véase también Peabody Museum Reports XX y XXII. Bancroft. Nat. Races-IV-739, y Foster. op. cit. cap. IV.
[63] Ameghino. Ant. del Hom. en el Plata. Tom. I, pág. 302 y sigtes.
[64] Véase Keane. Etgy. pág. 100. Reclus-XIX-pág. 352 y sigtes. Lacerda y Peixoto. Contribuçoes para ó estudo Anthropologico das raças indígenas. Arch. do Mus. Nac. Río Janeiro. Vol. I, 1876 y Mem. Soc. Anthrop. París, 2.ª serie. Vol II (1875-1882), pág. 535. H. von Ihering. A Civilisaçao Prehist. de Brazil (Revta. do Museu Paulista). (Vol. I, pág. 95. San Pablo, 1893). Véase también mi Cap. I.
[65] Moreno. Cimet. et "paraderos" Prehist., etc. (Rev. Antrop. 1874), pág. 72 Verneau. Crânes Prehist. de Patagonia (1894, L'Antrop., pág. 420. Deniker. Races of Man, pág. 513. Keane. Etgy., págs. 98 á 100).
[66] Véase Nadaillac Op. cit. pág 70. Report "Peabody Museum" 1874, pág. 20, donde se relacionan 20 ornamtos. de oro y plata encontrados en las Chinchas, y existentes en dicho Museo. Comp. "J. J. Navarro" (Mayor Gral. Escdra. del Pacífico). "Diario de la ocupación de las Islas Chinchas" (1864-65), en mi Archivo de familia.
[67] Véase Joly. Man before the metals. Chap. IV. Lyell. Op. cit. pág 121 y sig. Keane. Etnology, Cap. V, pág. 98-105, que sigue en este punto á "J. I. Worsaac". Prehistory of the North. En contra Southall. Op. cit. 121 y sig.
[68] "Les sambaquis datent certainement d'une èpoque reculée... Le somme de travail (?) qui representent ces amas est vraiment prodigieuse." (Vol. XIX, pág. 359).
[69] Los Athapascos atribuían al gran "Kiokkenmodingo", situado en la Punta San Jorge (San Francisco California), á los fantásticos extranjeros (Hohgates) que se transformaron en estrellas. (Véase Bancroft) Nat. Races, Vol. III, pág. 177 y sigtes.
[70] Véase, entre otros, á Winsor. Op. cit. p. 392 y sus notas. (Vol. I. Jeffries Wyman. Report. Peabody Museum T. I. p. 25 (1872)). Nadaillac. Am. Preh. p. 66 y siguientes. Keane. Etgy. p. 99 á 105. Foster. Preh. Races, pág. 97-156.
[71] Véase Nadaillac. Prem. Homnes. Vol. I, Cap. II y III. Keane. Etnology. p. 90 y sigtes. Boyd Hawkins. Researches on the Evidences on Caves. Cap. II-VII. British Museum. A. Guide to the Antiquities of Stone Age (1902), etc., etc.
[72] Véase mi Cap. I y sus notas.
[73] Winsor. Op. cit. I, pág. 390. Handbook of Am. Indians. pág. 21-71-515. Nadaillac. Am. Pque. p. 23-27-71 y sigtes. Farrand. Basis Amcan. Histry. Cap. V. Foster. Fren. Races, pág. 27-130, etc.
[74] A. S. Packard. Cave Fauna of North Amca. (Mem. Nat. Ac. Sciences. Vol. VI-1888). Hovey. Celebrated American Caverns (Cincinnati, 1882).
[75] Mercer. The hill Caves of Yucatan, pág. 122 y sigtes.
[76] Putnam. Report Peabody Museum (1875). Véase Winsor. Op. cit. Vol. I, pág. 367-390.
[77] Véase H. C. Yarrow. A further contribution to the story of the mortuary customs of the N. Amcan. Indians (Ist. Report Bur. of Etnology 1879-1880-II, pág. 92 y sigtes). Farrand op. cit., pág. 84 y sigtes.
[78] Principalmente en todo el curso del Río Rojo del Norte, en el del Missisipí y en la región Sud de los grandes lagos, hasta el golfo. Vse. Thomas. Int. Arc. p. 59.
[79] Farrand. Op. cit. pág. 74. Thomas. Op cit. pág. 50. Nadaillac. Am. Prehist. Chap. III-IV. Fiske. Discry. of America p. 140 y sigtes. Vol. I.
[80] Thomas. Op. cit. p. 52 á 79. Hand Book of Am. Indians. pág. 950. Farrand. Op. cit. p. 73.
[81] Son piramidales los mayores conocidos, ó sea el Cahokia Mound (Illinois) y el Etowa. (Cartersville-Georgia)
[82] Se encuentran principalmente en Wisconsin y algunos en Ohio y Georgia. El más famoso es el Serpent Mound (Ohio). Vse. Thomas, op. cit. pág. 55. Putnam. Serpent Mound. (Century Mag. Abril 1890). Farrand. Op. cit. pág. 76.
[83] Vse. Hand Book Am. Ind. pág. 950. Thomas. Op. cit. Fiske. Op. cit. pág. 142 y sigtes.
[84] Vse. Farrand. Basis of Am. Hist. pág. 76. Thomas. Op. cit. Chap. IX. El mejor ejemplo de esta clase de restos es el llamado "Fort Ancient" (en Ohio). Vse. Hand Book of Am. Ind., pág. 469. sobre los célebres vestigios de Newark (Ohio), y Thomas Op. cit. pág. 129 y sigtes.
[85] Farrand. Op cit. pág. 77, refiriéndose á los "recintos" observados en Arkansas. Comp. Thomas, p. 132 y 12.º Report Bureau of Etnology, que demuestran la absoluta semejanza de estos vestigios con las habitaciones aborígenes de los siglos xvi-xvii.
[86] Farrand. Op. cit. pág. 77. Thomas. Op. cit. chap. IX. Comp. Winsor N. & C. H. of Am. p. 808 y sigtes. (Vol. I). Holmes.(15th An. Rep. B. of) Et. Potomac Stone Implements. Vse. también Dellenbaugh. North. Americans of Yesterday, p. 272 y sigtes. Nadaillac. Am. Pque. Cap. IV-V. Abbot. Primitive Industry. Cap. IV-VIII.
[87] Véase Thomas. op. cit. pág. 80 y sigtes., y especialmente la admirable relación (12th Anual Report Bureau of Etnology) por el mismo autor (Pgs. 17 á 722) de las exploraciones practicadas en los "Mounds" profusamente ilustrado, y con magnífico mapa de la distribución de dichos montículos. Sobre esqueletos y sepulturas, véase Thomas, pág. 84. Int. Archgy y Comp. Id. Burial Mounds of the North. Section of U. S. (Wisconsin-Illinois, etc.) 5th An. Rep. Bur. Etgy. 1883, pág. 9 al 110.
[88] Vse. Thomas. Op. cit. p. 87. Comp. Farrand. Op. cit. p. 79. Dellenbaugh. Op. cit. pág. 88-123.
[89] Thomas. Op. cit. Cap. VIII. Farrand. Op. cit. pág. 79. Comp. Holmes. (Art in Shell Ancient Americans) (2nd An. Rep. Bur. Et. pág. 81 y sigtes.), sus datos sobre las conchas como moneda, pág. 236-239, y su bibliografía.
[90] Vse. Thomas. Int. Arch. pág. 113 y sigtes.
[91] Vse. Thomas. Op. cit. Cap. X-XI. Moorehead. Prehistorie Implements-páginas 28-69 y sus referencias.
[92] No obstante el justo rechazo por la Smithsonian Insttion. del manuscrito de Pidgeon (Vse. Winsor N. & C. H. of Am. pág. 400 y sigtes. V-I), sus especulaciones sobre el simbolismo y antigüedad de los mounds sedujeron á muchos Arqueólogos, como Conant (Foot prints of Vanished Races); Bancroft (Native Races, Vol. V, pág. 539); Foster (Preh. Races, pág. 195 y sigtes.) Nadaillac. (Amp. Pque. p. 185) que los copia (en especial á Foster), é hicieron vacilar hasta al célebre investigador Squier (Squier & Davis. Anc. Mounds Mississipi Valley), que aun reconociendo haber sido algunos "Mounds" (los de Nueva York) construídos por los Iroqueses, se inclina en otros (Missisipí) á la idea de la raza extinguida. Los Manuales de Baldwin Short aceptan sin observación estas erróneas hipótesis. Vse. Thomas. Cap. X-XI, y para la historia y bibliografía de esta controversia Winsor. (N. & C. H. of Am. Tom. I, p. 400-402 y sus notas), y Handbook, of Am. Ind. p. 949 y sigtes.
[93] Los Arqueólogos del Bureau of Etnology han explorado más de 2.000 mounds, recogiendo cerca de 40.000 objetos. (Vse. 5th Rep. B. of Et. 1888, y Thomas Op. cit., Cap. V-IX).
[94] Garcilaso de la Vega. La Florida del Inca, etc. Edición Madrid. (Oficina real, año CIƆIƆCCXXIII). Deseto, y Cta. de la Tierra Florida, por Fernando de Soto, escrita por un caballero de Elvas (1557). Traducida al Inglés por R. Hakluyt, editada por Rye (Hakluyt Society. Londres, 1851).
[95] Comparando la distribución geográfica de los mounds con la de los antiguos establecimientos de las tribus Indias, se ha llegado á determinar con precisión científica que los constructores de dichos mounds fueron los Algonkinos, Dakotas, Muskokis, Cherokees, etc. Vse. Deniker Races of Man p. 515. Thomas. Op. citadas y Hand Book of Am. Indians. (B of Et) p. 950 y sigtes.
[96] Es la llamada por Thomas "División del Pacífico", en contraposición á la de los "mounds", que llama "División del Atlántico". Vse. Thomas. op. cit. p. 17-48 y sigtes.
[97] Thomas. Op. cit. pág. 160 y sigtes. Powell. 5.º An. Rep. Bureau of Etgy. (Mapa.)
[98] Thomas. Op. cit. p. 170 Farrand. B. of A. H. p. 82. Nadaillac. Am. Phque. p. 201 y sigtes. Deniker. Op. cit. pág. 520.
[99] Vse. Keane. Compdio. Geog. N. Amca. Vol. II, pág. 61 y sigtes. (Plateau Country). Powell. Explortion. of the Colorado River, & its tributaries. Dulton. Tertiary Hist. of the Grand Cañon of the Colorado (U. S. Geol. Survey-1882. P. II). Dodge. Advced Geog. p. 165 (Plateau States). Redway & Hindman. Geog. P. 65.
[100] Vse. Thomas. Op. cit. p. 208 y sigtes. Farrand. p. 83. Keane. Man. Past. & Pt. p. 399-201. Hand Book. An. Ind. p. 305 y sigtes. Winsor. Op. cit. I, p. 395. Para descripción antigua. Vse. "Memorial" de Fray Alonso Benavides (Madrid-1630). Deben también constse. Fiske Disc. of Amca. pág. 93 y sigtes. Dellenbaugh. Amcans. of Yesterday, p. 220. Bandelier Final. Rep. of Invest. among the Indians of the S. W. U. States. (Arch. Inst of Amca Papers. Am. Series IV-569), etc., etc.
[101] Thomas. Op. cit. pág 208 y sigtes. Nordenskiold. The cliff-dwellers of the Mesa Verde. Virdsall. The Cliffs-dwellings of the Cañon of the "Mesa Verde" (Am. Geog. Soc. Bull. XXIII, p. 584-620). Nadaillac. Op. cit. p. 212 y sigtes. C. Mindeleff. Aboriginal Remains Verde Valley (13 Rep. B. of Et. p. 179-255). J. W. Fewkes. Archcal. Eption. to Arizona in 1895 (17 Rep. B. of Etgy. II Pte. p. 536 á 592). Woodburry Lowery. Spanish Settlements U. S. Chap. II-III.
[102] Los primeros exploradores Españoles las describieron dándoles el nombre de "estufas". Vse. Narración de Castañeda (pág. 414-418 de su reproducción, por Winship en el 14 Rep. B. of Etgy) Vse. Pacheco y Cárdenas. Doc. Indias. Vol. XIX, p. 529. Descto. de Cibola. (Para descripción moderna y científica) Vse. Hand Book Am. Indians B. of Etgy. (pág. 710-11).
[103] Thomas. Op. cit. p. 210. Bureau of Etgy. Stevenson (3-Rep. pág. 511 á 547). (2-Rep. p. 307). Holmes. W. H. (4th Rep. pág. 266-358). Cushing. (Id. pág. 493. J. W.) Fewkes. (17 Rep. II Pte. p. 527-741) y (22nd Rep. Pte. I, p. 17-193).
[104] Thomas. Op. cit. pág. 206 y sigtes. Nadaillac. Am. Preh. p. 214 y sigtes.
[105] Thomas. Op. cit. p. 215 y sigtes. Nordeuskiold. Op. cit. H. B. Am. Ind. p. 309 y sigtes.
[106] Castañeda. Op. cit. (Ed. Winship. 14 Rep. B. of Etgy. pág. 416 y sigtes). Véase Nadaillac. Op. cit. pág. 210.
[107] Thomas. Loc. cit. Farrand. Pág. 84 y sigtes. Op. cit. Nadaillac. Op. cit. p. 223-25.
[108] Mindeleff. "Casa Grande Ruin" (13 An. Rep. B. of. Etgy. p. 289-319). Hand Book Am. Ind. p. 210.
[109] En esta región (Calle del Río Gila) se han encontrado restos de un sistema de irrigación artificial (canales, etc.) que abrazaba áreas extensas. Vse. Hodge. Prehistoric Irrigation in Arizona (Am. Antrop. VI, pág. 323-330). Thomas. Op. cit. 221 y sigtes.
[110] Seri Indians. by W. S. Mac. Gee (17 Rep. B. of Et. p. 9 á 296. 1.ª pte.), Comp. Exploraciones del P. Kino (S. J.) en Apostólicos Afanes Ste. Jesu (p. 252 y sigtes.) escritos por un Padre de su Provincia. (Barcelona 1754). Comp. Mindeleff. Pueblo Architecture (8th A. R. B. of Et. pág. 13 á 94).
[111] "The ruins along the Salado appear to indicate structures of substantially the same type". Vse. Thomas, op. cit. p. 221.
[112] Thomas. Op. cit. p. 223 y sigtes. Bandelier. Fnal. Rep. of Invest. among Ind. S. West. U. S. (Arc. Ins. of Am. Papers. Serie IV, pág. 569).
[113] Los "Tarahumare". Vse. Lumholtz. Unknown Mexico. Vol. I, Cap. IV-V-VIII, pág. 117-62-64-75.
[114] Vse. Winsor. N. & C. H. of A. I, pág. 394 y sigtes. Foster Ph. Rces. of Amca. Nadaillac. Op. cit. pág. 257 y sigtes.
[115] Thomas. Op. cit. p. 229. Hand Book. of Am. Ind. pág. 305-309. Mindeleff. Navajo Houses (17th Rp. B. Et. II Pte. p. 475).
[116] Mindeleff. Cliff. Ruins of Cañon Chelly Arizona (16th Am. Rep. B. of Et. pág. 162-163-191).
[117] Hodge. The Enchanted Mesa (Nat. Geog. Magzne. VIII-273-284). H. Book. Am. Ind. pág. 10 (Acoma) y 665 (Katzimo).
[118] Mindeleff. Casa Grande Ruin (13 Rep. B. of Et. p. 289-318). Nadaillac. Op. cit. p. 225 á 250.
[119] Vse. Relación Alvarado-Expdción. Coronado (14th An. Rep. B. of Et. Pte. 1.ª, p. 594). Farrand. Op. cit. p. 85 y sigtes.
[120] "Es difícil, decía Montaigne (Cap. XXXI, p. 231. Edción. Cotton, Tom. I), reducir á nuestra balanza las cosas divinas sin perder y desperdiciar gran cantidad de su peso". ¿Quis enim hominum potest scire consilium Dei?... etc. dice Salomón en la Sabiduría (Cap. IX. V. 13) Comp. San Agustín. De-Genes-ad-lit. Lib. II, Cap. IX...
[121] Las especulaciones filosóficas de los Avicena, Cisalpino, Paracelsus (1520), Fabricius, etc. Vse. Solórzano. Pol. Ind. pág. 18 y sigtes. (Ed. Madrid, MDCXLVIII), como las hipótesis antropcas. de Morton. (Vse. Schoolcraft, Ind. Tribes. P. II). Agassiz. (Vse. Nott & Gliddon. Types of Mankind) y demás corifeos del poligenismo ó pluralidad de especies, han perdido toda importancia científica. Creo con Deniker (Races of Man. p. 71) "estéril y fútil esta polémica entre poligenistas y monogenistas." (Confme. Darwin. Desc. of Man. p. 252-280), ajena por otra parte á nuestro objeto. El dogma cristiano de la "unidad de origen y especie del linaje humano" (Génesis II. 7-21-23. Concilios. IV, Letran, Vaticano, etc.: Dog. de fide), está plenamente confirmado por la etnología moderna. (V. Keane. Etnogy. Cap. VII-VIII. Topinard. Anthrop. Intción. Peschell. Races of Man. pág. 6. Deniker. Op. cit. p. 21. Winsor. Narr. & C. H. of A., Vol. I, pág. 372 y sigtes., etc.)
[122] Aunque la cuna del género humano es desconocida (Vse. Powell. On limit. of use of Anthrop. data-Ist. Rep. B. of Etgy., p. 73 y sigtes.), es sentir tradicional (Vse. Peña y Fernández. Arch. Phca., p. 105 y sigtes.), también confirmado por los Etnólogos (V. Keane. Etgy., p. 336 y sigtes.), que estuvo en Asia. Establecida la antigüedad cuaternaria del hombre Americano, la cuestión pierde en importancia (Vse. Flower & Lydekker. Int. to the Study of Mammals, p. 743 y sigtes.), y los argumentos aducidos en favor del origen Asiático de los Americanos, pueden también servir para demostrar el origen Americano de los Asiáticos. (Vse. Keane. Encyclop. Britca. "American Indians").
[123] Linneo. (1738-83). "Homo Æthiopicus, Mongolicus, Americanus, Caucasicus". Keane. Etgy. Cap. VII. Winsor. Op. cit., Vol. I, pág. 370 y sigtes. Farrand. Op. cit., pág. 87 y sigtes.
[124] Keane. Op. cit., Cap. X.—Man Past & Present Cap. X. Deniker. Op. cit. p. 282. Dellenbaugh. Op. cit., p. 456. Confme. también por razones históricas Solórzano. Pol. Ind. Lib. I, Ch. V. "Alguna redundancia de chinos y tártaros". Vse. también Robertson. Hist. de Amca., Vol. II, pág. 20 y sigtes.
[125] Keane. Man Past & Present., pág. 349 y sigtes. Confme. Herrera, Década I, Libro I, Ch. VI, p. 10. Hist. Ind. Occles. "De las otras partes más políticas de Europa, dice, no parece haber rastro de haber pasado antes que nuestra gente Castellana"...
[126] Creyeron algunos autores que las culturas Aztecas, Mayas ó Incásicas, indicaban pertenecer tales pueblos á razas distintas (Vse. mi Cap. II) de la Americana, venidas á América en los tiempos históricos (Vse., entre otros, Brasseur de Bourbourg). Hist. Nat. Civ. de Mexique (París 1857-58). Popol Vuh (1861). Le Manuscrit Troano, etc. No hay tal vinculación entre culturas y razas. "Razas distintas, dice Lubbock (Orig. of Civil, p. II), en estados culturales semejantes, presentan generalmente más puntos de semejanza entre sí que una misma raza en dos etapas distintas de su historia." Por otras razones, y siguiendo á Boyd Dawkins (Early Man in Britain, p. 233), considera Fiske (op. cit. I, p. 18) á los Eskimales como de raza distinta. Esta hipotética afirmación de Fiske y otros (Vse. Robertson. Op. cit. VII. p. 24), ha sido claramente refutada por los etnólogos modernos. Vse. Farrand. Op. cit. p. 104 y sigtes. Winsor. Op. cit. I, 367-390. Thomas. Op. cit., p. 35 y sigtes. Hand Book Am. Ind. (B. of Et. p. 433 y sigtes.)
[127] Vse. Powell. Whence came the Am. Ind. (Forum-Febro. 1898). E. Morse. (Meeting Am. Association-Detroit-1897).
[128] Es ocioso discutir las aventuradas teorías de algunos etimologistas respecto á las supuestas identidades entre las lenguas Basca, Japonesa, China, etc., y la Iroquesa, Othomi, Peruana, etc "Cuando veo, dice Brinton (On Various supposed relations between Amer. & Asiatic races, p. 151), tantos volúmenes dedicados á esta equivocada investigación, etc... siento lástima del tiempo perdido por tantos hombres de intelectual valía, que pudieron emplear mejor sus esfuerzos..."
[129] Las semejanzas ó coincidencias observadas por algunos autores (Vse., entre otros, Laffiltau. Mœurs des Sav. Americaines. París. MDCCXX V. Vol. I, p. 10 á 490. Láminas I á XIX) y atribuídas á supuestas importaciones extranjeras, son más fácil y lógicamente explicables por la igualdad de constitución mental de la especie humana. "Siendo la inteligencia deseos ó necesidades humanas, dice Thomas (Mound Exp. 1894, pág. 528 y sigtes.) substancialmente los mismos siempre, y en todas partes, las primitivas obras de arte que á tales aspiraciones respondían, debían ser substancialmente las mismas, donde las condiciones eran semejantes". Vse. Keane. Etgy. pág. 128 y sigtes., 369 y sigtes. Vse. también Mason. The Org. of Invention, p. 13 á 32. Haddon. Evtion. in Art. p. 200 y sigtes. Irko Hirn. Orig. of Art. p. 45 y sigtes. y su Bibliografía.
[130] "Para propósitos históricos, dice Powell (1st Rep. Bur. of Etgy. p. 73 y sigtes.), no puede usarse ningún dato pictográfico, cuya única importancia y gran interés en América es el exhibir el principio del lenguaje escrito". De aquí el error de los que pretendieron ver en el célebre y discutido petróglifo de la Dighton Kock, por ejemplo, caracteres rúnicos, japoneses ó símbolos cristianos, que no han existido jamás. Vse. H. B. Am. Ind., p. 390-1. Garrick Mallery (10th Rep. B. of Etgy. p. 25-777). Thomas. (12th Rep. B. of Et. p. 347). Dellembaugh. Op. cit., pág. 38-59.
[131] En América no existieron jamás hasta la llegada de los Españoles buques de vela ú otros, capaces de grandes distancias marítimas, comparables á los del antiguo Continente. Las velas izadas por Cortés en el lago Mejicano maravillaron á los Aztecas. (Prescott. Conq. of Mexico, IV-28). Las canoas encontradas por Colón en el cuarto viaje (Fdo. Colón. Vda. Almte. Cap. XVI, etc.), eran manejadas á pala; los mismos Esquimales, acaso los más avezados marinos del Continente Americano, sólo conocían el "kayak" y el "umiak" manejados con pala ó remos. Vse. Hand Book. Am. Ind. I. "Eskimo"-"Navigation". Thomas. Op. cit. 35 á 47. Keane. Man P. & P. p. 356. Ratzel. The Hist. of Mankind, 896. Vol I, p. 41.
[132] Vse. Robertson. Op. cit. T. II, p. 22 y sigtes. Nadaillac. Am. Prehist. página 507 y sigtes. Baldwin. Anc. Amca., p. 165 y sigtes. Sentenach. Ensyo. sobre la Amca. Prehist., p. 17 y sigtes. Andrés Roeha. Tratado único y singular del origen de los Indios, etc. (Lima, 161.) Reeditado-1891-Madrid, que reasume las opiniones de su época sobre el punto. Lo propio, Menaseh Ben Israel. Origen. Americanos. Amsterdam, 1650. (Reedición Pérez y Junquera, Madrid) antecesor judío del célebre y obsesionado Kinsbarough. (Mexican Antiquities. London, 1831-48). 9 vols. Idem Solórzano. Op. cit. Lib. I, Cap. V. Herrera. Loc. cit. Gomara. Hist. Ind., fol. 120. Pérez del Pulgar. Continuación. Décadas Herrera. Bca. Nacnal. de Madrid. Sección Ms. (I. 22 á 31 y 85). Para la Atlantida. Cse. H. B. Am. Ind., pág. 111, y Windsor. Op. cit. I, 141 y sigtes.
[133] Virchow. Anthropgie. Amerika (p. 144-56) llega hasta afirmar, que ni el arqueólogo más práctico notaría diferencias materiales entre los útiles líticos de ambos hemisferios. Vse. Keane. Etgy., p. 345. Abbot. Prim. Indtry., p. 25 y sigtes. Foster. Op. cit., p. 18 y sigtes. y Cse. Catálogo Museo Británico "Stone Age", etc., etc.
[134] Véase Dodd Mead Cyclopedia "Man" Nadaillac. Prem. Hommes I, p. 38 y sigtes.
[135] Vse. Robertson. Op. cit. Vol. II, p. 29. Nadaillac. Am. Prehist., p. 509. Keane. Etgy., p. 365 y M. P. & P., p. 289. Comp. con Winsor. Op. cit., Vol. I, p. 328 y sigtes., etc.
[136] Thomas. Op. cit., p. 374 y sig. Dellenbaugh. Op. cit., p. 328 y sigtes., etc.
[137] Vse. Feijóo. Teatro Critico. Disc XV, p. 349, Vol. V. (Madrid MDCCXXXIII).
[138] El Bureau of American Etnology organizado en 1879 bajo la dirección de la Smithsonian Institution, es la primera autoridad en la materia (N. America). En Sud América sólo existen trabajos aislados, algunos de ellos valiosísimos, que citaremos en su lugar. Vse. H. Book Am. Ind. Bull 30. B. A. Etgy., p. 171, para la relación de los trabajos, etc., de dicha Ofna. Pública hasta el año 1908.
[139] Vse. Robertson. Hist. Am. II, p. 48 y sigtes. Farrand. Op cit., p. 89. Keane. Man P. & P. Chap. X, p. 348 y sig.
[140] Vse. Robertson. Op. cit., p. 49, II. Farrand. P. 90, op. cit. Keane. P. 349, op. cit. Ulloa. Not. Am., p. 307.
[141] Oviedo. Sumario, p. 46 y Vida Colón, Cap. 24. Robertson. Loc. cit. Farrand. Loc. cit. Keane. Loc. cit. Deniker. Races of Man, p. 60 y sigtes. Cse. Winsor. N. C. H. of A. I., Cap. V y sus notas.
[142] Keane. M. P. P., Chap. X. Farrand. Loc. cit. Robertson. Id. íd. Winsor. Loc. cit.
[143] Keane. Loc. cit. Farrand. Op. cit., Cap. X. Deniker. P. 62 y sigtes.
[144] Oviedo. Sumario. P. 41-51. Las Casas. Brev. Rel. Pág. 4. Torquemada. Mon. Ind., p. 580. Oviedo. Histria. Lib. III. Cap. VI. Herrera. Décdas. I. Lib. XX. Cap. V. F. Lozano. Desc. G. Chaco, pág. 71 y sig.
[145] Robertson. P. 52 y sig. Herrera. Dec. I. Lib. II. Cap. XVI. Keane. Loc. cit.
[146] Gumilla. Orinoco. Vol. II. 12-70-237. Laffiltau. Mæurs de Sav. Am. I. 515. Robertson. Pág. 52 y sig.
[147] Robertson. Op. cit., p. 60. Dellenbaugh. Op. cit., p. 18 y sigtes. Solís. Conquista Méjico. Vol. I. pág. 48 y sig. (Ed. Barcelona-1770).
[148] Palafox. Vdes. del Indio. P. 34 y sig. (Ed. Madrid 1893). Las Casas. Brev. Relción. de la Destrucción de las Indias. P. 38 y sig. (Sevilla, 1552). Raynal. Phil. & Pol. Hist., etc. (Trad. Yustamond. London, 1776). Vol. I-Vº. G. Migrodde. Tyrranies, et cruates des Espagnols. (Amberes, 1579). Phillips. Tears of the Indians (London, 1656, etc.)
[149] Keane. M. P. & P. Cap. X. Dellenbaugh. Op. cit., p. 18 y sigtes. y compse. Robertson. Op. cit., p. 68 y sigtes. Ulloa. Not. Amer. pp. 222. Venegas. Hist. California I, 66. Keane. Etgy. Cap. XIII, etc. etc.; sostienen con abundancia de datos algunos escritores, que la superioridad del blanco sobre el Indio obedece más bien á la influencia del medio y la educación, que á diferencias innatas de capacidad psíquica. Vse. Farrand. Op. cit., p. 254 y sigtes. Brinton. American Race, p. 42. Boas. The mind of primitive man (Science. N. S. XIII-281). Am. Moure. "Les Indiens de la province de Mato-Grosso" (Now. Annales de Voyages. 1862).
[150] Vse. Deniker. Op. cit., p. 126. Ratzel. Hist. of Mankind. Vol. I, p. 24 (London 1896).
[151] Vse. Keane. M. P. P. loc. cit. Robertson. Loc. cit. Compse. con Farrand. Op. cit., p. 260 y sigtes.
[152] Vse. Robertson. P. 89 y sig. Op. cit. Dellenbaugh. Op. cit. Cap. IX. Un cazador osado y hábil era colocado por la opinión pública al lado del guerrero más distinguido, y la alianza con el primero era frecuentemente preferida á la alianza con el segundo. Charlevoix. Hist. Now. Frce. III-115. Comp. Pedro Mártyr Anglería. Décadas p. 48, Vol. II. Gumilla. Op. cit. II-4.
[153] Vse. como ejemplo la relación de Catlin (North. Am. Ind. I, pág. 170 y sigtes.) de las mutilaciones y crueldades de las ceremonias religiosas anuales de los Mandanes. (E. U.) Reimpreso con las viñetas originales en Smithsonian. Rep. 1865. Pte. II.
[154] Vse. Farrand. Op. cit., pág. 266. Brinton. Am. Race., pág. 43 y sigtes. Lang. Myth Ritual & Religion. Vol. I. Cap. III y IV. con sus notas y referencias. Schoolcraft. Algic Researches. I. 41-P. Hierome Lalemant-Relations de la Nouvelle France 1648-pág. 70-etc. etc.
[155] Robertson. Op. cit. p. 99 y sig. Los "Iroqueses" se llaman á sí mismos los "primeros de los hombres". (Robertson. Op. cit., p. 213). La palabra "Caribe" (Rochefort. Hist. des Antilles. p. 455) significa "pueblo guerrero". Los "Cherokees" llaman á los Europeos "nadas" ó "raza maldita". (Adair. Hist. Am. Ind. p. 32). Otros llamaban á los conquistadores "espumas del mar", "hombres sin padre ni patria", "errantes en el Océano." Vse. Brinton. Am. Race, p. 42.
[156] Vse. Deniker. Op. cit., p. 124. Vierkandt. Naturwolker und Kulturwolker, p. 49 y sigtes. Brinton. Am. Race, pág. 45, etc., etc.
[157] Morgan. Ancient Society, pág. 35 y sigtes. Fiske. Disc. of Amca. I, p. 22 y sigtes.
[158] Adoptó Morgan (Ancient Society, pág. 39 y sig.) el criterio de Grosse considerando la civilización como sujeta á la producción, y á la persecución de mayor número y más fáciles medios de satisfacer necesidades y deseos, etc. Vse. Grosse. Die formen der Wirtschaft, etc., pág. 231 y sigtes. (Leipzig 1896).
[159] Vse. Otis T. Mason. Origins of invention. Pág. 84. Cap. III y 258. Cap. VII. Morgan. Op. cit., pág. 128 y sig.
[160] Vse. Otis T. Mason. Op. cit., p. 291. Fiske. Disc. of. Amca. I, pág. 27, que considera la falta de animales domésticos (buey, caballo, etc.) en América (período pastoril) como una de las causas del retardado desarrollo de las culturas indígenas. La facilidad de obtener el maíz originario de América, acaso también retardó los adelantos agrícolas.
[161] Vse. Deniker que critica esta clasificación de Morgan, y la modifica adoptando el criterio de Vierkandt Geogr. Zeitschr, III-256-315, fundado en los rasgos psíquicos, individualidad, etc. Claro es que tales clasificaciones (Deniker, Vierkandt, etc.) son de carácter general, aplicables á las distintas razas de la especie humana y no á las distintas tribus ó regiones de una sola raza. Vse. Brinton. Am. Race. pág. 48. Otis T. Mason. Op. cit. Cap. V-VII, pág. 155-257.
[162] Vse. mi nota Tit. I. Cap. II. Otis T. Mason. Op. cit. Cap. XI-XII, pág. 366, 410. Winsor. Op. cit. I, pág. 325 y sigtes.
[163] Morgan. Op. cit., p. 318. Comp. Deniker. Op. cit., pág. 127. Fiske. Op. cit. I, pág. 30-47.
[164] Vse. Maspero. Hist. Anc. Peuples Orient, pág. 150 y sigtes. (Hachette. 1904). C. Schuchhardt. Schliemann's Excavations, pág. 19 y sigtes. (Troya), 94-135. (Tiryns), 135 y sigtes. (Mycena), Trad. Sellers. Comp. Fiske. Op. cit. pág. 27 y sigtes.
[165] Tal sucedía, por ejemplo, en las familias lingüísticas Uto-Azteca y Quechua. Vse. Brinton Am. Race. pág. 28 y sigtes. y sus referencias.
[166] Vse. Lewis H. Morgan. Ancient Society (N. S. 1898) íd. íd. Houses & House life of Am. Aborg. (N. Y. 1881). Bandelier Reports Peabody Museum. H-12-13. Dr. Gustav Brühl. Die Culturvölker Alt Americas (Cincti. 1887). Brinton. Amcan. Race. 1901. Id. íd. The Myths of the New World. (3rd. Ed. Philfia. 1896). Farrand. (Op. cit.) Thomas. Int. Am. Archeol. pág. 47 y sig. Hand Book Am. Ind. North of Meco (B. A. E.)
[167] Deniker. Races of Man. pág. 128 y sigtes. Powell. Int. to Study of Am. Lang. (B. of Etgy. 1880).
[168] Vse. especialmente Garrick Mallery. Sign Language among N. A. Indians compared with that of other peoples & deaf mutes. (I Rep. Bur. of Etgy). Pág. 262-572.
[169] Deniker. Op. cit., pág. 129 y sig. Comp. Schoolcraft. Hist. Ind. Tribes U. S. Part. I, pág. 280 y sigtes.
[170] Para demostrar la generalización del lenguaje de gestos entre los Indios Norte Americanos, cita Garrick Mallery (op. cit., pág. 312 y sigtes.) el ejemplo de un profesor de sordo-mudos que pudo fácilmente comunicarse con varias tribus indias sin saber una sola palabra de sus lenguas. Es conveniente, sin embargo, hacer notar que le "lenguaje de gestos" del Indio Americano no puede confundirse con el moderno de los sordo-mudos, que presupone el conocimiento del alfabeto. Vse. Dellenbaugh. N. Am. of Yest. Pág. 17 y sigtes. Deniker. Op. cit., pág. 129. New Intnal. Cyclopedia. (Dodd Mead N. Y.) Vol. V, pág. 100 "Deaf Mutes".
[171] El célebre "Catálogo de las lenguas" de Hervás (1800-805), seguido de cerca por Adelung, en su "Mitrídates" (1805), Bopp (Vergleichende Grammatik), etc. (véase Conde de la Viñaza. Bib. Esp. de Leng. Indíg. de América. Prólogo), fué la piedra angular y punto de partida de la ciencia filológica y, en especial de la glotología de las lenguas Americanas. Hervás fué el primero que sistematizó los admirables trabajos aislados y valiosas noticias lingüísticas de los misioneros Españoles y Portugueses, á quienes tanto debe la Filología de América. (Vse. Max Muller. Doct. of the Science of Language. N. York, 1891). Vse. p.ª la filología en general y su historia científica. New. Int. Cyclopedia (Dodd. Mead & Cº). Vol. XLV, pág. 17 y sigtes., y su selecta Bibliografía.
[172] Vse. Hand. Book. Am. Ind. Parte I, pág. 757. Farrand. Op. cit., pág 81. Dellenbaugh. Op. cit., 18. Conde de la Viñaza. Op. cit., Prólogo. Powell. Evolution of Language. (1st. Rep. B. E) Id. Map of linguistic families North of Mexico (B. A. E). Winsor. Op. cit., I. Apéndice IV. Brinton. American Race. Chap. I. Keane. M. P.& P., pág. 357-68, y Etgy., pág. 558 y sigtes. Deniker. Op. cit., 130 y sig. Dean Byrne. Gen. Principles of the structure of Language. I. página 136. Pí y Margall. Hist. Gral. de América. Tomo I. pág. 578 y sigtes., etc. etc.
[173] Vse. Powell. Indian Ling. Fam. North of Mexico (Vth. Rep. Bur. of Etgy. 1891) y su precioso mapa, hoy fundamental en la materia. Comp. Keane. Man Past& Present, pág. 361 y sigtes. Deniker. Op. cit., pág. 519 y sigtes. Dellenbaugh. Op. cit., pág. 17 y sigtes. Es curioso notar que la mayor parte de las familias lingüísticas están agrupadas en la parte montañosa del Oeste de N. América. De 59 familias, 40 están entre el Pacífico y las Montañas Roquizas mientras que en todo el resto del Continente Norte-Americano sólo hay 19 familias. Lo propio se observa en Sud América. Podemos reducir á 12 los grupos lingüísticos de la vertiente del Atlántico, mientras que en los Andes y la vertiente del Pacífico se agrupan enorme número de lenguas. Vse. Deniker, pág. 519, op. cit.
[174] Conde de la Viñaza, op. cit. Prol.
[175] Keane. Central & S. America (Stanford's Geography). Vol. I, pág. 42 y sigtes. Conde de la Viñaza. Op. cit. Cuadro Alfabético, pág. 331, y Markham. (Journal Anthrop. Inst. 1895), pág. 234 y sigtes.
[176] Vse. Mooney. The Sacred formulas of the Cherokees. (6th Rep. B. of gtgy.). Tusayan Snake Ceremonies. Fewkes (16th Rep. B. of Etgy.). Bourke-Snake, Dances of the Mokis, pág. 28 y sigtes.
[177] Por ejemplo, el Chinook Jargon, usado en la costa del Pacífico, desde California hasta Alaska, para el comercio de pieles, etc., compuesto de palabras inglesas, francesas, chinooks, etc. Vse. H. Book Am. Ind. N. of Mco. p. 274. Pilling. Bibliogphy. Chinookan Lan. (Bull. B. Et. 1893). Hale. Manual of the Oregon trade Language. N. York, 1890.
[178] De aquí sus deseos de la propagación de las llamadas "Lenguas Generales", ó sean la "Quechua", Guarani, etc. (Vse. Keane. Cent. & South. Amca., pág. 37, vol. I), y los esfuerzos de la Corona Española para que se enseñara el Castellano á los Indígenas "que voluntariamente quisieran aprenderlo". Reales Cédulas al Virey Velasco (Perú) de Julio 3-1586, y Julio 25-1605, citadas por Solórzano. Pol. Ind. pág. 216. Vse. al respecto Acuña. Nuevo Descto. Amazonas. (Madrid, 1641). Edición. Madrid 1891-p. 160. P. Ruiz y Blanco. Conversión en Piritu. (Edición Madrid 1892), pág. 50. Torquemada. Mon. Ind., Lib. VI, Cap. II, y P. Joseph Gumilla. Hist. Nat. Civil y Geogca. Naciones. del Orinoco. (Barcelona MDCCLXXXXI). Caps. IV.—V.—pág. 30 y sigtes.
[179] Vse. Deniker. Op. cit., pág. 135. Holmes. Art in shell Anc. Am. (3^{rd} Rep. B. of Etgy.) pág. 240 y sigtes. Dellenbaugh. Op. cit., pág. 46 y sigtes. F. Parkman. Yesuits in N. A. in the XVI Century. Int. XIV. Morgan. League of the Iroquois, pág. 97. Schoolcraft. Hist. Nat. Tribes U. S. Part. II, pág. 231.
[180] Vse. Holmes. Art in Shell Anc. Am. (3rd Rep. B. A. E.), pág. 236 y sigtes. y su bibliografía.
[181] Vse. Garrick Mallery. Picture writing of the Am. Ind. (10^{th} An. Rep. Bur. of Et. pág. 25-777). Id. íd. Pictographs of the N. A. Indians (4th Rep. Bur. of Et. páginas 19-233). Deniker. Op. cit. pág. 137.
[182] De los Dakotas. Vse. Dellenbaugh. Op. cit. Cap. III, pág. 62. Schoolcraft. Op. cit. Parte I.ª pág. 238 y sig.
[183] La petición de los jefes "Chippewas" al Pte. de los Estdos. Udos., por ejemplo, y otros citados por Garrick Mallery. (Pic. N. A. Ind.), pág. 50-58-127-205. Véase también Dellenbaugh. Op. cit. Cap. III.
[184] Los tatuajes de los "Haidas", Garrick Mallery Op. cit. (10th Rep.), característicos é inconfundibles, pág. 400-407, y Cap. VIII pág. 215-223. Vse. asimismo Cap. IX y XX (significado) y pág. 777. (Bibliogfía). Entre las pictografías más curiosas están las de los Navajos, hechas con arena de distintos colores, con significado religioso. (Vse. Mountain Chaut. Mathews, 5th Rep. B. of. Etgy.) y Stevenson (Mythical Sand Painting Navajo Indians. (8th Rep. B. Etgy.), pág. 223 y sigtes.)
[185] Los pintaban en rojo, en pedazos de madera (red sticks), ó corteza de árbol. Algunos de ellos se han conservado como el "Walam-Olum" (palos pintados), que describe Brinton, Vol. V. Library of Am. Ab. History. "The Lenape & their Legends". Vse. Dellenbaugh. Op. cit. pág 47.
[186] Tribu de los Algonquinos. Vse. H. B. Am. Ind. pág. 858. Pte. I. El silabario fué hecho por los misioneros, con el único objeto de evangelizar estas tribus. (Véase Le Clerq). First Estabment. of the Faith in New-France (Trad. Y. G. Shea N. Y. 1891). Vol. I. No puede, pues, considerarse propiamente como indígena. De la misma clase es el silabario de los "Sauks" (Tribu Algonquina), citado por Mooney. (Am. Anthrop. Ian. 1899. Pág. 143).
[187] Poderosa tribu desprendida de la familia de los Iroqueses. Vse. H. B. Am. Ind. B. of Et. pág. 245. Mooney. Myths of the Cherokees (19th Rep. Bur. Etgy.). (Id. Sacred formulas of the Cherokees 7th Rep. B. Etgy.). El silabario fué hecho por el cherokee Sequoyah en 1821 é inmediatamente adoptado por su tribu, que pudo con él perpetuar sus tradiciones, fórmulas sagradas, etc. Hasta hoy está en uso. Vse. Dellenbaugh. Op. cit. pág. 53.
[188] Fiske. Op. cit., pág. 56 y sigtes. y sus notas bibliogcas. Vse. Lucrecio. De Rer. Natura. Lib. V-967-987. Horacio. Sat. Lib. I. Sat. III. Rousseau. Dso. sobre desigdad. de las Condnes. (Ed. Espla. 1775, pág. 56). Deniker. Op. cit., 231 á 239. H. B. Am. Ind. loc. cit. y 809-451. Dodd Mead Cyclop. "Marriage", "Man". Robertson. Op. cit., pág. 109 y sus notas, y en especial Mac Lennan. Studies on Ancient History (London, 1876). Pág. 21 y sig. Morgan. Ancient Socty., pág. 172 y sig. Spencer. Principles of Sociology. Vol. I, pág. 621-797. Comp. Garcilaso de la Vega. Comentarios Reales. (Madrid CIƆIƆCCXXIII) I. Lib. III, Cap. VIII. Figueroa. Op. cit., pág. 255, y en general los antiguos cronistas. (Vse. Cap. I).
[189] Vse. Farrand. Loc. cit. Deniker. Loc. cit. H. B. Am. Ind., 809-437-221, etc. Brinton. Loc. cit. Fiske. Loc. cit. Heckewelder. Histry., Manners & Cond. Ind. Nat. 1-208. Westermarck. Orig. of Human Marriage (1890), pág. 64 y sigtes. Owen Dorsey. Op. cit. (B. Et. 3rd Rep.), pág. 309. Powell. Op. cit. (1st Rep. B. E.), pág. 47. Letourneau. Evolution of Marriage, pág. 318. Robertson. Op. cit., pág. 78. Lettres Edifiantes. 23-318. Laffittau. S. J. Mœurs de Sanv., I-554-580. Lozano. Desc. Gran Chaco, 70. Herrera. Dec. I, lib. II, cap. XVI. Gumilla. Op. cit., II-12-70-237, etc.
[190] H. B. Am. Ind. 909. Deniker. Op. cit., 221. Farrand. Op. cit., 140-159-185-221-226. Brinton. Op. cit., pág. 49, sostiene que en la mayoría de las tribus la condición de la mujer no era más dura que la de la aldeana moderna. Compse. Robertson. Op. cit., pág. 82. Laffittau. Op. cit., I-560. Charlevoix. Nouv. France, III-285. Herrera. Década IV, Lib. IV, Cap. VII, etc.
[191] Letourneau. Evtion. of Marriage. Chap. X-XII, etc. H. B. Am. Ind., 809-457, etc. Ploss. Das Weibb (5.ª Edción., II, Cap. XI-XVI). Owen Dorsey. Soc. Omaha (3rd Rep.), pág. 251 y sigtes. Dellenbaugh. Op. cit., C. XII. Gumilla. Op. cit., II-233-238. Herrera. Décdas. VI. Lib. I, Cap. IV-VII. Lib. IX, Cap. IV. Charlevoix. Hist. du Paraguay. II-422. Laffittau. Op. cit., I-590. Lozano. Op. cit., pág. 92. Lettres Edifiantes, X-200. Robertson. Op. cit., pág. 84 y sigtes. Arriaga. Estirpción. de la Idolatría en el Perú, pág. 88 y sig.
[192] Gumilla. Op. cit., I-212. Lozano. Descrip. Gran Chaco, págs. 68-100-101. Robertson. Op. cit., II-86. Farrand. Op. cit., 201-202. Deniker. Op. cit., 247-270. Barros Arana. Op. cit., pág. 77 y sigtes. vol. I. H. Book. Am. Ind., pág. 266. Jenks. Childhood of Gishib the Ojiwa. Fewkes. Hopi Katcinas (21th Rep. B. of Et.) y en especial Matilda C. Stevenson. The Religious Life of the Zuñi Child., 5th Rep. B. of Et., pág. 533 y sigte.
[193] Farrand. Op. cit. 250-251. Deniker. Op. cit. 242. Robertson. Op. cit. II-186 y nota 61. Dellenbaugh. Op. cit. 388. Brinton. Am. Race. pág. 51 y sigtes. íd. Rel. of Primitive Peoples, pág. 209-18. Thomas. Int. Am. Arch. 56 y sigtes. Dumont. Mem. Louisiana (Natchez) I. pág. 225. Galanti. Op. cit., 114. Irko Hirn. Orig. Art. 51-59-182-184-300. Barros Arana. Op. cit., 101 y notas. Lozano. Op. cit. 408, etc. Schoolcraft. Op. cit., III-193, IV-155-224. Lafittau. Op. cit. II-386-406. Gomara. Hist. III-28. Bancroft. Nat. Races, I-555. Twaites Jesuit Relations. I. LXXII. Cattlin. Op. cit. I-483. Foster. Op. cit., 169; etc. Charlevoix. Hist. Nouv. France, III-351. Blanco. Op. cit., pág. 35. Herrera. Dec. I, lib. III, etc. Cieza de León. Crónica, caps. 28 y 33. H. Book. Am. Ind. (B. A. E.), 951 y sig. y en especial la preciosa monografía de H. E. Yarrow, A further Cont. to the Study of Mortuary Customs, etc. (1st Rep. B. A. E.), pág. 87 y siguientes.
[194] Powell. Wyandot Gvernment (1^{st} Rep. B. A. E.), págs. 60, 68 y sigtes. Id. íd. Lim. Anthrop. Data (Rep. B. A. E.), pág. 34. Brinton. Am. Race. 18, 47, etc. Fiske. Op. cit. I, 69 y 55 y sigtes. Farrand. Op. cit., Cap. XIII. Keane. Etgy., pág. 6, Man Past & Present., pág. 397 y sigtes. Deniker. Op. cit., 240-247. Morgan. Syst. of Consanguinity, pág. 29 y sigtes. Id. íd. Ancient Society, pág. 48 y sigtes. Owen Dorsey. Soc. Omaha (3rd An. Rep. B. A. E.), pág. 215-370 y sus referencias. Dellenbaugh. Op. cit., cap. XV. H. Book. Am. Ind. (B. A. E.), 15, 143, 205, 247, 303, 499, 693, etc. Robertson. Op. cit., pág. 78 y sig. Lozano. Desc. G. Chaco, pág. 32. Fernández. Relación Chiquitos, pág. 47. Acosta. Hist. IV, ch. XIX. Oviedo. Hist. Lib. III, ch. 6. Ruiz y Blanco. Con. Piritu, pág. 57 y sigtes.
[195] H. Book. Am. Ind. pág. 15. Farrand. Op. cit. 315. Parkmann. Jesuits in North. Amca. 17th Century Int. XVII. Owen Dorsey. Soc. Omaha, pág. 220 y sigtes. En algunas tribus existía la esclavitud. Los cautivos de guerra eran las víctimas usuales. Su vida y suerte eran más ó menos la de sus dueños; pero como los hijos de estos esclavos nacían esclavos, formaron en algunos pueblos (Tribus, Pacífico, etc.), una clase especial y permanente, distinta de la de los miembros del clan, de quien eran esclavos. H. B. Am. Ind. pág. 15-205. Compse. Herrera. Dec. VIII. Lib. IV. Capítulo VIII.
[196] Totem, derivado de la raiz Algonquina "od" ó "rot", lo que pertenece á una persona; en sentido amplio su clan, su tribu (Brinton. Am. Race. pág. 45). El "totem" no era nunca un objeto determinado, sino una clase de objetos, y en eso se distinguía del "fetiche". (Deniker. Op. cit. pág. 247). Vse. Dodd-Mead-Cyclop. "Totem". Keane. (Etn. pág. 11), discute la definición de Garrick-Mallery (10 Rep. B. A. E.) y cree que el carácter del Totem fué sociológico antes que mitológico, y la de Miss Fletcher (The import of Totem-American Ass. Detroit. 1897), que cree originado el Totem en los raptos ó visiones histéricas. (Keane. M. P. & P., pág. 397). En cambio Deniker, loc. cit. está conforme con Garrick-Mallery, y lo propio Frazer. Totemism (London, 1887). Smith. (2nd Rep. B. A. E., pág. 77 y sig.). Lang. Myth, Ritual & Religion. I.º 61-75-200, etc. II.º 91 á 100, 226, etc. Mgr. A. Le Roy. La Religion des Primitifs, pág. 109-123 y 169-258-456, etc. Vse. también mi Capítulo III y sus referencias. El P. Ruiz y Blanco. Conversión en Piritu, dice textualmente (Edición Suárez. Madrid 1892, pág. 51) hablando de los Cumanagotos (Colombia). "Al sapo tienen por Dios de las aguas, y por eso no lo matan". Comp. Garcilaso de la Vega. Com. Reales. Vol., I, pág. 42 y siguientes.
[197] Farrand. Op. cit., 112, 160, 206, 208. H. B. A. Ind. 227, 203, etc. Fiske. Op. cit., I, pág. 16 y sigtes. Morgan. Ancient Socty., pág. 102 y sigtes. Bandelier. On the Art & Mode of war of the Ancient Mexicans (Peabody Museum 10th An. Rep.) Brinton. Amer. Race, pág. 41 y sigtes.
[198] Farrand. Op. cit., 119, 135, 160, 208, 10, 12. Deniker. Op. cit, pág. 248 y sig. Fiske. Op. cit., pág. 62 y sig. Robertson. Op. cit., I, pág. 187 y sigtes., y sus notas.
[199] Farrand. Op. cit., 155-59 y 205-210. H. B. American Ind., 260. Keane. Etgy., páginas 7 y sigtes. Powell. Wyandot Governement., pág. 49-59 (1st. Rep. B. A. E.) Dorsey. Soc. Omaha, pág. 227 y sigtes. Acosta. Historia, IV, chap. XIX. Barros, Arana. Op. cit., vol. I, pág. 83 y sigtes.
[200] Farrand 207-211-193. Op. cit. Brinton. Op. cit. 47 y sigtes. Morgan. The league of the Iroquois, pág. 31 y sigtes. El P. Galanti. S. I., dice textte. hablando de los Tupis, "O lidiador (Mombi-xaba), ó chefe da tribu era electivo. Tinha autoridade absoluta em tempo de guerra, moderada no de paz"... Compdio. Hist. Brasil. 115. Dorsey. Socgy. Omaha, pág. 240. Powell. Wyandot Gment. pág. 63-68. Robertson, pág. 101 y sigtes. y Nota 36. Lozano Desc. Grau Chaco 93. Meléndez. Tesoros verdaderos, etcétera. H. B. Morgan, Ancient Society. 71. Fiske. Op. cit. I. 101 y sigtes. (Aztecas, Montezuma). Vse. también la curiosa Historia del llamado "King Phillip (Wampanoag)" Markham. Narr. Hist. of King Phillips War. Baudelier-Reports Peabody Museum (11.º-12.º-13.º)-íd.-The Delight Makers pág. 135 y siguientes.
[201] Farrand. Op. cit., 155-157 (Iroqueses), 188-213 (Azteca), 166 Illinois, etc., etc. Brinton. Op. cit., 49. Parkman. Jesuits in N. A. 17th Centry. Introduc. XXI. Morgan. League of the Iroquois pág. 97 y sigtes. Morgan. Anc. Socty., 119. Fiske. Op. cit., I. 72 á 82 (Iroqueses), 94 á 40 (Aztecas). H. Book Am. Ind. 337, etc. Entre las alianzas ocasionales, pueden citarse la de las tribus de Virginia y Maryland, llamada Powhatan por los historiadores, los Siete fuegos del Consejo de los Dakotas, etc., etc. (H. B. Am. Ind.), pág. 337.
[202] H. B. Am. Ind., 169, 171, 264, etc. Letourneau. Property its origin & development, pág. 44 y sig. Deniker. Op. cit., 245 y sigtes. Robertson. Op. cit. 102 y sigtes., y nota 34. Gilüi. Nachreis. Lande Guiana, 397. Farrand. Op. cit., 140, 201 y 202. P. Mártyr de Anglería. Décadas, 1-45. Barros Arana. Op. cit., I, pág. 98. Dorsey. Soc. Omaha, 366. Fowell. Wyand. Gov. 500-81. Gumilla. Op. cit., I, 265. Venegas. Hist. de la California, I, 66. Consecuencia de la propiedad comunal es la hospitalidad del Indio Americano, tan decantada por algunos escritores. Desde que los alimentos eran libres y propiedad común, el indio no era más que un guardián de ellos por las circunstancias. El odio al extranjero era común á todos; las tribus y el indio en general tenían poco de caritativos. La palabra "hospitalidad" no es, pues, aplicable al caso. Farrand. Op. cit., 255.
[203] Vse. Robertson. 107 y sigtes H. Book Am. Ind. 497, etc. Mayne. Early Hist. of Institutions, pág. 49 (London 1875). Keane. Etgy. pág. 6 y sigtes. Brinton. Op. cit. pág. 46, cita el caso de los "Heit suk" y "Kiva Kuilt" (Costa N. O. Edos. Udos.), que á pesar de tener dialectos de la misma familia, en unos regía el sistema del patriarcado y en otros el matriarcado. (Vse. Boas. 5th Rep. to the British Am. of Science, pág. 38). Powell. Sostiene sintéticamente que la evolución social indígena no fué como la europea del militarismo al industrialismo, sino del parentesco á la propiedad, etc. (Limtions. Antropcal. Data. 1st Rep. B. A. E. pág. 34 y sig.). Vse. Hoffman. Menomini Indians (14 Rep. B. A. E.). Mac Cawley. Seminole Indians (5. Am. Rep. B. A. E.) pág. 469. Los indios Guaranis, dice Lozano, aunque divididos en parcialidades, respetaba cada una á sus caciques hereditarios, á quienes el rey eximió de tributo en cuanto nobles, después de las probanzas de los Indios (Conq. Río de la Plata. I pág. 384. B. A. 1873). Vse. Oviedo. Lib. III, Cap. 6, pág. 97. Cassani. Hist. Nuev. Rno. de Granada. 226. Charlevoix. Hist. Now. France. III, 467. Lettres Edifiantes. XX-106-III. Herrera. Dec. I. Lib. I, Chap. 16 y Lib. II, 44. "Los caciques de las islas (Cuba) podían hacer hablar á sus cenis (divinidades) y por su intermedio imponer tributos." (Id. Dec. I. Lib. III, Cap. 3.º)
[204] Deniker. Op. cit., 256. Dellenbaugh. Op. cit., 375. H. Book Am. Ind., 230 Rau. Smitniau. Rep. 1872. pág. 271. Hittell. Hist. Calfnia., I, 139 (Relación Vizcaíno, 1602). Mason. Op. cit., 365. Thurn. British Guiana, pág. 270. Acuña. Op. cit., 116-130. Robertson. Op. cit., II, 107 y sigtes. Herrera. Dec. II, 193, 2, etc. Letourneau. L'Evolution du Commerce, pág. 52 sig.
[205] Deniker. Op. cit. 256. Mason. Org. Inv. 366-412. Id. íd. Bows Arrows & Quivers. N. A. Abor (Smithsonian Rep. 1893), pág. 631. Mortillet. Rev. Ecole. Anthrop. (1892). Vol. II, 92-93. Hough. Primitive Am. Armour (Rep. U. S. Nat. Mus. 1893), pág. 625. Brinton. Am. Race. 138. Robertson. Op. cit. II, 114 y Notas (37 á 42) Charlevoix. Op. cit. (Nuv. France). 215-376. Mooney. Ghost Dance Religion (14th Rep. B. A. E.) pág. 790. Dellenbaugh. Op. cit. 248 y sigtes. y Chap. II. Lozano. Op. cit. 410 y sigtes. Id. íd. (Gran Chaco). 95, íd. íd. (Paraguay) I, 144. Herrera. Déc. I. Lib. VI. Ch. 8. III. Lib. IV. Ch. 16, etc. Adair. Hist. Am. Ind. pág. 150-231-368, etc. Colden. Hist. Five Nations. pág. 125. Farrand. Op. cit. 241 y sigtes. Vargas Machuca. Milicia Indiana, I, 282 y sig. (Modo de dar guazavaras y recibirlas). II, 76-95 y sigtes (De que se hace la "yerba"), etc. Morgan. League of the Iroquois. I. 69 á 331. Abbot. Op. cit. Cap. II. V. XIX-XX-XXI, etc. Foster. Op. cit. 202 y sigtes. Blanco. Conv. Hiritu. 28. Laffitau. Op. cit. II, 69-248. Lett. Edftes. XVII-XX-XXIII, etc. Gumilla. Op. cit. I. 286. H. Book Am. Ind. 71-21-203-535-735. Moorehead. Op. cit. 212. Rep. B. A. E. 14th (Mooney). 9th (Murdoch). 18th (Nelson). 13th (Fewkes). 15th (Holmes). 2nd (Stevenson). 6th (Boas). Reports. Nat. Mus. E. U. 1897. (Maguire) 1888. (Niblaek) 1896. (Wilson). Bandelier. (10th An. Rep. Peabody Mus. 1877), pág. 107-128. Proce. U. S. Mus. Vol. XVI, pág. 219. Mortillet. Empoisonnement des Armes (Rev. Ecole. Anthop. 1891), I. 97-106. Squier. Nicaragua II. 437. Dorsey. (3rd Rep. B. A. E.), pág. 312-23. Galanti. Op. cit. I. 119-123. Barros-Arana. Op. cit. I. 83 y sig. Garcilaso de la Vega. Op. cit. II. 242, etc. Colecciones Museo de la Plata, Museo Británico, etc.
[206] Listen to the words of warning.... (Longfellow. Hiawatha. I. pág. 116 (Ed. Routde)).
[207] Rel. Nauf. y Com. Alvar Núñez Cabeza de Vaca. I. pág. 70 (Ed. Suárez). Oviedo. Op. cit. I-457.
[208] Deniker. Op. cit., 144 y sig. Farrand. Op. cit., 222 y sig. H. Book Am. Ind. (B. E.), 116-467, etc. Robertson. Op. cit. I-87-94 y sus notas. Mason. Op. cit. Cap. VI, 186-89.
[209] Deniker. Loc. cit. Farrand. Loc. cit. Mason. Op. cit., Cap. IV. Bunge. Lehzbuch Physiol. Chemie, pág. 110. Paine. Hist. Amca. I, 259-333. Dellenbaugh. Op. cit., 247-377. Fiske. Op. cit. I, 83-84. Robertson. Op. cit. I, 92-94 y sus notas y Apce. Notas 25-27-28-29-30. Compárese Barrere. Rel. France Equinox., página 155. Oviedo. Hist. Ind. Lib. VII á XV, en especial Ch. II al VIII, Lib. VII. Barros Arana. Op. cit., I, 78. Galanti. Op. cit., I, pág. 110. Lozano. Cta. Río de la Plata. Cap. XIII-IX. Garcilaso de la Vega. Com. Rles. I, Ch. XIX á XXIII. Herrera. Décadas. Tabla Gral., Vol. IV. Gomara. Hist. Gral., 198-206. Vargas Machuca. Milicia. Indna. II, pág. 126, 128.
[210] Farrand. Op. cit., 225-239 H. B. Am. Ind. (457-467-491). Gautier. (Káolin Bolivia). Sur un Certaine Argile blanche, etc... (pasa). Actes. Soc. Scient. Chile. Vol. V, 1895 (Ptes. I-3). Jenks. Wild rice gatherers of the upper lakes (19th Rep. B. A. E.), pág. 185 y sig. Dodd Mead's. Cycdia. "Man", "Food", etc.
[211] Farrand conforme con Keane. M. P. & P., pág. 419, dice textualmente: "Cannibalism as a practice can hardly be said to have existed in North America certainly not North of the Mexican border.... In practically all cases it was an empty form". (Op. cit., pág. 226). Esta rotunda afirmación es simplemente ridícula ante la sana crítica histórica. (Vse. H. Book Am. Ind. B. Etgy.), pág. 201 y sigtes.
[212] Hay que tener especial cuidado, dice Powell, (Limtions. of use of some Anthrop-data.) (1st Rep. B. A. E., pág. 78 y sigtes.) antes "de aceptar los datos de nombres, etc., de cualquier autor, sobre cualquier tribu Indígena". Lo de conservar, afirma Acuña hablando de los Indios Aguas, sus esclavos para comerlos en sus borracheras, es dicho común de los Portugueses, que andan metidos en este trato (el de esclavos indios)... "No hay en todo este río (Amazonas) carnicerías públicas en que todo el año se pesa carne de Indios, como publican los que á título de evitar semejante crueldad, la usan ellos mayor, etc..." (Cbal. de Acuña). Nvo. Descto. del Gran Río de las Amazonas, 1641. (Edción. Madrid, 1891. Lib. Rar. y Csos. II, página 120-121).
[213] La idea del Canibalismo estaba tan extendida (S. A.), que muchos pueblos del Amazonas declaraban que "preferían ser comidos por sus parientes antes que por los gusanos". Vse. Markham. List of Tribes, etc. (Journ. Anthrop. Inst. 1895, pág. 233). Mason. Op. cit., pág. 407 y sigtes. Steinmetz. Endo Kannibalismus, pág. 16 y sigtes. Martins. Zur. Ethnographie Brasiliens, 1867, pág. 430. Keane. M. Pst. & Psnt. pág. 418 y 419. Deniker. Op. cit., 146 y sig. H. Book Am. Ind. (B. A. E.), loc. cit. Dodd Mead's. Int. Cyclopedia. "Cannibalism". Bancroft. Nat. Races. II-181 y sigtes. Robertson. Pág. 126-127 y sus notas. Nadaillac. Am. Preh., 56-61. Dellenbaugh. Op. cit., 367-68-71. Barros Arana. Op. cit., I-81. Mooney. Our last Cannibal Tribe, pág. 11 y sigtes. Letourneau. Bull. Anthrop. París, X-777 (1887), XI-27-72-123 (1888). Galanti. Op. cit., 157-194-96-87. Compárese Lozano. Conq. Río de la Plata, I-392. Nájera. Desengaño Guerra de Chile, pág. 94. Charlevoix. Hist. Now. France, III-208-209 y I-259, II-14, III-21. Lettres Edifiantes. XXIII, pág. 277. Blanco. Conversión en Piritu, pág. 37 y sigtes. P. Mártyr de Anglería. Déc. I, pág. 16. Oviedo. Hist. I, pág. 125 y sigtes. Herrera. Década I, 80-16-272. Déc. II, Cap. I-II, etc. (Vse. Tabla Gral., Vol. IV).
[214] Garcilaso de la Vega. Com. Reales. I. 13-198, (Cap. XXII). Herrera. Déc. I, 24, II. En Tlascala el fuego era Dios de la vejez. I, 161. I-II, 262. 1, etc., y III, 27. 1. Compárese Payne. Hist. Am. I, 376-400. Mason. Op. cit., 82 y sigtes. 228 y sigtes. Deniker. Op. cit., 749 y sigtes. Farrand. Op. cit., 239. H. Book Am. Ind., 459-515, etc., y en especial las observaciones de W. Hough, jefe del departamento especialmente dedicado en el Museo Nacional de Washington á los métodos del salvaje para obtener fuego. (Vse. Proceedings. U. S. Nat. Museum, Dep. Etgy., 1888-1890, pág. 181-184, etc., etc.).
[215] Vse. Cabeza de Vaca. Naufragios. (Ed. cit.), I. 77-84. Schoolcraft. Op. cit. Ptes. I-IV. Pí y Margall. Op. cit. Epílogo IV. Farrand. Op. cit., 225-239. Deniker. Op. cit., 152 y sigtes. Robertson. Op. cit., 143. (Vol. II) y Nota 56. Charlevoix. Hist. Nouv. France. III. 332. Mason. Op. cit., pág. 52-75. 84 y sig. H. Book Am. Ind., 226, 467, 849, 943, etc. Lafittau. Op. cit., II, 28. Abbot. Primitive Industry. 261 y sig. Los "Metates" Mejicanos (Mettatl) eran también usados por los Indios de Arizona y Nvo. Méjico (H. B. 849). Vse. también Fewkes. Arch. Exption. to Arizona. 17th Rep. B. A. E. y Two Summers in Pueblo ruins (22th Rep. B. A. E.). Stevenson. The Zuñi Indians (23rd Rep. B. A. E.). Barber. Moqui Food-Preption. Am. Nat. XII. 456. Jenks. Wild rice gatherers. (19th Rep. B. A. E.). Mason. Migration& the Food Quest. Smitnian. Rep. 1894. I, etc., etc.
[216] Mason. Op. cit., 106. H. Book Am. Ind. 433 (Eskimo) y 600. Una ley de la Liga de los Iroqueses mandaba que si un mensajero se acercaba á los fuegos de una aldea, debía llevar una antorcha como símbolo de paz. (H. B. 601). Vse. también Hough. Develop. of Illumination (Smithnian. Rep. 1901-1902). Thomas. Int. N. H. Arch., pág. 37. Dellenbaugh. Op. cit., 252, etc. Herrera. Déc. V, 75, I, etc. Para el uso del fuego en las ceremonias, véase, entre otros, Mathews. Mountain Chant, que describe la danza del fuego de los Navajos (5th Rep. B. A. E.). Garcilaso de la Vega. Op. cit., I. 18 etc.
[217] Deniker. Op. cit., 154. Farrand. Op. cit., 232-234. Mason. Op. cit., 75-152-161. Robertson. Op. cit., II. 143. H. B. Am. Ind., 181-505-477. Cushing. Pueblo Pottery. (4th Rep. B. A. E., pág. 473 y sigtes.) Colecnes. vasijas Incásicas. Museo Arqco. de Madrid. Ambrosetti. La Civltion. Calchaquie, (XII. Cong. Amtes. París. Compte Rendu). Outes. Los Querandies, pág. 71-124. (Factura muy parecida á la de las Cerámicas Zuñis). Ambrosetti. Alfarerías Calchaquies (muy perfectas). Museo Pcial. Entre Ríos (Rev. Mus. de la Plata. Vol. III, 1892). Dellenbaugh. Op. cit., 99-122 y 428. Nadaillac. Am. Phr. 162 y sigtes. Thomas. Op. cit., 87 á 97-245-273. Galanti. Op. cit., pág. 108. Barros Arana. Op. cit., I., pág. 79 y sig. Restreppo. Los Chibchas antes de la Cta. Espla. Cap. XII-XIII, etc. Museo Nacional de Méjico. Breve Guía Descriptiva. Stevenson. Colecnes. Pblos. Zuñi, Wolpi, Arizona, etc. (3rd An. Rep. B. A. E., pág. 519). (2nd An. Rep. B. E. 337 á 421). Holmes. Pottery of Ancient Pueblos (4th An. Rep., pág. 266-358). Id. Orig. & Develop. of form. & ornament in Ceramic Art. (4th Rep. B. E), página 437 y sig. Id. Arte Antguo. Chiriquis (6th An. Rep., pág. 35-37.) (6th Rep. B. E., pág. 195). Colleccion Seller. Mseo. Arqco. Berlín. (Bull. 28. Bur. Etgy., pág. 75-635), etc., etc.
[218] Deniker. Op. cit., pág. 158. Robertson. Op. cit., 196 y sus notas. Cabeza de Vaca. Naufgios. I. Cap. XXVI. H. Book Am. Ind., 150-194-468. Lozano. Conqta. Río de la Plata. I. 229-427, etc., y 199 y sigtes. (mate) en que cita á Ruiz Montoya. Conqta. Esptual. Oviedo. Hist. III. 113. Galanti. S. I. Op. cit., I. 112. Gumilla. Op. cit., I. 257-286 (Otomaques). Letourneau (Sociologie. París 1880) habla también de un polvo llamado "parica" que tomaban los Indios del Amazonas en la misma forma que los Otomaques, entre dos personas, y soplando una con un tubo el polvo en la nariz de la otra. (Letneau. 44 y sigtes., y Gumilla, loc. cit.). Vse. también Gatschet. Creek Migrations Legends II. 56. Hardlicka. Tesvino Among Apaches (Amcan. Anthrop. VI. 190). Meléndez. Tesoros Verdaderos. III. 369. Ulloa. Not. I. 249-337. Lozano. Desc. Gran Chaco. 56-103. Torquemada. Mon. Ind. I. 335, etc., etc.
[219] El "Calumet" (con ó sin recipiente, para tabaco) era uno de los objetos más sagrados de los Indios de Nte. América. El simbolismo del "Calumet" en sus colores era generalmente de Asamblea, Walhalla ó Consejo de Dioses, y los tratados ratificados fumando el calumet no podían violarse sin incurrir en sus iras. Cada aldea tenía su "calumet" ó "pipa de paz". El que viajaba con ella era intangible aun pasando entre enemigos. Entre los Iroqueses era costumbre fumar tabaco durante las tormentas para atraer la lluvia. Se acompañaba generalmente este curioso holocausto con danzas especiales. Vse. Dellenbaugh. 171-364 y sigtes. H. B. Am. Ind. 191. Farrand. Op. cit., 137 (Sioux). Mac Guire. American Abor. Pipes (Rep. Nat. Mus. 1887, página 468). Thomas. Op. cit., 99. Lafittau. Op. cit. II. 231. Twaites. Jes. Relations. I. LXXIII. (Ed. 1696-1901). Lesueur. Le dance du Calumet (Soirees Candienues. IV. 1864). Dorsey. Omaha Sociology. (3rd Rep. B. A. E.), etc.
[220] Farrand. Op. cit., pág. 213 y Cap. III-IV. Deniker. Op. cit., pág. 160 y sig. Robertson. Op. cit. pág. 189 y sig. (Notas 51-56). Dellenbaugh. Op. cit., Cap. VIII, pág. 194. Brinton. Am. Race, pág. 51. Fiske. Op. cit., pág. 76-84. Thomas. Op. cit., 339-342. H. B. Am. Ind., pág. 77-126-131-165-410-515-601, etc., y Bibliografías. Herrera. Déc. II. 183. II. 190. II. 47. II. 288. 1-I. 46. I. 22-2. I. 23-1. I. 24-2. V. 8-2. IV. 63-2. (Vse. Tabla Vol. IV). Lozano. Conq. Río Plata. I. 383-417-424, etc. Barros Arana. Op. cit., I. 79. P. Diego Rosales. Hist. Gral., Lib. I, Cap. XXV-XXVI-XXVII. Morgan. Houses & house life Am. Ind. 126 sigtes. Cattlin. Am. Ind. I. 81. Brinton. Lineal Measures of Sem. Civ. Nat. of Mco. & C. Aca. (Essays of an Americanist, pág. 433.) Galanti. Op. cit., I. 84-85 (Tabas, etc.) Lafittau. Op. cit., II. 4. Torquemada. Op. cit., I. 247. Barrere. Nouv. Rel. France Equin., 146-147. Wilson. Account of Guiana. Purchass. Pilg. Vol. IV, pág. 1263-91. Gumilla. Op. cit., I. 255-383, etc. Oviedo. Sum., pág. 53 y sigtes. B. A. Etgy. Rep. 17 (Mindeleff) 3rd. (Dorsey) 14th. (Winship., Coronado Exption.). Mason. Op. cit., 247 y sigtes., etc., etc.
[221] Deniker. Op. cit., 170. Westermark. Human Marriage, pág. 196-212 y sigtes. Irko Hirn. Orig. of Art., 196-214, y su biblogfia. Ratzell. Volkerkunde I. 64. Delisle. Deformation Craneane Cons. Am. París. 1892, pág. 300. Tylor. Primve. Culture. II. 24. Steinen. Unten der Naturvolquen, pág. 75-86-184. Heriot. Travels through Canada, pág. 293. Garrik Mallery. (10th Rep. B. A. E., pág. 418 y sig.) Thurn. Ind. Guiana (196-305). Dobrizhoffer. Abipones. I. 19. Farrand. Op. cit., 228-235. Robertson. II. 136-138-139. Comp. H. Book Am. Ind., 16-310, etc. Acuña. Op. cit., 116-130. Lozano. Conq. Río de la Plata. I. 393. Oviedo. Hist. III. Ch. V. Charlevoix. Hist. Now. Fce. III. 323-278-327. Gumilla. Op. cit., I. 191-202-67. Herrera. Déc. IV Lib. III, X, etc.
[222] Lafittau. II. 53 Purchass Pilg. IV. 1287. Lettres Edifiantes. XX. 223. Holmes. Art in Shell Am. Amcans. 2nd Rep B. E., pág. 188 y sigtes. Deniker. Loc. cit. Farrand. Op. cit., 236. Dall. 3rd Am. Rep. B. E. pág. 192 y sig. H. Book Am. Ind. 97-151. Dellenbaugh. Op. cit., 122-125. Garcilaso de la Vega. I. 27-296 (Urcos). Abertura orejas símbolo dignidad. I. 217. Sob. II. 179, etc., etc...
[223] Garcilaso de la Vega. Op. cit. I. 217. Vse. Barros Arana. Op. cit., I. 82. El Indio Chileno, por excepción digna de nota, no usaba pinturas, tatuajes ni deformaciones Étnicas, á pesar afirmación Letourneau (Sociologie, pág. 78), que dice se perforaban la nariz. (B. H. 83).
[224] Farrand. Op. cit., 234. Deniker. Op. cit., 184. Mason. Org. Inv., 224, Cap. VII. Dellenbaugh. Op. cit., pág. 89 y sigtes. Catten. Smithnian. Rep. (1885), pág. 450-451. Dorsey. (3rd Rep. B. E., pág. 310). Carta Coronado. Relación Post. Cibola y Narrción. Jaramillo. (14th Rep. B. Etgy., 562-566-587). H. Book Am. Ind., 125-153-310-477, etc. Bancroft. Nat. Races, Vol. II, pág. 484. Z. Nuttall. Peabody Mus. Papers (Trabajos en plumas). En las Salas Capitulares del Real Monasterio del Escorial, existe un preciosísimo ornamento (mitra) típico de esta clase de adornos. Vse. también Holmes. (3rd An. Rep., pág. 293). Robertson. II. Nota 48. Fdo. Colón. Vda. del Almirante. Cap. XXIV. Mathews. Navajo Weavers (3rd An. Rep., pág. 175). Prescott. Conq. of Mexico. I. Ch. V. II. Cap. 1. Garcilaso de la Vega. Op. cit., I. 217-300-312, etc. II. 137-139-272, etc. Squier. Nicaragua, pág. 295. Lozano. Conq. R. Plata. II. 384, etc., etc.
[225] Robertson. Op. cit., II. 89. Gumilla. Op. cit., II-I. 4. Acuña. Op. cit., I. 156. Bancroft. Nat. Hist. of Guiana, 280. Farrand. Op. cit., 224. Deniker. Op. cit., 189. H. Book Am. Ind., 460-580. Lozano. Conq. Río Plata. I. 395-407. Barros Arana. Op. cit. I. Cap. IV. Adair. Hist. Am. Ind. I. 216 y sig. Jesuit Relations. (Ed. Twaites). I á LXXIII. Dellenbaugh. Op. cit., 270 y sigtes. Mason. Op. cit., 258 y sig. Galanti. Op. cit., 111. Rev. Insto. Geogco. Brasilero. Vol. II. Pág. 552, XII. pág. 372-354. Schoolcraft. Ind. Tribes. I-VI. Pí y Margall. Op. cit., Epílogo. Vol. II. Bureau of Etgy. Reports. 2nd (Holmes). 9th (Murdoch). 6th (Boas). 11 (Turner). 14 (Hoffmann). 18 (Adison), etc. Cse. también Rau. Prehist. Fishing. Smithsonian Institution. Rep. XXV. (1884).
[226] Deniker. Op. cit., 193. Hahn. Die Hansthiere, etc. (Leipzig. 1896). I. 321-241. Farrand. Op. cit., 225. Robertson. Op. cit., II. 91-92-97. (Nota 30). Gumilla. III. 902. Buffon. Hist. Philque. et Pol. de deux Indes. IV. 364. Fiske. 83-84. I. Op. cit. Mason. Orig. Ind. 183-291. Olv. Ordinaire. (Rev. Etngie. 1887). Vol. VI. 282. Dellenbaugh. Op. cit., 335. Brinton. Am. Race. 51. I. I. von Tschudi. "Das Lama". (Zeitschrift für Ethnologie. 1885. s. 108). Sagard. Hist. Canada. I. 265-266. (Ed. 1866). Brinton. Myths of N. World. 22-1868. Schoolcraft. Ind. Tribes. I. 80. Bancroft. Nat. Races. I. 538. H. B. Am. Indians. 21-388. Rep. (B. A. E.) expte. 2nd. (Holmes). 3rd. (Stevenson) 14. (Winship) 23. (Stevenson), etc.
[227] H. Book Am. Ind. 126-131-165-601 y 603. Powell. 20th Rep. B. A. Egy. (Technology-Implements.)
[228] Herrera. Déc. I. 21-101-150-26-131. II. 196 (La Española). III. 267. 1 (Est-Magallanes). IV. 198-1. (Nva. Espña.), etc. Véase también H. Book. Am. Ind. 157-330-436, etc. Deniker. Op. cit., 277. Farrand. 237 y Cap. II. Mason. Org. Inv. 325, 365, etc. Thurn. Ind. Brit. Guiana, pág. 195 (Londres 1883). Mason. Cradles Am. Abor. (U. S. Nat. Mus. Rep. 1887), pág. 161-235. Relación Castañeda (14th Am. Rep. B. A. E., pág. 190). Dellenbaugh, pág. 276. Robertson. 144 y sig. y Nota 55-6. Op. cit., V-II. Labat. Voyages. II. 91-131. Lafittau. Op. cit. II. 213. Bur. Am. Etgy. Reports. 6.º (Boas), 592 y sig 9.º (Murdoch). 344-58. II (Turner), 241-308-312. 14.º (Hoffmann), pág. 292 y sigtes., etc., etc.
[229] Parkman. Conspiracy of Pontiac 1. 339, describe este episodio luctuoso en palpitantes páginas. Vse. H. Book Am. Ind. 51-483. Spencer. Sociology. III, 201-203. Groos. Die Spiele der Menschen, pág. 508-509. Irko. Hirn. Orig. Art. pág. 20 y sigtes. Deniker. Op. cit. 196. Lumholtz. Unknown Mexico 1. 272 y sigtes. Adair. Hist. Am. Indians. I. 421. Dellenbaugh. Op. cit. 321. Mooney. 14. Rep. B. A. E. 1.002-1.003. Robertson. Op. cit. II. 195. Lafittau. Op. cit. II. 358. Herrera. Dec. II. Lib. VII. Cap. 8. Dec. IX. Lib. X. Cap. 4. Charlevoix. Hist. Nouv. France. III. 261-318. Lozano. Paraguay. I. 149, y en especial Culin. American Indian Games. 24 Report. B. A. E.
[230] H. Book Am. Ind. 400. Deniker. Op. cit, 197. Dellenbaugh. Op. cit., 285 y sig. Bandelier. Delight Makers. 39 y sigtes. Prescott. Conq. of Mexico. 52. Acosta. Hist. Ind. Lib. V, Cap. XXX. Morgan. League of the Iroquois. II. 280. Garcilaso de la Vega. Op. cit., I. 194-208-204. Rivero y Tschudi. Aut. Peruanas, pág. 116. Von Tschudi. Die kechua Sprache. II. 110. Bme. Mitre. Ollantay (Nva. Rev. B. A. 1881, pág. 44). Markham. Ollantay (Tradción. Olivares. Intción.) V. F. López. Irko Hirn. Org. Art. 150 y sigtes. Bur. Am. Etgy. Rep. 15th-16th-19th II. (Fewkes). 19th. (Powell). 23rd. (Stevenson). 9th. (Bourke) y su Bibliografía. Spencer. Sociology. I. 797. Groos. Op. cit., 246-247. Comp. Oviedo. Hist. I. 75 y sigtes. Schoolcraft. Op. cit., V. 428 y sigtes. Frazer. Golden Bough, pág. 22 y sigtes.
[231] Farrand. Op. cit. 252. Deniker. Op. cit. 199. Parkman. Jes. in North Amca. LXVIII. Dellenbaugh. Op. cit. 325 y sig. Robertson. Op. cit. II. 198 y sus notas. Charlevoix. Nouv.-France III. 297. Laffittau. Op. cit. 1. 523. Sloane. Nat. Hist. Jamaica Intción. pág. 48. H. B. A. Ind. pág. 381. Jesuit Relations (Ed. Twaites) I á LXXIII. Morgan. League Iroquois II. 18. B. A. Et. Rep. 3. (Dall) pág. 98 (Dorsey) pág. 399. 16th pág. 267. (Fewkes.) 19th II pág. 506 (Mooney.) 5th 387. (Mathews.) 14th pág. 650 á 1.004. (Mooney.) 9th 448 y sig. (Bourke.) etc., etc. Véase también Irko Hirn. Op. cit. 150 y sigtes. Bourke. Snake Dance of Mokis, pág. 178 y sigtes. Fewkes. Snake Ceremonies. Jour. Am. Etgy. & Arch. Vol. IV. 115 y sig. Spencer. Princip. of Sociology I. 743 y sig. Groos. Op. cit. 221. Schoolcraft. Op. cit. II. 59. III. 187. V. 526-684. Acosta. Hist. II. 444. Bancroft. Nat. Races. I. 101-105. Frazer. Golden Bough I. 22-23. Barros-Arana. Op. cit. I. 89 y sig. Lozano. Conq. Paraguay, etc., I. 392 y sig. Herrera. Déc. II. 198. I. V. 64. I. II. 195. Dorsey. Ponca Sun Dance (Field. Col. Museum. Vol. VII. n. 2. Déc. 1905, etc.).
[232] Mooney. Ghost Dance Rel. (14^{th} Rep. B. A. E. pp. 994-995). Irko Hirn. Op. cit., 220 y sigtes. Spencer. Origin of Music (Essay. II. 443-435). Gourney. Power of Sound, pág. 159 y sigtes. Wallaschek. Primitive Music. 210-213-88-113. Lafittau. I. 552. H. Book. Am. Ind. 959. Dellenbaugh. Op. cit., 308 y sig. Vargas Machuca. Op. cit., II. 96. Garcilaso de la Vega. Op. cit., 66-I. 65-II. Herrera. Déc. II. 182-2 147-1-282-2. III. 93-2. IV 261-1, etc. Curtis. Songs of Anc. America, pág. 23 y sig. Farrand. Op. cit., 261. Hoffman. Mide Wiwoin Ojibwa. (7 Rep. B. B. E., pág. 148). Lumholtz. Op. cit., I. 475. Mathews. The basket drum (Am. Antrop. N. S. VII, 2.º, 2 Abril 1894) Bandelier. Arch. Tour, pág. 150, comentando á Bernal Díaz del Castillo. Filmore. Harmonic Structure Ind. Music. (Am. Antrop. N. S. Abril 1899). Murdoch. Eskimo (9th An. Rep. B. A. E., pág. 388). Culin. Games. Am. Ind. (24. Rep. B. A. E.), pág. 76-309. Smith. World Earliest Music, pág. 57 y sigtes., etc., etc.
[233] Los conceptos primitivos de la forma relacionados también con los cuatro puntos cardinales, dieron origen á representaciones semejantes á la cruz y la swastica, extendidas por toda América, y cuyo significado místico, ya fuese invocatorio ó emblemático del sol, la fecundidad ó la lluvia, nada tiene que ver con la interpretación cristiana de la Cruz, ni mucho menos con los ritos Budhistas, como han sostenido equivocadamente algunos arqueólogos. Vse. H. B. Am. Ind. (B. A. E.) 326, 567. D. Charnay. Anc. Cities of the New World. 150. 215. Hamy. Rep. Acad. Sciences (Noviembre 1882). Nadaillac. Am. Preh. 175, 326. Stevenson. Myth. Sand Painting Navajos (8. Rep. B. A. E.). Dellenbaugh. Op. cit. 459. Alviella. Migration des Symboles. II. 217. Th. Wilson. The Swastica, the earliest known symbol. pág. 21 y sig. y su Bibliografía. Brinton. Myths of the New World. pág. 83, 120 y sigs., Comp. Herrera. Dec. II. 172. 2. III. 59, I, etc., etc.
[234] Vse. Irko. Hirn. Op. cit. Cap. XVIII al XXI. Farrer. Primitive manners & customs. pág. 65. 66. Guaita. Sciences maudites. II. II. pág. 185. Deniker. op. cit. 201 y sig. y sus notas. Haddon. Evolution in art. pág. 77 y sig. Von-den-Steinen. Unt Natürvolk Zent Brasil pág. 47, 118, etc. Farrand. op. cit. pág. 289. Dellenbaugh. op. cit. pág. 161 y sig. y sus notas. Boas. Kwakuilt Indians (Report. Nat. Mus. 1895). Murdock. Eskimos (G. Rep. B. A. E.). Wilson. Prehist. Art. pág. 477 y sig. Bandelier. Final Report. pág. 152 y sig. íd. Archeol. Tour in Mexico, pág. 78 y sig. Charnay. op. cit. pág. 210 y sig. Cushing. Study of Pueblo Pottery (4. Rep. B. A. E.). Holmes, Origin & development of form in Ceramic Art (4. Rep. B. A. E.). íd. Ancient Art of Chiriquis (6. Rep. B. A. E.). Nadaillac. Am. Preh. pág. 263 y sig. Robertson. op. cit. II. pág. 176 y sus notas. Baessler. Ancient Peruvian Art (Ed. Keane. 1902-1903. pág. 49 y sigs. y sus referencias). Hand Book Am. Ind. pág. 99 (Arts.) 325 (Color Symbolism). 403 (Dry Painting) 425 (Engraving) 456 (Fetishes) etc., y sus referencias. Bancroft. Nat. Races. pág. 328 y sig. Thomas. Introd. American Archeol. pág. 203 y sigs. Winsor. Narr. & Critic. Hist. of America I. 225. etc., etc.
[235] Vse. Ruskin. The seven Lamps of Architecture, pág. 186 y sig. (Ed. Allen. 1906), Milá y Fontanals. Op. Completas. Tom. I, pág. 17 y sigs. Brinton (Religions of Prim. People, pág. 233 y sig.) glosando á Darwin (Descent of Man. pág. 581), opina lo contrario con razones á mi juicio insubsistentes y empíricas. Comp. L. H. Gray en Hasting's Enciclopedia. pág. 832.
[236] Deniker, op. cit. pág. 204 y sig. Mason. Orig. of Inv. pág. 33 y sigs. Dellenbaugh. op. cit. pág. 171 y sig. Hasting's Encyclop. Relg. & Ethics. I. 832 y su Bibliografía. Baessler. An. Per. Art. (Trad. Keane. 128 y sig). Thomas. op. cit. página 31 y sig. Wiener. Perou et Bolivie, pág. 655 y sig. Waitz. Anthrop. der Naturvolker III. Pte. I.ª (Leipzig). H. B. Am. Ind. (B. A. E.), pág. 342, 847, etc. y sus abundantes bibliografías. Vse. también mi Cap. II, Tít. I y sus notas.
[237] Vse. Deniker. loc. cit. Restreppo. op. cit. Cap. XIV, como ejemplo típico del sistema de numeración de palabras simples hasta el núm. 4, y las demás hasta el 20, completas.
[238] Los Caribes, Tupis y otras tribus, América del Sur, cuentan por las manos y pies empleando así, el sistema decimal; así por ejemplo, 5=una mano. 10=dos manos. 12=dos manos y dos dedos. 15=dos manos y un pie. 20=Hombre completo. Vse. Deniker. Op. cit. pág. 223-H. B. Am. Ind.-(B. A. E.)-pág. 353. McGee. Primitive Numbers. 19. Rep. B. A. E. pág. 178 y sig. Trumbull. Numerals in Am. Ind. Lang. (Trans. Am. Philol. Ass'n 1874). Restreppo. Op. cit. cap. XIV. pág. 159 á 163. y Cse. opinión Duquesne y Barón Humboldt.
[239] H. B. Am. Ind. (B. A. E.) loc. cit.-Brinton. Origin of Sacred Numbers (Am. Anthrop. 1894). Brinton. Myths of the New World. 183 y sig. Id. Religions of Primitive People. pág. 119 y sig etc., etc.
[240] Vse. H. Book Am. Ind. (B. A. E) pág. 189 etc. Deniker. Op. cit. pág. 225.
[241] Deniker. Op. cit. pág. 227 y sig. H. B. Am. Ind. pág. 430 y sig. S. Holm. Meddels, on Groenl. pág. 101 (Copenhagen 1887).-Prescott. Conq. of Mexico, pág. 43 y siguientes.
[242] Para el desarrollo, tendencias y estado actual de la llamada "Ciencia de las Religiones" Vse. Brinton. Religión of Prim. Peoples. pág. 3 y siguientes. Jastrow. The Study of Religion pág. 1 á 129. Mgr. A. Le Roy. La Religion des Primitifs. pág. 2 y siguientes (cap. I) y sus notas y Bibliografía.
[243] Vse. Brinton. Rel. of. Prim. Peoples pág. 63 y sig. íd. Myths of the New World pág. 65. Mathews. Etnography of the Hidatsa pág. 48. Com. Mgr. A. Le Roy. La Religion des Primitifs pág. 171 y sig. Sacred Books of the East (Edición Max-Muller), vol. 1, pág. 92. Allauson Pictou—Pantheism. pág. 28 y siguientes y su Chronolog. Syllabus—Vse. también Jastrow—The Study of Religion—pág. 75, 93, 121, etc. Morgan. League of the Iroquois—pág. 143. Parkman—Jesuitism North America. Introd. LXVIII. Robertson. Op. cit. II 177. Ciceron. De Natura Deorum.—Lib II cap. II (Númen prestantissimæ mentis) Torquemada—Mon. Ind. II 415. Herrera—Dec. IV, Lib. IX. V. Lib. IV. etc. Laffittau. Op. cit. I 108. Hasting's. Cyclop. Rel & Ethics. vol. I pág. 381 (A. H. Keane).
[244] V. Brinton. Rel. Prim. Peoples-pág. 31 y sig. Mgr. Le Roy. Op. cit. pág. 428 y sig.-Jastrow op. cit. 173 y sig. y sus notas y bibliografías. Séneca (Epístola 117). Nec ulla gens ut non aliquis Deos credat, etc. Ciceron (De Nat. Deorum. Lib. II ch. IV). Omnibus enim innatum est et in animo quasi insculptum, esse Deos. Hobbes. Leviathan. "the seed of Religion is only in man". (Cap. XII. p. 56, Ed. Routledge). Lang. Myth, Magic & Religion. Ch. I. Vol. I. Clodd. Animism, pág. 11. Tylor. Op. cit. I. 350 y sig. Keane. Etsy pág. 216. De Quatrefages. L'Espece Humaine (2. Ed. p. 356). Deniker. Op. cit. pág. 214 y sig. Tiele. Komp. der Religiongeschicte (3. ed. Breslau. p. 28). Reville. Prol. Hist. des Religions. (París 1883. p. 18 y sig). Entre los antiguos cronistas y misioneros, consúltese Figueroa. Rel. Maynas. (ed. Suárez. pág. 235). Lettres Edifiantes en especial 11, 12, 13, 132, 177, etc. Lozano. Desc. Gran Chaco. pág. 59. Gumilla. Op. cit. II, 156. Ulloa. Not. Am. 335 y sig. Purchas. Pilgrims. IV. p. 1273. Sahagún. Hist. Gral. Nva. Esp. II. 2, 3, 4, 24, etc. Lozano. (Charruas y Guayaquies). Conq. Río de la Plata. I. 383. Ritas. (Triunfos, pág. 16), refiriéndose á las tribus de Cinaloa, dice textualmente... "no tienen el menor conocimiento de Dios, ni de alguna falsa divinidad", opinión evidentemente ligera é inexacta.
[245] Vse. Jastrow, op. cit. 129, 273 y sig. Mgr. Le Roy. Op. cit. 135 y 153. Brinton. Op. cit. pág. 69 y sig. Clodd. Animism. 34 y sig. Th. Koch. Zum Animismus Sudamericanischen Ind. pág. 116 y sig. J. N. Hewit. Orenda & Def. of Rel. (Am. Anthrop. New Series. Vol. IV. pág. 33 y 46). Farrand. Op. cit. pág. 249. Comp. Laffittau. Op. cit. I, 360. Goblet D'Alviella en Hasting's Cyclop. pág. 535 y sig. En Nicaragua la palabra "yulio" era: "el aire que salía por la boca"..., aquello que les hace á ellos estar vivos, é ydo se queda el cuerpo muerto... (Inf. Pedrarias Dávila en Oviedo, op. cit. vol. IV, pág. 39). "Ehecalt" entre los Aztecas expresaba "el aire" y "el alma", y personificado en los Mitos se decía nacido de Tezcatlipoca (alma del mundo), llamado también "Yoollichicalt" (viento de las noches). Vse. Brinton. Myths of the New World. pág. 74, y sus notas. La célebre definición de su alma dada al morir por el Emperador Adriano:
"Animula, vagula, blandula,
Hospes comesque corporis..."
se asemeja mucho á la noción indígena. Vse. Allinus Spartianus. "Adrianus" Ch. XV en "Scriptores Historiæ Augustæ".
[246] Laffitau. Op. cit. I, 370. Oviedo, op. cit. I, 126; III, 35, etc. Clodd. Op. cit. 51. Barros Arana. op. cit. I, 105. Keane. Geog. II. 224 (Infierno de Masaya). J. Toribio Medina. Aborig. Chile, 2 á 213. Prescott. Conq. of. Mexico, p. 37. (Tezcatlipoca). Herrera. Dec. III, lib. 2, cap. 66. Figueroa. Maynas. 221. Galanti. Op. cit. I, 115. Lozano. Conq. Río Plata, I, 385. Tylor. Prim. Culture. I, 2173 y sig. Won Tschudi. Beiträge Zur Kennt des Alt. Peru. 156 y sigs. Bertonio. Vocab. Aymará (huaca). Sobre la curiosa coincidencia filológica del "huaca" peruano y el "Wakan" de los Dakotas. Véase Brinton. Rel. Prim. Peop. pág. 61 y sig. Debemos hacer notar que el "Animismo", como teoría etnológica de Spencer, Tylor, Clodd, Von-Gennep, etc., es tan insuficiente para explicar la emoción religiosa como la célebre frase de Petronio ("El temor es el origen de los Dioses"), ó las hipótesis de Euhemerus (Manismo) Empédocles y Lucrecio. El animismo, ó creencia en las almas y espíritus de las cosas inanimadas, no es, ni mucho menos, un rasgo peculiar de las religiones primitivas. La idea del alma cósmica, manifestándose individualmente desde el hombre al astro, y desde la piedra al sapo, pertenece á las religiones Americanas, lo mismo que al Panteísmo de Spinoza ó al de los Neo-Platónicos. El Animismo, como el Manismo, el Fetichismo, etc. no son formas ó etapas religiosas características, sino fenómenos secundarios del sentimiento religioso, ó usando la feliz expresión de Castren "una circunstancia en la Doctrina de los Dioses" ("nur ein Moment su der Götterlehre"), Castren, Finnische Mythol., citado por Brinton. Rel. Prim. Peop. pág. 136. Véase también Brinton. Op. cit. pág. 46 y sig. Von Ende, Hist. Nat. de la Croyance, pág. 21. Mgr. Le Roy. Op. cit. pág. 2, 162, 170, etc. Jastrow. Op. cit. p. 120 y sig. Squier. Serpent Symbol, etc., pág. 127 y sig. y sus notas y Bibliografías.
[247] La importancia en las religiones primitivas de los conceptos de la luz y la obscuridad es tal, que algunos escritores sostienen que la "adoración de la luz es el fundamento de toda religión". Vse. Fried. Freihold Die Lebensgeschichte der Menschheit Bd. I. S. 35. Brinton. Rel. Prim. Peop. pág. 74 y sig. íd. Myths of the New World. Cap. VI. Clark. Indian Sign Lang. pág. 189. Musters. Among the Patagonians. ch. V. Winsor. Op. cit. I. apce. V pág. 429. H. B. Am. Ind. (B. A. E.). pág. 909, etc.
[248] Vse. Brinton. Rel Prim. Peop. pág. 81. Markham en Hasting's Ciclop. I. 472. Hagar. Peruvian Astronomy. Cap. "Taurus", "Scorpio", etc. (Journ. Am. Folk Lore. Vol. IX, etc.) Lang. Myth, Ritual & Religion. I. 123 á 127, 159, 178. II. 214, 278, etc.
[249] Las llamadas alucinaciones hipnogógicas, ó ilusiones vívidas vistas por los nerviosos en los momentos inmediatamente anteriores ó posteriores al sueño, son asiduamente cultivadas por los primitivos. Véase Maury. Annales Medico-psychologiques. Vol. XI. pág, 252 y sig. Brinton. Nagualism. pág. 7 y sig. El viajero Spix dice de las tribus de los bosques del Brasil, "que nunca parecen completamente despiertos". Vse. Brinton. Rel. Prim. Peoples. pág. 69. Idem. Essays of an Americanist. página 293.
[250] Léese en el Antiguo Testamento: "He oído lo que dijeron los Profetas, que en mi nombre profetizaban mentira y dicen: he soñado, he soñado..." (Jeremías, capítulo XXIII. v. 25-28). "¿Qué tienen que ver las pajas (sueños) con el trigo (realidad), dice el Señor?..." (Jeremías, cap. 27-9). Compse. Hobbes. Leviathan, cap. XII, p. 57. Ed. citada. Mooney. The Ghost, Dance Religion, etc. (Mesiánica, inspiración de un sueño, sacerdotes hipnotizados y catalépticos), 14. Rep. B. A. E. pág. 650 y 1.104. Kroeber. Am. Anthrop. IV. n.º 2. Una de las fiestas Mágico-Religiosas más extrañas de los Yroqueses, es la de los sueños ("onouhuaron" "onouhara" cabeza al revés), escena de delirios en que los Indios fingiéndose locos, furiosos ó epilépticos, se confundían y vagaban en una especie de Saturnal abigarrada y carnavalesca, convirtiendo las aldeas en frenéticos manicomios. Vse. Laffitau.Op. cit. I. 367. Morgan. League of the Yroquois, lib. I, pág. 205. Jesuit Relations. PP. Dablon y Chamonat(1655-6), 42, 154 y 23-50 (1642). P. Brebeuf. S. J. Rel. des Missions (1636), pág. 117. En los horribles suplicios del citado P. Brebeuf y otros mártires jesuítas del Canadá, etc. (Lallemaut, Garnier, Daniel, Lejeune, etc.), tuvieron decisiva influencia los sueños y visiones de los shamanes. Vse. Parkman. Jes. in N. A. pág. 377. Tanner. Soc. Jesu. Militans pág. 531 y sig. Donohoe. The Iroquois & the Jesuits. pág. 27 y 31 Consúltese también, en general, H. B. Am. Ind. pág. 400. Clodd. Op. cit. pág. 25 y sig. Thurn. Ind. Guiana, pág. 340-346. Robertson, op. cit. II. 182. Charlevoix. Hist. Nouv. France. IIC. 260-350. Galanti. Op. cit. I. 116. Oviedo. op. cit. vol. IIC lib. XXIX, cap. XXII, etc. Brinton. Rel. Prim. Peop. 64 y sig., Mgr. Le Roy. Op. cit. pág, 153 y sig. Deniker. Op. cit. pág. 218, etc., etc.
[251] Vse. Brinton. Rel. Prim. Peop. 23-68 y sig. Mgr. Le Roy. Op. cit. 153 y sig. Clodd. op. cit. pág. 86. Spencer. Principles of Sociology I. 142 y sig. Frazer. On Certain Burial Customs, etc. (Jour. Antrop. Inst. Agosto 1885). Vignoli. Myth & Science, p. 43. Payne. Op. cit. 339-594. Robertson. Op. cit. II. p. 85 y sus referencias. Torquemada. Mon. Ind. Lib. 7. ch. XIX. Prescott. Conq. of Mexico, p. 37 y sig. Lozano. Conq. Río Plata. pág. 428, H. B. A. Ind. (B. A. E.) pág. 944 y sus referencias. W. Gill. Myths & Songs of S. Pacific. p. 28-34. Clark. Ind. Sign Lang. pág. 113 y en especial el precioso estudio del Dr. S. R. Steinmetz. Ethnologische Studien zur ersten Entwicklung der Strafe Bd. I. ss. 141-287. (Leyden 1894). Para el espiritismo indígena, sus fenómenos, sesiones, etc. muy parecidas á las modernas. Consúltese S. Hagar, en Hasting's Cyclop. pág. 433. Calancha. Crónica Moralizada, vol. I. p. 411 (Barcelona 1639). Mendieta. His. Ecles. Indiana. pág. 84. Herrera. Dec. III. 310-15. etc. etc.
[252] Carriere. Die Kunst im Zusammenhang der Culturentivickelung. I. pág. 50-252.
[253] Homero. Illiada II. 177 III. 277, etc. Cons. Lang. Myth, Magic & Religion II. 206 y siguientes.
[254] Qui ne prend aucun soin des choses cey bas. Youtel. Journ. Hist. d'un voyage de L'Amerique. pág. 225 (París 1713).
[255] Vse. Brinton. The Myths of the N. World pág. 69 y sig. Rel. Nouv. France pour l'An 1637. (Jesuit Relations) pág. 49. Comp. Morgan. The league of the Iroquois. pág. 141. Lib. II. Parkmann. Jesuits in North America. Int. LXVII. etc., etc.
[256] Garcilaso de la Vega según F. Blas Valera. Com. Reales. Vol. I. pág. 276. (Ed. citada). Comp. Acosta. Hist. Nat. etc., de las Indias. Cap. V. Prescott. Conq. of Perú. pág. 43 y sus notas.
[257] Vse. Brinton. Op. cit. p. 70 y sig. Dyneley Prince en Hasting's Cyclopedia. Vol. I. pág. 321. Keane. en íd. íd. pág. 381 y sus referencias. P. Ehrenreich. Mythen und Legenden der SudAmericanischen Urvolker. (Berlín 1905) pág. 82 y sig. y su bibliografía. Seler. Int. Tonalamalt. Ed. Aubin. pág. 39. Markham en Hasting's Cyc.dia pág 470. R. Inwards. The temple of the Andes, pág. 28 y sig. Comte de Crequi Montfort. Mission Scientifique Francaise. Tiahuanaco (1903) pág. 14 y sig. y en especial y para formarse exacta idea del concepto Incásico del "Viracocha" consúltense los "Himnos á Viracocha", recogidos por Pachacuti Yamqui Salcamayhua en la preciosa traducción de Lafone Quevedo en colaboración con el P. Mossi (Los Himnos Sagrados de los Reyes del Cuzco). Talleres. Mus. La Plata 1882, que enmienda el texto de Jiménez de la Espada (1879) de la "Relación de Antigüedades de este Reino del Perú del citado Salcamayhua (1620). Es curiosa también la coincidencia del pensar del sentencioso Inca Yupanqui con el del filósofo Persa Omar Khayam (Fitzgerald Ed. Routledge). And that inverted bowl... etc. (Vse. Hasting's Cyclop. Markham. loc. cit.)
[258] ...Quod est hoc verbum, quia in potestate et virtute imperat inmundis spiritibus et exeunt?... (Lucas. Cap. IV. v. 36). Conf. Génesis. Fiat lux, etc...
[259] Vse. Brinton. Rel. of. Prim. Peoples. pág. 86 y sig. Idem. Myths of the New World, pág. 318. Los indios Quiches (América Central), explican en uno de sus mitos la creación del mundo, haciendo decir al Creador "Uleu" tierra, que surgió de los mares á su palabra. (Popol. Vuh. Livre Sacré des Quiches, pág. 10). Gill. Myths & Songs of the South Pacific, pág. 6, etc.
[260] Brinton. Rel. of. Prim. Peoples. pág. 103. Clark. Indian Sign Language. página 309. Hyades & Deniker. Mission Scient. au Cap. Horn. pág. 376. Brinton. Rig Veda Americans (1890). pág. 12, etc. Mathews. The Mountain Chant etc. (5 Rep. B. A. E. pág 465). Sahagún. Hist. Nva. España. Lib. VI. Mgr. A. Le Roy. op. cit. 297, 306, 310, etc., etc. Compárese Rev. Kenelm Vaugham. The divine Armory Holy Scripture pág. 369 y sig.
[261] Brinton. Rel. of. Prim. Peoples. 107 y sig. Comp. Kenelm Vaugham. op. cit. 255 y sig.
[262] Brinton. Op. cit. 109 y sig. Klemm. Culturgeschichte, II, págs. 368 y sig. Frazer. Totemism, pág. 171 y sig. Lang. Myth. Mag. & Rel. I. 114. Irko Hirn. Op. cit. 285-287. Tylor. Prim. Culture. II, 124 y sig. Jastrow. Op. cit. pág. 104. Jevons. Int. to the Hist. of Rel., Ch. VI á XII. Frazer. Totemism. pág. 456 y sig. Deniker. Op. cit. pág. 252. Keane. M. P. & P. pág. 141. Mgr. Le Roy. Op. cit. 82, 218 á 58, etc. L. Marillier. Grand. Encyc. (Tabou). Solomon Reinach. Cultes Mythes et Religions. Int. II y pág. 18 y sig.
[263] Vse. Brinton. Op. cit. pág. 110. Tylor. Prim. Cult. I, 110 y sig. y mis notas, á los párrafos 12, 13 y 14 de este Capítulo.
[264] E. Scherer y Prof. Kuhn, citados por Brinton. Rel. of Prim. Peoples, pág. 112 y siguientes.
[265] Por ejemplo, entre los Indios del Norte del Canadá el zorro ártico que cazan lanza un estridente aullido que suena "khaih"; la luz se expresa con la palabra "yekkaih", y de aquí deducen que el zorro fué el animal que pidió la luz, y la obtuvo por el mágico poder de la palabra. Vse. Morice. Trans. Roy. Soc. Canadá. 1892, página 125. Comp. Brinton. Rel. Prim. Peoples. pág. 118. Idem. Myths of the New World, Ch. 1-2-3. Mgr. Le Roy. op. cit. 328 y 331. Morris Jastrow. Op. cit. pág. 247. E. G. Squiers. Serpent Symbol in America, pág 39 y sig. (N. S. 1851). G. Bruhl. Culturvölker Alt. Americas. Ch. 10-19 (1876-78). Winsor. N. & L. H. of Am. I. 430-436 (Apce. V). Fried. Max Muller. The Philosophy of Mythology. (Cont. Review. Dec, 1871). Vignoli. Myth & Science. pág. 18 y sig. Lang. Myth, Ritual & Religion. I. 159. II. 89, etc. H. Book of Am. Ind. pág 964-972. Powell. Sketch of Mythology. Amer. Ind. Rep. (B. A. E.), pág. 8-50, las referencias y bibliografías de los autores citados y las sumariadas en Chamberlain Journ. Am. Folklore XVII-III (1865) etc., etc.
[266] Vse. mis notas á los párrafos de este Capítulo y Comp. con Tylor Prim. Culture II, 382. Wescott. Symbolism of numbers, pág. 7, 21, etc.
[267] Brinton. Rel. Prim. Peop., pág. 122. Idem. Myths of the New World, Cap. VII, pág. 226. Tylor. Prim. Cult. 226, 283, 301, etc. Schoolcraft. Oneota, pág. 342. Cushing. Zuñi Creation Myths, pág. 379. Prescott. Conq. of Mexico, pág 28 y sig. Idem. Conquest of Perú, pág. 67 y sig. y sus referencias.
[268] Brinton. Rel. Prim. Peop., pág. 126. Idem. Myths of N. W., pág. 103 y 106.
[269] Brinton. Myths of the New World, pág. 184 y sig.
[270] Brinton. Rel. Prim. Peop., 128. Idem. Essays of an Americanist, 135 y 147. Lang. Myth. Mag. & Rel. I, 104. II, 46. etc. Tylor. Prim. Cult. I, 434. II, 40, y sus referencias.
[271] Brinton. Myths of the New World, pág. 19 y sig. Idem. American Hero—Myths, pág. 5 y sig. Tylor. Prim. Culture. I, pág. 312, 326, etc. J. Barbosa Rodríguez. Paranduba Amazonense (Curupirá, etc.). Galanti. S. J. op. cit. 1, 117. (Sumé). Southey. Hist. do Brasil, I, 324 y sig. Schoolcraft. Ind. Tribes. V, pág. 420 y sig., etc. (Manibozho). Brebeuf. S. J. Rel. Nouv. France (1636), pág. 99 (Ioskeha, etc.). Acosta. Hist. Nuev. Mdo., I, Cap. 4, VI, Cap. 19, etc. (Tonapa ó Viracocha). Tres Relaciones Peruanas, pág. 16 y sig. (Madrid-1879). Lafone. Quevedo. El culto de Tonapa, página 10 y sig. Von Tschudi. Beiträge sur Kennt. des Alten Perú, pág. 120 y sig. Brasseur. Hist. du Mexique, I, pág. 302. Prescott. Conq. of Mexico, pág. 44. Torquemada. Mon. Ind. Lib. VI, Ch. 24. (Quetzalcoalt). Restreppo. Chibchas antes de la Conquista. Cap. II y III (Bochica), etc. etc.
[272] Brinton. Myths of the New World, pág. 191. Farrand, op. cit., pág. 255 y sig.
[273] Brinton. Prim. Rel. pág. 131 y sig. A. C. Haddon. Magic & Fetishism, pág. 64 y sig. Rialle. Mythologie Comparée, pág. 9 y sig. (Ch-I). Waitz. Anthropologie der Naturvölker, II, pág. 185. El Fetichismo, como el Animismo, solo son elementos de las Religiones Americanas, y no etapas de su evolución, como erróneamente sostienen Tylor, etc., etc. Vse. Tylor. Prim. Culture, I, 131 á 210. Compárese Le Roy. Op. cit., pág. 169, 154, etc. A. Reville. Proleg. de l'Hist. des Religions, pág. 80. Pietschmann. Zeitschrift für Ethnologie BS. X., pág. 156. etc.
[274] Brinton. Rel. Prim. Peoples, 138 y sig. Idem. Myths of the New World, 153, 181, 187, 71, 163, 181, etc. Klemm. Culturgesehichte. Bd., II. s. 316. Montesinos. Memorias Antiguas del Perú (Col. lib. Esples. Raros y Curiosos, vol. XVI. Madrid. 1882), pág. 29 y sig. Venegas. Hist. de California, I, pág. 456. Clodd. Animism, pág. 55 y sig. Owen. Folklore of the Musquokie Indians, pág. 35 y sig. Comp. Fostermann. Day Gods of the Mayas (Bull. 28 B. A. E. p. 557). Reville. Native Religions Mexico& Perú, pág. 28 y sig. Waring. Forms of Solar and Nature Worship, pág. 95 y sig. G. A. Dorsey. Ponca Sun Dance (Field Columbian Museum, vol. VIII, n.º 2. Chicago, 1905). Garcilaso de la Vega, op. cit. Lib. I. Cap. IX y X, Lib. II, Cap. I, etc. Payne. Op. cit. I, 464. Matilda C. Stevenson. The Sia (II, Rep. B. A. E., pág. 351 y sig.). Laffittau, op. cit. I, pág. 167. Robertson, op. cit. II. pág. 184 y sus referencias. Gomara. Hist. Gral. Ind. Lib. II, Cap 82. Charlevoix. Hist. Nov. France, III, pág. 417, 419, etc., etc.
[275] Brinton. Rel. Prim. Peop. 144 y sig. Idem. Myths of the New World, pág. 59, etc. Guigniaut. Relig. de l'Antiquité. Vol. I, pág. 509. Meyen. Die Ureinwohner von Perú, pág. 28 y sig. Restreppo. Op. cit. pág. 53 y sig. Tylor. Prim. Cult. I, pág. 76; II, pág. 146, 210, etc. Garcilaso de la Vega. Op. cit. Libro I. Cap. X, pág. 13. Prescott. Conq. of Mexico, pág. 29 y sig. Herrera. Dec. III. Lib. II. Cap 16. Torquemada. Mon. Ind. Lib. 13, cap. 47. Clodd. Anmism, pág. 20 y sig.
[276] Thurn. Op. cit. pág. 302. Powell. 1^{st} Rep. B. A. E. pág. 8 á 60. Clodd. Op. cit. 73 y sig. Tylor. Prim. Cult. I, pág. 321 y sig. Max Muller. Nat. Rel. pág. 171 y sig. Olivares. Hist. Chile. Lib. I, ch. 12. Reville. Native Religions Mexico & Perú, página 231 y sig. Lang. Myth. Magic & Religion II, pág. 56. Keane. Etn. pág. 185 y sig. Schoolcraft. Op. cit. Pie Ve pág. 28 y sig. (Caribes), 252, 222 (Creeks), etc. Tylor, I, pág. 135 (Prim. Culture), I, pág. 327. II, 148, 160, etc. Comp. Northcote, W. Thomas en Hasting's Enciclopedia, pág. 483 y su abundantísima Bibliografía.
[277] Brinton. Rel. Prim. Peoples, pág. 145 y sig. Idem. Myths of the N. W. página 257 y sig. Klemm. Op. cit. B. S. II, s. 315. Tylor. Op. cit. II, 273. Smet. Oregon Missions (N. I. 1847), pág. 351. Lang. Op. cit. (Myth, Mag. & Rel.) II, pág. 281. Schoolcraft. Op. cit. I, pág. 318 (Ritos Pawnees), Clodd. Op. cit. pág. 64. Payne. Op. cit. I, pág. 415. Lozano. Conq. Río Plata, I, pág 420. Herrera. Dec. III. Lib. II, Cap. XVI. Restreppo. Op. cit. pág. 75 y Caps. IV, V y VI. Compárese por vía de curiosidad etnológica. Maury. Religion des Grecs. Vol. I, pág. 69 (Cultos de "Demetrius").
[278] Clodd. Op. cit. 66 y sig. Mooney. Sacred formulas Cherokees (T. Rep. B. A. E. pág. 301-18). Dorsey. Siouan Cults, pág. 365 y 520. Payne. Op. cit. I, pág. 464. Morgan. League of the Iroquois, II pág. 121 y sig. Brinton. Rel. Prim. Peoples. pág. 150. Tylor. Op. cit. I, pág. 428. Reville. Nat. Rel. Mexico & Perú, pág. 73 y sig. Compse. (en especial los cultos Sioux), con el Himno á "Hapi", dios del Nilo, en Wallis Budge. Egyptian Rel. pág. 17 y sig.
[279] Brinton. Op. cit. pág. 151. Idem. Myths of N. W. pág. 118, 119, 169, 217, etc. Tylor, op. cit. I, pág. 428. II, 196. I, 429. II, 136 á 203, etc. Clark. Indian Sign Lang. pág. 241. Mathews. Et. of the Hidatsa. Clodd. Op. cit. pág. 56 y sig. Keary. Outlines of Primitive Belief. pág. 63 y sig. A. de Orbigny. L'Homme Americain. Vol. II, página 365, etc. Bancroft. Nat. Races, pág. 118 y sig.
[280] Brinton. Rel. P. P., pág. 147 y sig. García. Orig. de los Indios. Lib. IV. Ch. 26. Montesinos. Op. cit. pág. 218 y sig. (Huacanquis). Torquemada. Op. cit. Libro VI. Ch. 41. Tylor. op. cit. I-291. II-241. "Adoran, dice Garcilaso de la Vega (op. cit. I Cap. IX y X, pág. 12), grandes peñas y los resquicios de ellas, cuevas hondas, guijarros y piedrecitas..." Véase también Clodd. Op. cit., pág. 42 y sig. H. B. And. Ind. pág. 457. Lang. Myth. Mag. & Rel. I. 150-154. Marcos Jiménez de la Espada. Ant. Gentes del Perú (Ed. Madrid, 1892. Extracto de la Apologética de Fray Bme de las Casas), nos habla de una muy rica Esmeralda en la provincia de Manta, la cual ponían en público algunos días, y la gente adoraba..., pág. 54 y sig. Sobre la universalidad y simbolismo mundial del antiquísimo culto de la piedra. Vse. Champollion Figeac (Coll. Didot), pág. 159 y sig. (Piedras animadas del "Hermes Trimegisto"). Wallis Budge. Egyptian Magic, pág. 23 y sig. San Agustín. Ciudad de Dios. Lib. VIII. Ch. 23. Peña y Fernández. Arq. Preh. pág. 521 y sig., etc., etc.
[281] Vse. Brinton. Rel. Prim. Peop. pág. 158 y sig. Keary. Outlines of Prim. Belief. pág. 26. Tylor. Prim. Cult. I-422, II-208, 343, etc., y en especial el precioso estudio ya citado de Northcote. W. Thomas en Hasting's Cydia, pág. 483 y sig. con sus abundantes referencias críticas, etc.
[282] Vse. Lafittau. Op. cit. I, pág. 229. Haddon. Op. cit. pág. 174-228. Dellenbaugh. Op. cit. 376. Outes. Alfarerías del Noroeste Argentino (Anales: Museo Plata, tomo 1.º, segunda serie, pág. 5-49), en su descripción de los "vasos apodos". Ameghimo. Antig. Hombre Plata. I, pág. 540 y sig., plancha XI. Ferguson. Tree Serpent Worship. pág. 79 y sig. Lang. Op. cit. I, pág. 154-276. Gougeneau de Monsseaux. Hautes Fenom. de la Magie. pág. 45 y sig. (París, 1864) los Ophitas consideraban á la serpiente como "el más pneumático de los animales gnósticos". Vse. Muller. Hist. Crít. du Gnosticisme (Voc. 16, pág 167 y sig.). Brasseur de Bourbourg. Hist. Nac. Civ. México & América Central, I pág. 241 (Cultos "Cihua Cohualt", "Acpaxapo"), Serpiente con cara de mujer (III. 30) Idem, íd. Popol Vuh, p. CCXIX y sig. Vse. también la curiosa descripción P. Figueroa (Misión Mayna) del "Iñerre", de los indios del Marañón y la "madre del agua" (Serpiente), pág. 234 y sig. y las preciosas monografías de Fewkes. Tusayan Flute & Snake Ceremonies (19. Rep. B. A. E. Parte II, pág. 964-993), y Tusayan Snake Ceremonies (16. Rep. B. A. E., pág. 266), así como Clodd. Op. cit. pág. 76 y sig. Deniker. Op. cit. 219 y sig. Comp. Tylor. Op. cit. II, pág. 7, 217, 281, 314, etc. Brinton. Rel. Prim. Peoples, pág. 158 y sig. "Idem". Myths of the New World. pág. 129 y sig. y sus referencias 201, 230, 142, 277, etc. Northcote W. Thomas en Hasting's Cycdia, pág 483 y sig. y sus notas bibliográficas. Squier. The Serpent Symbol in America (Ed. 1851), pág 31 y siguientes, etc.
[283] Vse. Haddon. Magic & Fetishism. pág. 64 y sig., sus notas y bibliografía. H. B. A. Ind. R. of Mexico, pág. 456 y sig. y sus referencias. Brinton. Rel. Prim. Peoples. pág. 67, 131 y sig. Mgr. Le Roy. op. cit. pág. 31, 66, 270, 290 á 295, 349, 454 y sus notas. Lang. M. M. & R. II, pág. 217. Tylor. op. cit. I, pág. 431, y II, 131, 144, etc.; 210, 220, 231, etc. Keane. M. P. & P., pág. 56, 57. Ehrenreich (P.), en Hasting's Endia pág. 384. Goblet d'Alviella. Orig. & growth of the Concep. of God (Hibbert Lectures), pág. 78 y sig. (1892). Dodd Mead's Encdia Vol. XI, pág. 709. Cushing. Zuñi Fetishes (2nd Rep B. A. E. p. 248, etc.) Murdoch. Point Barrow, etc. (9th Rep. B. A. E. pág. 171). Nelson. Eskimo about Behring strait (18th Rep. B. A. E., pág 48, etc.) Muller. Origin & growth of Religion, pág. 287. Bourke. Medicine Men of the Apache (9, Rep B. A. E., pág. 443 y sig.). Farrand, op. cit. 259 y sig. Herrera. Dec. II, 48-2==136, 2-III, 66-1-IV, 10-1-VI, 117-2==138-2, etc., etc. Comp. Jastrow, op. cit. pág. 75 & 78.
[284] Brinton. Rel. Prim. Peoples. pág. 174 y sig. Idem, Myths of N. W., pág. 18 y sig. Cogolludo. Hist. del Yucatán, lib. IV. Cap. VIII. Freiholld. Die Lebensgeschichte, pág. 131 y sig. Tylor. Op. cit. II, pág 224 y sig., etc.
[285] A. Van Gennep. Les Rites de Passage, pág. 13 y sig. Lang. Myth, Ritual & Rel. I, 250 y sig.
[286] Vse. el precioso estudio de Mooney. Ghost Dance Religion, etc. (14, Rep. B. A. E. Pte. II. pág. 654 á 1117), y su bien seleccionada bibliografía. Cse. también Brinton. Rel. pág. 178 y siguientes.
[287] Brinton. Rel. of P. P., pág. 179 y sig. Clark. Indian sign language, pág. 165-169. Von Tschudi. Beiträge sunt Kentniss des Alten Peru, pág. 154 y sig. Brinton. Myths of the N. W. pág. 112 y sig. Spencer. Essays, II, pág. 460. Emmanuel. La danse Grecque Antique, págs. 196, 198, 302, 303. Irko Hirn, op. cit. pág. 108 y sig.
[288] Vse. Tylor, op. cit. II, pág. 340 y sig. Brinton. Rel. P. P. pág. 186 y sig. Mg. A. Le Roy. Op. cit. pág. 88, 306, 311 á 351. Joseph De Maistre. Eclaircissements sur les sacrifices (Oeuvres Choissis Edition Roger), I, pág. 233 y sig. Jastrow, op. cit. 191-204. Dodd. Mead's Cydie XV-289. Richtenberger, Encyc. des Sciences Religieuses, vol. X y XI, pág. 131, etc. Tiele. Artículo "Religion", en la Enciclopedia Británica (9.ª Edición), etc., etc.
[289] Solís. Conq. de Méjico. Lib. III. Cap. III. Prescott. Conq. of Mexico. pág. 36 y sig. Sahagún. Hist. Nueva España. Lib. I. Cap. 2, 5, 10, 24, 29, etc. Torquemada. Mon. Ind. Lib. 7, ch. 19. Lib. 10. ch 14, etc. Gomara. Op. cit. ch. 219. Ixtlilxochilt. Hria. Chichimeca, ch. 45, etc. Herrera. Dec. 3ª. Lib. II. Cap. 15 y sig., etc. Fiske. Disc. of America, I, pág. 119-121; II, 272 y sig., 341-345. Prescott. Conq. of Peru. pág. 43, 44, 50 y 51. Garcilaso de la Vega. Com. Reales. Pte I. Lib. II. Cap. 9, etc. Cieza de León. Crónica, cap. 72. Acosta. op. cit. Lib. V, ch. 19, etc. Markham. Fables and rites of the Incas, pág. 54-59. Morgan. League of the Iroquois, pág. 175 y sig. Historia Ritos. Ind. Nva. España (Bca Escorialense. Ms. X-ij-21). Costumbres y fiestas indios. R. España (Bca Escse Ms. K-iij. f. 331), y el precioso Códice Ms. iluminado con viñetas parecidas al Telleriano, "Historia Yndios de la Pcia Mechoanan, por un fraile menor descalzo c iiij-s. f. 210. Comp., asimismo, Keane en Hasting's Cycdia, pág. 381 y sig. P. Ehrenreich, en la misma pág. 385, etc. y sus bien seleccionadas bibliografías.
[290] Brinton. Rel. of. Prim. Peop., pág. 190 y sig. Oviedo. Hist. Ind., Lib. X, Cap. XI. Balboa. Historia del Perú, pág. 123-128. Sahagún. Hist. Nueva España, Lib. I. Cap. XXI-XII. Mgr. Le Roy, op. cit., pág. 288 y sig. Calancha. Crón. Moralizada, I-173 y sig.
[291] Hasting's. Cycdia., pág. 355. Waitz. Anthrop. der Naturvolker, III-204-221. Lafittau. Op. cit. 11-327. Macguire. Am. Aborig. Pipes (U. S. N. Museum. 1897), pág. 563. Rep. B. A. E. 5.º (Mathews). 23 (Stevenson), etc. Hand Book Am. Ind., pág. 46 y sig. y su bibliografía. Thomas. Int. Am. Arch., pág. 175 y sig. Nadaillac. Am. Preh., pág. 283 y sig., etc., etc.
[292] Haddon. Magic & Fetishism, pág. 2 y sigtes. Mgr. Le Roy, Op. cit., pág. 328-360. Irko Hirn. Op. cit., pág. 278-297. H. Book Am. Ind., pág. 782 y sigtes. Lang. Magic& Religion, pág. 10 y sigtes. Id. Myth, Rit. & Religion I. pág. 96-121-276 (Mandanes), etc. Dodd Mead's Cdia. XI. 710. Lafittau. Op. cit., I-534 y sig. Comp. Rivet. Mistique, Vol. III, Cap. XII á XXXVI. Lactancio. Div. Inst., Lib. IV. Ch. 37. Biblia. Reyes (I. Cap. 3), III-22. I-33. Paralelipop, II-Ch-8. Josué, VII-18, etc., y también Morris Jastrow: Op. cit., pág. 104 y 301-38. Tylor. Prim. Cult. I-14, etc. Schoolcraft. Op. cit., IV-491 y sig. Spencer. Princip. of Sociology, I-102. Frazer. Golden Bough, I, pág. 9, 12, 193, 206. Rochas d'Aiglun. L'exteriorisation de la sensibilité, pág. 72, 117, 139. Hartland. Legend of Perseus, III-257 y sigtes. Guaita. Sciencies Mandites, I, pág. 185 y sig. Van Gennep. Op. cit., pág. 61, 91, 110. Enemoser. Hist. of Magic. (trad. Howit), I-29, 101, 271, 297, II-207, 452, 465, etc., etc., Comp. Wallis Budge. Egip. Magic., Cap. III, pág. 65 (Figuras Mágicas).
[293] Joan de Grijalva. Crónica de N. P. S. Agustín en N. España (Bca. Nacional-Madrid), Cap. XV á XX ... (eran ciertos indios hechiceros, á quienes ellos llamaban nahuales, que por arte diabólica hacían pedazos á los indios). Fray Antonio de Calancha. Crón. Moralizada (1638), Lib. VI, Cap. XVIII, XIX, XX, f. 622 á 683 (Canchus ó comehombres, sus nefandos ritos, f. 629 y sigtes.). Catlin. Letters II-117 (Uso arsénico hechiceros Mandanes), etc. Jesuit Relations (1637), pág. 51 (Hechicero Yossakeed y sus infamias) H. Book Am. Ind. (Espinos), pág. 433. Ambrosetti. La leyenda del Yaguareté Abá. Anales Soc. Cient. Argentina, XLI, pág. 1 á 14 (1896). Mac-Leman. "Lykantropy" (Encdia Británica). Bancroft. Native Races II-470 y sig. "Ces seducteurs (magos), dice Charlevoix, ont un veritable Commerce avec le pere du meusonge ... (Hist. Nou. France, III. pág. 362 y sig.) Schoolcraft. Op. cit, IV, pág 645 y sig. Karsh. Unanismus oder Päderastie und Tribadie den Naturvolken, etc. (1901), III, pág. 141-145. Barros Arana. I, 105, op. cit. (Costumbres groseras y vergonzosas que degradan al hombre, etc.). Haveloch Ellis. Etudes Psicologie Sexuel, II, pág. 17 y sig. Bernal Díaz del Castillo. H. Vra. Cta. N. Esp. Cap. 208. Von Gennep. Rites de passage, pág. 91 y sigtes. (Ritual obsceno en los Pueblos). Westermark. Origin & Development. Moral Ideas, pág. 456 y sig. Le Roy. Op. cit. pág. 340 y sig.
[294] Morris Jastrow. Op. cit., pág. 296 á 321. Le Roy. Op. cit., pág. 357 y sig., y las autoridades citadas en las notas anteriores de este Capítulo.
[295] La distinción entre el mago ó sacerdote y el brujo ó maleficiador se hacía en todas las tribus indígenas, y los últimos tenían penas las más de las veces terribles. Sobre este difícil punto vse. Baudelier. Delight Makers, Cap. IV, etc., hasta el fin. Le Roy. Op. cit., pág. 321 y sig. Powell. Wyandot Government. 1st Rep. B. A. E., pág. 60 y sigtes. (Brujería, castigada pena muerte).
[296] Haddon. Op. cit., pág. 50, etc. Brinton. Myths of the N. W., pág. 304 y sigtes. Bourke. Medicine men of the Apache (9. Rep. B. A. E., pág. 443 y sig., y su bibliografía, pág. 596). Mrs. Stevenson. Religious life of the Zuñi Child (5. Rep. B. A. E., pág. 533 y sigtes.). Owen Dorsey. Sionan Cults (11. Rep. B. A. E., pág. 361, 520). Hofmanm. Menomini Indians. (14. Rep. B. A. E., Pte. I, pág. 60 á 157). Restreppo. Op. cit., Cap. XI y sigtes. H. B. A. Ind., pág. 785, 836, etc. Mathews. Mountain Chaut (5. An. Rep. B. A. E., pág. 387 y sigtes.). Keane. M. P. P., pág. 377. Farrand. Op. cit., pág 251, etc. Robertson. Op. cit., III-188. Oviedo. Op. cit, Lib. V, Ch. I, Herrera. Dca. I, Lib. III, Ch. IV, etc. Charlevoix. Nouv. France III, pág. 361-64. Ribas. Triunfos, etc., pág. 17 y sigtes. Fco. Jarque. Ruiz Montoya en Indias II, Cap. XXII; III, Ch. X, etc. Galanti. Op. cit., I-118. Stanbury Hagar en Hasting's, Cdia. I, pág. 485. Lang. Myth, Magic & Relig. I, pág. 84 y sigtes. Parkmann. Jesuits in N. A., pág. 29 y sig., Cap. IV, V, VI, etc. Figueroa. Op. cit. (Mohanes), pág. 236 y sigtes. Brinton. Rel. of P. P., pág. 58 y sig. Middendorf. Keshua Wörterbuch, s. v.º Deniker. Op. cit., pág. 214, 223. Lozano. Conq. Río Plata I, pág. 400 y sigtes. Prescott. Conq. of Mexico, pág. 32 y sig. Id. Conq. of Perú, pág. 47 y sig. Dellenbaugh. Op. cit., pág. 353 y sig. Nadaillac. Op. cit., Ch. VII, VIII, IX. Thomas. Int. Am. Archeol., pág. 249, 357 á 362. Dobrizhofler. Abiponibus, I-163. Tylor, Prim. Cult. I-309, etc. Vargas Machuca. Op. cit., II-85 y sig. Muster. Patagonia, pág. 12 y las bibliografías y referencias de estos autores, etc.
[297] Stevenson. The Sia, II Rep. (B. A. E.), pág. 80, 116. Mathews. Mountain Chaut (5. Rep. B. A. E, pág. 426). Lafittau. Op. cit., I, pág. 273 y sig. Steinen. Unten der Naturvölkern Zentral Brasil, pág. 229, 303. Frazer. Adonis, Attis, Osiris, pág. 373 y sig. (2.ª Id. 1907). H. B. Am. Ind. (B. A. E.), pág. 837 y sus referencias. Haddon. Op. cit., pág. 46 y sig. Max-Bartels. Medecin der Naturvölkern, pág. 23 y sig. Deniker. Op. cit., pág. 227. Keane. M. P. P., pág. 376, 379; compse. 288, 341. Jastrow, op. cit., pág. 273, 316. Herrera. Dec. Iª, 60-1,234-1; IIª, 187-1, 194-1; IVª, 100-2, etc., etc.
[298] Vse. Lang. Myth, Magic & Rel., pág. 84 á 119, y sus referencias. H. Book. Am. Ind. (B. A. E.), pág. 783 y sig., y sus referencias. Le Roy. Op. cit., pág. 348. Acosta. Hist. II, pág. 367 y 368. Arriaga. Extirp. de la Idolat. del Perú (1621), pág. 39 y sigtes. y el estudio de Stansbury Hagar en Hasting's, Cyclopedia pág. 433, y sus notas y selecta bibliografía; compse. Rivet. Op. cit. III, Cap. XVI á XVIII.
[299] V. Brinton. Rel. P. P., pág. 145, 251. Id. Myths of the N. W., pág. 336 y sig. Brasseur. Hist. du Mexique, Lib. III, Ch. I-II. Sahagún. Hist. Nueva España, Lib. VI, Cap. 29. Compse. Le Roy. Op. cit., pág. 210, etc.
[300] P. Allouez S. J. en Rel. Nouv. France (1630), pág. 99, citado por Brinton. Myths of the N. W., pág. 340. Compse. asimismo Sahagún, op. cit., Lib. VI, Cap. I-4, y las obras citadas de Mathews, Mooney (B. A. E.), Morgan, (League Iroquois), etc.
[301] "Oh, Viracocha, Señor del Universo", etc.; vse. Lafone Quevedo, Los Himnos Sagrados de los Reyes del Cuzco (M. de la Plata, 1892); vse. también el precioso estudio sobre la palabra Viracocha, por el sabio filólogo Peruano S. Leonardo Villar (Lima, 1887).
[302] Brinton. Myths of the N. W., pág. 343 y sig. Sthefens. Travels in Yucatan II, pág. 122. Rivero & Tschudi. Antiqs. of Perú, pág. 159 y sig. Garcilaso de la Vega. Op. cit., Libro VI, Ch. XXX. Xeres. Relación Conqta. del Perú, pág. 322 y sig. (Hres. Prim. de Indias, Vol. II, Rivra.).
[303] Morris Jastrow. Op. cit., pág. 305 y sig. Brinton. M. of the N. W., pág. 337 y sig. Id. R. of P. P., Lecture VI, pág. 215 y sig. Tylor. Prim. Cult. II, pág. 401 y sig. Le Roy. Op. cit., pág. 430 y sig., etc., etc.
[304] Vse. Farrand. Op. cit., pág. 91 y sig. Brinton. Am. Race, pág. 56 y sig. Deniker, op. cit., pág. 281 y sig. Keane. M. P. & P., pág. 351 y sig. Powell. Ind. Ling. Fam. (B. A. E. 7th. Report., pág. 5-160), etc., etc.
[305] Powell. Ind. Ling. Families (T. Rep. B. A. E. Mapa) y mi Apéndice I.
[306] Farrand. Op. cit., pág 104. Fiske. Disc. of Am. I, pág. 18 y sig., y sus notas. Dawkins. Early Man in Britain, pág. 233 y sig. Thomas. Int. Am. Arch., pág. 35, 47 y 146. Winsor. N. & C. H. of A., I-103, 109 y Bibfía. de esta controversia. H. Book Am. Ind. N. of Mexico, pág. 433 á 437 y su Bibliografía.
[307] Vse. mi capítulo IV, Título II y sus notas y bibliografías.
[308] Vse. mi Capítulo V, Título II y sus notas y bibliografías.
[309] Rink. Eskimo Tribes, pág. 28 y sig. Brinton. Am. Race., pág. 59 y sig. Farrand. Loc. cit. Boas. Central Eskimo (6. Rep. B. A. E., pág. 399 y sig., y sus notas). Petitot. Vocabulaire Français; Esquimau, pág. 6 y sig. Hough. Org. & Range. Eskimo Lamp. (Am. Anthrop., 1898, pág. 118). Cranz. Hist. of Groenland, pág. 79 y sigtes. Nansen. First Crossing Groen., pág. 299 y sig. Nelson. Eskimo, about Behring Strait (18. Rep. B. A. E., pág. 28 y sig.). Murdoch. Am. Anthrop. (1888). pág. 107 y sig. Dall. Tribes of the Ext. N. W., pág. 89 y sig. A. Pfiztmaier. Darlegungen Grönländischer Verbalformen (Viena, 1885), pág. 17 y sig. Schoolcraft. Op. cit., III, pág. 401. Bancroft. Nat. Races, II-572, etc. Deniker. Op. cit., pág. 137, 160, 292, 520, etc. Keane. Etg., pág. 299, 370 y sig. Id. M. P. P., pág. 353 y sig. Id. Geog. N. Aca (Stanford's), I, pág. 69, 595. Pí y Margall. Op. cit., I, pág. 921 y sig. Hall. Life with the Esquimaux, I, 25, 319, y II, 121, 331. Pilling. Biblig. of Eskimo Language, pág. 4 y sig. Cartensens. Two Summers in Groenland (London, 1890), pág. 25 y sig., y H. Book Am. Ind. (B. A. E.), pág. 433 y sigtes., con abundantísima bibliografía.
[310] Vse. H. Book Am. Ind., pág. 628. Lumholtz. Unknown Mexico, I, pág. 79, 113, etc. Kino (1690) en Docs. Hist. Mexico, 4 s., I, pág. 230. Mühlenpfordt. Méjico, II, pág. 531 y sig.
[311] Brinton. Am. Race, pág. 68. Farrand. Op. cit., pág. 92, 129, 270. H. Book Am. Ind., pág. 109, 111 y su Bibliografía. Schoolcraft. Op. cit., V-172, 179. Bancroft. Op. cit., I-38. B. A. E. Reports: 5.º (Mathews). 9.º (Bourke), 3.º (Mathews), 1.º (Yarrow)-(Royce), 8.º (Stevenson), 14.ª (Parker Winship), 2. (Mathews); 18, 2nd. pte. (Royce, Intcion. Thomas), etc. Pilling. Bibl. Athapascan Lang. (B. A. E.), Bulletin 14 (1892). Deniker. Op. cit., pág. 524, etc. Pí y Margall. Op. cit., I-905. Keane, M. P. P., 382 y sig. Id. Geog. N. A. (Stanford's) I-539, etc. Conde de la Viñaza. Op. cit., pág. 836 y núms. 397 (Hervás), 547 (Orozco y Berra), 576 Pimentel, Filología Mexicana. T. III. Consúltese también la preciosa carta del P. Provcial. de Mexico (S. J.) (1752) á los Ples. de España (S. J.) B. N. Madrid, Ms. PV, fol. C-32, núm. 82 (copia).
Sobre los Navajos en especial. Vse. B. A. E.: Rep. 3 (Mathews), pág. 371, 439; Rep. 1. (Yarrow), pág. 124; Rep. 5.º (Mathews), pág. 387 y sig.; Rep. 8.º (Stevenson), pág. 229 y sig.; Rep. 2.º (Mathews, pág. 152 y sig.); Rep. 17 (Mindeleff) 2.ª pte., pág. 475, 516. Brinton. A. R., 69, 74, 115, 117, etc. Farrand. Op. cit., pág. 176 y 285. Dellenbaugh. Op. cit., pág. 61, 150, 199, 412, 445, etc. Mason. Or. Inv., pág. 37, 112, 117, 310, etc.
Sobre los Apaches en especial. Vse. H. B. Am. Ind., pág. 63 y Bibliog. Clavijero. Storia California, I-29. Benavides. Memorial, pág. 50. Bancroft. Op. cit., V-641. Oñate, en Docs. Inéditos Mco., XVI, pág. 114, 303, 388. Kino (Rdo. P.), en Doc. Hist. Mexico, Serie 4.ª I, pág. 346. B. A. E. Rep. 14 (Mooney); 8 (Stephen) 9 (Bourke). Schoolcraft. Op. cit., I, pág 229, 241; II, pág. 125, 134; V, pág. 202, 214, etc. Mollhausen. Journey from Mississipi to Pacific, I, pág. 182 y sig., etc., etc.
[312] En algunas tumbas de las márgenes del Río Delaware se han encontrado objetos de los Haydahs, de la Isla de Vancouver. Vse. Brinton. Am. Race., pág. 77. Thomas. Op. cit., pág. 158 y sig. H. B. Am. Ind., pág. 332. Rau. Smithsonian Report (1872). pág. 271. etc.
[313] Vse. Hoffmann. "The Midewiwen of the Ojibwa". 7th. Rep. B. A. E., pág. 143 y sig. Farrand. Op. cit., pág. 151.
[314] Vse. mi Capítulo II de este Título y sus referencias. Gallatin. American Antig. Soc. Trans., II, pág. 23, 305, etc.
[315] Brinton. Myths of the N. W., pág 191 y sig. Mary A. Owen, en Hasting's Cdia., pág. 319 y sig.
[316] Farrand. Op. cit., pág. 151, etc. Jenks. Wild-Rice Gatherers of the Upper Lakes. 19 Rep. B. A. E., pte. II, pág 1026, 1034, etc.
[317] F. Parkman. The Conspiracy of Pontiac, I, pág. 27 y sig. "Llamaban los Lennapés á las demás tribus de su familia, hijos, nietos, sobrinos, etc." Parkman. Op. cit., nota 1, pág. 30, vol. I.
[318] Vse. F. Parkman. Conspiracy of Pontiac, etc., I, pág. 166, 217, 229, 257-59, etcétera.
[319] Vse. Hand Book Am. Ind. N. of Mco., pág. 690 y sus referencias.
[320] "Pantera que vuela", "Meteoro" (1775-1813). Vse. Eggleston. Tecumseh and the Shawnee Prophet, pág. 18 y sigtes. Drake. Life of Tecumseh & his brother, etc. (Cinti 1841) pág. 31 y sig. Tammanend, célebre y virtuoso jefe indio cuyo nombre sirvió de enseña á varias sociedades políticas de los Estados Unidos hasta el actual "Tammany Hall", era también Algonquino (Leni-Lenapé del Delaware). Vse. Myers. Hist. of Tammany Hall (N. Y., 1901), pág. 14 y sigtes. Winsor. N. & C. H. of A., III, pág. 469 y sigtes., y sus notas críticas.
[321] Vse. H. B. A. Ind. pág. 40, 73 (Arapaho); 150 (Blackfoot); 385 (Delaware), etcétera, y sus referencias y bibliografías. Brinton. A. Race, pág. 74, 80. Bancroft. Op. cit., III, pág. 237. Conde de la Viñaza. Op. cit., pág. 335 y núms. 367, 370, 372, 397, etc. Schoolcraft. Op. cit., III-401, 596, etc. Parkmann. Consp. of Pontiac, I-28 y sig.; II-31 y sig., etc., etc. Pilling. Bibliog. Algonquin Languages (Bull. 13, 1891, B. A. E.). Keane. Geog. N. A. (Stanford's); II, pág. 254. Farrand. Op. cit., pág. 143, 165, etc., y la bibliografía pág. 283. Orozco y Berra. Op. cit., pág. 40. Deniker. Op. cit., pág. 526, 527. Keane. M. P. P., pág. 383 y sig. Dellenbaugh. Op. cit., pág. 48, 152. Thomas. Int. Am. Arch., pág. 48, 159, etc. Fiske. Discovery, pág. 46. Winsor. N. & C. H. of America, III, pág. 27 y sigtes., etc., etc.
[322] "... para asegurar la paz y el bienestar universales..." (né-skêû-no^{n}'). Vse. H. Book Am. Ind., pág. 616 y sus referencias.
[323] Haio°-hwá-thá. Vse. Hale. Iroquois book of rites, pág. 29 y sig. H. B. A. Ind., pág. 546. Longfellow tomó á este personaje mítico como héroe de su precioso poema Indio.
[324] Vse. los Capítulos III y IV de este Título.
[325] Su extensión fué limitada al Nordeste por los poderosos y crueles Ojibwas y al Sur por los Cherokees mismos que no pertenecían á la Confción. de las 5 ó 6 tribus. Vse. Farrand. Op. cit., pág. 269 y sigtes.
[326] Vse. Capítulos IV y V del presente título y sus bibliografías y referencias.
[327] H. B. Am. Ind., pág. 615 y sig. (Iroqueses), 223 (Cayugas), 245 (Cherokees), 335 (Conestogas), 438 (Eries), 585 (Hurons), etc., y sus bibliografías. Morgan. League of the Iroquois: Lib. I (Estructura de la Liga), pág. 3, 120; Libro II (Espíritu de la Liga) pág. 141, 305; Libro III (Incidental en la Liga), pág. 3, 140 y sus preciosos mapas (Ed. Dodd Mead's, N. Y., 1904). Thomas, pág. 48, 157, 160, op. cit. Bancroft. Op. cit., III-246 y sig. Schoolcraft (Gallatin), III-401 B. A. E.: Rep. 1.º (Powell), 2 (Smith), 3 (Owen Dorsey), 5 (Royce), 7 (Mooney), 13 (Dorsey), 21 (Hewit), 19, 1.ª (Mooney), etc. Pilling. Bibliog. Iroquaian Lang. (B. A. E., Bulletin 6.º). Brinton. Am. Race., pág. 42, 81, 85. Farrand. Op. cit., pág. 148, 160, 214, 284 (Bibfía.). Cadwallader Colden. Hist. of the Five Ind. Nat., pág. 31 y sig. Lafittau. Moeurs de Sav. Americains. Tab. Alfabetique, pág. 291 y sig., "Iroquois." Parkmann. Jesuits in N. A. Int. Liii y sig. Raguenau. Relation des Hurons (1648), pág 30 y sig. Twaites. Jesuit-Relations (1642), pág. 35, 1858; (1653), pág. 63, etc.; (1637), pág. 119 etcétera, y las citadas por Parkmann en sus notas á Jesuits in N. A., y H. B. A. Ind., pág. 615, 223, 245, 335, 438, 581, etc. Keane. M. P. P., pág. 389-90, 26, 385. Id. Geog. of N. A. (Stanford's) I, pág. 67, 71, etc., etc.
[328] Vse. Rel. Cab. de Elvas (Hakluit), II, pág. 563 y sig. Gatschet. Migration Legend, I, pág. 121, 131 y sig. Oviedo. Op. cit., II, pág. 554 y sig. Woodbury Lowery. Spanish Settlements, etc., pág. 212 y sig. Garcilaso de la Vega. Florida del Inca (Ed. Madrid, 1723), lib. V, pte. I, cap. VII y siguientes.
[329] Thomas. Op. cit., pág. 48, 163-4. H. B. A. Ind., pág. 67 (Apalaches), 363 (Creeks), 289 (Choctaw), 961 (Muskokis), etc., y sus referencias. Bancroft. Op. cit., II, pág. 249. Herrera, II, Déc. IV, Lib. IV, Ch. IV. Oviedo. Op. cit., III, pág. 583. Alvar Núñez. Cabeza de Vaca. Nauf. I, pág. 528 (H. P. Indias). Brinton. A. R., pág. 85, 89. Farrand. Op. cit., pág. 94, 168, 174, y Bibliog. pág. 270, 285. Pilling. Bibliog. of the Muskhogean Lang. (Bull. 9.º, B. A. E.). Maccawley. Seminole Indians, etc., B. A. E., 5th Rep., pág. 469 y sig. Biedma. Col. Doc. Florida, pág. 46 y sig. Keane. M. P. P., pág. 390. Dellenbaugh. Op. cit., pág. 154, 445. Mooney. 19 Rep., B. A. E., Pte. I. pág. 3 y sig. Cde. de la Viñaza. Op. cit., pág. 337. Schoolcraft. Op. cit., III, pág. 511. Shea. Cath. Missions., pág. 429, etc., etc.
[330] Oviedo. Hist. Gen. Nat. de Ind., 1-560 y sig. "... De cómo el Gobernador Hernando de Soto fué al pueblo de Jalameco (?) é cómo la caçica Señora de aquella tierra le festejó", etc. Sigue Oviedo en este capítulo la Relación del hidalgo Rodrigo Rangel (que acompañó á Soto en la conquista) á la Audiencia Real de Sto. Domingo. Soto visitó los Yuchis en Abril, 1540. Vse. Oviedo, loc. cit., pág. 561.
[331] Brinton. A. R., pág. 89 y sig. Gatschet. Science (1895), pág. 253. Cárdenas y Cano. Ens. Crit. Hist. Florida, pág. 46 y sig. Robertson. Op. cit., II-108. Charlevoix. Hist. Nouv. France, III-419, 467. Lettres Edifiantes, XX-III-106, etc. H. B. A. Ind., pág. 315, 316, 657, etc., y sus bibliografías. Keane. M. P. P., pág. 392. Gatschet. Karankaway Indians (1891), pág. 12 y sig. Conde de la Viñaza. Op. cit., pág. 392. Thomas. Op. cit., pág. 49. Farrand. Op. cit., pág. 95 y sig. Pimentel. Op. cit., II-409. Woodbury Lowery. Op. cit., pág. 55, 63, 457, etc. Biedma. Collec. Doc. Florida, pág. 50. Pí y Margall. Op. cit., I, pág. 747, etc., etc...
[332] Vse. A. N. Cabeza de Vaca. Nauf. I, pág. 46 y sig. (Ed. Suárez). Winship. Coronado Expedition (14, Rep. B. A. E.), pág. 391, 527 y sig. H. B. Am. Ind., pág. 169 (B. A. E.) y sus notas y referencias.
[333] Vse. H. Book Am. Ind., pág. 769. Murch. Hist. of the great Massacre by the Sioux in 1868, pág. 12 y sig.
[334] H. B. A. Ind., pág. 376 (Dakotas), 103 (Assiniboin), 547 (Hidatsa), 797 (Mandanes), etc., y sus notas y referencias. Thomas llama à los Sioux "beduínos de Norte-América". Int. N. A. Arch., pág. 49, 157, 162-8, etc. Vse. también B. A. E. Reports 7.° (Powell), 15.º (Mc. Gee), 15.° (Dorsey), 14.° (Mooney), 11.° (Dorsey), etc. Bulletin 22. Mooney. Siouan Tribes to the East. Bulletin 20. Boas. Chinook texts. Bulletin 5.° Pilling. Bibliog. Siouan Lang. Bulletin 15.º Pilling. Bibliog. Chinookan Lang. Jes. Rel. (Twaites) (1667). III-23, etc. (1658) 21, 39. (1640) 35, etc. Keane. Geog. (Stanford) N. A. I., pág. 536 y sig. Schoolcraft. Ind. Tribes, II-141; V-39, 193; VI-34, etc., etc. Charlevoix. Op. cit. (Ed. Shea), III-31. Shea. Catholic Missions, pág. 348 y sig. Alegre. Hist. de la Cia. de Jesús, I, pág. 336. Brinton. A. R. pág. 98, 100. Farrand. Op. cit., pág. 133-47 y 246-270. Bibliog. (282). Deniker. Op. cit., pág. 528. Keane. M. P. P., pág. 391 y sig. Woodbury Lowery. Op. cit., pág. 66 y sig. Coll. Doc. Florida, pág. 58. Dellenbaugh. Op. cit., pág. 60, etc. Pí y Margall. Op. cit., cap. XXXIII y XXXIV. Will & Spinden. The Mandans, pág. 23 y sig., y en especial la preciosa obra de Catlin, Letters & Notes, etc., I, 81, 181 y sigtes y el Smithsonian Rep. (1885).
[335] Vse. Woodbury Lowery. Op. cit., pág. 49, 75, 337 y sig. Encic. Británica. "California". Winsor. N. & L. H. of A. I-81, 328; II-433 y sig. Bancroft. Hist. California, I-67; II-322, etc. Relación ó diario de la navegación que hizo Juan Rodríguez Cabrillo, etc., en Coll. Doc. Flo., pág. 173, 186, etc. Herrera. Vol. III, Déc. 7, Lib. V. Cap. III y IV, etc. (Vse. Tabla, Vol. IV). Fiske. Op. cit., I-39 y sig. McGee & Hewitt. The Seri Indians (17 Rep. B. A. E.), pte. I, pág. 9 á 296, y la preciosa bibliografía de su Sumario histórico (pág. 50 á 122). H. B. Am. Ind. N. of M., pág. 190, 269, 273, 296, 438, 521, 723, 737, 806, 921, etc., etc., y sus referencias. Murdoch. Point Barrow Esp. (9 Rep. B. A. E.), pág. 11, etc. Bancroft. Nat. Races, III-564 y sigtes. Farrand. Op. cit., pág 180 y sig. Galiano. Viaje corbetas Sutil y Mejicana (1802), pág. 167 y sig. Schoolcraft. Ind. Tribes, etc., III-109, IV-24 á 38. Pacheco y Cárdenas. Doc. Ind., XIV-165 (B. Nal. Madrid., Ms., 18669). P. Kino (Id., Ms. I-149, H-78). Benavente (P. Miguel, S. I.) Reflexiones, etc. (B. N. Madrid. Ms. I-153). Relación viaje D. Pedro Porter, etc. (B. N. Madrid, Ms. S-52). Descubto. Californias. Anónimo (B. N. Madrid, Ms. I-89). P. Kino, en Doc. Hist. México, 4.ª Serie, I-349. Villa-Señor. Teatro Americano, pte. II, pág. 405. Powers. Tribes of California, pág. 14 y sigtes. Deniker. Op. cit., pág. 531 y sig. Keane. M. P. P., pág. 379 y sig. Drake's Narrative en Hackluyt, vol. IV, pág. 41, II-44, 246, etc. Pí y Margall. Op. cit. I. Chap. 39, 40, etc., etc.
[336] Vse. Woodbury Lowery. Op. cit., pág. 69 y sig. Bandelier. Historical Introduction to Studies Among the Sedentary Indians of New Mexico (Arch. Instte of America Papers I-1-33).
[337] Vse. mis notas al Cap. II, Tít. I, y Holmes. Pottery of Ancient Pueblos (B. A. E., 4 Rep., pág. 266 á 358). Cushing. Study of Pueblo Pottery, pág. 473, 479, 520 (4 Rep., B. A. E.). Fewkes. Archeological Exp. to Arizona (17 Rep., B. A. E., pág. 527, 741, II pte.). Hough. Archeolog. Field Work in Northeastern Arizona (Report U. S. National Museum for 1901). Mason. Woman's Share in Primitive Culture, pág. 91, 113. Thomas. Int. to. N. A. Archeol., pág. 170, 203, 220, etc., etc.
[338] Las tribus de los Pueblos, reducidas á 10.000 almas, siguen viviendo hasta hoy en el mismo territorio, repartidas en unas 27 aldeas habitadas, de las cuales sólo Acoma y algunas Hopis ocupan los sitios mismos que ocupaban en la época de la Conquista. Vse. Farrand. Op. cit. pág. 183.
[339] Vse., en primer lugar, el precioso estudio de Winship y su bibliografía, pág. 602 (14 Rep. B. A. E., pág. 339 á 602), en el que se transcribe la Relación de la Jornada de Cibola por Pedro de Castañeda, de Nácera. La Relación Postrera de Sibola (pág. 566), sacada por el ilustre Americanista García Icalbazceta de los papeles del P. Motolinia, autor de una célebre descripción de los Indios de Nva. España (Coll. Doc. Hist. Méjico. Ed. Icalbazceta, Vol. I). Vse. también Woodbury Lowery. Op. cit., pág. 69 y sig., y sus notas. H. Book Am. Ind., pág. 209, 221 y sus notas 675, etc. Brinton. A. R. pág. 113 y sig. B. A. E. Reports 2 (Cushing), íd. (Stevenson), 3 (Id.), 4 (Cushing), 5, 11 y 23 (Matilde Stevenson), 8 (Mindeleff), 13 y 16 (Id.), 15, 17, 19, 21 y 22 (Fewkes), etc., etc. Para la vida social y moral de los Querés (Rito de los Fríjoles), léase la deliciosa Narración de Bandelier. The Delight Makers, pág. 39 y sigtes. (Koshare, etc.). Vse. también en general á Thomas. Pág. 203, 233, op. cit. Hodge. Pueblo Indio Clans (Am. Anthrop., IX-345). Deniker. Op. cit., pág. 534. Keane. M. P. P., pág. 399. Fiske. Discovery, I-87. Nadaillac. Am Prehist., cap. V, pág. 198. Winsor. N. & I. H., I, pág. 395 y sigtes. Dellenbaugh. Op. cit., pág. 133 y sig. y cap. XVI. Conde de la Viñaza. Op. cit., pág. 874, 383, 389, etc., etc.
[340] Vse. Brinton, A. R. pág. 118. La familia Uto-Azteca es la más numerosa de las hoy existentes en Norteamérica. Según los censos Norteamericanos y Mejicanos, vivían en ambos territorios, en 1880, cerca de 2.000.000 de indios á ella pertenecientes. Vse. Anales del Ministerio de Fomento, Méjico, para 1881, citados por Brinton, op. cit., pág. 120 Comp. Orozco y Berra, Geog. Lenguas Méjico, IX parte, página 252, etc.
[341] Se debe esta conclusión principalmente á los admirables trabajos filológicos de Joh. Carl. Ed. Buschman, que dedicó gran parte de su vida á seguir los rastros de la lengua Nahuatl ó Azteca en Méjico y Estados Unidos. Vse. Buschman. Die Spuren der Aztechischen Sprache im Nordlichen Mexico, etc. (Berlín, 1859), pág. 815 y sig. Cse. también Buschman. Gramatik der Sonorischen Sprachen, Pte. I, pág. 266, y Pte. II, pág. 215 y sig. Pérez de Rivas. Triunfos, etc., lib. I, cap. XIX. Powell. Int. to the Study of Indian languages (B. A. E., 1880, 2.ª Ed.), pág. 43 y sig. Conde de la Viñaza. Op. cit., cuadro Alfco., etc., pág. 371 (Nahualt), pág. 372, 378, 383, 388, 390, etc., etc.
[342] Bourke. Snake Dance of the Moquis, etc., pág. 57 y sig. Farrand. Op. cit., pág. 95, 98, 118, 119, etc., y 144, 146, 147. Fewkes. Hopi Katcinas, etc. (21, Rep. B. A. E.), pág. 120 y sig. H. B. A. Ind. (B. A. E.), pág. 327 (Comanches), 521 (Hopis) y sus abundantes bibliografías. Brinton. A. R., pág. 120 y sig. Clark. Ind. Sign. Lang., pág. 118 y sig. Thomas. Op. cit., pág. 139, 229, etc.
[343] Mota Padilla. Hist. Nva. Galicia (Edición Icalbazceta, 1870), pág. 71 y sig. Tello. Fragmentos Hist. Nva. Galicia (Doc. Méjico. II, 369). cap. IX á XXXV. Pacheco y Cárdenas. Doc., vol. XV, pág. 392, 398. Herrera. Dec. VIII, cap. XXIII, etcétera. Winship. Coronado Expedition, 14 Rep., B. A. E., pág. 350, 356. etc., y sus bien elegidas fuentes y referencias. Mda. Stevenson. The Sia (11 Rep., B. A. E.), pág. 20 y sig. Davies. Spanish Conq. New Mexico, pág. 351-52 (Expción. Vargas, 1692). McGee. Seri Indians (17 Rep., B. A. E., 1.ª pte.), pág. 254 y su copiosa bibliografía sobre Misioneros Jesuítas en N. A. Sobre las Exploraciones y trabajos. P. Kino. Vse. Apostólicos Afanes S. J. (Barcelona, 1754). pág. 59 y sig., y la preciosa carta circular del P. Provincial de México á los PP. Ples, de España (1752), B. N. Madrid, Ms. PV., fol. 32, núm. 82, etc.
[344] Lumholtz. Unknown Mexico, vols. I y II. H. B. A. Ind. (B. A. E.), pág. 575 y sus referencias.
[345] Vse. Brinton. A. R., pág. 128. Thomas. Op. cit., pág. 233 y sig. Keane en Stanford's Compendium. Cent. & South Amca., vol. II, pág 45 y sig. Fiske. Discovery II, pág. 38 y sig. Dodd Mead's. Cyclopedia "Mexico".
[346] Vse. Prescott, Conq. of Mexico, pág. 11 y sig. Clavijero. Stor. del Messico I, lib. II. Ixtlilxochitl. Hist. Chichimeca, cap. 32, etc. Veytia. Hist. Ant., libro III, cap. III. Torquemada. Mon. Ind., lib. II, cap. XXX. García Icalbazceta. Obras (Ed. Agueros, 1896), vol. I, pág. 310, 363 y sig., lib. II, pág. 148. Fdo. Alvaro de Tezocomoc. Crón. Mexicana (Pub. en vol. IX de Kinsborough. Ant. of Mexico), cap. I, pág. 5. Bandelier. 10th Annual Rep. Peabody Mus., pág. 96 y sig., etc., etc.
[347] Vse. Prescott. Op. cit., ch. I, apce. pte. I, etc., y sus autoridades y referencias. Thomas. Op. cit., pág. 235 y sig. Winsor. N. & C. H. of America, chap. III, vol. I, pág. 132, 153 y las autoridades citadas en sus págs. 155 y sig. Brinton. Am. Race, pág. 126 y sig. Bancroft. Nat. Races, ch. 5-7. Bandelier. 11th Report Peabody Museum, pág. 387 y sus admirables notas críticas y abundantes referencias.
[348] Bandelier. On the Art of War, etc. (10^{th} Report Peabody Museum, pág. 96 y sigtes, y sus notas y referencias). Waitz. Amerikaner, vol. II, pág. 38 y sigtes., etc., etc.
[349] Vse. Fiske. Op. cit., I, pág. 118 y sig. Bandelier. Loc. cit. (10th Report), pág. 123 y sigtes. Bancroft. Nat. Races, etc., II, pág. 145 y sigtes.
[350] Vse. Charnay. Am. Cities of the New World, pág. 215 y sigtes., y los bajo-relieves existentes en el Museo de Madrid.
[351] Bandelier. (10 Rep., nota 139). Bernal Díaz del Castillo. Op. cit., ch. XCII. Prescott. Op. cit., II, pág. 362.
[352] Los Mejicanos fueron muchas veces escarmentados por sus enemigos, como en el ataque á Mechoacan (1479, según Chavero, Calendario Azteca, pág. 4), por ejemplo, que no se atrevieron á repetir. Vse. Bandelier, 10th Report, pág. 142 y notas 176, 177, 178, 179 y 180.
[353] Mendieta. Hist. Ecles. Ind., lib. II, pág 131 (Edición Icalbazceta). Vse. Bandelier, 10th Rep., pág. 139 y sig., notas 164, 165, 166, etc., y en especial notas 185 y 186. Compárese Squier, Perú, Inc. of Travel, etc., pág. 116 y sig., sobre las fortificaciones Incásicas (Pisac, Piquillacta, etc.), muy superiores á los Aztecas, que apenas llegaron á los "pucarás" ó fuertes de los Aymarás, de Bolivia, op. cit., pág 191.
[354] Vse. Bandelier. 10^{th} Report. pág. 149, notas 189, 190, 191 y 192. Prescott. Op. cit., lib. IV, caps. V á VIII y la preciosa descripción de Icalbazceta, Obras I, Opúsculos varios, pág. 317, 336 y sig.
[355] Vse. Fiske. Op. cit., I, pág. 116 y sigtes. Prescott. Op. cit., cap. II, pág. 12, 26. Bandelier. 11th Rep., pág. 412, 413 y sus abundantes notas y referencias.
[356] Vse., por ejemplo, Bernal Díaz del Castillo, Conq. Nueva Esp., caps. XXXVIII y XXXIX, pág. 33, vol. II. Hist. Prim. Ind.
[357] Vse. la relación de Alonso de Çorita (1653), tomo XLI. Colección Muñoz. Acad. de la Hist. Madrid. Costumbres y Ftas. Indias Nva. España, Bca. Escorialense. Ms. K., iij 8, fol. 331 (Anónimo). Vse. también, en especial, Bandelier, On the distribution and tenure of lands, etc. (11th An. Rep. Peabody Museum, pág. 39, y sig. y sus notas y referencias).
[358] Vse. Bandelier. Op. cit., pág. 429 y sig. y sus notas. Fiske. Discovery of America, I, pág. 401 y sig. Nadaillac. Am. Preh., pág. 210 y sig. Herrera. Déc. III, lib. IV, cap. XV. Torquemada. Op. cit., lib. II, cap. LXVIII, pág. 189 y sig. Alonso de Zurita. Rel. cit., fol. 17 y sig. Motolima, Historia, etc., Trat. II, cap. V, pág. 110 y sig. Relaciones Ixtlilxochitl. Vols. II, III, IV de la Coll. Muñoz (Academia de la Historia). Comp. Robertson. Op. cit., vol. IV, pág. 10 y sig. Prescott. Conquest of Mexico, pág. 6 y sigtes. Cartas Relaciones de Hdo. Cortés. Vol. I, pág. 1 á 153. Bancroft. Nat. Races, II, pág. 230 y sigtes., etc., etc.
[359] Bandelier. II Rep. Peabody Mus., pág. 385 y sigtes, y sus notas y referencias.
[360] Vse. Gomara. Conq. de Mexico, Hist. Prim. Ind., I, pág. 435 y sig. (Caballería del Tecuitli).
[361] Vse. mi capítulo II de este título y Bandelier, 12.º Rep. Peabody Museum, pág. 396 y sig., con sus notas y referencias.
[362] Vse. Gomara. Op. cit, pág. 437 y sig. Nadaillac. Am. Preh., pág. 211 y sig. Bandelier. Loc. citado, pág. 397, 398 y sig., con sus notas y referencias. Bernal Díaz del Castillo. Conq. Nueva España (Hist. Prim. Indias), II, pág. 86 y sig. Compárese Thomas. Op. cit., pág. 305, etc. Prescott. Conq. of Mexico, I, pág. 93 y sig. Brinton. A. R., pág. 131 y sig. Fiske. Discovery, etc., I, pág. 101 y sig., y las relaciones de Palacio, Bustamante, etc., en los tomos I, XXXIX, LXII, LXXXVI, etc., de los Ms. de la Coll. Mata-Linares (Ac. de la Hist.).
[363] En la Mitología Azteca, "cihuacoalt" era esposa de la suprema deidad de la noche, ó Tezcatlipoca. Vse. Squier. Serpent Symbol, etc., pág. 160, 183. Compárese Muller. Geschichte der Americanischen Urreligionen (Basel, 1855), pág. 41 y sig. Fiske. Discovery, I, pág. 111, etc.
[364] Vse. Bandelier (12 Rep. Peabody Museum), pág. 660 y sigtes. Torquemada. Op. cit., lib. XI, cap. XXIV y sigtes. Vetancourt. Teatro Mexicano, pte. II, trat. II, ch. I. Bernal Díaz del Castillo. Op. cit., cap. XCI. Tezozomoc. Cca Mexicana, etc., caps. XIX-XXI, etc., etc.
[365] Vse. Bandelier (12 Rep. Peab. Mus.), pág. 668 y sig., y sus abundantes notas y referencias sobre el carácter sacerdotal del "Tlacatecuhli". Comp. Fiske. Discovery, I, pág. 109. G. Brühl. Die Culturvölker Alt. Amerikas, pág. 337-8. Gomara. Op. cit. (H. Pvos. Ind., I), pág. 435 y sigtes. ("la jura y coronación del Rey"), etc. Prescott. Conq. of Mexico, pág. 22, 29 y sus notas y referencias.
[366] Prescott. Loc. cit., pág. 70 y 71. Siguiendo principalmente á Sahagún y Torquemada, parece apuntar la idea de que los mercaderes formaban "clase" ó "casta" privilegiada en Méjico. La afirmación es errónea. No hubo nunca en Méjico casta ó clase especial de mercaderes. La consideración que algunos de ellos gozaron se debió á sus hechos personales. Vse. Bancroft. Op. cit., vol. II, cap. XII, pág. 387. Bastian. "Culturlaender", vol. II, pág. 697 y sigtes, y en especial Bandelier (12 Rep.), páginas 600 y sig., notas 69 y 80.
[367] Vse. Prescott. Op. cit., pág. 73 y sig. Fiske. Op. cit., pág. 109 y sig. Herrera. Déc. III, lib. IV, cap. XV. Alonso de Zurita. Relación citada, fol. 41, etc. Torquemada. Mon. Ind., lib. XIV, cap. XVI y sigtes., y en especial Bandelier (12 Report citado), pág. 610 y sigtes., y notas 82 á 92.
[368] Bandelier. Loc. cit., pág. 609 y 619 y sigtes. y notas 107 á 110. Comp. Fray Antonio de Remesal. Hist. de la Prov. de S. Vte. de Chyapa y Guatemala, etc. (Madrid, 1619), lib. VII, cap. XII.
[369] Vse. Zurita. Op. cit., pág. 118, 121. Mendieta. Hist. Eclesc. Indiana, lib II, ch. XXIV, pág. 126 y sigtes. Bandelier. Report citado, pág. 609, nota 80. Oviedo. Hist. Ind., libs. XXXII y XXXVIII, vol. III. Las Casas. Apologética, caps. LII á CVIII, etc.
[370] Vse. Bandelier. Rep. cit., pág. 625 y sig., y notas 124, 128. Sobre los repugnantes vicios contra natura. Vse. Bernal Díaz del Castillo, cap. CCVIII, pág. 309. La carta del P. Piere de Gaud en Col. Ternaux-Compans. Doc., 1.ª serie, vol. X, pág. 197, etc., etc.
[371] Vse. Bernal Díaz del Castillo (Cap. XCII, pág. 89, H. P. Ind., II). Gomara. Op. cit., pág. 347 (H. Prim. Ind., I). Cartas de Relación de Cortés (Carta II, pág. 32). (Hist. Prim. Ind., I): "Hay á vender muchas maneras de filado... que parece propiamente alcaicería de Granada", etc. Comp. Bandelier (12 Rep.), pág. 601 y sigtes. Prescott. Op. cit., I, pág. 71 y sigtes. Fiske. Discovery, I, pág. 108 y sigtes. y las notas y referencias de los anteriores.
[372] Vse. Cortés. Cartas de Relación, I, II, pág. 17 á 50 (Hist. Prim. Ind., I). Bernal Díaz del Castillo. Op. cit., pág. 86: "De la manera é persona del gran Montezuma, y de cuán gran Señor era" (Cap. XCI). Compse. Morgan. Houses & House life, etc., pág. 240 y sigtes. y su famoso ensayo crítico "Montezuma's Dinner" (North Am. Review, Abril, 1876).
[373] Prescott. Op. cit., pág. 63 á 76. B. Díaz del Castillo, pág. 89:... "y por el largor y gordor de los cañutillos tenían entre ellos su cuenta que tantas mantas ó que "jipiquiles de cacao" valía..." Compse. Bandelier. (12 Rep.), pág. 602, nota 74. Conforme al sistema numeral de los Mejicanos, la base para contar los "cacaos" era el número 20: así 400 cacaos (20 x 20) formaban un "zontlie", 20 "zontles", ó sean 8.000 un "xiquipilli" y tres de éstos una carga (24.000 gramos). Vse. García Icalbazceta, Obras, vol. I, pág. 323 y sig.
[374] Vse. Prescott. Op. cit., pág. 3 y sig. Nadaillac. Am. Preh, pág. 313. Bandelier (12 Rep.), pág. 609 y sus notas.
[375] Vse. Thomas. Op. cit., chap. XVI, pág. 233 y sigtes. Comp. Brinton. A. R., pág. 153 y sigtes. Nadaillac. Am. Preh., pág. 263 y sigtes. y sus notas.
[376] Vse. Thomas. Op. cit., pág. 312 y sigtes.
[377] Vse. Brinton. A. Race, pág. 137 y sig. Thomas. Op. cit., pág. 339 y sig. Dr. Nicolás León. Anales del Museo Michoacano, vol. I, pág. 114 y sig. Bancroft. Nat. Races, etc., vol. II, pág. 407, 408 y sus bibliografías. Beaumont. Crónca. Mechoacan (Pcia.), vol. III, pág. 78 y sigtes. Hist. Indios Mechoacan, por un Frayle Menor Descalzo, Bca. Escse. (Ms. c-iiij-s-f.) Historia y ritos Indios Nva. España, Bca. Escse. (Ms.) (Anónimo), x-i-j-21. A. de Ulloa. Países entre Veracruz y Guanajuato. Am. Hist., Ccion. Mata Linares, vol. 41., pág. 7 y sigtes. (Ms.). Colección Muñoz, vols. X, XI, XII, Ac. Hist. (Ms.) (Crónica de Mechoacan). Véase también Cde. de la Viñaza. Op. cit., pág. 390, etc., etc.
[378] Vse. Brinton, pág. 135 y sig. Id. Ancient Nahualt Poetry (Lib. Aborig. Amer. Lit.), pág. 132 y sigtes. Sahagún. Hist. Nva. España, lib. X, ch. 29. Keane. Cent. & South America, II (Stanford's), pág. 100 y sigtes. Thomas. Op. cit., pág. 234. Se hablaba la lengua Othomi ó Hia-Hiu en todo el Estado de Querétaro y en parte de los de San Luis, Guanajuato, Michoacan, México, Puebla, Veracruz y Tlascala. Véase Conde de la Viñaza. Op. cit., pág. 378 (Tab. Gral.). Icalbazceta. Bibliog. Mex. de siglo xii, núms. 114, 115, etc.
[379] Chapanecas, Chontales, etc. Vse. Brinton. A. Race, pág. 139 y sigtes. Sahagún. Hist. Nva. España, lib. X, ch. VI. Herrera. Déc. II, lib. V, ch. VIII, y déc IV, lib. X, ch. II, etc. Strebel. Alt. Mexico, pág. 71 y sig. Pimentel. Leng. Indíg. Mexico, volumen III, pág. 341 y sigtes. Prescott. Op. cit., pág. 162 y sigtes. Bernal Díaz del Castillo. Op. cit., cap. XLI. Desiré Charnay. The Ancient Cities of the N. W., caps. VII, VIII (Teotihuacán), pág. 129, 482, etc. Cortés. Cartas de Relación II, pág. 13 y sigtes. H. Pvos. Indias (... II). Gomara. Op. cit., pág. 318 y sigtes. (H. P. I., vol. I). Conde de la Viñaza. Op. cit., pág. 393, 399, 472, etc. (Tabla General). Nadaillac. Op. cit., pág. 364 y sigtes. Thomas. Op. cit., pág. 341, 268, 275, 318-19, etc. Bandelier. Arch. Tour., etc., pág. 74 y sigtes. Sahagún. Hist. Nueva España, lib. X, cap. VI. Oviedo. Hist. Gral. de las Ind., lib. XXVIII, ch. XII y lib. XLII, ch. V y sigtes. Adam (L.). La langue Chiapaneque, pág. 3 y sigtes. Peralta. Costa Rica, Nicaragua, Panamá en el siglo xvi, pág. 775 y sigtes. El nombre de esta tribu parece originario del de su "totem", ó sea el guacamayo (Chapa). Vse. Brinton. Op. cit., pág. 146, etc., y las Collec. Strebel (Mus. Etnol. Berlín).
[380] Vse. Nadaillac. Op. cit., pág. 264 y sigtes. Thomas. Op. cit., pág. 234, etc. Bancroft. Nat. Races, vol. IV, cap. II y sig. Brinton. A. Race, pág. 135 y sigtes. Winsor. N. & C. H. Am., I, pág. 132, y II, pág. 343, 397, 402, etc., y sus notas.
[381] Vse. Brinton. Op. cit., pág. 154. Herrera. Déc. III, lib. IV, cap. VIII. Brinton. The Maya Chronicles (Lib. of Aborig., lit. I, 1882). Sahagún. Hist. N. E., lib. X, cap. XXIX, sec. 12. Thomas. Op. cit., pág. 312 y sigtes., estudia con critica clarovidencia estos problemas.
[382] Vse. Brasseur de Bourbourg. Hist. de Nac. Civil Am. Centrale, II, pág. 57 y sigtes. Torquemada. M. Ind., I, ch. XV, XX. Bancroft. Op. cit., V, pág. 619 y sigtes.; II, pág. 523 y sigtes.; III, pág. 460 y sig., etc., etc. J. Pérez. Katunes de l'histoire Maya, pág. 14 y sigtes. Sobre la autenticidad, etc., de estos "Katunes" (de kat, piedra, y tun, interrogar), ó piedras grabadas; vse. Stephens, Yucatán, Ap. tomos I y II. Winsor. Op. cit., I, pág. 134. Compse. también las Relaciones de Ixtlilxochitl en Col. Muñoz (Ac. Hist.), vols. II, III, IV (Ms.)
[383] Col. Muñoz (Ac. Hist. Madrid), vol. LII. Copia Ms. del recibo de la Casa de Contratación del envío de H. Cortés (1519). Bca. Escse. (Ms.), Costumbres de Nueva España, k-iiij-8. Descrip., Col. Seller, Museo Berlín, en Bull. 28 (1904), B. A. E., pág. 11 á 636. Herrera. Déc. III, lib. IV, ch. V. I. de Grijalba. Crónica de la Orden de S. Agustín (1624) Mexico, pág. 29 y sigtes. (B. Nal. Madrid, Raros).
[384] Vse. Brinton. Loc. cit. Herrera. Déc. I, lib. V, cap. V. Cogolludo. Historia Yucatán (Madrid, 1688), pág. 7 y sigtes. Bdo. de Lizana. Historia Yucatán (1633), (Ed. Museo Nal. Mco.) pág. 31 y sig., etc.
[385] Vse., entre otras, Landa. Relación de las cosas del Yucatán (Edición de don Juan de Dios de la Rada y Delgado, Madrid, 1884). Fuentes y Guzmán. Recordación Florida (Ed. de D. Justo Zaragoza 1882-83), I-II. Oviedo. Op. cit., vol. III, libs. XXXII, XXXIII, etc. Las Casas. Apologética Hist. de las Indias (Ed. Serrano y Sanz, Madrid, 1909), en especial caps. CCXV á CCXLIV. Gomara. Op. cit., pág. 430 y sigtes. (H. Prim. Ind.). Mártyr d'Anglería. "De Orbe Novo", déc. VI, lib. VI, etc. Respecto á la lengua Maya, su extensión, etc., vse. Conde de la Viñaza, op. cit., pág. 385 (Quiche), 369 (Maya ó Yucateco), 360 (Huaxteco), etc., etc., y sus referencias.
[386] Vse. Brasseur de Bourbourg. Popol Vuh, etc. (París, 1861). Winsor. N. C. H. A., pág. 116. Brinton. A. R., pág. 158.
[387] Brinton. Annals of the Cakchiquels (Pilh, 1885), que es Extracto del Ms. incompleto encontrado en el Convento de S. Fco., de Guatemala y pubdo. en el Boletín Soc. Econ. Guatemala, núms. 29-43 con el nombre de "Memorial de Tecpan-Atittlan". Los libros de Chilam-Balam fueron publicados por Brinton. ("Books of Chilam-Balam", Ess. of an Am., pág. 255-73). Vse. también Brinton. A. R., pág. 158. Winsor. N. I. H. of A., I, loc. cit., etc., etc.
[388] Vse. Thomas. Op. cit., pág. 241. Bandelier. Arch. Tour., pág. 54 y sigtes. Bancroft. Native Races, II-520, IV-506. Prescott. Conq. of Mexico, pág. 68 y sig. Winsor. N. & C. H. of America, I, pág. 179. Keane. M. P. & P., pág. 410.
[389] Para las interpretaciones (hipotéticas) del sistema del calendario Azteca-Maya y sus símbolos, vse. Squiers. Some new discoveries, etc., Amer. Journ. of Science & Arts (2.ª serie, Mayo 1849). Brasseur. Chron. Hist. des Mexicaines (Actes Soc. Etnographie, 1872, vol. IV), y en especial Thomas, op. cit., pág. 243, etc. Id. Day Symbols of Maya Year (16 Rep., B. A. E.), pág. 199 á 265. Id. Mayan Calendar Systems (19 Rep. B. A. E.), pág. 690, 818 y sus abundantes referencias. Comp. Fray Diego Durán. Hist. de las Indias de Nva. España, etc., II-231. (Edción. José Fdo. Ramírez, Méjico, 1867-80).
[390] Prescott. Op. cit., pág. 61 y sig. Brinton. A. R., pág. 131, 156, etc., y sus referencias. Landa. Rel. Cosas del Yucatán (Ed. Madrid, 1881), I, pág. 110 y sigtes. Bandelier. 11th Rep. Peabody Museum y sus abundantes notas y referencias.
[391] Thomas. Op. cit., pág. 244. Bancroft. Nat. Races, II-115, etc. Fiske. Op. cit., I-133 y sigtes. B. A. E. (Seller, Fosterman, etc.). Descrip. Coll. Seller, Museo de Berlín, Bull. 28, pág. 11 á 635. Comp. Gomara. Op. cit., pág. 298: (Rescate que hubo Joan de Grijalba de los Indios de Potonchan), y pág. 322: (El presente que Cortés envió al Emperador por su quinto, etc.) Vse. también Winsor. N. & I. H. of Amca. pág. 416 del tomo I, apce. IV, y Catálogos Antigüedades Huavis (Oaxaca), Tecas y Matlatzincas (Michoacan), por D. Nic. León (Museo Nac. Mexico).
[392] Thomas. Op. cit., pág. 245 y sigtes. Nadaillac. Am. Preh., caps. VI y VII, pág. 263 y sigtes. Vse. los Códices Perezianus (Manuscrit dit Mexicaine núm. 2 de la Bib. Imperiale, etc., París, 1864). Fejervary Meyer. Museo Liverpool, Ms. 12.014 (Pdo. por el Duque de Loubat, 1901). Troano. (Museo Arqueológico de Madrid). Maya-Dresden. Libría. Real Dresde (Reproducción Foesterman, Dresden, 1892) los relieves de Palenque. Winsor. N. & I. H. of Aca. pág. 201, etc., etc.
[393] Thomas. Int. N. A. Arch., pág. 246. Prescott. Op. cit., pág. 45. Nadaillac. Op. cit., pág. 268. Zorita. Hist. Nva. Esp. (Ed. Suárez, 1910), I. pág 36, que sigue á Benavente (Motolinia). Clodd. The Story of Alphabet, pág. 78. Brinton. The Ikonomatic Method of Picture Writing (Ess. of an Americanist, pág. 213 y sigtes). Isaac Taylor, Hist. of Alphabet, I-24.
[394] Brinton. Op. cit., pág. 157. Thomas. Mcripts. Mayas (B. A. E.), Rep. I, pág. 209 á 245, 3rd Rep., pág. 25, 6th Rep., pág. 309, 19 Rep., pág. 418 y sig., Bull. 18 (The Maya Year), etc. Rosny. Doc. Ecrits. Ant. Amca., pág. 71. Winsor. N. & C. Hist. of Amca., I, pág. 196 y sig.
[395] Vse. Brasseur de Bourbourg. Ms. Troano, I-9. Prescott, I-103. Brinton. Myths., pág. 10, etc. Bancroft, IV-92, etc. Rosny. Essay sur le dechiffiement, etc. (París, 1876), pág. 5 y sigtes. Bruhl. Die Culturvolken Alt. America, pág. 327, 350. Winsor. Op. cit., I, pág. 203. Comp. el precioso estudio de Icalbazceta, De la destrucción de Antigüedades Mejicanas, etc., en defensa del Obispo Zumárraga (Méjico, 1881, pág. 12 y sigtes.), á quien se atribuye ligeramente, por muchos autores, la destrucción de innumerables Ms. Mejicanos.
[396] Los Códices Aztecas y Mayas más conocidos son, entre otros, el Codex Mendoza, que se conserva en la Biblioteca Bodleiana, el Telleriano Remensis (Bca. Nacional París), el Vaticanus (Bca. del Vaticano), el de Dresde (Bca. de Dresde), el Troano (Museo Arqueológico Madrid), el Cortesiano (Id. íd.), el Pereziano (Bib. Nac. París), y el Tonalamatl (París, B. N.). Casi todos estos Códices han sido lujosamente reproducidos por Kinsborough (Am. Antiquities, I á IX), Foerstemann, y en especial por los magníficos infolios del Duque de Loubat (Tonalamatl Berlín, MDCCCC); Mexicano-Vaticano detto Ríos, Roma, 1900; Mexicano Borgiano (Propda. Fide), Roma, 1898, etc. Sobre el origen, carácter, procedencia, tentativas de interpretación, etc., consúltense las introducciones de Seler, etc., á las citadas ediciones de Loubat, y en especial el resumen de Winsor, op. cit., I, pág. 201 y sig. con sus notas y referencias.
[397] Vse. Thomas. Int. N. A. Arch., pág. 253, 269 y sig. Nadaillac. Am. Preh., pág. 350, 368 y sig. con sus notas. Des. Charney. Anc. Cities of the N. W., pág. 75, 152, etc., caps. IV, V, VI, etc., y cap. XXIV, pág. 480 y sig. Winsor. Op. cit., I, pág. 175, 186, etc., y sus notas y referencias. Bandelier. Arch. Tour., pág. 40, 69, 233, 320, etc. Id. 10th Rep. Peabody Museum, pág. 146 y nota 186, y pág. 184, nota 190, etc., etc. Bancroft. Op. cit., IV, pág. 530, 518, 471, 474 y sigtes. (en especial capítulos VII y X). Compse. Museo Mexicano, I-185, etc. Almaráz. Memoria de los trabajos de la Comisión Científica de Pachuca (Méjico, 1865, pág. 18 y sigtes). García Cubas. Estudio Comp. entre las pirámides Egipcias y Mejicanas (Méjico, 1871, pág. 4 y sig. Guía Descrip. Mus. Nac. México, pág. 19 y sig. Branz-Meyer. Mexico as it was, etc., pág. 178 y sig. 3.ª Edición). Carriedo. Palacios de Mitla (Ilustración Mexicana, vol. II). Fiske. Op. cit., II-259 y sig. y las relaciones antes citadas de Cortés (en especial carta 2.ª). Gomara, Bernal Díaz del Castillo (en especial, capítulo LXXVIII), etc., etc.
[398] Vse. Thomas. Op. cit., pág. 276 á 305 y sus referencias. D. Charney. Op. cit., pág. 194 á 262; 440 á 459; 371 á 414; 323 á 371; 459 á 482; 473 y sigtes., etc. Nadaillac. Op. cit., pág. 319 á 335 y sigtes. y sus notas y referencias. Bancroft. Op. cit., IV, pág. 289, 145, 118-79, etc. Winsor. N. & C. Hist. of America, I, pág. 191 y sig.; 153 á 190; 190 á 198, etc., y sus notas y referencias. Stephens & Caterwood. Travels in Central America (N. I. 1841), II, pág. 310. Rau. The Palenque Tablet (Smithsonian Contribution, vol. XXII). A. del Río. Desc. del terreno y Población Antigua, Ac. Hist. Madrid, Ms. (Pub. en Dic. Universal de Geografía, Méjico, tomo VIII, 528). Brasseur de Bourbourg. Palenque, pág. 5 y sig. Brinton. M. of the N. W., pág. 95 y sig. Violet le Duc. Habit Humaine, Int., pág. 69 y sig. Brasseur de Bourbourg. Hist. Nat. Civ. du Mexique, etc., vol. II, pág. 23. Palacio. Carta á Felipe II en Pacheco y Cárdenas. Doc. Inéd., VI, 47. Karl Scherzer. Ein Besuch ben dei zumen von Quirigua (Viena, 1855, pág. 23 y sig.) Squier. Nicaragua, etc. (Ed. 1860, N. Y.), pág. 207 á 362, etc.
[399] Vse. Reville. Rel. de Mex. et Amerique Centrale, pág. 23 y sig. Winsor, Op. cit., I, apce. V, pág. 431 y sig. Bancroft. Op. cit., vol. III, ch. VI al X. Prescott. Op. cit., I, ch. III, Int. Nadaillac, op. cit., pág. 296. Tylor. Prim. Culture II, pág. 279, etc. Compse. las relaciones. Sahagún, Torquemada, Mendieta, Motolinia, Ixtilxochitl, Clavijero, etc. Gomara (H. P. I., pág. 444 y sig. "Del desollamiento de hombres", etc.). Bernal Díaz del Castillo (H. P. I., II, pág. 309: Como los Indios de toda la N. España tenían muchos sacrificios y torpedades), etc., cap. CCVIII. Comp. Las Casas. Apologética (Ed. Bailly-Baillere, 1909), pág. 337, 509, etc.
[400] Vse. Fiske. Op. cit., I, pág. 109. Prescott, loc. cit. Thomas. Int. N. A. A., pág. 356 y sigtes. Nadaillac. Op. cit., pág. 298 y sig. Gomara. Op. cit., pág. 443, 449. B. Díaz del Castillo. Op.[fixed its clear on normal res. image] cit., pág. 89, etc.
[401] Brinton. Myths of the New World, pág 283 y sig. Thomas. Op. cit. pág. 249 y 356 á 370.
[402] Vse. Bandelier. 12 Rep. Peabody Museum, pág. 558, nota 4ª, comentando á Orozco y Berra. Geog. de las lenguas y Carta Etca. de México, ptes. III, IX (Méjico, pág. 252). Vse. también Fiske. Op. cit., I, pág. 110 y sig. y las Relaciones de Cortés y Bernal Díaz del Castillo, etc., etc.
[403] Oseas, XIII-3.
[404] Vse. Deniker. Op. cit., pág. 543 y sig. Keane. M. P. P., pág. 416 y sig. Id. Etnology, pág. 162 y sig. Id. Stanford's Compendium Cent. & S. A. I, pág. 43 y sig. Alcide D'Orbigny. L'Homme Americaine de l'Amerique Meridionale (París, 1839), vol. I, pág. 21 y sig. Brinton. A. R., pág. 164 y sig. P. Ehzenreich. Mythen und Legendem der Sudamericanischen Urvolker, pág. 28 y sig. y su abundante y bien seleccionada bibliografía. Reclus. Geog. Universelle (París, 1890-94), vols. XV, XIX. Pí y Margall. Op. cit., I, pág. 292 y sig., etc., etc.
[405] La primera tentativa seria de clasificación de las lenguas indígenas Sud-Americanas se debe á nuestro sabio filólogo Hervás y Panduro, op cit., seguido por Adelung en su Mitrídates. Humboldt (Personal Narrative, vol. VI, pág. 438 y sigtes., 1826) declaró impracticable la clasificación de estas lenguas, cuya mayor parte eran de las llamadas "incertæ sedis" por los Botánicos. Orbigny (op. cit.) se limita á la parte del Continente por él visitada (Sur, paralelo 12). Aportan preciosos datos Von Tschudi en su admirable libro "Organismus der Khetschua Sprache" (Leipzig, 1884) y Von Martins "Beiträge sur Ethnographie und Sprachenkunde Sud Amerikas zumal Brasiliens" (Leipzig, 1867, 2 vols.), que es una verdadera mina de informaciones generales. Una de las tentativas modernas de clasificación más notables es la de Lucien Adam "Trois familes lingüistiques des bassius de l'Amazone et de la l'Orenoque", (Compte-Rendu du Congres Internationale des Americanistes, 1888, pág. 489 y sigtes.), á quien sigue en gran parte Brinton, A. R., pág. 168 y sigtes. Compse. Conde de la Viñaza, op. cit., Intcion., etc.
[406] Brinton. A. R., pág. 171, etc.
[407] Vse. Acuña. Nuevo Descto. del Gran Río de las Amazonas (Ed. Madrid, 1891), pág. 2 y sigtes. Gumilla-P. Joseph. Hist. Nat., etc., de las Naciones situadas en las Riveras del Río Orinoco (Barcelona, MDCCLXXXI). Agassiz. Voyage au Brasil (París, 1869), pág. 71 y sigtes. Marajó. As Regioes Amazonicas (Lisboa, 1895), pág. 24 y sigtes. Carvajal. Descto. del Río de las Amazonas (Sevilla, 1894), pág. 12 y sig. Humboldt. Travels in South America (Trans. Bohn. Libry.), II, pág. 95, 138, 329, etc; III, pág. 10 y sigtes.
[408] Discuten los etnólogos si los Tupis Brasileños descienden de los Guaranis Paraguayos, etc., ó éstos de aquellos. Según Varnhagen, Hist. Gral. do Brazil, pág. 13 y sigtes., el tupy (de ypy-generación y T-ypy ó T-upi, de sí mismo) debió ser el tronco principal del que emanaron las demás tribus. Sea de esto lo que fuere, conformes están historiadores y etnólogos en asignar á ambas familias origen y lengua esencialmente idénticos. Vse. sobre estos puntos y en general sobre la familia de los Tupis ó Guaranis, Galanti, op. cit. I, pág. 93 y sigtes. Couto de Magalhaes. O Selvajem (Río Janeiro, 1878), pág. 24 y sigtes. Frey do Vicente Salvador. Hist. do Brazil, pág. 32 y sigtes. Brinton. A. R., pág. 230 y sigtes. Von Martius. op. cit. Bd. I, s., 185. Techo. Hist. Prov. Paraguay, lib. XI, cap. II (Chiriguanos), lib. X, cap. IX, etc. Pöppig. Reise in Chile und Peru, Bd. II, 3, 423, etc. Coleti. Dizionario Storico-Geografico dell America Meridionale, vol II, pág. 38. Waitz. Anthrop der Naturvolker, Bd. III, 3, 425 y sigtes. Deniker, op. cit., pág. 567 y sig. Ambrosetti. Los indios Cainguá, Bol. Inst. Geog. Arg., vol. XV. La Hilte y Ten Kate (Guayakis). Museo de la Plata, Anthrop II. Barboza Rodrigues. Rev. da Exposiçao Anthrop. Brasileira Río Janeiro, 1882. D'Orbigny., op. cit., vol. II, pág. 324. Keane. M. P. & P., pág. 438 y sig. íd. Stanford's Geog. C. & South-America, I. pág. 257, 473, etc. Balbi. Atlas Etnographique du Globe XXVII. Lozano. Conq. Río Plata, I, pág. 382 y sig. Ulrich Schmidel. Viaje al Río de la Plata (Edición anotada). Gral. Mitre, cap. XX, LII, etc., y el precioso prólogo de Lafone Quevedo, pág. 56 y sigtes. Pí y Margall, op. cit. I, pág. 643, ch. XVII y sus referencias. Oviedo. Lib. XXIII, ch. XII (Baranis). Acuña, op. cit., pág. 116 y sigtes. (Edición Madrid, 1891). Rui Díaz de Guzmán. His. Arg. (Colección de Angelis), lib. I, cap. V. Guevara. Hist. Paraguay, Río de la Plata y Tucuman (Col. Angelis), ch. II, III y sigtes. Sobre la "Lingua Geral do Brazil" (Tupi-Guarani). Vse. en primer lugar la preciosa Arte de Gram|atica de lingoa mais usada na costa do Brazil | Feyta pelo padre Joseph de Anchieta do Cõpañia de ¦Iesv¦ Coimbra, 1595, fol. I, 58 (Ej. Bib. Nac. Madrid). Conde de la Viñaza, op. cit., Cuadro Alf., pág. 351, 358. La Edición Platzman (Leipzig, 1876) del Arte, vocabulario, tesoro y catecismo de la lengua Guarani del P. Ruiz de Montoya, y la correcta y copiosa "Bibliografía da lingua Tupi on Guarani tambem chamada lingua geral do Brazil", coleccionada por Alfredo do Valle Cabral (Río Janeiro, 1880), vol. VII. Annaes Bib. Nac. do Rio de Janeiro, etc., etc.
[409] Garcilaso de la Vega. Com. Reales, I, lib. VII, cap. XVII, pág, 245 y sigtes., "á los niños y muchachos (de las tribus vecinas de los Chiriguanos) los amedrentan y acallan con solo el nombre".
[410] Descubiertos por Lund. Vse. mi cap. I, tit. I (Hombre Paleolítico).
[411] Vse. Keane. Stanford's, Compendium, C. & S. A. I, pág. 46 y 554. Brinton. A. P., pág. 236, 238, etc. Galanti, op. cit., pág. 124 y sig. Acuña, op. cit., pág. 181 y sig. Deniker, op. cit., pág. 562, etc. Pí y Margall, op. cit., I, ch. XVII, XVIII y XIX, y sus referencias. Lacerda y Peixoto. Contrib. ao estudo Anthrop. das raças Indig. do Brazil. Archiv. de Mus. Nac. Río Janeiro, vol. I (1876), pág. 47 y sig. íd. vol. VI (1884), pág. 205, etc., y sus referencias. Ehrenreich "Ueber die Botocudos" Zeitschr. für Ethnol., 1887, pág. 2 á 50. Dr. M. P. Rey. Etud. Anthrop. sur les Botocudos (París, 1880), pág. 4 y sigtes. (Tésis). Von Tschudi. Reise in Sud Amerika, Bd. II, pág 281, etc., etc.
[412] Brinton. A. R., pág. 241 y sig. Olivier Ordinaire. "Les Sauvages da Perou (Revue d'Etnographie, 1887, pág. 272). D'Orbigny. L'Homne Americain, vol. II, pág. 104 y sus notas. Hervás. Cat. Leng., vol. I, pág. 261. Amich. Comp. Hist. de la Seráfica Rel., pág. 36 y sig. Castelnau. Exp. dans l'Amerique du Sud, II, pág. 480. Von den Steinen. Durch Central Brasilien, ss. 295-307. Martius. Etnographie, Bd., I, s. 683. Everard F. Im. Thurn. Among the Indians of Guayana, pág. 171 y sig. F. X. Eder. Descriptio Provinciæ Moxitarum (Budœ, 1791), pág. 212 y sig. Relación del Primer viaje de Don Cristóbal Colón (Bca. Clásica), vol. CLXIV, pág. 3, 184, etc. Fernando Colón. Hist. del Almirante Don Cristóbal Colón (Ed. Madrid, 1892), I, cap. XXXI y sigtes. Acuña. Op. cit., núm. II y sig. Gumilla. Op. cit., I, Ch. 10 y sig.; II, pág. 36 y sig. Herrera. Déc. I, lib, II, ch. XVII, lib. VI, ch. X, etc. Pedro Mártyr d'Anglería. Sum. Hist. Ind. Occ. fol. 7-41 (Coll. Ramusio, vol. III). Oviedo. Op. cit., lib. III, ch. XII y sig.; V, ch. I, XVII, etc. Fray Iñigo Abad y Lasierra. Hist. etc., de San Juan Bta. de Puerto Rico, ch. IV y sigtes. Deniker. Op. cit., pág 556 y sigtes. y sus notas. Pí y Margall. Op. cit., I, ch. XXI. Keane. M. P. & P., pág. 434, 435. Id. Stanford's Compendium C. & S. A., I-431, II-330 y sigtes. Conde de la Viñaza. Op. cit., tabla pág. 367, 374, etc., etc. Sobre el Totemismo en estas tribus, vse. Frazer, Totemism & Exogamy, vol. III, cap XXII. Simons. An Exploration of the Goajira Peninsula, etc. Proc. of the Roy. Geog. Soc. New Series (1885), pág. 781 y sig.
[413] Im. Thurn. Among the Indians of Guiana, pág. 168 y sig. P. Matías Ruiz y Blanco. Conversión en Piritu, etc. (Ed. Suárez, Madrid, 1892), pág. 45 y sigtes. Fr. Antonio Caulin. Hist. Corog. Nat. y Evangélica de la Nva. Andalucía, etc. (Madrid, 1779), lib. I, caps. XII al XV. Gumilla. Op. cit., pte. I, ch. VI, VIII, XIV; pte. II, ch. VIII. Oviedo. Op. cit., pág. 32, 66, 123 y sigtes. Pedro Mártyr d' Anglería. Op. cit., fol. XXII y sig. (III Col. Ramusio), Brinton. A. R., pág. 257. Chaffangen. L'Orenoque et le Canra, pág. 310 y sig. Barboza Rodríguez. Pacificaçao dos Crichanas (Río Janeiro, Mus. Nac., 1885). Ehrenreich. Vehrand. Anthrop. Gesell. (1888, Berlín), pág. 541 y sig. Pinart. Apercu sur l'ile d'Aruba, etc., pág. 9 y sig. Michelena y Rojas. Exp. Ofic. Amer. Ind. (Bruselas, 1867), pág. 51 y sig. Von den Steinen. Durch Central Brasilien, s. 303 y sig. Keane. M. P. & P., pág. 340, 434 y sig. Deniker. Op. cit., pág. 551 y sig. y sus referencias. Cde. de la Viñaza. Op. cit., tabla pág. 345, 347. etc. Pí y Margall. Op. cit., I, ch. XX y sus notas, etc., etc.
[414] Vse. P. Francisco de Figueroa. Rel. Miss. Comp. Jesús en el país de los Maynas (Ed. Suárez, 1904), pág. 25 y sigtes. Fray Diego de Salinas. Crónica de la Religiosísima Provincia de los Doce Apóstoles del Perú, de la Orden de N. P. S. Francisco, etc. (Lima, 1651), caps. XXVII á XXXVI. J. Chantre y Herrera. S. J. Historia de las Misiones de la Compañía de Jesús en el Marañón Español. (Madrid, 1901), pág. 121 y sigtes. Keane. M. P. P., pág. 417 y sig. Deniker. Op. cit., pág. 561 y sigtes. Humboldt. Pers. Narr., vol. VI, pág. 332 y sig. (Londres, 1826). F. S. Gilii. Saggio di Storia Am., tom. III, lib. III. Codazzi. Geog. de Venezuela, pág. 247 y sig. Cassani. Hist. de la Prov. de la Comp. de Jesús, Nvo. Reino de Gda (Madrid, 1741), fol. 148 y sigtes. Rojas. Estudios Indígenas (Caracas, 1878), pág. 165 y sig. Gumilla. Op. cit., pág. 63 y sig. Coleti. Dizionario Storico Geogco., etc., I, pág. 159 y sig. Chaffangon. Op. cit., pág. 154, 177, 183, etc. Michelena y Rojas. Exp. Am. del Sur, pág. 148 y sig. Crevaux. Voy. Am. du Sud (París, 1888), pág. 558 y sig. Conde de la Viñaza. Op. cit., tabla pág. 363, 412, etc. Brinton. Am. Race, pág. 262 á 295 y sus abundantes notas bibliográficas.
[415] Ocupan actualmente los Chiquitos el distrito del alto Guaporé (Brasil) y parte de la Prov. de Sta. Cruz de la Sierra (Bolivia), y viven bajo el régimen comunista en cuanto al producto de sus cosechas, etc. Vse. Keane. Stanford. Comp. C. & S. A. I, pág. 255 y sig. Sobre las costumbres y peculiaridades de las tribus de las mesetas Bolivianas. Vse. P. Fernández. S. J. Rel. Hist. de las Miss. de los Indios que llaman Chiquitos, etc. (Edición Paraguay, 1896), I, pág. 19 y sig. II, pág. 15 y sig. Muratori. Il Cristianesimo Felice (Venecia, 1743), pág. 22 y sig. Orbigny, op. cit. II, pág. 154 y sus referencias. Hervás. Cat. Leng. I, pág. 159. Weddell. Voyage dans la Bolivie, pág. 421 y sig. Lettres Edifiantes, etc., II, pág. 142, 174, etc. Memorial P. Joseph Barreda al Marqués de Valdelirios (1753), en vol. II., de la relación citada del P. Fernández. Von Martius. Ethnogr. und Sprach Bd. I, s. 412. Brinton. A. R pág. 295 á 307. Deniker. op. cit. pág 411 y sig. Conde de la Viñaza, op. cit. Tabla pág. 352, 389, 397, 399, etc., etc., y sus referencias. Vse. también el Mapa del P. José Jolis. Saggio sulla Hist. Gran Chaco (1799). Pí y Margall, op. cit. I, cap. VII, VIII, IX, X, etc., y sus referencias.
[416] Vse. Keane. Stanford Comp. C. & S. A. I. pág. 367 y sig. Lozano. Desc. Chozog. Gran Chaco, etc. (Córdoba, 1733), pág. 27 y sig. Burmeister. Desc. Phisique Rep. Arg. (París, 1876), I, pág. 214 y sig, etc., etc.
[417] El origen Guaycurú, de los Querandies, y sus afinidades etnológicas con los Charruas y Abipones ha sido brillantemente demostrado por el sabio Arqueólogo Argentino Lafone Quevedo (vse. Ann. Soc. Cientca. Argna., vols. XLI, XLII, Idioma Mbaya; Bol. Ac. Ccias. Córdoba, vol. XV, idioma Abipon; Bol. Inst. Geog. Arg., vol. XVIII; Indios Chanases, etc., etc.), y en especial por mi antiguo discípulo (hoy maestro) F. Outes, en un precioso estudio documentado ampliamente. (Vse. Outes). Los Querundies (B. A., 1879), pág. 10 y sigtes. y sus apéndices 1 á 9. En contra, Brinton. A. R., pág. 326, que clasifica los Querandies en la familia lingüística Aucaria ó Araucana.
[418] Keane. M. P. P., pág. 440. Ehrenreich. Urbewohner Brasiliens, pág 103 y sig. Deniker. Op. cit., pág. 573 y sig. Martín de Moussy. Desc. Confed. Argent., vol. II, pág 129, etc. Lafone Quevedo. La Raza Amna. de Brinton, etc., Bol. Inst. Geog. Argent., XIV, pág. 524, etc., vol. XVIII, pág. 124, 127, etc. Ambrosetti. Alfarerías Minuanes, Bol. I, Geog. Arg., vol. XIV (1893), pág. 212 y sig. Pelleschi. Indios Matacos, Bol. I, G. A. (1897), pág 173. Brinton. A. R., pág. 307 y sig. Ulrich Schmidel. Op. cit. (Ed. B. A., 1903), cap. V y sig., y en especial el Prólogo del Traductor Lafone Quevedo, pág. 56 y sig. y sus notas y refcias. y Apces. Lozano. Desc. Chorog. Gr. Chaco, pág. 12 y sig. Dobrizhoffer. Historia de Abiponibus (Viena, 1784), pág. 15 y sig. A. S. Carranza. Exp. al Chaco Austral (B. A., 1884), pág. 421. Von Bravant. Bolivie, pág. 171 y sig. (Sobre el asesinato del célebre Antropólogo Dr. Crevaux). Martius. Ethnog. Bd., I-226, 244, etc. Gilii. Saggio. Hist. Am., III, pág. 362. P. Machoni de Cerdeña. Arte y Vocab. Lengua Lule y Tonicote (Madrid, 1732), pág. 1 á 8. Del Techo. Op. cit., vol. III, ch. 15; I, pág. 174, 280; II, pág. 190, etc. Lozano. Conq. Par. y Río de la Plata. I, pág. 378, etc. Outes. Op. cit., Bibliografía, pág. 185 y sig. Apce. I. Pí y Margall. Op. cit. I, pág. 521, etc. Viñaza. Op. cit., tab. 366, 399, etc., Sobre el Totemismo de los Indios del Chaco, vse. Techo, op. cit. (Ed. Ascion. del Paraguay), vol. III, pág. 294, que dice textualmente: "Los Indios del Chaco toman el nombre de cualquier especie de Peces; la consideran como protectora, y la veneran tan supersticiosamente, que preferirían morir á comer de ella..." Peca, pues, de ligero Frazer en su reciente obra Totemism & Exogamy al afirmar que sólo los Guariros y los Arawak en Sud América tienen un sistema de Totemismo y Exogamia. Vse. vol. III, pág. 571. op. cit.
[419] "Las últimas huestes salvajes, etc ... acosadas en sus propios aduares ... hanse visto obligadas á clavar en tierra la tradicional lanza y presentarse sumisos al Gobierno", etc., decía el General Winter (Feb. 9 de 1885) al comunicar al Gobierno Argentino la sumisión del célebre cacique Saihueque, último vástago de la barbarie vencida. Vse. la admirable Crónica del Río Negro de Patagones, de J. J. Biedma, pág. 689, etc. Sobre los caracteres etnológicos de las tribus Pampas. Vse. Martín de Moussy, An. Com. Arch. Am. (1865), pág. 215 y sig. Lucio de Mansilla. Una excursión á los Indios Ranqueles (B. A. 1870), vol. II, pág. 29 y sig. Keane. M. P. & P., pág. 429 y sig. Deniker. Op. cit., pág. 572 y sig. y sus referencias (notas 1 y 2). Brinton. A. R., pág. 322, etc. V. Gambón. S. J. Leccnes. Hist. Arg., II, pág. 262 y sig. Saldias. Hist. Conf. Argna., Rozas y su época, vol. II, pág. 129 y sigtes. Lista. Viaje al país de los Tehuelches (B. A., 1878), pág. 18 y sig. Id. Explor. de la Pampa, etc. (Buenos Aires, 1883), pág. 44 y sig. Conde de la Viñaza. Op. cit., pág. 380, 384, etc. (Tabla). Archivo Nac. de B. A. Campaña del Desierto y en especial Hernández, Vuelta de Martín Fierro, núms. 2, 4, 5, pág. 8 y sig., útil é importantísimo resumen poético de la vida del antiguo Gaucho Argentino y de las tolderías y costumbres de los Indios Pampas.
[420] Si los Pampeanos cruzaron los Andes hacia Chile, ó los Araucanos hacia las llanuras Argentinas, es punto etnológico no dilucidado. Parece, sin embargo, más plausible la primera hipótesis, pues no es probable que los Araucanos abandonaran voluntariamente sus risueños valles para internarse en las llanuras desiertas. Lo que parece evidente es la afinidad etnológica de los Mapuches con los Pampas y sus marcadas diferencias con los Quechuas Peruanos y los Tapuyas Brasileños. Véase P. Riccardi, Mem. della Soc. Ethnograf. di Firenze (1879), pág. 139. José T. Medina. Los Aborígenes de Chile, pág. 21 y sig. Darapsky. Lengua Araucana (Santiago de Chile, 1888, pág. 3 y sig.). Brinton. A. R., pág. 322 y sig. En contra (Afinidades Kechuas), Deniker, op. cit., pág. 550, siguiendo Siemiradzki, Mittheil Anthrop. Gesellsch., vol. XXVIII, pág. 127. Sobre la lengua de los Mapuches, vse. Amunategui Solar, Encdas. Indígenas en Chile (Santiago, 1909), vol. I, pág. 38 y sig. Rodolfo Lenz. Dic. Etimológico y estudios Compvos. citados, por Amunategui, pág. 40. J. T. Medina. Aborígenes de Chile, pág. 51 y sig. Bern. Havestadt, Chilidigu, sive res Chilenses (Westphalia. 1777, Ed. Platzmann, Leipzig, 1883), llegó hasta decir que debía sustituirse al Chilidigu el Latín como lengua sabia. Vse. también Barros Arana. Hist. de Chile, vol I, pág. 49 y sigtes. y sus notas. Conde de la Viñaza. Op. cit., tabla pág. 338 y sus referencias, etc., etc.
[421] J. T. Medina. Op. cit., pág, 14 y sig. Amunategui Solar. Op. cit., pág. 35 y sig. Barros-Arana. Op. cit. I, pág. 32 y sig., y sus ilustradas notas críticas. Ercilla. La Araucana (Ed. Rivadeneyra), canto I, XVI, XXV, etc. Brinton, loc. cit. y sus notas. Pí y Margall. Op. cit. I, pág. 487. Molina. Comp. de la Hist. Nat. y Civil del Reino de Chile, vol. II, Lib. II. Pedro de Oña. Arauco Domado, cantos II, V, VI, etc. D'Orbigny. Voyage dans l'Amerique Mle. II, ch. XXI, etc. González de Nájera. Desengaño de la Guerra de Chile, pág 86 y sig. D. Rosales. Hist. Gral. Reino Chile, lib. I, cap. XXV y sig. P. Miguel de Olivares. Hist. Civil de Chile, lib. I, ch. 14 y sig. Ruiz Aldea. Araucanos y sus costumbres, pág. 2 y sig. Francisco Núñez de Pineda y Bascuñán. Cautiverio Feliz (Coll. Hist. de Chile, vol. III). Guevara. Hist. de la Civ. de Araucania, I, pág. 176 y sig. Pedro de Usauro Mne. de Bernabé. La Verdad en Campaña (Ed. Reyes Santiago, 1898), etc., etc.
[422] Vse. Brinton. Pág. 327 y sig. Biedma. Op. cit., pág. 78 y sig. Deniker. Op. cit., pág. 574 y sig. Desc. Costa Mar del Sur llamada Patagonia, etc., por lo que vido y anduvo D. Antonio de Biedma (Col. Mata Linares. Ac. Hist., vol. VIII). Keane. Stanford Compendium C. & S. A. I, pág. 307. Id. M. P. & P., pág. 432. Musters. The Races of Patagonia. Joun. Anthrop. Inst. vol. I (1875), pág. 193. Moreno. Viaje á la Patagonia. Settentr. (B. Aires, 1876), pág. 22 y sig. Id. Viaje Pat. Austral (B. A., 1879), pág. 5 y sig. R. Lista. Viaje al país de los Tehuelches (B. A., 1878), pág. 14 y sig. Id. La Tierra del Fuego. Bol. Inst. Geog. Arg., vol. II (1881). Darapsky. Bol. Inst. Geog. Arg., vol. X (1889), pág. 367 y sig. Id. Fueguinos. Bol. Inst. Geog. Arg. vol. X, pág. 275. Bridges. Tierra del Fuego. Bol. Inst. Geog. Arg., vol. XIV (1893), O. Nordenskjold. "Das Feuerland". Geog. Zeitsch, vol. II, pág. 664 y sig. Orbigny. Op. cit., vol. II, pág. 26. Nic. del Techo. Op. cit., lib. VI, cap. IX (Chonos). Hervás. Cat. Lenguas, I, pág. 136. Lovisato. Cosmos: Fascic. IV (1884). Lista. Mis exploraciones, etc. (B. A., 1880), pág. 24 y sig. Hyades. L'Etnographie des Fuegiens en Martial. Mission Scientifique du Cap. Horn. I, ch. VI. Sarmiento de Gamboa. Viaje al Magallanes, pág. 321 y sig. Viaje al Mag. de la Fragata Sta. María de la Cabeza, etc. (Madrid, MDCCLXXXXIII, pág. 329 y sig.). Barros-Arana. Op. cit. I, pág. 39 y sig., y sus referencias, etc., etc.
[423] Ambrosetti. El Bronce en la Región Calchaqui. An. Mus. Nac. de B. A., vol. XI, pág. 163 á 314. Id. La Civilization Calchaqui (Compte. Rendu. XII. Cong. de Amtas. París. Sepbre., 1900), importante síntesis de las conclusiones de este sabio Arqueólogo. Id. Notas Arch. Calchaqui. Bol. Inst. Geog Arg., vol. XVII, XVIII. XIX, XX y otras obras del mismo autor (vse. su Indice Bibliográfico). Ameghino. Op. cit. I, pág. 525 y sig. Nic. del Techo. Op. cit. (Ed. Uribe), I, pág. 173, 247; II, pág. 392, etc. Lozano. Op. cit., lib. IV, ch. IX y sig. V, ch. III. Garcilaso de la Vega. Op. cit., vol. I, pág. 164. Deniker. Op. cit., pág. 548 y sig. Lafone Quevedo. Londres y Catamarca, pág. 41 y sig. Ten-Kate. Exp. Arch. Catamarca, etc. Rev. Mus. La Plata, V, pág. 328. Toscano. La Región Calchaquina (B. A., 1898), pág. 24 y sigtes., etc., etc.
[424] Deniker. Op. cit., pág. 548 y sig. Catat. Les Habit. du Darien (Revue Ethnogr., 1888). Pinart. Les Indiens du Panama (Rev. Ethnogr., 1887, pág. 117 y sig.). Hardenburg. The Indians of the Putamayo ("Man.", vol. X, núm. 9, pág. 81). Keane. M. P. P., pág. 417. Teitschrift für Ethnologie, 1876, s. 359. F. Pérez. Geografía del Cauca, pág. 229 y sig. Oviedo y Baños. Hist. Venezuela, vol. II, apéndice (Ed. Madrid, 1885). Rojas. Est. Indígenas (Caracas, 1878), pág. 18 y sig. Comp. Navarrete. Viajes, etc., vol. III, pág. 9. Acosta. Compend. Hist. Gen. Nueva Granada. Conde de la Viñaza. Op. cit., tabla pág 349, 354, 379, 392, etc., y sus referencias. Lares. Resumen Act. Acad. Venezolana (Caracas, 1886), pág. 35 y sig. Marcano. Ethnographie Precolomb. de Venezuela (París, 1889). Brinton A R., pág. 178 y sig. y sus notas. Oviedo. Hist. Gen., lib. I, cap. XXIV. Herrera. Déc. VI, pág 116, 149; VII, pág. 192; VIII, lib. III, cap. V-VIII, etc. Castellanos. El. Varones III., pte. II, Elejia. I, Cantos I-II Narr. Voyage; Federmann (Ternaux-Compans I, ch. I á XIII). Fray Ant. Caulin. Hist. Corog. Natural y Evang. Nueva Andalucía, lib. I, ch. XII-XV, etc. Pí y Margall. Op. cit., vol. I, pág. 601 y sig., etc., etc.
[425] La curiosa identidad de formas y facturas de algunos objetos Chibchas y Calchaquies (independientes de la influencia Incásica), como campanas, placas pectorales, etc., y la palpable semejanza de las alfarerías de estas dos regiones arqueológicas con las de la Región de los Pueblos, así como las semejanzas fisiográficas de todos estos territorios, me inclinan á asimilar tales culturas (Calchaquies-Chibchas), formando con ellas un grupo cultural Sudamericano-Andino, independiente del Incásico y tal vez vinculado al de los Pueblos. Vse. Ambrosetti. Bronce Calchaquie, pág. 27 y sig. Nadaillac. Am. Preh., pág. 460 y sig. y sus referencias. Restreppo. Los Chibchas antes de la Conq. Espla., pág 130 y sig. I. W. Fewkes. Arch. Exp. to Arizona in 1895 (17 Rep., B. A. E., parte II), pág. 625 y sig. y el precioso estudio de Holmes, The use of gold & other metals among the Ancient Inhabitants of Chiriqui, etc. (Smithsonian Inst., 1887), pág 2 y sig.
[426] Vse. Restreppo. Op. cit., cap. VII-VIII. Pí y Margall. Op. cit., vol. II, ch. XIX, pág. 292, etc. Herrera. Déc. VI, pág. 136, 149; VII, pág. 192; VIII, lib. III, cap. V-VIII, etc. Fiske. Discovery, II, pág. 296, etc. Oviedo. Hist. Gen., vol. II, lib. XXVI. ch. XXII-XXIII, etc. (Rel. Jiménez de Quesada).
[427] Afirma lo contrario el sabio Arqueólogo Colombiano Restreppo, fundándose únicamente en la autoridad de Fray Pedro Simón, Not. Historiales, II, 309-11, que el mismo Restreppo considera poco fidedigna (vse. notas 1 y 2, pág. 21 y Prólogo bibliográfico de la citada obra de Restreppo). No es posible suponer que los Chibchas fueran los únicos Americanos que tuvieron antes de la Conquista la idea de la propiedad individual de la tierra, agena en absoluto al sistema tribal (vse. mi ch. IV, título II).
[428] Vse. Restreppo. Op. cit., cap. XI. Castellanos. His. Nuevo Reino. Canto VII. Rodríguez Fresle. El Carnero (Ed. Felipe Pérez-Colombia) Cap. XI. La mejor colección de estos tejuelos es la de Ràndale (Museo de Berlín. Etnog.).
[429] Vse. Oviedo. Op. cit., cap. XXIII. Restreppo. Op. cit., pág. 120 y sig. y fig. 10, lámina V del Atlas.
[430] Vse. Oviedo. Op. cit., cap. XXIII. Restreppo. Op. cit., cap. XIII-XV y sus referencias. Compse. Garrick Mallery. Pict. Writing. Am. Indians (10th Rep. B. A. E.), cap. III, sec. I-II.
[431] Vse. Restreppo. Op. cit., cap. XVI y sigtes., preciosa síntesis crítica de la historia de los Chibchas y de sus tradicionales Leyendas: El cacique "Sugamuxi", taimado é inteligentísimo, fué bautizado (1541) con el nombre de D. Alonso, y sepultado en Sogamoso por los Franciscanos con el siguiente pomposo epitafio: "Aquí yace... el gran Sugamuxi, cacique, el mejor hombre de Cundinamarca, alegría y honra de su tierra, amigo de los hijos del sol; al fin reverenció las luces del sol que resplandece. Roguemos por su alma". (Vse. Restreppo. Op. cit., cap. XIX.)
[432]
... Dijo de cierto rey que sin vestido
En balsas iba por una piscina
A hacer oblacion segun el vido
Ungido todo bien de trementina
Y encima cantidad de oro molido,
Desde los bajos pies hasta la frente
Como rayo de sol resplandeciente.
* * * * *
Los soldados, alegres y contentos,
Entonces le pusieron El Dorado.
Castellanos. Elegía á Benalcázar, Canto II, pág. 453 (Var. III. Indias, Ed. Rivadeneira). Restreppo. Op. cit., cap. VI-VII.
[433] Bochica era Sua, el blanco, el día, el Este, etc. Vse. Brinton. Myths of the N. W., pág. 91, 115, 217, etc. Lang. Myth. Ritual & Religion, I, pág. 128 y sig. Tylor. Prim. Culture, I, pág. 353 y sig. Restreppo. Op. cit., cap. IV, etc., etc.
[434] Vse. Restreppo. Op. cit., ch. XVIII. Acosta. Comp. Histco., pág. 139. Keane. M. P. P., pág. 421 y sig. Oviedo. Op. cit., lib. XXVI, cap. XI y sig. (Relación San Martín y Nebrija) y cap. XVIII y sigtes. (Relación Jiménez de Quesada). Comp. Deniker. Op. cit., pág. 545. Fiske. Disc. II, pág. 294. Nadaillac. Am. Preh., pág. 459 y sigtes. y sus referencias. Piedrahita. Hist. Nuevo Reino de Granada, cap. V y sigtes. Pí y Margall. Op. cit., I, pág. 292, etc. Conde de la Viñaza. Op. cit., tabla pág. 375, 397, etc. Uricochea (Mem. sobre Antigüedades Neogranadinas; Berlín, 1854, pág. 6, 10 y sig.). Hastings. Ciclopedia I, pág. 462, 473. Castellanos. Hist. Nuevo Reino de Granada y Epme. de la Conquista (Ed. Paz y Melia), vols. I y II. Vargas Machuca. Mit. y Descrip. de las Indias, I, pág. 27 y sig., etc., etc. Las colecciones arqueológicas Chibchas más notables son las del Museo Colombino de Chicago (Cnes. Restreppo), las del Nacional de Bogotá, Real de Berlín. Arqueológico de Madrid y las particulares de E. y V. Restreppo. (Vse. Restreppo. Op. cit., Introducción y notas bibliogcas. y Atlas). Comp. Brinton. A. R., pág. 181 y sus notas.
[435] Vse. Fray Antonio Caulin. Hist. Chorog. Nat. y Evangélica de la Nueva Andalucía, lib. I, cap. XII y XIII. Pí y Margall. Op. cit., I, pág. 601 y sig. Oviedo. Op. cit., II, pág. 392 y sig. Herrera. Déc. VI, lib. I, ch. II. Brinton. A. R., pág. 189. Comp. Castellanos. Hist. de Antioquía, pág. 506 y sig. (Varones Ill. de Indias, parte III), etc., etc.
[436] Vse. Brinton. A. R., pág. 193 y sig. y sus notas. Herrera. Déc. VII, lib. III, ch. IV. F. Pérez. Geog. del Estado de Tolima (Bogotá, 1863, pág. 76). Withe. Journ. of the Roy. Geog. Socty., pág. 250, etc. (1883). Posada Arango. Essai Ethnog. Aborig. Antioquía (Bull. Soc. Antrop., París, 1871). Castellanos. Hist. Antioquía, Cantos I á XIV (Varones Ill. de Indias, pág. 507 y sig.). Conde de la Viñaza. Op. cit., página 395, etc. Douay. Congres d'Americanistes, 1887 (Compte Rendu, pág. 772 y sig.). M. I. Albis. Bull. of the Am. Ethnolog. Society, vol. I, pág. 51 y sig. Codazzi en Pérez. Geografía Colima, pág. 81 y sig. (Bogotá, 1863). Garcilaso de la Vega. Com. Reales, lib. VIII, ch. V. F. G. Suárez. Est. Histco. sobre los Cañaris (Quito, 1878). M. L. Henzey. "Le Tresor de Cuenca" (Gazzette de Beaux Arts, Agosto, 1870), etc., etc.
[437] Vse. Keane. C. S. A. (Stanford), I, pág. 191 y sig. Brinton. A. R., pág. 202 y sig. Nadaillac. Am. Prehist., pág. 387 y sig. Winsor. Op. cit., I, pág. 212 y sig. (Markham). Cieza de León. Crónica del Perú, chap. XXXI y sig. (Hist. Prim. Ind., II, pág. 379 y sig.). C. Reginald Enock. Perú, pág. 3 y sig. Humboldt. Vue des Cordilleres, etc., pág. 106 y sig. Wiener. Perou & Bolivie, pág. 71 y sig. Lorente. El Perú de los Incas, pág. 14 y sig. Paz Soldan. Dic. Geog. y Estco. del Perú (Lima, 1879). Rivero & Tschudi. Peruvian Antiquities (N. Y. 1853), pág. 117 y sig. Raimondi. El Perú (Lima, 1874-1902), partes II, III, etc., etc.
[438] Vse. Brinton. A. R., pág. 216. P. Ludovico Bertonio. S. I. Arte de la lengua Aymará, pág. 4 y sig. (Ed. Platzmann, Leipzig, 1879). Forbes. Aymará Indians (Journal of Ethnolog. Society of London, 1870), pág. 270 y sig. Squier. Travels in Peru (New York, 1877), chap. XIV-XV. D'Orbigny. L'Homme Americain, I. pág. 307 y sig. Keane. M. P. P., pág. 424 y sig. Cieza de León. Crónica del Perú, parte 1.ª, cap. CV, etc. Garcilaso de la Vega. Op. cit., lib. VI, cap. XXI. Keane. Etnology, pág. 138 y sig. Conde de la Viñaza. Op. cit., tabla pág. 339 y sus referencias, etc., etc. Las estupendas ruinas de Tiahuanaco son la nota más alta de la arquitectura aborigen Americana, y acaso de la megalítica del mundo. Sus estructuras ciclópeas, estátuas colosales y enigmáticos relieves perduran á través de los siglos. Incluyendo la maravillosa puerta monolítica de Acpana, los templos todos que hubo en este Egipto Americano parece que estuvieron consagrados á Viracocha, númen Supremo de los Aymarás, cuyo culto rivalizó con el del Sol, hasta que fué incluído por los dominadores Incas en el panteón de sus dioses astrolátricos. Para la descripción y estudio de las ruinas Preincásicas de Tiahuanaco, Sacsahuana, Abancay, Ollantaytampu, etc., véanse, entre otros, Ruge, Geschichte der Zeitalters der Entderkungen, pág. 331 y sig.; Wiener, Perou et Bolivie. pág. 17 y 22 y sus referencias; Markham en Winsor, N.& I. H. of Amca., I, chap. IV, notas y referencias; Nadaillac, Am. Prehist., pág. 400 y sig. y sus notas, y en especial la admirable y definitiva monografía de Richard Inwards, The Temple of the Andes (London, 1884, pág. 12 y sig.); la de Markham, Megalithic Age of Peru (American Congresos Stuggart, 1904), y las preciosas obras de Stubel & Uhle, Die Ruinenstatte von Tiahuanaco (Breslau, 1893), pág. 19 y sig.; Comte de Crequi Monfort, Mission Scientifique Française, Fouilles de Tiahuanaco (1903), pág. 47 y sig., y Barón & Baronne C. de Meyendorf, L'Empire du Soleil (París, 1909), cap. VII á XIX.
[439] Vse. Markham en Winsor. Op. cit., I, pág. 226 y sus referencias. Conde de la Viñaza. Op. cit., tabla pág. 384 y referencias. Acosta. Hist. de las Indias, pág. 62 y sig. (Ed. 1591). Garcilaso de la Vega. Op. cit., lib. VII, cap. IV. Fray Ludovico Gerónimo de Oré. Rituale seu Manuale Peruanni, etc., extractado por Brinton, (Proc. of the Am. Philosof. Soc. 1890). Relaciones Geograf. de Indias Perú, vol, I, pág. 82 (Madrid, 1881). Brinton, A. R., pág. 223, etc., etc.
[440] Sobre los Yuncas, sus ruinas, etc., véanse, entre otros: Nadaillac, A. P., pág. 395 y sig.; Winsor, op. cit., nota 1.ª, cap. IV, pág. 275 y sus referencias; la soberbia obra de Reiss & Stubel, Peruvian Antiquities: The necropolis of Ancon, etc. (Trad. Keane, Berlín, 1880-87), en especial vol. I y III; Cieza de León, op. cit., pág. 414 (Hist. Prim. Indias); Wiener, op. cit., cap. I á X; Brinton. A. R., pág. 225 y sig.; Squier, Perú, pág. 170 y sigtes (N. Y., 1877); Fernando de la Carrera, Arte de la lengua Yunga (Ed. Lima, 1880); Bastian, Die Culturlander Alt. America, Bd. II; Garcilaso de la Vega, Com. Reales, lib. VI, chap. XXXII y sig.; Calancha, Crón. Moralizada, lib. II, cap. XXV, lib. III, cap. I, etc. Miguel Feijóo, Rel. Desc. de la Ciudad y Prov. de Trujillo, etc., cap. I, pág. 2 á 12, y la nota bibliográfica sobre Trujillo y el Gran Chimu en Wiener, op. cit., pág. 91.
[441] Vse. Von Tschudi. Organismus der Ketschua Sprache, s. 21 y sigtes. Conde de la Viñaza. Tabla pág. 385 y sus abundantes referencias. Markham. Travels of Pedro Cieza de León, Introd., pág. XX y sig. (Londres, 1864). Bollaert, Antiquarian & Ethnological Researches, pág. 78 y sigtes. Bastian. Die Culturlander des Alten Americas, Bd. 11, s. 91 y sig. Lorente. Hist. Ant. del Perú, pág. 45 y sig. Brinton. A. R., pág. 205 y sig. Vicente F. López. Les Races Aryennes du Perou (París, 1871), pág. 16 y sig. Markham en Winsor. Op. cit., I, pág. 341 y nota 2. Deniker. Op. cit., pág. 546 y sus referencias. Uhle. Cultur Sud Amerik-Volker, vol. II, pág. 109 y sig. (Berlín, 1889-90). Keane. M. P. P., pág. 422 y sig; Id. Etnology, pág. 138. Cieza de León. Crón. del Perú, parte I (Hist. Prim. de Indias), cap. XCIX y sigtes., etc., etc. Winsor. Op. cit., I, pág. 278, nota 2.
[442] Vse. Brinton. Op. cit., pág. 205. Lorente. Op. cit., pág. 81 y sig. Garcilaso de la Vega. Com. Reales I, ch. X. Wiener. Perou y Bolivie, cap. XIV. Cieza de León. Crón. del Perú, parte II, chap. XLIX y L, etc., etc. Comp. Morgan, League of the Iroquois, I, pág. 201, 207; II, pág. 257, 261, etc. (White dog Sacrifices). Tusayan Katcinas (15 An. Rep. B. A. E.), pág. 251 á 304 y sus referencias.
[443] Vse. Brinton. Op. cit, pág. 207. Winsor. Op. cit., pág. 268 y sus notas. Juan de Velasco. Historia de Quito, etc. (Ed. Lima, 1844), vol. I á III, en especial I, pág. 29 y sig. Montesinos. Mem. del Perú (Ed. M. S. de la Espada, Madrid, 1882), cap. XXV y sigtes. Cieza de León. Op. cit., parte II, cap. XLI y sig. Garcilaso de la Vega. Op. cit., I, pág. 224, 273, etc. Wiener. Op. cit., pág. 525 y sigtes. Relación Santillán en "Tres Relaciones Peruanas" (Ed. Ministerio de Fomento, 1879), pág. 15 y sig., etc.
[444] Vse. Fiske. Op. cit., II, pág. 301 y sig. Nadaillac. Op. cit., pág. 407 y sig. Markham en Winsor. Op. cit., I, pág. 224. Juan José de Betanzos. Suma y Narración de los Incas (Ed. M. J. de la Espada, Madrid, 1880), cap. III y sig. Cieza de León. Crónica, parte II, cap. IV y sig. Relación Licenciado Santillán (Ed. cit.), núm. 2 y sigtes. Prescott. Op. cit., pág. 11 y sig. Keane. M. P. P., pág. 420 y sig. Lorente. Hist. Ant. del Perú, pág. 78 y sig. Hastings. Cyclopedia I, pág. 469, etc., etc.
[445] Vse. Lorente. Pág. 93 y sig. Montesinos. Op. cit., pág. 2 y sig. y las autoridades citadas en mi nota 1, pág. 324. Comp. Cieza de León. Op. cit., parte II, cap. IV y V, y Garcilaso de la Vega, op. cit., I, lib. I, cap. I á XIV, y en especial Markham en Winsor, op. cit., I, pág. 214 y sig. y sus notas y referencias.
[446] Los nombres de los doce Incas, desde Manco Ccapac á Huascar, que podemos considerar como personajes históricos, las épocas probables de su gobierno y el orden de su sucesión, según se transmitió á los Españoles por los Amautas, que lo conservaron en sus quipus, son, según la gran mayoría de los cronistas, como sigue:
Manco Ccapac1240
Sinchi Rocca1260
Lloque Llupanqui1280
Mayta Ccapac1300
Ccapac Yupanqui1320
Inca Rocca1340
Yuhuar-huaccac1360
Uira-cocha1380
Pachacutec Yupanqui1400
Tupac Yupanqui1440
Huayna Ccapac1480
Inti-Cusi-Hualpa ó Huascar1523
Vse. Markham en Winsor. Op. cit., I, pág. 231 y nota 3, que compara y resume al respecto las antiguas Crónicas. Wiener. Op. cit., pág. 53. Lorente. Op. cit., páginas 112 á 229. etc., etc.
[447] Me abstengo de fijar, aun aproximadamente, la población del Imperio Incásico, pues creo aventurado todo cálculo al respecto. Son, sin embargo, muy exageradas las afirmaciones de algunos cronistas (Vse. Garcilaso, Pachacuti, etc.) y acertado el límite de 4.000.000 que, fundándose en razones muy atendibles, fija el P. Ricardo Cappa S. J. en sus Est. Crít. acerca de la Dom. Española en América, parte II (Perú Incásico), pág. 178, 198 y sus referencias. Sobre las conquistas, historia externa y formación del Imperio Incásico. Vse. como resumen el admirable de Markham en Winsor, op. cit., I, pág. 228 y sigtes. con sus notas y referencias, é in-extenso, Montesinos, op. cit., cap. XIV á XXVIII. Garcilaso de la Vega. Op. cit., I, fol. 32 á 275 y 302 y sigtes. Cieza de León. Op. cit., parte II, cap. VIII-IX y XXI á LXXIII. Juan de Betanzos. Suma y Narración de los Incas (Ed. M. J. de la Espada, Madrid, 1880), cap. V á XVIII. Santillán. Relación cit., núms. 5, 6, 7, 8, 34, etc. Joan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui. Rel. de Ant. de este Reino del Perú (Tres Rel. Ant. Peruanas, Madrid, 1879, Min. de Fomento), pág. 240 á 325. Lorente. Op. cit., pág. 113 á 220. P. Martín de Murua. Hist. Gen. del Perú y Descendencia de los Incas (Col. Muñoz, Ac. Historia). Prescott. Op. cit., pág. 11 y sig. y sus notas. Fiske. Op. cit., II, pág. 324 y sig., etc., etc.
[448] Vse. mis capítulos IV y V de este título y sus notas y referencias.
[449] Vse. Markham en Winsor. Op. cit., I, pág. 232 y sigtes. Brinton. Myths of the N. W., pág. 125 y sig. P. Joseph de Arriaga. Extip. de la Idolatría (Lima, 1621). pág. 118 y sigtes. Bruhl. Die Culturvölker Alt-Amerikas, pág. 127 y sig. Prescott, Conq. of Peru, pág. 21 y sig. y sus notas. Nadaillac. Am. Preh., pág. 436 y sig. Muller. Geschichte der Americanischen Urreligionen, pág. 97 y sig. Reville. Lect. on Native Religions Mexico & Peru (trad. Wicksteed, London, 1884), pág. 31 y sig. Bastian. Die Culturlander des Alten Amerika (Berlín, 1878), vol. I, Sec. Alten Peru. Compse. Cieza de León. Op. cit., parte I (H. P. I.), cap. XV y sigtes.; íd. parte II (Ed. M. J. de la Espada, Bca. Ultna.), pág 103, 118, etc. Betanzos. Suma y Narración de los Incas (Ed. M. J. de la Espada, Bca. Ultna.), cap. XI, XIV, etc. Relación Anónima (Ed. Min. Fomento, Madrid, 1879), pág. 140 y sig. Información de las Idolatrías de los Incas (Coll. Doc. Inéditos, Arch. Indias), XXI, pág. 198. Garcilaso de la Vega. Op. cit., lib. I, cap. IX-X; lib. II, cap. I á X; lib. III, cap. XXI y sig.; lib. IV, cap. I y sig., etc. Markham en Hastings. Ciclopedia I, pág. 469, etc., etc.
[450] Sobre el manismo Peruano, sus ceremonias y curiosos ritos espiritistas, sus misterios, etc., véase el precioso resumen de Hagar en Hastings, op. cit. I, pág. 433 y sus notas y bibliografía. Comp. Calancha. Crón. Mor. I, pág. 68 y sig. Cieza de León. Op. cit., I, cap. CXI. Véase también R. Cappa. S. J., Op. cit. II, apc. VIII. Santillán. Relación cit., núms. 20 á 32, etc., etc.
[451] Famosos por sus pretendidos oráculos y dedicados á las conopas de los Yuncas (el pez, el zorro, etc.) Vse. Markham en Hastings, loc. cit. Garcilaso de la Vega. Op. cit., pág. 34-1, 32-2, 37-1, 209-1 (Rimac, "el que habla"), 306-2, etc. Wiener. Op. cit., pág. 698 y sig. Cieza de León. Op. cit., I, cap. LXXII, etc.
[452] Vse. sobre esta imagen del Sol á J. R. Gutiérrez (Rev. Per., II, Lima, 1879), citado por el P. R. Cappa. Op. cit., II, cap. II. Sobre los templos del Cuzco, véase á Cieza de León. Op. cit., I, cap. XCII, etc.; Id. II, cap. XXVII. Garcilaso de la Vega. Op. cit., lib. III, cap. XXV y sig. Rel. Santillán. Op. cit., núms. 2, 34, 35, etc. Prescott. Op. cit., pág. 41, 56. Nadaillac. Op. cit., pág. 410. Markham en Winsor. Op. cit., I, pág 238 y sig. Fiske. Op. cit., II, pág. 338 y sig., etc., etc.
[453] Vse. Markham en Winsor. Op. cit., I, pág. 236 y sus notas. Id. The Incas of Peru (London, 1910), pág. 108, 115 y sigtes. Garcilaso de la Vega. Op. cit., lib. II, ch. XXII; VI, ch. XX; VII, ch. IV á VII. Fr. Antonio de la Calancha. Crón. Mor. (Barcelona, 1638), lib. I, ch. X, XI, XII, etc. Betanzos. Suma y Narr. de los Incas, cap. XIV. Cieza de León. Op. cit., II, cap. XXVIII, XXX. Relación de Santillán, núms. 26, 27, 30, 31, etc. Rel. Anónima (Blas Valera, S. J.), pág. 141, 178 (Ed. Ministerio de Fomento). Prescott. Conq. of Peru, pág. 41, 56. Syst. Rel. dans l'antiquité Peruvienne. Arch. Soc. Am. de France, n. s. III, pág. 86, 140, etc.
[454] "Centellas del infierno, novicias del engaño... y profesas de la lujuria" llama Calancha en su Crón. Mor. cit., lib. IV, fol. 805 y sig., á estas vestales ó Acllas. Vse. también Markham. Incas of Peru, pág. 105. Id. en Winsor. Op. cit., I, pág. 240 y sus notas y referencias. Cieza de León. Op. cit., II, pág. 105, 155, etc. R. Cappa S. J. Op. cit., II, pág. 131. Santillán. Rel. cit., núms. 34, 35, 36, 37, etc. Rel. Anónima Blas Valera. S. J. citado, pág. 178 y sig. Prescott. Op. cit., pág. 54 y sig. Garcilaso de la Vega. Op. cit., lib. IV, ch. I á VII. Zárate. Conq. of Peru, II, pág. 7 etc. Pedro Pizarro. Rel. del Desc. y Conq. Reinos del Perú (Coll. Doc. Inéd. Hist. España, vol. V), pág. 238 y sigtes., etc., etc.
[455] Sobre el Villac-Unu ó Vilahoma, véase, en especial, Cieza de León, op. cit., II, pág. 107, 122. Markham, en su última obra "The Incas of Peru" (London 1910), pág. 123, dice textualmente: "The High Priest (Villac-Unu) being an ascetic, was never present (en las fiestas)". Esta afirmación de Markham, fundada únicamente en la Rel. Blas Valera, pág. 157, es, sin duda, exagerada, y me inclino, con el sabio Americanista M. J. de la Espada (nota 1, pág. 157, Rel. Anónima), á la interpretación de Cieza de León, loc. cit., que es la de mi texto. Comp. Bruhl. Die Culturvölker Alt. Amerikas, pág. 328 y sigtes.
[456] Vse. Brinton. A. R., pág. 212. Markham. Incas of Peru, pág. 41 y sig, 106, 140, 142, etc. Rel. Polo de Ondegardo (Trad. Markham). Hackluyt Soc., 1873, páginas 199 y sig. Cieza de León. Parte II, cap. XII, etc. Fiske. Discovery II, pág. 293. Una de las principales misiones de los Amautas era la conservación de la lengua Rana-simi, ó Quechua puro, lenguaje oficial del Cuzco, y su propagación en todos los dominios del Inca. Vse. Markham Inc. of Peru, pág. 139. Id. en Winsor. Op. cit., I, pág. 241.
[457] Sobre los Quipus, véase Markham en Winsor, op. cit., pág. 243 y sus notas. Fiske. Op. cit., II, pág. 299 y nota 1. Tylor. Researches Early. Hist. of Mankind (London, 1805). pág. 154 y sig. Cieza de León. Op. cit., parte II, pág. 39 y sig. Garcilaso de la Vega. Op. cit., lib. II, ch. XIII; lib. VI. cap. VIII-IX, etc. Wiener. Op. cit., pág. 771 y el precioso artículo del erudito Peruano Guimaraes (Rev. Histórica del Perú, vol. II, trimestre I, pág. 55 y sigtes), comentando el discurso de Max-Uhle en la Universidad de Pensilvania, con las observaciones aclaratorias del referido Peruanista Dr. Max-Uhle. Comp. Bastian. Op. cit., III, pág. 72 y sig.
[458] Vse. mi cap. V de este título y sus notas y referencias. Brinton. A. R., pág. 212 y sig. Vse., especialmente, Markham. Incas of Peru, pág. 145 y sigtes, y su apéndice D, ó sea la traducción libre del drama Inca "Apu Ollantay", del siglo xv, según el manuscrito de D. Justo Pastor Justiniani, cura de Laris y descendiente del Inca Huayna-Ccapac. Vse. también Garcilaso de la Vega. Op. cit., lib. II, caps. XXVII y XXVIII. Nos habla asimismo Markham de algunos otros Cantos insertos en el Manuscrito Nueva Crónica y Buen Gobierno, de D. Felipe Huaman Poma de Ayala (4.º, 1179 págs.), descubierto por el Dr. Pietsckmann en la Librería Real de Copenhague. Vse. también Lafone Quevedo y P. Mosi (Ens. Mit. de los Himnos Sagrados de los Reyes del Cuzco. Tall. Museo de la Plata, 1892). Sobre los conocimientos medicinales de los Amautas. Vse. Markham. Incas of Peru. pág. 157 y sig. Id. en Winsor. Op. cit., I, pág. 244 y sus notas. Modesto Basadre. Riquezas Peruanas (Lima, 1884), pág. 17 y sig. Sobre el cráneo trepanado descubierto en Yucay. Vse. Markham en Winsor. Loc. cit. y las referencias de su nota. Comp. Reports Peabody Museum. March, VII-IX. Wiener. L'Empire des Incas, pág. 80 y siguientes, etc., etc.
[459] La costumbre de perforarse las orejas, agrandándolas, era peculiar de los Incas y su linaje, y les dió el nombre de Hatunzincriyoc, "hombres de orejas grandes", que los cronistas antiguos convirtieron en Orejones. Vse. Markham. Op. cit., pág. 67. Sobre el Inca, sus insignias, atavíos, etc. Vse. Markham. Op. cit., pág. 121, 274, 292 y sigtes. Id. en Winsor. Op. cit. I, pág. 245. Cieza de León. Op. cit. II, caps X á XVII, etc. Betanzos. Suma y Narr. Incas, cap. XL, etc. Garcilaso de la Vega. Op. cit., I, pág. 114, 206-53-99 y sigtes, etc. Santillán. Rel. cit., núms. 18, 40 á 51, 54, etc. Rel, Anónima Blas Valera, S. J., pág. 175 y sig., etc., etc.
[460] Vse. Fiske. Op. cit., pág. 302 y sig. Bruhl. Op. cit., pág. 321 y sig. Confse. con el luminoso estudio de V. A. Belaunde, "El Perú antiguo y los modernos Sociólogos" (Lima, 1908), pág. 37 y sigtes. Spencer. Princ. of Sociology, II, pág. 346, etc., etc.
[461] Vse. Brinton. Loc. cit. Bruhl. Op. cit., pág. 340 y sig. Fiske. Op. cit., II, pág. 334 y sig. Cieza de León. Op. cit., parte II, cap. XXVI. Garcilaso de la Vega. Lib. VII, cap. VIII, etc. Sobre la deposición de Urco y la guerra de los Chancas. Vse. Cieza de León. Op. cit, II, cap. XXXVIII, XLVI. Garcilaso. Op. cit., lib. V, cap. XVIII-XX, etc. Comp. Lorente. Op. cit., pág. 155 y sig. Relación J. de Sta. Cruz Pachacuti, pág. 270 y sig. Montesinos. Op. cit., pág 176 y sig. Markham. Incas of Peru, pág. 80 y sig. Betanzos. Suma y Narr. de los Incas, cap. XVI-XVIII, etc., etc.
[462] Vse. Markham en Winsor. Op. cit., I, pág. 250 y sig. Id. Incas of Peru, cap. XI. Relación Santillán, núms. 9, 10, 21, etc. Cieza de León. Op. cit., caps. XVIII y XIX, parte II. Lorente. Op. cit., pág. 255 y sigtes. Fiske. Op. cit., II, 348. Brinton. Op. cit. (A. R., pág. 211), etc., etc. Comp. Rel. Anónima (Valera), pág. 198 y sig.
[463] Vse. Fiske, op. cit. II, 348. Relación Santillán, núm. 11 y sig. Markham. Incas of Perú, pág. 160 y sigtes. Las clasificaciones de los miembros de la familia ó purie, eran las siguientes:
Puñuc-rucu (viejo que duerme). Más de 60 años.
Chanpi-rucu (medio viejo). Trabajo ligero. De 50 á 60.
Puric huayna (paga tributo). Hábil. De 25 á 50.
Yma-Huayna (casi joven). Trabajador. De 20 á 25.
Coca palla (recogedor de coca). De 16 á 20.
Pucllac huancra (trabajos ligeros). De 8 á 16.
Ttanta raquizic (que recibe pan) De 6 á 8.
etc., etc.
Vse. también Garcilaso de la Vega, op. cit., lib. IV, cap. XII-XV, lib. V, X-XII, etc., etc. Lorente, op. cit., pág. 237 y sig. Betanzos, Suma y Narr., pág. 73 y sig. etc., etc.
[464] Santillán, op. cit. núm. 17. Prescott, op, cit., pág. 23 y sig. Cieza de León, op. cit., II, cap. XXX y sigtes. Cappa, S. J., op. cit. II, 147 y sig. Garcilaso de la Vega, lib. IV, cap. XIII; lib. III, cap. VIII (cómo casaban en común y cómo asentaban la casa), etc., etc.
[465] Vse. Santillán, op. cit., núms. 16, 54, 56, etc. Cieza de León, op. cit., II, cap. XVIII-XIX. Lorente, op. cit., 241 y sig. Markham. Incas of Peru, pág. 138 y sig. Prescott, op. cit., pág. 28 y sig., y sus notas y referencias. Fiske, op. cit., II, pág. 358 y sig. Markham en Winsor, op. cit., I, pág. 251, etc., etc.
[466] Vse. Cappa, op. cit., pág. 159 y sig. Santillán, 12, 13, 14. Rel. cit., núm. 12. La Relación Anónima (Blas Valera), pág. 139 y sigtes. inserta en XXIV incisos las leyes y penas Incásicas principales. Parécenme, sin embargo, demasiado concretas y categóricas las afirmaciones del Jesuita Valera (Rel. Anónima. Vse. en la Revista del Perú. Int. Hist. Tomo II, Trim. II. González de la Rosa sobre Blas Valera S. J.) y me inclino á la opinión del prudente Santillán (Rel. cit. n.º 13) dice que "Las penas de los que cometían cualquier delito parece que eran todas arbitrarias." Comp. Garcilaso de la Vega, pág. 48, 49, 135, 49, 109, etc.
[467] Vse. Cieza de León, II, cap. XVIII, XIX. Santillán. Rel. cit., n.º 36 y sigtes. Cappa, op. cit., II, 143 y sigtes. Prescott, op. cit., pág. 41 y sig. Lorente, op. cit., pág. 312, y sig. etc., etc.
[468] Vse. Fiske, op. cit., II, pág. 319, 355, etc. Garcilaso, op. cit., lib. V, cap. IX, Comp. Spencer. Princip. of Sociology, II, 694. Bandelier. Rep. Peabody Museum, vol. II, pág. 423 y la obra citada de Belaunde, que critica á Spencer y sigue á Cunow. Org. Imp. Incas.
[469] Vse. Cieza de León. Op. cit., II, cap. XII, XVIII, XIX. Santillán. Rel. cit., núms. 14, 15, 40, 51, 52, etc., etc.
[470] Squier. Peru inc. of Travel, etc. (London, 1877), pág. 154 y sig. Markham en Winsor. Op. cit., I, pág. 246, 272 y sig. y sus notas y referencias. Id. Incas of Peru, pág. 318, apéndice C (según Squier, Larraburu, etc.). Reiss & Stubel.. Necropolis of Ancon, Peruvian Antiq. (Trad. Keane), 1880-87, vol. I, pág. 49 y sig. Nadaillac. Am. Preh., pág. 393 y sigtes. Wiener. Perou & Bolivie, pág. 468 y sigtes. Cieza de León. Parte I, cap. LXIX y sig. Garcilaso de la Vega. Op. cit., lib. IX, cap. XIII, etc., etc.
[471] Markham en Winsor. Op. cit., I, pág. 252, etc., y sus notas. Cieza de León. Op. cit., I, cap. XXI y sig.; II, cap. XVII, XXVI, etc. Fiske. Op. cit., II, pág. 359 y sig. y sus notas. Garcilaso de la Vega. Op. cit., lib. VIII, caps. IX á XV; lib. II, cap. XXVIII; lib. V, cap. IV, XV, XXIV, etc. Max Steffen Die Landwirst, etc. der Altamericanischen Kulturvolkern (Leipzig, 1883), pág. 231 y sig. y sus bibliografías.
[472] Markham en Winsor. Loc. cit., Humboldt. Views of Nature, pág. 125. Garcilaso de la Vega. Op. cit., lib. VIII, cap. XVI y sig. Cieza de León. Op. cit., parte II, cap. XVI (Cazas Reales). Santillán. Op. cit., núm. 16, etc. Comp. Markham. Incas of Peru, pág. 22, 30, etc.
[473] Markham en Winsor. Op. cit., I, pág. 255. Id. Incas of Peru, cap. XII, página 173 y sigtes. Wiener. Perou et Bolivie, pág. 556 y sigtes. y su nota 1. Cieza de León. Op. cit., I, cap. XXXVIII-IX. Garcilaso de la Vega. Lib. III, cap. VII. Humboldt. Vue des Cordilleres, vol. II, pág. 186 y sig., etc., etc.
[474] Markham en Winsor. Op. cit., 3, pág. 255 y sig. Garcilaso de la Vega. Op. cit., I, fol. 97, 104, 221, etc. Markham. Incas of Peru, pág. 164 y sig. Rel. Anónima (Valera), pág. 158. Wiener. Perou et Bolivie, pág. 684 y sig. Brinton. A. R., pág. 209 y sig. Lorente. Op. cit., pág. 263 y sig. Prescott. Op. cit., pág. 22 y sigtes., etc., etc.
[475] Vse. Nadaillac. Am. Preh., pág. 412 y sig. y sus notas. Wiener. Perou et Bolivie, págs. 590 á 633 y sus notas. De La Rada y Delgado. Compte Rendu Cong. Americanistes Compenhague (Vasos Peruanos, Museo Archco. Madrid), pág. 236, Reiss y Stubel. Op. cit., División 2, 3. Vse. también Reports Peabody Museum, IX, pág. 195, 277. Markham en Winsor. Op. cit., pág. 258 y sus abundantes referencias, pág. 270-2 y sus notas.
[476] Vse. Fiske. Op. cit., II, pág. 361 y sig. Letourneau. Property, etc. (Trad. Inglesa, Bohn. Lib.), pág. 151 y sig. Cappa. Est. Crit, II, pág. 166 y sig. Markham. Incas of Peru, pág. 165 y sigtes. Prescott. Op. cit., pág. 45 y sig., y muy especialmente la obra de Belaunde citada, que discute lucidísimamente las opiniones de los anteriores y las de Spencer, Desjardins, Bandelier, etc. Confme. William de Greef, "The Evolutions of Political Doctrines & Beliefs" (Cap. Perú), Saavedra, "El Ayllu", pág. 15 y sigtes., y el mismo Markham, que, no obstante sus entusiasmos á lo Prescott por la tan decantada obra social de los Incas, declara textualmente (Incas of Peru, pág. 171) que "he is gradually approaching the discovery that Peruvian Socialism was not a conception of the Incas"... Sobre las abyecciones Incásicas, véase Montesinos, op. cit., cap. XVIII y sig. Fray B. de la Calancha. Op. cit., lib. III cap. XVIII y sig. Rel. Anónima (Blas Valera), pág. 189 y sigtes., etc., etc.
[477] Véase Anderson.—América not discovered by Columbus (Chicago 1883), páginas 119 y sigtes. Winsor. N. & C. H. of America. I, pág. 59, 72 á 78 y sus notas y referencias. Gaffarel. Etude sur les rapports de l'Amerique et de l'Ancient Continent avant Cristophe Colomb (París 1869), pág. 24 y sigtes. Fiske. Discovery, pág. 150 y sigtes. y sus notas y referencias. Joubert. Geographie de Edrissi (París, 1836-40) Vol. I-200-II-26.
[478] Vse. Bugge. (Am. Hist. Review. Enero 1909). Mogk. Norwvegischisländische Literature en Paul Grundriss der Germanischen Philologie II-2 Ed. (Strasburgo 1902), pág. 117 y sigtes. Fiske. Discovery I, pág. 198. Winsor. N. & C. H. of A. I. pág. 61 y sigtes. y sus notas y referencias.
[479] Vse. Fiske. Op. cit. I. 151 y sigtes. y sus referencias. Winsor. N. & C. H. of A. I. Cap. II. Laing. Heims kringla I. pág. 33 y sig. Rink. Danish Greenland. pág. 10 y sig. Reeves. The Finding of Wineland the Good, pág. 22 y sigtes. (Ed. London 1890). Rafn. Antiquitates Americana. (Copenhague, 1837) pág. 16 y sigtes. Carlyle. Early Kings of Norway, pág. 28 y sig. Du Chaillu. Viking Age (N. Y. 1890), pág. 43 y sig. Egede. Description of Greenland (London 1745), pág. 65 y sig. Lavisse y Rambaud. Hist. Generale II, pág. 763 y en especial Fischer. The discovery of the Norsemen in America, pág. 5 y sigtes. y sus referencias.
[480] Beazley. Dawn of Modern Geography. II, pág. 321 y sig. Marco Polo. Travels. Trad. Marsden. London 1854. Lib. II Chap. I y sig. Heyd. Geschichte de Levantehaudels. Robertson. Hist. América. Lib. I, pág. 12 y sig. Fiske. Discovery I, página 256 y sigtes. Clive Day. Hist. of Commerce. Cap. IX-X. Potts Cheyney. Europ. background. Am. Hist. pág. 12 y sigtes. y sus referencias.
[481] Cheyney. Op. cit. pág. 22 y sig. Hayd. Op. cit. I. pág. 165, etc. II. 43, 67, 430, etc., etc. Beazley. Op. cit. II. Chap. VI. Lavisse y Rambaud. Hist. Generale. II. pág. 342, 480, etc., etc. Webster. Gen. Hist. of Commerce pág. 81 y sigtes. Winsor. N. & C. H. of America. I. pág. 69 y sig. y sus notas.
[482] Zinkeissen. Geschichte des Osmanischen Reiches, etc., I. 65 y sigtes. Heyd. Op. cit. II. 259, 267, 285. etc. Bury en Cambridge Modern Hist. I. 73-82. Lavisse y Rambaud. Op. cit. III. 827 y sigtes. Clive Day. Op. cit. Cap. X. Webster. Op. cit. página 89 y sigtes. Harvey Robinson. Hist. of Western Europe I. Cap. XIX-XXII y las notas y referencias de los anteriores.
[483] Cheyney. Op. cit., pág. 57 y sig. y sus referencias. Lavisse y Rambaud. Op. cit. III. pág. 544 y sig. IV. 306 y sig. etc. Winsor. N. & C. H. of A. I. pág. 15 y sig. y sus notas. Id. II. pág. 24 y sig. Fiske. Op. cit. I. 295 y sigtes. Santarem. Essay Sur l'Histoire de la Cosmographie. I. 75, 164 y sigtes., etc., etc.
[484] Winsor. Op. cit. II. pág. 30 y sig. Id. Cristopher Columbus. Cap. VI. The Travels of Marco Polo (Trad. Marsden. London 1854). Lib. II. Cap. IV y sig.-III. XXIII y sigte. etc., etc. y sus notas. Lavisse y Rambaud. Op. cit. II 481 y sig. Cheyney. Op. cit. Cap. III con sus notas y referencias. Fiske. Discovery. I. 277 y sig. Las ediciones de Avezac de los viajes de Carpini. Pordenone y Rubruquis. Beazley. Dawn of Mod. Geog. II. Cap. V. etc. La edición de Marco Polo, que se reputa anotada por Colón, es la latina de 1485 (De regionibus orientalibus), y se conserva en la B.ca Colombina de Sevilla.
[485] Cheyney. Op. cit. pág. 56 y sigtes. y sus notas. Santarem. Ess. Sur l'Histoire de la Cosmographie, I. 280 y sig. Neckham (1157-1217). De natura Rerum. Lib. II. Ch. XCVIII. Humboldt. Exámen Critique. I. 274 y sig. Fiske. Discovery. I. 315 y siguientes y sus notas. Webster. Gen. Hist. of. Com. pág. 81 y sig. etc., etc. Vse. Sobre las obras de Neckham á Chappell en "Nature" (Junio 15, 1876).
[486] Vse. R. H. Major. Vida do Infante Don Henrique, etc. (Trad. Ferreira, Lisboa 1876). Cap. I á V y Cap. XVII. Lavisse y Rambaud. op. cit. IV-877 y sig. Cheyney. Op. cit. 59 y sig. y sus notas. Azurara. Chronica do descobrimento é Conquista de Guiné (Ed. Carreira. Notas. Santarem. París, 1841) pág. 37 y sig. Fiske. Discovery. I. 316 y sig. y sus notas, etc., etc.
[487] R. H. Major. Op. cit. pág. 134-191 y sus notas. Fiske. Op. cit. I. pág. 318 y siguientes y sus notas y referencias. Azurara. Discovery & Conq. of Guinea (Ed. Beazley. Hakluit Soc. Pub. Vol. 95 y 100, 1896-1898). I. Cap. VII-XXIV etc., y sus referencias. Lavisse y Rambaud. IV. pág. 876 y sig. Cheyney. Op. cit. pág 64 y sigtes. y sus notas. Winsor. N. & C. H. of America, loc. citado, etc., etc.
[488] Cheyney. Op. cit. pág. 69 y sig. Fiske. loc. cit. Major. Op. cit. Cap. XIV á XVIII.—A Journal of the first Voyage of Vasco de Gama. (Ed. Ravenstein. Hakluyt Soc. Vol. 90-1898). Azurara. Op. cit. (Hakluyt Soc. Vol. 100-1898). Cap. XLII y sig. En "Las Luisiadas", el Genio del Cabo Tormentoso dice á Bartolomé Díaz.
.... Eu son aquelle occulto e grande cabo
A quem chamais vos outros Tormentorio
.............................
Aqui toda a Africana costa acabo
Neste meu nunca visto promontorio
.............................
A quem vossa ousadia tanto offende.....
(Camoens. Os Luisiadas. V. 50).
[489] Cheyney. Loc. cit. Fiske. Op. cit. 1, pág. 321, etc. Major. Op. cit. Cap. XIX á XXI y sus referencias. C. Raymond Beazley en Am. Hist. Review. (Vol. XVI. núm. 1. Oct. 1910) pág. 11 y sigtes. I. Janssen. L'Allemagne et la Reforme. I. (Allemagne á la fin Moyen Age. Trad. Paris) pág. 112 y sigtes.
[490] Altamira. Historia de España, II, pág. 366 y sig. Nervo. Hist. de Isabel la Católica, pág. 15 y sigtes. Lafuente. Hist. de España. Vol. II. (Lib. IV), pág. 253 y sigtes. Prescott. Hist. of the Reigne of Ferdinand and Isabella. Cap. I á VI, etc.
[491] Vse. Lafuente. Op. cit., Lib. III. Ch. 32-33. IV, 1 y 2. Altamira. Op. cit., Vol. II, pág. 367 y sig. Cheyney. Op. cit., pág. 83 y sig. Pérez. Los Reyes Católicos en Sevilla, pág. 12 y sigtes. Lavisse y Rambaud. Hist. Gen. IV, pág. 325 y sigtes. Nervo. Hist. Isabel la Católica, pág 7 y sigtes. etc., etc.
[492] Lafuente. Loc. cit. Altamira. Op. cit. II, pág. 441 y sig. Antequera. Hist. de la Legislación Española, 194-197-347, etc. Cheyney. Op. cit., pág. 86 y sig. Prescott. Ferdinand & Isabella, pp. 135-160, etc., etc.
[493] Vse. Antequera. Op. cit. 348-353, etc. Pulgar. Crónica de los Reyes Católicos, II, Chap. XCV, etc. Colmeiro. Int. á las Cortes de los Antiguos Reinos, II, 63-64. Mariejol. L'Espagne Sous Ferdinand et Isabelle, VI, p. 24 y sig. Lafuente. Op. cit. Lib. IV. Cap. II, etc., etc.
[494] Vse. Lafuente. Op. cit. Lib. IV. Cap. X. Altamira. Op. cit. II, pág. 9, 403, etc. Cheyney. Op. cit. pág. 92 y sig. Prescott. Op. cit. Cap. IX. Cortes de los Antiguos Reinos. IV, 191-192 Mariejol. Op. cit. 63 y sigtes. Nervo. Op cit. 78 y sig. etc., etc.
[495] Hurtado de Mendoza. Guerra de Granada (B.^{ca} Clás.^{ca}), pág. 14 y sigtes. Nervo. Op. cit. pág. 105 á 177. Prescott. Op. cit. pág. 203 á 251. Lafuente. Op. cit. IV, páginas 276 á 304, etc., etc.
[496] Altamira. Op. cit. Vol. II, pág. 23-27-140-162-421-426, etc. Lafuente. Op. cit. Lib. IV, pág. 240-267 y sig. Menéndez y Pelayo. Heterodoxos Esp.les I, pág. 569 y sigtes. Mariejol. Op. cit. pág. 44 y sig. Rodrigo. Hist. Inquisición, I, p. 132 y sig., II, pág. 37 y sig. Lea. Hist. of the Inquisition of Spain, I, pág. 81 y sig. y sus notas y referencias. Amador de los Ríos. Los Judíos de España y Portugal, I, pág. 150 y sig., II, p. 260 y sig., etc., etc.
[497] Altamira. Op. cit., pág. 92-421-461 y sig. Lafuente. Loc. cit. Cheyney. Op. cit., pág. 96 y sig. Rodrigo. Op. cit. Vol. II. Cap. XVI y sigtes, sus Apéndices y referencias. Lea. Op. cit. I. Cap. IV-V con sus notas y numerosas referencias. Cambridge, Modern History. Vol. I, Cap. IX, pág. 347 y sig. Schimarcher, Geschichte von Spanien. Vol. III, (1492-1516), pág. 34 y sig. Nervo. Op. cit., pág. 79 y sig. etc., etc.
[498] El proceso á que me refiero fué conocido con el nombre del Santo Niño de la Guardia, por el martirio que algunos judíos y conversos hicieron sufrir, según resulta de sus confesiones, á un niño de pocos años en quien escarnecieron la pasión y muerte de Jesús. Como el proceso en cuestión parece adolecer de ciertos vicios, y no existen ó no se conocen otras pruebas del crimen que las relacionadas en él, ha sido negado el hecho por algunos investigadores modernos. Véase sobre este punto Lea. Rel. Hist. of Spain, pág. 437 y sig. y sus notas y referencias. P. Fidel Fita. Vol. IX y XI (Julio, Sep. 1887). Real Ac. de la Historia. Martínez Moreno. Hist. del martirio del Santo Niño de la Guardia, pág. 12 y sig. (Madrid 1866). Altamira. Op cit. II, pág. 425 y sig. etc., etc.
[499] Los judíos fueron expulsados de Sajonia en 1432, de Mayence en 1438, de Inglaterra en 1290, de Augsburgo en 1439, etc., etc. Vse. Lea. Rel. Hist. of Spain, pág. 438. Janssen. Geschichte des deutschen Volkes, I, pág. 403 y sig., etc.
[500] Vse. Altamira. Op. cit. II pág. 417 y sig. y sus referencias. Lea. Hist. of the Inquisition of Spain, I, Cap. III y sus notas y referencias. Cheyney. Op. cit. pág. 98 y sig. Bernáldez. Hist. de los Reyes Católicos, Cap. XLIV y sig., etc., etc.
[501] Lafuente. Op. cit. II. Lib. IV. Cap. VII-XIV, etc. y sus notas. Altamira. Op. cit. II, pág. 412 y sig. y sus referencias. Lea. Hist. of the Inq. in Spain, pág. 59 y sigtes. y sus notas. Id. The Moriscos of Spain, pág. 22 y sigtes., etc., etc.
[502] Vse. Sophus Ruge. Columbus (1902), cap. I (Der Romandes Jugendlebens). Fernando Colón, Hist. del Almirante, etc. (Ed. Madrid 1892), cap. I, pág. 3 y sigtes. Las Casas, Hist. de las Indias, I, 42-43. Asensio. Cristóbal Colón, lib. I, cap. I, página 4 y sig., etc.
[503] Eneas Silvius, Historia Rerum Ubique Gestarum (Venice, 1477). Ailly, Imago Mundi (Impresa entre 1480 y 1484). Los viajes de Marco Polo que pudo ver Colón, fueron los de la edición de Amberes, 1485 (?). Vse. Lollis, Vita di Colombo, pág. 63 y sigtes. Thacher, Columbus III, pág. 462 y sig., etc.
[504] Vse. Raccolta Colombiana, Pte. I, vol. II, pág. 291. Id., pte. II, vol. II. Nota marg. núm. 10, etc. Asensio, op. cit., lib. I, cap. II, pág. 24 y sig. Gaylord Bourne, Spain in America, pág. 10 y sigtes., etc., etc.
[505] Asensio, op. cit., cap. III, pág. 43 y sig. Winsor, Christopher Columbus, cap. VI, pág. 102 y sig. y sus referencias, etc.
[506] Vse. Gailor Bourne, op. cit., pág 12 y sig. Asensio, op. cit., cap. IV, pág. 65 y sig. Winsor, Columbus, pág. 107 y sig. Fiske, Discovery, I, pág. 349 y sig. Vignaud, Toscanelli and Columbus, pág. 5 y sigtes. Fernando Colón, Hist. del Almirante (Ed. citada), pág, 34-38, etc., etc.
[507] Barros, Da Asia, lec. I, lib. III, cap. IX y sig. Lollis, op. cit., pág. 65 y sig. Asensio, op. cit., cap. IV, pág. 66 y sig. y referencias. Bourne, op. cit., pág. 15 y sig. y sus notas. Winsor, op. cit., cap. VI, VII, pág. 102 á 148 y sus notas, etc., etc.
[508] Fernando Colón, op. cit., cap. VIII-IX. Las Casas, Hist. de las Indias, II, 78-79. Oviedo, Hist. Gen. I, 19 y sigtes. Harrise, Christophe Colomb., II, 193-194. Asensio, op. cit., cap. V, pág. 80 y sig. Winsor, op. cit., pág. 149 y sig. etc., etc.
[509] Bourne, op. cit., 17 y sig. Fernando Colón, op. cit. cap. XI y XII. Asensio, op. cit., pág. 90 á 160 (vol. I). Winsor, op. cit., pág. 160 y sigtes. Lollis, op. cit., 104 y sig. Navarrete, Colección de los viajes, etc., II, 9 y sig. etc., etc.
[510] Asensio. Op. cit., I, pág. 160 y sigtes. y sus notas y referencias. Fiske, Discovery, I, pág. 404 y sig. Sobre el tesorero Santangel, el episodio de las joyas de la Reina, y en general la intervención de los Judíos en el Descubrimiento Colombino. Vse. Kayserling, Christopher Columbus, pág. 10 á 85, y sus notas y referencias.
[511] Navarrete, Viajes. II. 12, 15, III. 578, etc. Bourne, op. cit., pág. 20 y sig. y sus referencias y notas. Asensio, op. cit., pág. 179 á 268, con sus notas y documentación. Winsor, op. cit., pág. 145 y sig. Sobre las Carabelas, su forma, etc., véase el estudio de Monleón (Centenario, I, 59) y Duro. Disquisiciones. Vol. I. 3.ª
[512] Vse. Relación del Primer viaje de Colón, etc., puesta sumariamente por Fray Bartolomé de las Casas, (Bca. Clásica Vol. CLXIV), pág. 3 y sigtes. Fernando Colón, op. cit., Cap. XV á XXIII. Winsor, op. cit., pág. 191 y sigtes. Asensio, op. cit., Libro II. Cap. III, pág. 290 y sig., con sus notas y referencias, etc., etc.
[513] Colón. Rel. citada (sumariada por Las Casas), pág. 5 á 25. Winsor, op. cit., pág. 191 y sig. y sus notas y referencias. Bourne, op. cit., pág. 23 y sig. y sus notas. Asensio, op. cit., I, pág. 290 y sig., (cap. III-IV). Fiske, Discovery, pág. 420 y sig., y sus notas, etc., etc.
[514] Colón. Rel. citada, pág. 25 á 133. Winsor, op. cit., pág. 219 y sigtes., y sus referencias. Fernando Colón, op. cit., cap. XXIII á XXXVII. Bourne, op. cit., pág. 24 y sigtes. Asensio, op. cit., pág 336-379 y sus notas y referencias, etc., etc.
[515] Vse. Asensio, op. cit, I, pág. 365 á 480, con sus notas, documentación y referencias. Winsor, op. cit., pág. 235 á 253. Fernando Colón, op. cit., I, cap. XXXVIII á XLIV, etc., etc.
[516] Winsor, op. cit., pág. 253 y sigtes. Id., Narr. & Crit. Hist. of America, vol. II, pág. 1 á 129 con sus notas y referencias. Bourne, op. cit., pág. 27 y sigtes. y sus notas Thacher, Columbus, II, folios 59-124 y sig. Fiske, Discovery, II, 580 y sig., dá el texto latino de la Bula de Alejandro VI. Thacher, op. cit., II, fol. 175, facsímil de la Bula y Traducción del Tratado de Tordesillas, Comp. Asensio, op. cit., pág. 486 y sig. y mi cap. I, Tit. I, Pte. II.
[517] Fernando Colón, op. cit., I, pág. 173-222. Oviedo, Hist. Gen. I, 31. Navarrete, Viajes, II, 41. Las Casas, op. cit., II, 3-11-24, etc. Asensio, op. cit., lib. III, cap. I al IV y sus referencias. Winsor, Christopher Columbus, pág. 243 y sigtes. Fiske, Discovery I, 464 y sig. Pedro Mártir Anglería, Década Oceánica, I, lib. I y II, (Ed. Torres Asensio, 1892), etc.
[518] Gaylord Bourne, op. cit., pág. 93 y sig. Winsor, op. cit., pág. 290 y sig. Asensio, op. cit., I, 643 y sig. Cartas de Colón, (Bca. Clásica), pág. 205 y sig. Las Casas, op. cit., II, 24-27. Herrera, op. cit., Dec., I, 15 á 116 y sig., etc., etc.
[519] Vse. el Memorial (Enero 30-1494) con las respuestas de los Reyes en Rel. y Cartas. Cristóbal Colón, (Bca. Clásica), pág. 205 y sig. "En esto, decían los Reyes respecto á los esclavos, se ha suspendido por agora, hasta que venga otro camino de allá, etc...", (pág. 214). Vse. sobre el punto. Asensio, op. cit., I, pág. 684 y sig. Winsor, Columbus, pág. 282 (según Helps). Bourne, op. cit., pág. 36 y sig. Vse. mi Cap. I, Tít. I, Pte. II.
[520] Asensio, op. cit., I, 659 y sig. Bourne, op. cit., pág. 40 y sigtes. y sus referencias. Winsor, op. cit., pág. 300 y sig. Fernando Colón, I, pág. 228-238, etc., etc.
[521] Vse. Navarrete, Viajes, II, 145. Thacher, op. cit., II, 327, traduce el juramento de los pilotos. Comp. Ruge, Columbus, pág 175. Lollis, Colombo, pág. 235-237. Peschel., Zeitalter, etc., pág. 200 y sig. Bourne, op. cit., pág. 41 y sig.
[522] Vse. F. Colón, op. cit. I, 166. Bernáldez, Hist. Reyes Católicos, cap. CXXIII. Las Casas, op. cit, II, 79 y sig., etc., etc.
[523] Bourne, op. cit., p. 42 y sus notas. Asensio, op. cit., I, pág. 685 y sig. Winsor, op. cit., pág. 301 y sig. Pedro Mártir de Anglería, Ed. cit., I, lib. IV, cap. I á III. F. Colón, op. cit., I, pág. 267 y sig. etc., etc.
[524] Las Casas, Hist., II, 75-96, etc. Pedro Mártir de Anglería, Ed. cit., pág. 205-220. Fernando Colón, vol. II, pág. 21-26, etc., etc.
[525] Vse. Asensio, vol. II, pág. 31 á 153, con las aclaraciones y documentos A. H., pág. 91-153, etc. Bourne, op. cit., pág. 43 y sig. Bernáldez, Hist. de los Reyes Católicos, cap. CXXXI. Navarrete, Viajes, V, 162, etc., etc.
[526] Vse. Cartas de Colón, (Ed. cit.), pág. 269 y sig. Asensio, op. cit., vol. II, pág. 95 á 215, etc., con las aclaraciones y documentos. A. H. (pág. 91-153) y A. (pág. 361 y sig.). Bourne, op. cit., pág. 47 y sig. y sus referencias. Navarrete, Viajes, II, pág. 212, etc. Las Casas, op. cit., II, pág. 209 y sig. Pedro Mártir de Anglería, op. cit., pág. 257 y sig., etc., etc.
[527] Vse. Asensio, op. cit., pág. 197 y sig. y aclaraciones. B. C. (pág. 364 y sig.). Cartas de Colón, (Ed. cit.), pág 264 y sig. Fernando Colón, op. cit., cap. LXV á LXXXI, vol. II, Ed. cit., pág. 32 y sig. Bourne, op. cit., pág. 50 y sig. y sus referencias.
[528] Vse. Cartas de Colón, (Ed. cit.), pág. 310-324, en especial la escrita al Ama del Príncipe D. Juan. Herrera, Dec. I, lib. IV, cap. X. Asensio, op. cit., II, pág. 301 y sig. y aclaraciones. D. E., II, pág. 381 y sig. Las Casas, Hist. II, pág. 478. Bourne, op. cit., pág. 52 y sig., etc., etc.
[529] Vse. Asensio, op. cit., pág. 392 y sig. Las Casas, Hist., II, pág. 492 y sig. Fernando Colón, op. cit., II, pág. 121-133. Fiske, Discovery, I, pág. 480 y sig. y sus referencias. Winsor, H. & C. Hist. of America, vol. II, pág. 5 y sig. con sus notas. Thacher, op. cit., II, pág. 350 y sig. y sus notas. Herrera, Dec., I, 87-110, etc. Helps, Spanish Conq. in America, vol. I, lib. II, cap. II, pág. 89 y sigtes. etc., etc.
[530] Vse. Fiske, Discovery, II, pág. 2 y sig. y sus notas. Weare, Cabot's Discovery of North America, pág. 35 y sig. Harrisse, John & Sebastián Cabot, pág. 114 y sig. Id., Discovery of North America, pág. 321 y sig. Gaylord Bourne, op. cit., pág. 55 y sig. y sus notas. Deane, en Winsor, N. & C. H. of America, vol. III. Harrisse, Decouverte et Evolution Cartographique de Terre Neuve (1900), pág. 22 y sig., etc., etc.
[531] Fiske, Discovery, II, pág. 5 y sig. y sus notas. Bourne, op. cit., pág. 64 y sig. Goes, Chronica en Markham, Journal of Columbus, pág. 230 y sig. Harrisse, Discovery of North America, pág. 63 y sig. Winsor, N. & C. H. of A. II, pág. 105 y sig., etc., etc.
[532] Vse. Respuestas al Fiscal Real en el pleito contra Diego de Colón. Navarrete, Viaje III, 4-11 y 539 á 615, etc. Helps, Spanish Conquest, I, 263-280, etc. Oviedo, op. cit., 1-76, 11-132, etc. Las Casas, op. cit., II, 389-434. Herrera, Dec. 1.ª, lib. IV, cap. I á IV. Humboldt, Exámen critique de l'Histoire de la Geographie du Nouveau Continent (1836-1839), I-313 y IV-195 á 220. Winsor, N. & C. H. of A. II, pág. 204 y sig. y sus notas. Bourne, op. cit., pág. 70 y sig., etc., etc.
[533] Rel. Viaje de Niño. Biblioteca Mar. Esp. II, pág. 525. Navarrete, Coll. cit., III, 11 á 19, 540 á 544, etc. Herrera, Dec. I, lib. IV, cap. V. Irving, Comp. of Columbus, pág. 28-32. Winsor, N. & C. H. of A., II, pág 105, notas 4 á 7, etc., etc.
[534] Navarrete, Coll. cit., III, 5, 23, 80, 552 á 594, etc. Documentos Inéditos, XXXI, 5, 100, 102, 119-230, II, 366, etc. Humboldt, Ex. Crit., I, 360, IV, 224, etc. Irving, Comp. of Columbus, pág. 43 y sig. Winsor, N. & C. H. of America, II, pág. 187 y sig. y 205 á 207. Notas 6 á 12, 1 á 8, 1 á 10, etc., etc.
[535] Navarrete, Coll. III, 28, 32, 85, 89, 91, 103, 107, 591, etc., etc. Irving, op. cit., pág. 45-56. Humboldt, Ex. critique, I, pág. 360. IV, 226, etc. Winsor, N. & C. H. of America, II, pág. 189 y 207 y sus notas 11 á 16. Véase también el Mapa de Juan de la Cosa y mi cap. VIII, tít. II, América Indígena.
[536] Winsor, N. & C. H. of A., II, pág. 42, nota 4-44, notas 2, etc. Fiske, Discovery, I. 498 y notas. Bourne, op. cit., pág. 72 y sig. Ravenstein, Vasco de Gama, etc., XVIII, pág. 113 y sig., etc., etc.
[537] Gandavo, Historia da Provincia Santa Cruz (Lisboa, 1576), cap. I. Barrios, Asia, Dec. I, lib. V, cap. II. Machado, Memoria sobre ó descobrimento do Brasil (Río Janeiro, 1855). Peschel, Zeitalter, etc., pág. 263 y sig. Fiske, Discovery, II, pág. 97. Osorio, De Rebus Emmanuelis, etc., (ed. 1791), I, pág. 277 y sig. Bourne, op cit., pág. 77, etc., etc.
[538] Vse. Cartas de Colón, Ed. citada, pág. 331 y sig. Navarrete, Viajes, II, pág. 260 (Extractos libros de las Profecías). Lollis, Raccolta Colombiana, (Reprod. libro de las Profecías, Pte. I, II, pág. 164). Navarrete, II, pág. 280, 282, etc., etc.
[539] Vse. Fernando Colón, op. cit., II, pág. 139 y sig. Asensio, op. cit., II, pág. 425 y sig. y aclaraciones C. y D., II, pág. 638 y sig. Bourne, op. cit., pág. 77 y sig. Navarrete, Viajes, III, pág. 556, etc. Las Casas, op. cit., III, pág. 22 y sig., etc., etc.
[540] Vse. Asensio, op. cit., cap. II, lib. V, pág. 451 y sig. y mi Cap. VII, Pte. 1.ª, pág. 260, etc.
[541] Vse. Cartas Colón, Ed. cit., pág. 367 y sig. Asensio, op. cit., II, pág. 458. Bourne, op. cit., pág. 79 y sus notas, etc., etc.
[542] Fernando Colón, Hist. II, pág. 136 á 210. Asensio, op. cit., II, pág. 440 y sig. y aclaración D, pág. 642 (Carta Colón, Jamaica, Julio 7, 1503). Winsor, Christopher Columbus, pág. 437 y sig. Fiske, Discovery, I, pág. 504 y sig. y sus referencias, etc., etc.
[543] Vse. Fernando Colón, op. cit., II, pág. 210 y sig. Asensio, op. cit., II, pág. 479 y sig. y aclaraciones E á I, pág. 653 y sig. (Testamento de Colón, Mayo 19, 1506, pág. 678). Winsor, Christopher Columbus, pág. 477 y sig. Ruge, Columbus, pág. 205 y sig. Thacher, Columbus, III, 469 y sig. Bourne, op. cit., pág. 81, etc., Comp. P. Ric. Cappa, S. J. Estudios críticos, Parte I (Colón en América), pág. 172 á 328 y sus referencias.
[544] Compse. los juicios de Asensio, Cappa, Winsor, Ruge, Roselly de Lorgues, etc., etc. Vse. Oviedo, Hist., I, 81. Thacher, Columbus, III, 505 y sig., y en especial, las Cartas del Almirante (Ed. citada) su Libro de las Profecías.—Mártyr de Anglería, Carta CXXX, etc., en la edición citada (Torres Asensio), I, pág. 17 y sig.
[545] "Amerigo" de "Amalrich" (alemán). "Amaury"(francés antiguo) "el que se endurece en los trabajos". Vse. Fiske, Discovery, II, pág. 24 y sigtes. y sus notas (sigue las monografías de Varnhagem).
[546] Hughes, Racc. Colombiana, pt. V, II, pág. 115 y sig. Markham, Letters of Amerigo Vespucci, pág. 3 y sigtes. Navarrete, Viajes, II, pág. 214 y sig., III, 544 á 590. Bourne, op. cit., pág. 84 y sig. y sus notas. En contra, y según Varnhagem, Gaffarel op. cit., II, 163, etc.
[547] Hughes, Cronología, pág. 7 á 12 y sig. Markham, Letters of Americo Vespucci, pág. 53, etc. Bourne, op. cit., pág. 82 y sig. Fiske, Discovery, II, pág. 26 y sig. Sidney Steward Gay, en Winsor, N. & C. Hist. of America, vol. II, pág. 129 y sigtes., y notas críticas (Winsor), pág. 153 y sig.
[548] Vse. Bourne, op. cit., pág. 90 y sig. Quaritch, The first four voyages of Amerigo Vespucci, V y sigtes. Winsor, Notas bibliográficas, etc., á Howard Gay, N. & C. H. of A., II, pág. 154 y sig., etc.
[549] De la carta de Medici se conocen hasta el 1550 cerca de 45 ediciones. De la de Soderini fueron menos numerosas, pero como se puso en los textos de Geografía, su influencia en los escolares fué más poderosa y amplia. Vse. Bourne, op. cit., pág. 92 y sigte. y sus notas. Cartas de Colón, (Ed. cit.), pág. 311 y sig. Wiesser, Die Karte des Bartolomeo Colón, etc., (Ed. Innsbruck, 1893). Mártyr de Anglería, Ed. cit. (Torres Asensio). Cartas CXXX, CXXXVIII, CXLII, pág. 13 y sig. (vol. I). En España y Portugal no se publicaron las cartas de Vespucio hasta el siglo xix. Las Casas, Herrera, Oviedo, Barros, etc., ni las mencionan. Vse. Bourne, op. cit., pág. 92, etc.
[550] En el Atlas de López (Madrid, 1788). Vse. Hughes. Le vicende del nome "America", pág. 41 y sigtes.
[551] "Amerigen quasi Americi terram, sive American, dicemdam cum et Europa et Asia á mulieribus sua sortita sint nomina" (Cosm: Introd., fol. 3-6 y 15-6), citado por Kretschmer, Entdeckung Amerikas, pág. 364. Vse. también Hughes. Le vicende del nome "America", pág. 17 y sig. Winsor, N. & C. H. of A. II, pág. 176 (notas). Harrisse, Cristophe Colomb, II, 97. Herrera, Dec. I, 182, I, y las referencias de la Tabla General (vol. IV). Markham, Vespucci Letters, pág. 68-109 (copia Las Casas, Hist.). Bourne, op. cit., pág. 98 y sig., etc., etc.
[552] Vse. Las Casas, Hist., II, 103 y sig. Herrera, op. cit., Dec. I, lib. III, cap. XIII. etc. Thacher, Columbus, III, pág. 94 y sig. y mi cap. II, tít. II, época I y II de este título.
[553] Las Casas, Hist., III, 33 y sigtes. Herrera, Dec. 1, 157 y sig. Fiske, Disc., II, 437 y sig. Helps, op. cit., I, 205 y sigtes. Winsor, N. & C. H. of A., pág. 319 y sig. J. A. Mac Nutt, Barthelemew de Las Casas (N. Y. 1909), pág. 28 y sigtes, etc.
[554] "Pagándoles (á los indios), decía el decreto de 20 Diciembre 1503, el jornal que por vos fuese tasado, lo cual hagan é cumplan como personas libres, como lo son, y no como siervos... é non consintades ni dedes lugar que ninguna persona les haga mal ni daño, ni otro desaguisado alguno... so pena de la mi merced y de 10.000 maravedís para la mi cámara, etc..." Vse. Las Casas, Hist. III, 65 y sig. Fabié, Ensayo Histórico, pág. 52 y sigtes. y sus referencias. Herrera, Dec. I, lib. V, cap. XII y sig. Mac Nutt, loc. cit. Gutiérrez, Fray Bartolomé de Las Casas, pág. 33 y sig. Vse. también el texto íntegro del decreto de Isabel la Católica (Segovia, Dic. 20 del 1503) en Doc. Inéditos de Indias, XXI, 209. Compse. Middeldyk, Hist. of Puerto Rico, 29-45. Bourne, op. cit., pág. 208 y sig., etc.
[555] Waitz en su Introduction to Anthropology (London, 1863), cita gran cantidad de ejemplos ilustrativos de este rápido aniquilamiento de las razas aborígenes, op. cit., pág. 145 y sigtes. Comp. también Peschel, Races of Man., pág. 152 y sig. G. Stanley Hall, Adolescence, II, pág. 648-750 (Tratamiento de razas adolescentes). Bourne, op. cit., pág. 210 y sigtes., etc., etc.
[556] Vse. Robertson, op. cit., I, 138 y sig. y sus notas. Oviedo, op. cit., lib. III, cap. XII, etc. Herrera, Dec. I, lib. VI, cap. III y sigtes. Las Casas, Relación de la Destrucción de las Indias (1552). Doc. Inéditos, vol. VII, pág. 155 y sigtes. Helps, op. cit., lib. III, pág. 125 y sig. Vse. también Ruiz Martínez (Conf. Ateneo de Madrid, 1892, Mayo), pág. 5 y siguientes.
[557] Sobre la viruela, véase Waitz, op. cit., pág. 145 y sig. Comp. Pedro Mártyr de Anglería, Dec. Oceánicas, III, lib. VIII. Hakluyt, Voyages, V, pág. 294 y sig. Herrera, Hist. Gen., Dec. II, lib. X, cap. XVIII. Motolinia, Hist. Ind. Nueva España, (Doc. para la Hist. de México), I, pág. 15 y sig. Humboldt, New Spain. Las Casas, Hist., III, pág. 101. Oviedo, Hist. General, I, pág. 71, y los cronistas de su época calculan la población indígena de La Española en 1.000.000 de habitantes. Comp. Peschel. Zeitalter, etc., pág. 429 y sig., etc. Este fenómeno de la despoblación indígena, dice el historiador Norteamericano Bourne, se repitió en los estados Orientales de Norte América, "pero como no hubo ningún Las Casas, la desaparición de los indígenas se consideró como providencial." Cita las palabras de Denton sobre la despoblación de Long Island (1670), que traduzco literalmente: "Se ha observado generalmente que donde los ingleses van á colonizar, una mano divina les abre el camino, desalojando ó haciendo desaparecer los indios, sea por guerras entre ellos, ó por alguna rabiosa enfermedad mortal que los extingue". Vse. Bourne, op. cit., pág. 214.
[558] Herrera, Dec. I, lib. VII, cap. I, 4. Lib. VI, cap. XVII. Dec. VI, lib. VII, cap. I, etc. Robertson, op. cit., I, pág. 197 y sus notas. Bourne, op. cit., pág. 133. Winsor, N. & C. H. of A. II, pág. 319 y sig., etc.
[559] Robertson, op. cit., I, pág. 199 y sig. y sus notas. Oviedo, Hist. lib. III, cap. I. Herrera, Dec. I, lib. VII, cap. IX y sig. Lib. VIII, cap. II. Lib. IX, cap. V. Lib. X, cap. XII y sig. Helps, op. cit., lib. IV, vol. I, pág. 164 y sigtes. y sus notas y referencias, etc., etc.
[560] Fonseca, Obispo de Palencia, era dueño de 800 indios; el Comendador Lope de Conchillos, su principal asociado en la dirección de los negocios de Indias, tenía 1.100. Estos encomenderos "sui géneris" despachaban mayordomos á La Española, etc., para arrendar á los colonos sus esclavos. Lo propio sucedía con muchos otros cortesanos, que tenían en Indias esclavos y tierras por privilegio ó merced de la corona. Vse. Herrera, Dec. I, lib. IX, cap. XIV, etc. Comp. Las Casas, Hist. de las Indias, vol. III, pág. 365-380.
[561] Fiske, op cit., II, pág. 447 y sig. Robertson, op. cit., I, pág. 227-230, etc. Oviedo, Hist. Gen., lib. II, cap. VI, vol. I. Fray Agustín Dávila Padilla, Hist. de la fundación de la Prov. de Santiago de Méjico, pág. 303 y sig. Mac Nutt, op. cit., pág. 40 y sig., etc.
[562] Vse. Robertson, op, cit., I, pág. 225 y sus notas. Fiske, op. cit., II, pág. 438 y sig. y sus referencias. Las Casas, Hist. de las Indias, vol. IV, pág. 365 y sig. Mac Nutt, History of Las Casas, pág 40 y sigtes. Gutiérrez. Fray Bartolomé de Las Casas, etc., cap. I, II, pág. 5 y sigtes. Winsor, N. & C. Hist. of America, II, cap. V, (Ellis), pág. 299 y sig. Comp. la Conferencia de D. A. M. Fabié en el Ateneo de Madrid (Abril, 1892), etc., etc.
[563] Gutiérrez, op. cit, cap. II y III, pág. 85 y sig. Mac Nutt, op. cit., cap. VI, pág. 67 y sig. Antonio M. Fabié, (Conf. Ateneo, cit.), pág. 14 y sig. Fiske, Discovery, II, pág. 450, etc.
[564] Bourne, op. cit., pág. 269 y sig. y sus referencias. Saco, Historia de la Esclavitud, pág. 74 y sig. Doc. Inéditos de Indias, I, 284-326, etc. Helps, Spanish Conquest, I, 362-365, II, pág. 5 y sig. Herrera, op. cit., Dec. I, lib. IX, cap. V, etc. Gutiérrez, op. cit., cap XV, pág. 399 y sig. Mac Nutt, op. cit., pág. 92 y sig. Fiske, op. cit., II, pág. 455 y sig. Woodbury Lowery. Spanish Settlements, pág. 3 y sig. y sus notas. Altamira, Hist. de España, III, pág. 226, etc.
[565] No debe confundirse con el célebre Ojeda, compañero de Colón, cuyas hazañas relatamos en el capítulo anterior, como lo hace, por ejemplo, Llorente. (Oeuvres de Las Casas, vol. I, pág. 139).
[566] Fiske, Discovery, pág. 458 y sig. Helps. op. cit., II, pág. 35 y sig. Mac Nutt, op. cit., cap. VIII á XII, pág. 92 y sig. Gutiérrez, op. cit., cap. IV, pág. 182 y sig. Herrera, op. cit., Dec. III, 48, I, etc. (Véase Tabla General, Cumaná, etc.).
[567] Vse. Herrera, op. cit., Dec. I, lib. IX, cap. II-IX, etc. Gutiérrez, op. cit., pág. 41 y sig. Bourne, op. cit., pág. 149 y sig. Mac Nutt, op. cit., pág. 40 y sig. Robertson, op. cit., pág. 207 y sig. Bartolomé de Las Casas, Hist. I, pág. 40 y sig. Oviedo, Hist., lib. XVII, cap. III. Pezuela, Ensayo Histórico de Cuba, I, pág. 22 y sig. P. S. Guiteras, Hist. de la Isla de Cuba, pág. 240 y sig. y sus citas. Carrera y Justiz, Int. á la Hist. de las Instituciones Sociales de Cuba, (Habana, 1905), vol. II, pág. 16 y siguientes, etc., etc.
[568] En las ordenanzas dictadas por Felipe II en 1573 se mandó que el término pacificación se sustituyera por el de "Conquista". Vse. Woodbury Lowery. Sp. Set., pág. 134, nota 2, etc.
[569] Los castellanos perseguían á los indios con sus perros de presa, algunos de los cuales, como el célebre "Becerrillo" de Ponce de León, participaba en el botín. Véase Oviedo, op. cit., I, pág. 547, IV, 593, etc.
[570] Vse. Winsor, N. & C. H. of A. II, pág. 231 y sig. y sus notas y referencias (pág. 283, etc.). Woodbury Lowery, Sp. Settlements, pág. 123 y sigtes. y sus referencias. Col. Doc. Inéd. (Capitulación con Ponce de León) XXII, pág. 33-38. Herrera, Dec. III, lib. I, cap. XIV. Barcia, Int. al Ens. Cronológico de Cárdenas y Cano, para la Hist. General de la Florida, pág. 23 y sig. Buckingham Smith, Col. Doc. para la Hist. de la Florida, pág. 54 y sig. Oviedo, Hist, lib. XXXVI, cap. I, etc. Bourne, op. cit., pág. 33 y sigtes. con sus notas y referencias, etc., etc.
[571] Bernal Díaz del Castillo, Hist Verdadera, vol. I, cap. I, p. II y cap. VI. Herrera, Dec. II, lib. I, cap. XVII-XVIII. Oviedo, op. cit., vol. II, pág. 139. Gomara, Hist., lib. II, cap. III. Barcia, Ensayo Cronológico, cit. fol. 3 y sig. Pedro Mártyr de Anglería, op. cit., Dec. IV., cap. I y II. Las Casas, Hist., IV, pág 358 y sig. Winsor, N. & C. H. of A., II, pág. 214 y sig. y sus notas. Bourne, op, cit., pág. 152 y sig. Woodbury Lowery, op. cit., pág. 148 y sig. y sus referencias.
[572] Las Casas, Hist., IV, pág. 422 y sig. Bourne, op. cit., pág. 149 y sig. Fiske, Discovery, II, pág. 243. Herrera, op. cit., Dec. II, cap. LIX-LX, etc. Winsor, N. & C. H. of A., II, pág. 201 y sig., sus notas críticas y referencias. Robertson, op. cit., pág. 252 y sig., etc., etc.
[573] Vse. Navarrete, Coll. III, 116, etc. Coll. Doc. Inéditos, XXXII, pág. 13-25-29-51, etc. Bourne, op. cit., pág 106 y sig. Winsor, N. & C. H. of A. II, pág. 191 y sig. y sus notas.
[574] Vse. Relación Pascual de Andagoya en Navarrete, Coll. Doc. Sec. III, vol. III, núm. VII. pág. 393 y sig. Castellanos, Varones Ilustres, dice: que los Indios de Santa Marta eran llamados caribes
"No porque allí comiesen carne humana
Mas porque defendían bien su casa..."
Elegías, Pte. II, canto 3.
[575] Doc. Inéd., XXXI, 529-533, y XXXII, 101, 103, 231, etc. Oviedo, op. cit., II, pág. 421. Las Casas, op. cit., III, 289-311. Navarrete, Coll. III, 170. Herrera, Dec. I, lib. VII, cap. VII, etc., y lib. VIII, cap. III-V. Bourne, op. cit., pág. 107 y sig. Winsor, N. & C. H., II, pág. 197 y sig. Irving, op. cit., pág. 54-102, etc., etc.
[576] Vse. Pedro Mártyr de Anglería, Dec. II, vol. II (Torres Asensio). pág. 62 y sig. Oviedo, op. cit., II, 465-477. Las Casas, Hist. III, 329-347. Herrera, Dec. I, lib. VII, cap. XIV, lib. VIII, cap. I á III, etc. Manuel José Quintana, Vida Españoles Célebres (Bca. Autores Españoles vol. XIX), pág. 283 y sig. Helps, op. cit., I, pág. 303 y sig. Irving, op. cit., pág. 103 y sig. Comp. la preciosa carta al Rey de Vasco Núñez de Balboa (Enero 20, 1513) en Navarrete, Coll. vol. III, núm. 4, pág. 358.
[577] "Después se presentó al Rey, que estaba en Valladolid, donde habló familiarmente conmigo, y me interesó acremente en contra del esgrimidor Vasco Núñez, y por diligencia de Anciso se pronunció sentencia contra él..." dice Pedro Mártyr de Anglería, op. cit., Dec. II, lib. VI, cap. III, pág. 138 (Ed. Torres Asensio). Comp. Fiske, Discovery, II, pág. 370 y sig., las autoridades citadas en la nota del párrafo anterior. Navarrete, Bib. Marítima, cap. II, pág. 666, etc., etc.
[578] Quintana, Vida de Balboa (loc. cit.), pág. 289 y sig. Bourne, op. cit., II. pág. 109. Pedro Mártyr de Anglería, Dec. II, lib. III á VI (vol. II, pág. 65-133, Torres Asensio). Carta de Vasco Núñez de Balboa al Rey en Navarrete Coll. tomo III, núm. 5, pág. 375, etc. Markham. Int. á la Trad. Inglesa de la Relación de Pascual de Andagoya (Navarrete, III. núm. 7, pág. 393), y las pág. 8, 9, 10, etc. de la traducción referida con sus notas. Oviedo, op. cit., III, pág. 5 y sig. Helps, op. cit., vol. I, lib. VI, pág. 237 y sigtes. Bancroft, Central América, I, pág. 129, 133 y sigtes. Id., México, vol. III, pág. 552 y sig. Herrera, op. cit., Dec. I, lib. IX. Winsor, N. & C. H. of A., II, pág. 194 y sig., etc., etc. La traducción inglesa de Markham de la Relación de Pascual de Andagoya forma el volumen 34 (1865) de las publicaciones periódicas de la Hakluyt Society.
[579] Sobre la vida y costumbres de estas y otras tribus del Istmo, Vse. Relación de Pascual de Andagoya (Navarrete, III, núm. 7, pág. 393). Su traducción y notas de Markham, citada, pág. 7 á 10, etc. Pedro Mártyr de Anglería, ed. citada, II, pág. 95 y sig. y mi cap. IX, época I.
[580] Vse. Quintana, loc. cit. Pedro Mártyr de Anglería, Dec. III, lib. I á III (pág. 209 á 284, vol. II, Torres Asensio). Carta de Vasco Núñez al Rey (Enero 20, 1514) en Navarrete, coll. III, 358-375. Herrera, loc. cit. y Dec. I, lib. X, cap. I. á VI. Ruge, Geschichte des Zeitalters, etc., pág. 346 y sig. Carta escrita por el rey Don Fernando sobre el descubrimiento de Balboa (Navarrete, coll. III, pág. 355). Comp. Helps, loc. cit. (lib. VI, cap. I) y sus notas. Doc. Inéd., XXXVII, pág. 282 (Carta del Rey á Vasco Núñez, Agosto, 19, 1514). Id., vol. XXXVII. Varias cartas del Rey á Pedrarias, á Alonso de la Fuente, "nuestro tesorero de Castilla del Oro," y á Vasco Núñez, pág. 285 y sig. y extractos pág. 193 y sigtes. Sobre la credibilidad de las cartas de Vasco Núñez, véase la nota de Navarrete en el vol. III de su Colección, pág. 385, y sobre el nombramiento de Adelantado, véase Pedro Mártyr de Anglería, op. cit., pág. 285 y Sabin. Dictionary, vol. XIII, núm. 56-338, citado por Winsor, N. & C. H. of A. II, pág. 212, Nota 1. etc.
[581] Pedro Mártyr de Anglería, op. cit., Dec. II, lib. VII, pág. 141 y sig. Fiske, op. cit., II, pág. 377 y sig. Helps, op. cit., vol. I, lib. VI, cap. II, pág. 260 y sig. y sus notas. Winsor, N. & C., H. of A. II, pág, 196 y sig. y sus notas críticas. Relación Pascual de Andagoya, loc. cit. (Trad. Markham), pág. 2 y sigtes. y sus notas (Vse. Introducción), etc., etc.
[582] Pedro Mártyr de Anglería, op. cit., Dec. IV, lib. IX, pág. 96 y sigtes. (vol. III, Torres Asensio). Helps, op. cit., vol. I, lib. VI, cap. II, pág. 265 y sigtes. y sus notas. Winsor, N. & C. H. of America, II, loc. cit. y notas, pág. 212. Relación Andagoya (Trad. Markham), pág. 8 y sigtes., sus notas y su precioso Mapa (Istmo de Panamá, 1513 á 1523).
[583] "Suplico á vuestra Majestad, decía Balboa en su carta al Rey (Enero 20, 1513), que no deje venir bachilleres ni licenciados salvo en medicina... porque no ha venido aquí (Darien) ninguno que no sea un demonio y lleve la vida de tal. Y no sólo son ellos malos, sino que traman y levantan infinidad de intrigas, pleitos é iniquidades perjudicialísimas porque la tierra es nueva, etc..." Vse. Navarrete, coll. III, pág. 374. Comp. Helps, op. cit., I, pág. 248.
[584] Vse. Winsor, N. & C. H. of America II, pág. 199 y sig. y sus notas, pág. 213 y sig. Navarrete, coll. III, pág. 337 á 355. Pedro Mártyr de Anglería, vol. III, (Torres Asensio), pág. 97 y sig., vol. II, pág. 142 y sig. y 209 y sig. La figura de Pedro Arias de Avila, llamado por algunos "Furor Domini" y el hecho de la ejecución de Balboa han sido juzgados con apasionamiento excesivo por Oviedo que tuvo como "Veedor" del Darien serias dificultades con Pedrarias, y por el cronista Herrera que lo copió. Vse. Oviedo, Hist. III, 21, 51, 83, etc. Herrera, Dec. II, lib. I, II, III. Dec. III, lib. IV, V, VIII, etc. En la controversia del referido historiador Herrera con D. Francisco Arias Dávila, Conde de Puñonrostro, decidió Gil Ramírez de Arellano "del Consejo de Su Majestad", nombrado árbitro, que Herrera había ido demasiado lejos (Vse. Doc. Inéditos, vol. XXXVII, pág. 215 y sig., y comp. Cartas de Balboa, Oct. 16, 1515). Sigo, pues, en mi texto, principalmente la Relación de Pascual de Andagoya (loc. cit.), testigo imparcial de los sucesos, y la de Pedro Mártyr de Anglería. Sin justificar en manera alguna á Pedrarias, creo que tan culpables como él fueron los que le envenenaron y precipitaron. Si no hubiese decapitado al Descubridor del Pacífico, apenas mencionaría la historia su nombre y su muy insignificante personalidad. Vse. Markham (Trad. Andagoya), pág. 9 y sig. y sus notas.
[585] Vse. Herrera, Dec. II, lib. I, chap. VII. Navarrete, Viajes, III, pág. 134. Pedro Mártyr de Anglería, op. cit., Dec. III, lib. X, cap. III, (pág. 472, vol. II, Torres Asensio). Hakluyt, Voyages, V, pág. 307. I. Toribio Medina. Juan Díaz de Solís, vol. I, pág. 250 y sigtes. Samuel A. Lafone Quevedo, Juan Díaz de Solís, pág. 5 y sigtes. P. Vicente Gambón, S. J., Lec. Hist. Argentina, vol. I, pág. 44 y sigtes., etc., etc.
[586] Vse. Rouse, Lec. X, 1, 521 (London, 1846), citado por Bourne, op. cit., pág. 114. Comentarios de Alfhonso d'Alburquerque, segundo virey de la India (Trad. Gray Birch, Ed. Portuguesa, 1774), Hakluyt Loc., vols. LIII-LV, LXII-LXIX, en especial vol. LIII, pág. 23 y sigtes, etc., etc.
[587] Guillemard, Life of Magellan, pág 17 á 180. Lord Stanley, First Voyage Round the World, pág. 187 y sig. Bourne, op. cit., pág. 118 y sig. Navarrete, Viajes, IV, 325 y sig. Relación del último viaje al Estrecho de Magallanes de la Fragata de S. M. Santa María de la Cabeza (1785-1786), Madrid, 1788, pág. 173 y sigtes. y sus notas y referencias.
[588] Gunther, Zeitalter der Entdeckungen, pág. 75, etc. Lord Stanley, First Voyage, etc., pág. 193 y sig. Bourne, op. cit., pág. 123 y sig. Guillemard, Magellan, pág. 163 y sigtes. y sus referencias. Diario de Francisco Alvo (Ms. Archivo Indias), Rel. Viaje Santa María de la Cabeza, pág. 188 y sigtes. Oviedo, Hist., pte II, lib. XX, cap. II, fol. 13. Pigafetta, cap. III y sigtes. y Maximiliano cap. II, etc., en Ramusio, Viaggi, etc., fol. 390 y sig. Herrera, Dec. II, lib. IV, cap. IX y sigtes., etc., etc.
[589] Bourne, loc. cit. Guillemard, op. cit., pág. 220 y sigtes. Pigafetta en Lord Stanley, First voyage, etc., pág. 68 y sig. Pedro Mártyr de Anglería, op. cit., Dec. V, cap. VII, (vol. III, Torres Asensio, pág. 309 y sig). Herrera, Dec. III, lib. I, cap IV, pág. 6. Relación viaje Fragata Santa María de la Cabeza, pág. 191 y sig. Comp. el Diario de Alvo (Ms.), y Gomara, op. cit., cap. 95, fol. 43, etc., etc.
[590] Vse. Guillemard, Magellan, pág. 306 y sig. Bourne, op. cit, 128 y sig. y sus notas. Herrera, Dec. III, lib. I, cap. XIV, pág. 132 y sig., etc., etc.


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Foundation as set forth in Section 3 below.

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work, (b) alteration, modification, or additions or deletions to any
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Section  2.  Information about the Mission of Project Gutenberg-tm

Project Gutenberg-tm is synonymous with the free distribution of
electronic works in formats readable by the widest variety of computers
including obsolete, old, middle-aged and new computers.  It exists
because of the efforts of hundreds of volunteers and donations from
people in all walks of life.

Volunteers and financial support to provide volunteers with the
assistance they need, are critical to reaching Project Gutenberg-tm's
goals and ensuring that the Project Gutenberg-tm collection will
remain freely available for generations to come.  In 2001, the Project
Gutenberg Literary Archive Foundation was created to provide a secure
and permanent future for Project Gutenberg-tm and future generations.
To learn more about the Project Gutenberg Literary Archive Foundation
and how your efforts and donations can help, see Sections 3 and 4
and the Foundation web page at http://www.pglaf.org.


Section 3.  Information about the Project Gutenberg Literary Archive
Foundation

The Project Gutenberg Literary Archive Foundation is a non profit
501(c)(3) educational corporation organized under the laws of the
state of Mississippi and granted tax exempt status by the Internal
Revenue Service.  The Foundation's EIN or federal tax identification
number is 64-6221541.  Its 501(c)(3) letter is posted at
http://pglaf.org/fundraising.  Contributions to the Project Gutenberg
Literary Archive Foundation are tax deductible to the full extent
permitted by U.S. federal laws and your state's laws.

The Foundation's principal office is located at 4557 Melan Dr. S.
Fairbanks, AK, 99712., but its volunteers and employees are scattered
throughout numerous locations.  Its business office is located at
809 North 1500 West, Salt Lake City, UT 84116, (801) 596-1887, email
business@pglaf.org.  Email contact links and up to date contact
information can be found at the Foundation's web site and official
page at http://pglaf.org

For additional contact information:
     Dr. Gregory B. Newby
     Chief Executive and Director
     gbnewby@pglaf.org


Section 4.  Information about Donations to the Project Gutenberg
Literary Archive Foundation

Project Gutenberg-tm depends upon and cannot survive without wide
spread public support and donations to carry out its mission of
increasing the number of public domain and licensed works that can be
freely distributed in machine readable form accessible by the widest
array of equipment including outdated equipment.  Many small donations
($1 to $5,000) are particularly important to maintaining tax exempt
status with the IRS.

The Foundation is committed to complying with the laws regulating
charities and charitable donations in all 50 states of the United
States.  Compliance requirements are not uniform and it takes a
considerable effort, much paperwork and many fees to meet and keep up
with these requirements.  We do not solicit donations in locations
where we have not received written confirmation of compliance.  To
SEND DONATIONS or determine the status of compliance for any
particular state visit http://pglaf.org

While we cannot and do not solicit contributions from states where we
have not met the solicitation requirements, we know of no prohibition
against accepting unsolicited donations from donors in such states who
approach us with offers to donate.

International donations are gratefully accepted, but we cannot make
any statements concerning tax treatment of donations received from
outside the United States.  U.S. laws alone swamp our small staff.

Please check the Project Gutenberg Web pages for current donation
methods and addresses.  Donations are accepted in a number of other
ways including checks, online payments and credit card donations.
To donate, please visit: http://pglaf.org/donate


Section 5.  General Information About Project Gutenberg-tm electronic
works.

Professor Michael S. Hart is the originator of the Project Gutenberg-tm
concept of a library of electronic works that could be freely shared
with anyone.  For thirty years, he produced and distributed Project
Gutenberg-tm eBooks with only a loose network of volunteer support.


Project Gutenberg-tm eBooks are often created from several printed
editions, all of which are confirmed as Public Domain in the U.S.
unless a copyright notice is included.  Thus, we do not necessarily
keep eBooks in compliance with any particular paper edition.


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